Nota para una edición de Juan Emar
por Pedro
Lastra
Por una inversión
de valores muy difundida, la introducción,
el aparato crítico, la
bibliografía hacen las veces de una cortina
de humo para esconder
lo que el texto tiene que decir si se lo
deja hablar sin
intermediarios que pretendan saber más de él.
Italo
Calvino
..... Me propongo no descuidar esta
advertencia de Italo Calvino, escritor al que Juan Emar habría leído
sin duda con regocijo. Mi nota no quiere ser cortina de ninguna
especie, sino una invitación a los lectores no familiarizados con este
autor, y que podrían sentirse algo intimidados, primero por la
extensión de Umbral y luego por los aspectos insólitos de su
escritura. Por mucho que las letras contemporáneas hayan propiciado y
estimulado la entrada en escena de un tipo especial de lector (el
llamado "lector cómplice" de Cortázar), en el trabajo de Juan Emar
todavía hay lugar para el desconcierto, la perplejidad y, en un
extremo negativo, para el distanciamiento y hasta para el rechazo.
Escribo esta nota para disminuir o evitar esas reacciones, adelantando
un mínimo de lo mucho que se encuentra en este libro único y sin
antecedencia en nuestra literatura. Juan Emar no requiere de apologías
(él lo supo antes y mejor que nadie), pero creo que mi ejercicio de
presentador no resultará del todo innecesario para más de un lector,
que además quiera ser parte del grupo de los
cómplices.
.....
La introducción más
valida a la obra de Emar fue escrita hace 26 años por Pablo Neruda:
son las páginas tituladas "J.E.", y aparecieron como prólogo a la
reedición de Diez (1971). Al origen de esas páginas está
ligada mi participación en la presente salida de
Umbral.
.....
Los cuatro libros de Juan
Emar, publicados entre 1935 y 1937, fueron bien apreciados por
escritores de su cercanía y por los de promociones más jóvenes. Es un
capítulo que la historia literaria chilena ha estudiado con cierta
detención; pero su encuentro con el público fue escaso, por no decir
inexistente, en esa época y en las venideras. Yo creo que la reedición
de Diez contribuyó a despertar ese interés y a acrecentarlo
en una medida no desdeñable; y puesto que yo dirigía la colección
"Letras de América" en la que se incluyó esa reedición, puedo contar
brevemente el origen y la realización del proyecto.
..... Un día de 1970 me encontré con Pablo Neruda en la
Editorial Universitaria. Terminaba una reunión en la oficina de
Eduardo Castro, y al irse me habló de la colección "Letras de
América": celebró las publicaciones y me preguntó por nuestros planes
futuros. Yo aproveché entonces la oportunidad para decirle, por
segunda o tercera vez, cuánto apreciaríamos que nos autorizara una
edición chilena de El habitante y su esperanza, aunque no
ignorábamos sus compromisos con el editor Gonzalo Losada. Me respondió
con humor, simulando cierta fatiga frente a mi insistencia: "Siempre
que me ves me pides El habitante y su esperanza, pero lo que
tú tienes que hacer es publicar a Juan Emar". La sugerencia me pareció
excelente y le contesté que estaba muy bien, que no le pediría más su
novela, pero que nos escribiera el prólogo para el primer libro de
Juan Emar que publicáramos. Nos prometió ese prólogo para algunas
semanas más, y lo hizo llegar puntualmente a la Editorial en la fecha
indicada.
..... Ese prólogo,
como se recordará, ha sido mencionado y reproducido varias veces. Es
un texto memorable y, en más de un sentido, ejemplar: en menos de dos
páginas dice, como debe decirse, lo esencial de Juan Emar y de su
obra. Lo releo ahora mismo, al referir el episodio que lo originó, y
siento que mis intervenciones en esa reedición y en ese prólogo me
autorizan de alguna manera para asumir este papel de presentador de la
obra mayor de Juan Emar. Atiendo también el consejo que se desprende
del prólogo de Neruda: ser breve y preciso. Lo
intentaré.
..... La lectura
de Umbral deparará muchas sorpresas al lector. No hablo, por
cierto, del lector especializado, al que no arredran complejidades ni
desvíos de lo que se puede llamar la norma genérica, sino del
viandante literario que se encuentra de pronto ante un libro tan
caudaloso y desplegado como éste, y empieza a advertir que se puede
recorrer en muchas direcciones, no sólo sucesivas sino simultáneas,
opuestas, contradictorias, y al que se pueden aplicar las
denominaciones más variadas: novela, antinovela, escritura
autobiográfica, crónica de épocas y espacios reales o imaginarios,
crítica sobre literatura y artes, parodia teatral, fantasía exultante,
historia vivida, relato de lo grotesco o descomunal, reflexión
filosófica, meditación esotérica, y muchas otras caracterizaciones
paralelas o complementarias. Me atrevo a adelantar que la última es
una de las palabras guías para entenderse con este libro que no es lo
uno o lo otro sino lo uno y lo otro.
..... Cristián Huneeus, que conoció tempranamente parte del
manuscrito, tuvo la ocurrencia de titular su artículo con una frase
feliz: "La tentativa infinita de Juan Emar".
..... Eso fue la escritura de Umbral. Y se
comprenderá en seguida que lo más difícil de mi tarea es bosquejar un
pequeño mapa de lo que resultó de esa tentativa. Porque es
sorprendente la riqueza de ideas y de cuestiones que se despliegan y
debaten en las 5318 páginas del original (mecanografiadas a un
espacio), empezando por las repetidas y a menudo graves reflexiones
del narrador sobre el sentido mismo de su escritura. Y la mención del
narrador abre otro espacio problemático, porque ese narrador no es la
figura reconocible tradicionalmente como la del narrador personal;
tampoco la de esa figura que lo disuelve o lo oculta tras una máscara
de variado espesor. Aquí es múltiple y cambiante, y se llama Juan Emar
u Onofre Borneo, y tiene la biografía de Alvaro Yañez Bianchi, hijo
del político y hombre público Eliodoro Yañez, quien aparece en esta
novela inaugurando la primera línea de tranvías eléctricos en Chile; o
la otra y la misma biografía, que es la del Juan Emar que dirigió las
"Notas de Arte" de La Nación. De pronto, el papel de narrador
puede ser asumido por otro personaje que cuenta sus propias historias
y aventuras, o es el de un texto que alguien lee para un sector de esa
población flotante que reaparece y se moviliza de continuo por una
geografía no menos inquieta. Hay también debates de esos narradores
con su doble (son notables los de Juan Emar con Onofre Borneo), vías
por las cuales se plantean dudas existenciales que comprometen
asimismo el existir del lector.
.....
En el prólogo mencionado, Neruda señala a Emar como el "precursor de
todos". Y si esto debe relativizarse en relación con el proceso de la
novela europea, y algo menos con el de la hispanoamericana (tentativas
paralelas fueron las de Macedonio Fernández y las de Felisberto
Hernández, con resultados diferentes en ambos casos, desde luego), es
rigurosamente cierto en relación con la novela chilena. Aquí una
pregunta de respuesta imposible: ¿Cuál habría sido el curso de esta
narrativa si Juan Emar hubiera tenido auditores y lectores atentos en
su tiempo? Pregunta nada ajena a la índole de
Umbral.
..... Se
encuentran en este libro muchas de las novedades que animaron nuestras
lecturas de los últimos años. Anoto algunas de esas exploraciones
anticipatorias: el cuestionamiento de la escritura dentro de la
escritura, pero no como ejercicio de audacia literaria o como producto
de un acto de lucidez intelectual, sino como reflexión dramática sobre
el significado de un quehacer que se confunde con la vida. Y tanto,
que Juan Emar pudo escribir en el Tercer Pilar un pasaje como
éste: "Yo me evadí, Bárbara, escondiéndome como un delincuente, con mi
gran Umbral (...) ése de los mil papeles y notas en
archivadores y clasificadores (...) Nadie iba a saber nada. Mi
escondite consistía en "no publicar, no, no, publicar jamás hasta que
otros, que yo no conociera, me publicaran sentados en las gradas de mi
sepultura". O más adelante, expresar de manera inmejorable su
convicción de que "este Umbral es digno de existir", porque
es una obra que se escribe planeando sobre el
suceder".
.....
Vuelvo a Italo Calvino
por una doble razón: primera, para insistir en lo sugestivo que
resulta su interés en una escritura transgresora y marginal en su
época como fue la de Felisberto Hernández (que él presentó a los
lectores italianos), y a quien sentimos ahora como un pariente no tan
lejano de Juan Emar; y segunda, para no olvidar que es muy difícil,
aún más, innecesario, reseñar aspectos cruciales de esta empresa que
ella sabe decir "sin intermediarios". Pienso, sin embargo, que algunas
indicaciones podrán ser apreciadas por el presunto lector. Por
ejemplo, éstas:
..... Onofre
Borneo se propone escribir la biografía de su amigo Lorenzo Angol, y
esto por sugerencia del propio interesado, que atinadamente le
advierte que esa biografía supone también otras: las de quienes lo
rodean. Los personajes se le imponen así sucesivamente "porque en
estos mundos -dice el narrador- el encadenamiento sin fin
sucede como aquí en la tierra de todos". Subrayo la expresión
encadenamiento sin fin porque esa frase, encontrada en las páginas
iniciales del Primer Pilar, me parece un indicador central.
Ese dato dice mucho sobre esta escritura, uno de cuyos rasgos es la
libertad de las asociaciones y, como consecuencia, la proliferación
incesante: el mundo de Emar se puebla de seres que no sólo podrían
pertenecer a "la vida real" ("¿qué es la vida real?" es la pregunta
subyacente de Umbral ) sino también de habitantes de otros
mundos entrevistos, ensoñados; en suma imaginados. También de
submundos inquietantes, de uno de los cuales es mensajero cierto
Palemón de Costamota, enviado demoniáco con el que Onofre Borneo
desciende a las regiones infernales desde el cráter del volcán Llaima.
En tal despliegue inventivo, Bachelard habría tenido un ejemplo cabal
de lo que él llamó "estado de imaginación abierta".
..... Ese despliegue supone la modificación más radical de
la mirada, empezando por la negación y la demolición de la costumbre
(fue después la tarea de muchos personajes de Julio Cortázar, y
especialmente de sus cronopios), de los hábitos que comprometen,
paralizándolos, al arte y a la vida. Por eso, no visitar
museos sino pasear por ellos, como "por los grandes bulevares
o por el Bois de Boulogne", y sentir así a los pintores como
compañeros que dan y reciben cariño con verdadero
regocijo.
..... En pocas
líneas, aparecerá después una teoría del personaje, muy cercana a las
sugestiones del creacionismo, pues su objeto -dice el narrador- es
"hacer vivir lo que uno no ha vivido y pudo vivir". Biografías o
"diarios vivires", ante los cuales sólo cabe la anotación, el esbozo,
la enunciación de problemas. "Quien luego se empeñe en explicar, que
se encuentre satisfecho ante la cantidad y, ojalá, la calidad de los
materiales que he puesto a su disposición. (...) Quede, por lo tanto,
bien establecido que yo no doy ni podría dar clave alguna, que sólo
formulo problemas frente a los hechos que he presenciado. Y no hay
más". Imposible no recordar las "morellianas" de Rayuela al
leer este fragmento, que Cortázar habría reconocido de inmediato como
un antecedente secreto, así como habría admitido que las delirantes
Zambafusas de Eusebio Palena se tocaban en más de una línea
con los delirios escritos de su personaje Ceferino
Píriz.
.....
Principios o motivaciones
de la ecritura como los señalados tienen múltiples consecuencias, y
entre ellas la posibilidad siempre abierta para este narrador de
transferir la autoría a sus personajes: Lorenzo Angol, a quien Borneo
ha encontrado en la ciudad de San Agustin de Tango en 1929, es el
autor de los cuadernos que constituyen el Segundo Pilar.
"...no hay ni una sola palabra de mi pluma"; el cuento "El pájaro
verde", conocido por muchos lectores en Diez y en varias
antologías, es enmarcado aquí por Onofre Borneo como una narración de
Rosendo Paine, uno de sus biografiados.
..... Provisto ya de algunas señales o indicios -aunque mínimos- de
lo que quiso ser esta empresa liberadora, y de lo que se negó a pagar
como tributo a la tradición, el lector podrá aceptar el cruce y el
canje de episodios históricos muy verificables con las más extremas
figuraciones de la fantasía. canje que también ocurre entre personas
reales y personajes de la ficción: Eduardo Barrios y Leopoldo Castedo
dialogan con fantasmas que doblan a seres existentes o que nunca
existieron. "Yo, Onofre Borneo, biógrafo de todos los presentes y de
muchos ausentes..." Y luego declara que si acentúa el prototipo de
cada uno de sus biografiados es para llegar al total de sus
posibilidades.
..... Pienso que
si el anhelo de totalidad es lo que explica la multiplicación de
situaciones vividas por los personajes, es también la causa de una
manifiesta desmesura, que no dejará de suscitar respuestas adversas.
Ocurrió con Miltín 1934, especie de laboratorio experimental
para este trabajo mayor, y tal vez por eso el único libro de Emar
prácticamente omitido en esta obra casi completa del autor (también
hay episodios muy rescatables de Un año que han quedado fuera
de ella, y los que entraron fueron reescritos o
modificados).
..... Así como es
posible determinar, en el curso del libro, la poética que lo sustenta
y a la cual corresponde un desarrollo inteligente, de gran coherencia,
es posible también establecer un mapa literario, vastísimo, al andar
por sus páginas. Y desde luego, una consecuente teoría de la lectura,
uno de cuyos postulados básicos sería, sin duda, éste: "Escribir es
deformar; lo deformado pasa a ser una serie de símbolos. Leer es por
lo tanto descifrar".
.....¿Qué
descifraban Juan Emar, Onofre Borneo y sus dobles?
..... Ha sido una idea, algo extendida, que escritores
como Emar -o Felisberto Hernández en otro plano- eran talentos
naturales, distanciados y hasta desdeñosos de la literatura como
oficio exigente y reflexivo. Umbral desdice de modo
definitivo esa creencia: es impresionante la cantidad de lecturas que
han hecho estos personajes y la inteligencia con que leyeron (acudo al
plural para indicar la variada y continua circulación de esas lecturas
en este nuevo texto que sabe procesarlas y convertirlas en sustancia
propia). Es claro que ese mundo cultural era el de Juan Emar (veanse
los Escritos de arte publicados hace pocos años por Patricio
Lizama), también "un viajero falsamente distraído", como se definía a
sí mismo un personaje de Felisberto Hernández. En la cuenta de esas
distracciones se anotaba, en el caso de Hernández, su inclinación por
la lectura de novelas de cow-boys, pero ahora sabemos que lo
intrigante para él en tales novelas era la pregunta que le sugerían:
"¿Cómo organizan sus relatos estos autores?". "También lo sorprendía
el hecho de que en la obra de Homero hubiera tanta gente como en los
libros de Corín Tellado", cuenta Tomás Eloy Martínez. Parecen las
reflexiones de un naif, y posiblemente lo son, pero si se piensa dos
veces en ellas se verá que no son insignificantes. Tampoco lo es la
inclinación de Juan Emar (o de Pilo Yáñez, si se prefiere) por las
novelas de detectives, inclinación llevada hasta un punto tal, que
Sherlock Holmes y el Dr. Watson se hacen presentes, en persona, en una
página de Umbral, para aclarar un crimen e imponer la
justicia.
..... Ciertos
lectores encontrarán excesivo el discurrir de estos personajes por
espacios tan diversos, y a veces tan complejos como los ámbitos
culturales que a varios de ellos le son familiares. Sí: el libro de
Juan Emar se nos presenta como la biografía de muchos personajes,
suspendida y reiniciada una y otra vez. Al terminar la lectura
entendemos que es la autobiografía de un hombre que dijo,
memorablemente, "el único paisaje que tuvo la honra de arrebatarme fue
aquel que no vi", y que inventó -acaso sin conseguirlo nunca para sí
mismo- descifrar su vida escribiéndola.
Estas páginas
corresponden a la "Nota preliminar" de la novela inédita Umbral del
escritor chileno Juan Emar (Alvaro Yáñez Bianchi, 1893-1964), que la
Biblioteca Nacional de Chile publicará en el curso de 1996.
en
ESCRITURA, XVIII. 35 - 36. Caracas, enero- diciembre de
1993.