Diamela Eltit
 
 


DIAMELA ELTIT
Otro giro a la literatura

Por MARÍA TERESA CÁRDENAS


..... Convencida de que "cualquier sujeto es lector y que toda lectura es válida", Diamela Eltit (1949) sale al paso de quienes insisten en calificar su literatura como "difícil". El tema, en todo caso, no le quita el sueño: "Yo no estoy pensando en buscar lectores y tampoco en desecharlos, pero suponer que escribo para que no me entiendan es ridículo". Lo que sí la desvela es trabajar en políticas de escritura, realizar aunque sean pequeños giros en zonas literarias ya establecidas.
..... "Uno de los problemas del libro en este momento - explica- son las imposiciones del mercado; entonces ser político es no obedecer a demandas desmanteladoras de la literatura, sino escribir al lado. Y también en esta etapa de globalización, en que los textos circulan tan velozmente como el capital y tienes que abrirte al mundo y escribir de manera transparente para que te entiendan en cualquier país, un gesto de resistencia es cruzar ese texto con expresiones no traducibles, que sólo nosotros somos capaces de entender en toda su intensidad".
..... Gestos que han quedado en evidencia en las novelas Lumpérica (1983), Por la Patria (1986), El cuarto mundo (1988), Vaca sagrada (1991), Los vigilantes (1994) y Los trabajadores de la muerte (1998), a las que ahora se suma Mano de obra.

- ¿Qué nuevos desafíos le significó este libro?
"La apertura hacia un tramado textual que yo no había transitado. Cómo llegar a ciertos puntos es una cosa muy misteriosa y larga, pero en definitiva fue lograr que coexistieran en un determinado espacio una poética y la jerga dura. Fue importante para mí producir esa fusión, ese equilibrio, incorporar el insulto como texto".


- Llama la atención el uso frecuente de paréntesis, ¿tiene que ver con esas zonas que no se alcanzan a materializar en el lenguaje?
"Sí, ese fue otro trabajo literario. Una vez hecho, esos engranajes internos se van perdiendo, pero efectivamente el paréntesis para mí cumplía una función estratégica en el texto, una función de continuidad, de intensidad, de marcar otro hueco de lenguaje, de discurso y una función estética. Claro, parece algo banal, pero es complicado llegar a eso, a la ultra literatura".

- ¿Qué consecuencias tiene para usted el hecho de que el lenguaje sea a la vez posibilidad y limitación?
"En el fondo ese es el gran desafío entre libro y libro: cómo llegar a pequeños engranajes nuevos con el lenguaje, que es un ente acotado, histórico, que tiene formas rígidas, pétreas... Cómo dentro de eso puedes volver a apostar a ciertas operaciones poéticas con ese discurso. Es lo más apasionante, el factor lúdico. Básicamente lo vivo como algo que tengo que resolver, y que nunca se resuelve; eso te hace pensar en otra novela".


- En ésta aparecen nuevamente el poder y sus mecanismos, ¿cómo llegó a la imagen del supermercado para que se dieran este tipo de relaciones?
"Siempre trabajo con referentes literarios, me mueve a la escritura la escritura. En este caso había leído, tardíamente, a Bruno Schultz, un escritor polaco. Y hubo algo ahí que me cautivó, una cosa oblicua. En esa zona empecé a escribir y apareció algo que yo jamás había pensado antes, que era el supermercado, y sobre esa superficie se empezaron a dejar caer ciertos problemas sociales. En realidad, el "súper" llegó solo, sin un programa de escritura; llegó desde Schultz, que por supuesto nunca trabajó con supermercados, pero desde ese imaginario desordenado y alucinantemente estético yo pude construir esta novela".


- Más que personajes, en la primera parte hay grupos o entidades, ¿quiso representar la masificación del mundo globalizado?
"Claro, el sujeto es el cliente, el que va a consumir y el otro. Están los que consumen más, los que consumen menos y los que no consumen. Los viejos, el excedente. Los niños, que entran con más energía porque todavía no han sido domesticados por el sistema".


- ¿En qué consiste lo que usted llama el "abierto fracaso de las mercaderías"?
"Esta hipertecnología tan deseada y tan corta, en el sentido de que todo es desechable, hace que el apego al objeto sea muy alto, pero no a la memoria del objeto. Es el objeto sin memoria, porque va desechándose por una nueva tecnología o por el surgimiento de otro producto que lo discontinúa y lo hace anacrónico. Está el deseo del objeto, pero ese objeto de antemano porta el fracaso".


- Ya desde el título, usted alude al trabajador. ¿Por qué abordó ese aspecto de los personajes?
"Me ha interesado por años el desmantelamiento laboral en relación a los antiguos órdenes; cómo al terminar un siglo termina un orden fundamentalmente laboral. El sujeto trabajador se organiza en una clase, obrera o popular, comunitaria. Más tarde se desorganiza y entonces queda bastan-te más solitario, luchando por sus espacios de manera más inorgánica. Estos son personajes inorgánicos que trabajan y viven como pueden y en ese 'como pueden' se van dotando de ferocidad. Es la ferocidad de las comunidades unidas por un desesperado intento de sobrevivir en el sistema, donde ya no hay afectos ni lealtades, todos esos valores del humanismo que fueron tan deseados en una época. En realidad, lo que se forma es una banda que se compromete a permanecer. El fascismo popular".


- ¿Hubo un intento de reivindicar ese antiguo orden en el trabajo?

"Sí. Así como el capital se mueve de un lado para otro, también los cuerpos se mueven velozmente de trabajo en trabajo, con incertidumbre. Eso me parece angustioso y dramático, porque está destruyendo la noción de comunidad, de valores tan importantes como la solidaridad. Hay que ver desde ahí, tal como una novela social, porque hoy día existen nuevos sujetos que portan dramas y que se encarnan en esta ferocidad competitiva".

- La segunda parte parece explicar lo que en la primera se expresa como concepto, por ejemplo cuando habla del cuerpo como "atmósfera orgánica" disponible para el dolor.
"En la primera parte está lo literario en el sentido más profundo del término. El 'súper' me sirvió para entregar lenguaje estético, imágenes, estos sujetos entrando masivos, la figura del trabajador impecable siempre, pero internamente afectado, porque el trabajo se le mete adentro del cuerpo y le va causando males que no puede traslucir. En la segunda, ya están los personajes y cada uno va a actuar sus múltiples dolores. Es la expresión de ese dolor laboral, que en el fondo es un dolor social. Para mí fue interesante y necesario escribir esas dos partes, trabajar con dos registros distintos de escritura".


en El Mercurio Agosto de 2002

 

 

 
 

[ A PAGINA PRINCIPAL ] [ A ARCHIVO ELTIT ]

mail : oso301@hotmail.com



letras.s5.com , proyecto patrimonio, DIAMELA ELTIT: Otro giro a la literatura, por María Teresa Cárdenas, en El Mercurio, agosto de 2002.

proyecto patrimonio es una página chilena que busca dar a conocer el pensamiento y la creación de escritores y poetas, chilenos y extranjeros, publicados en diarios, revistas y folletos en español

 

te invitamos a enviar tus sugerencias y comentarios