..... Esa parte de
él era la que más me perturbaba pues lo exponía al derrumbe a cada
instante.
.....Esa molesta costumbre fue, en
el fondo, la que inició una imperceptible separación entre nosotros. La
noche en que apareció en el bar con la muchacha que hablaba de manera
insistente, supe que me acercaba a un límite. Estridente, corta de
entendimiento, la joven se permitió un espectáculo de dudosa calidad que
Manuel no fue capaz de detener, a pesar de saber que esas conductas a mí
me avergonzaban, como me sigue avergonzando la vulgaridad en cualquiera
de sus formas. La mujer vivía en forma provisoria y sólo se levantaba de
noche para disfrutar de lo que ella llamaba "la vida nocturna". Cuando
escuché esa expresión pensé que me iba a enfermar, pero debí continuar
allí intentando sobreponerme.
.....Me negué a participar en esa
comedia y, en forma abierta, me despreocupé de ellos. Incómoda, deje
vagar mi vista por el espacio y me encontré con la mirada de alguien en
la mesa vecina. Después de un instante reconocí la figura de Sergio y
tuve el inmediato impulso de abandonar el lugar, permitiendo que la
noche fuera consumida sin mi vitalidad.
.....Noté una especie de cerco
peligroso. Sus modales se veían demasiado abstractos, su cara
increíblemente perfectas. Pero la noche ya había bajado mis defensas y
me era imposible tomar alguna precaución. Estaba preparada para entender
que la nostalgia enfermiza de Sergio era peligrosa.Ya sabía, entonces,
que ese hombre se iba a aferrar a mí como si yo fuera la única que
respiraba en un espacio de muerte. Pero lo que nunca habría podido
adivinar era que mi ojo también continuaba totalmente presente y abogaba
por seguir siendo destruido.
..........Sergio se levantó de su mesa y vino directo hacia
nosotros. Pensé que iba a acompañarnos, pero sólo se inclinó para
hablarme y luego se alejó, saliendo del lugar. Manuel, furioso, despachó
con brusquedad a la muchacha obligándola a dejarnos solos. La joven, sin
entender bien lo que estaba pasando, nos agredió largamente hasta que,
vencida, accedió a abandonarnos.
.....Manuel sabía muy bien cómo
enfrentar los insultos y las frases incisivas, pero eso lo desconocía la
muchacha. En rigor muy pocas personas estaban enteradas de esa magnífica
cualidad que tenía. Detrás de su hospitalidad descansaba un ser violento
que podía atacar en cualquier instante y lo hacía desde la sorpresa,
ateniéndose a la completa entrega del otro.
.....Quiso saber por qué Sergio se
me había acercado. Empezó a imaginar señas, gestos que yo pudiera haber
realizado para atraer la atención del hombre. Noté que se estaba
divirtiendo y lo dejé, incluso me parece que estimulé sus hipótesis,
porque esa noche me encontraba debilitada y necesitaba saber que alguien
me hostilizaba para mantener el control de mis pensamientos.
....."Caliéntame el corazón",
murmuró, repitiendo la frase que Sergio me había dicho cuando se inclinó
para poner su boca cerca de mi mejilla. El no podía haber escuchado esas
palabras, fueron emitidas casi en un murmullo, así es que no existía la
menor posibilidad de que Manuel las conociera. Me sentí participando en
el centro de una poderosa conjunción, y empecé a examinar la frase que
nos había unido desde diversos ángulos. Mi corazón late
extraordinariamente lento causándome grandes inquietudes. El corazón es
el centro de mi vida, siempre ha sido el centro de mi vida. En secreto
he vivido aterrada por la debilidad de mis latidos. Aún hoy reconozco
que es una preocupación algo alteradora, pero, en verdad, ha sido una
manía sostenida a lo largo de toda mi existencia.
.....Es la zona corporal en la
cual soy vulnerable, la fragilidad más peligrosa que me habita.Por eso
la demanda que escuché de ambos era la misma petición que dirigía todos
mis actos y que en ningún momento habría sido capaz de enunciar de una
manera tan explícita. Mi corazón late a intervalos prolongados y parece
que arrastro esa deficiencia desde mi nacimiento. Pero en esa época aún
pensaba que no existía nada irreversible y, cuando escuché de ambos la
costumbre de mi propia frase, la tomé como un indicio de curación
orgánica, como un acto de amor a mi organismo.
.....Más tarde, mientras
caminábamos por la ciudad -debo decir que la ciudad ya estaba
increíblemente tensa-, Manuel me anunció que volvería al Sur, y, aunque
me afectó la noticia, entendí que la distancia me permitiría descansar.
Pensé que alejándome de Manuel iba a encontrar una parte perdida de mí
misma. Le hablé extensamente de mis percepciones y él, a su vez, me
explicó que viajaba al Sur a reparar su prolongada aversión con el
paisaje. Al despedirnos, una súbita sensación de desamparo me hizo
exclamar sin ningún control:
.....-Tú no me quieres.
.....Atravesando esa noche me
separé de él en una esquina que a mi memoria aún le resulta totalmente
enemiga.
..........Fue entonces cuando Sergio volvió a buscarme. El
ya sabía que era el personaje que yo inutilmente intentaba evitar en mi
camino. E ese momento la sensación de muerte se acababa de instalar en
la ciudad. Manuel no dio ninguna señal de acercamiento hasta que me
enteré de que había sido detenido en el Sur junto a toda su familia. Aun
cuando temí que fuera asesinado, reconozco que intenté erradicar ese
peligro de mi mente. Tengo una marcada inclinación a perderme en
cualquier caos y el desorden que atravesaba ese tiempo no me dejó la
menor alternativa.
.....Desarmada, confundida, dejé
atras toda mi historia para reiniciar el aprendizaje del mapa de la
ciudad, de los cuerpos en la ciudad, de los rostros. La antigua crisis
con mi existencia perdió todo su aliciente. Convulsa, mis dudas se
remitían, en esos días, al peligro del afuera, al frío del afuera, a la
noche, al evidente riesgo de las noches. Con Sergio volvimos
temerosamente a los bares para reencontrarnos con el alivio de vino. Nos
sentábamos en alguna mesa poco visible permaneciendo, la mayor parte de
esas horas, expectantes a la espera de personas conocidas. Allí me
obligué a sentirme en cada instante seducida, porque era preciso
aferrarme a algo que borrara de mi la perversidad desatada de esos
tiempos.