"La ultima canción de
Maggie Alcázar"
Libro
de cuentos de
Lilian Elphick, 67 páginas,
Mosquito
Editores
El
secreto está en el punto de partida, en el arranque de cada cuento
aceptando un mundo y una situación. Luego, a manera del grotesco,
transcurre la anécdota, las viejas locas
refocilándose en su propia locura, la circular y eterna disputa de
madres e hijas, el rito de posesión, la muerte, el incesto, la cuica,
Pindy o la Candy, la imaginación tomándose tranquilamente la
realidad.
El
juego narrativo y cada cuento termina donde comenzó, de paso, el mundo
aceptado queda curiosamente develado por omisión. Un mundo demasiado
parecido al que día a día nos toca vivir, desde las calles y vitrinas
que conocemos, hasta esa lluvia que muchas veces llevamos dentro y esa
voz interior dando vueltas, una y otra vez, mientras arrecia la
incomunicación.
Un
hablar que se va haciendo literatura y cuento, con principio y fin,
cuentos donde nadie se conecta con nadie, donde la incomunicación se
vuelve motivo y tema, donde cada cual habla para si, o presta su
cuerpo entre soledad y soledad, por allí, en alguna calle de nuestra
ciudad.
Por
otra parte, en el centro de esta "última canción" sin duda habita la
mujer, la voz de la mujer, girando sobre si misma, hablándose y
reconociéndose, en busca de un interlocutor que no se encuentra jamás,
Obvio:
¿Quién es el receptor de esta voz? ¿Cuál es su lector
implícito? Los hombres aquí son mera mención, palabras en voz de
mujer, fantasmas de fantasmas, loros, ergo, la procesión va por dentro
y el caudal también.
La
autora sabe perfectamente lo que hace, a quién se dirige y como se
dirige. Lilian Elphick no posa de ingenuidad y el lector seguramente
tampoco.
Tentación postmoderna lo llamaría más de uno, o literatura de
la mujer, o libro flaco como diría alguien por ahí, pero también seria
una alegre manera de restarle importancia a un buen libro, bien
construido, preciso, un libro donde cuento a cuento el lenguaje se
vuelve un personaje más.
Entre
lo mejor "La elegida", en un Santiago laberíntico, de códigos
finos
y sutiles, de imperceptible simulación, en un entregarse a un
juego sabiéndolo y descubriéndolo a la vez, la relación y el hotel,
aquí vienen los pecados secretos, porque cada cual sabe lo que hace,
adivina; el mundo aceptado y omitido está aquí, la voz de la mujer
lleva consigo todo el patrimonio del mundo que omitió.
Buen
primer libro, aunque Lilian Elphick da más, es más escritora aún
que
esta "última canción" y es probable que lo sepa, pero se queda
en la retórica de
una voz que domina bien, se permite la
autocomplacencia de repetirse. Tampoco podía titular el libro como "La
última canción de ..." basta que haya una para que haya muchas,
testigo es Ariel Dorfman, y ella es de otro tiempo, otra
sensibilidad.
Tal
vez, al tiempo de celebrar este libro, habría que pedir más
ambición.
Roberto Rivera Vicencio
LUN 4 de junio de
1991
La última canción de Maggie Alcázar
Por Diego Muñóz
Valenzuela
Lilian
Elphick,
Editorial Mosquito,
Santiago, 1990, 67
páginas
... Una
serie de cuentos, la mayoría de ellos bastante breves (hablamos de
tres a cinco páginas) conforman este primer libro de Lilian Elphick,
donde predomina una visión femenina del mundo, afortunadamente
múltiple y heterodoxa, mostrando varias caras del misma
universo.
... El estilo es variado y
oscila entre un discurso parco, crudo y rápido, matizado con diálogos,
o un lenguaje poético-cotidiano más convencional entre los escritores
de su generación.
... Los cuentos de
mayor extensión son los que aparecen más sólidos y destacan bastante
en el conjunto, en particular "La elegida, "La fiesta", y "Yo conocí a
Enrique Alekan". Los relatos breves dejan, por lo general, una suerte
de insatisfacción y la sensación vívida de que se nos ha negado algo
que falta y que el autor nos ha negado. Esto confirma una vez más la
dificultad que encarna la escritura de un cuento breve.
Simpson 7, volumen 3, primer semestre
de 1993.