Proyecto Patrimonio - 2005 | index | Colaboraciones | Autores |


POESÍA


Eugenio Poveda Valenzuela
Chile

 

Así se tomaba ella las cosas

1

Así se tomaba ella las cosas
con la paciencia humilde de la lluvia ligera,
con la calidez del vapor que suda del pan caliente
con la paz de una iglesia o de un cementerio, pulcramente
como quien reparte semillas sobre un campo arado.

Todo lo hacía laboriosamente,
como madre de diez o más hijos,
como abeja obrera en la multitud del panal.
Ella nunca trabajó para sí misma,
lo hizo siempre para otros,
para mí,
para su hijo.

Se entregó por entero
como sol o como lluvia,
cubriéndolo todo
amamantando el mundo de su leche pura
era como alambre o martillo
que nunca se pueden estar quietos
y mueren en el óxido del ocio
cuando no están regalando su amor
así, porque sí,
porque las olas llegan a las orillas
porque los ríos escapan sobre espaldas de montes
porque las estrellas alumbran de noche
porque el agua quita la sed.

2

En la provincia
Los relojes dan un paso hacia delante
Pero dos o tres pasos hacia atrás.
¡Qué longitud de tiempo,
qué regalo de eternidad!
¿Hay algo más bello
que mirar el cielo
arriba de una carreta
tirada por una yunta de bueyes?
Todo es como si los cronómetros se detuvieran
En un árbol
En unos maderos limítrofes
Que mueren de frío en invierno
Cuidando celosamente
Los límites terráqueos.

3

Pequeña Lizi,
He aquí tu última canción
Canción de la cacharpalla
Canción del adiós.
Crecías primavera en mi jardín
Moriste otoñada en mi alma
Te disolvió la lluvia del invierno
Te seco el alma la dureza del verano.
Treinta y cuatro grados a la sombra,
¿cómo no se iba a quemar tu imagen
la foto autorretratada de tu cara?
Cantan pájaros al morir
Arden las estrellas en su agonía
Se quiebra el cielo con relámpagos
Se hace siniestra la noche con truenos
Se asusta la mariposa ante el leve pasar del viento,
Se asusta la abeja al ver su propia sombra,
Se esconden los peces en el río,
Cuando ven tras el agua-espejo ojos mirándoles,
Se descoloran las piedras cuando las robas del río
Llora un niño cuando sus sueños se quiebran
Y estallan en cientos de pétalos
Coloreando de puntos blancos
El mantel negro y extendido de la medianoche.

 

 

IX

Anoche dormí con tus recuerdos
Estaban fríos como cadáveres
sepultados bajo la nieve
Abajo
bien al fondo
te veía a ti
hundida en las raíces de mis sueños
vestida para irte
arropada en las excusas de siempre
armando vidrios rotos.

Salí de mí para huir de ti
pero tu rostro me siguió como una sombra
deseé morir para que te murieras
pero te di más vida que nunca
luchando en vano por olvidarte.

 

Mujeres

Erguidas orgullosas
como Iglesias o monumentos:
eran Liliana, Marisol,
Elizabeth o María Isabel.
Era tanto nombre junto,
una muchedumbre populosa,
una procesión de ojos y caderas,
cabelleras como lluvia,
multiplicada en hilos multicolores
o variadas enredaderas,
que tejían una red impenetrable
entre mis manos y la cabeza de una muchacha.

Yo era el que las miraba con ojos silenciosos,
les hablaba con palabras ciegas,
quería abrazarlas a todas de una vez,
como el árbol abraza con sus ramas
al círculo celeste que nos envuelve.

Hubiese deseado no amar a ninguna,
para no morirme por sus besos,
por su compañía,
por la ganas de soñar con alguna de ellas.

Erguidas como torres,
bellezas emergidas
de un lago azul envuelto en niebla.
De los sueños
vienen ellas
y cómo las buscamos,
para amarlas,
para sufrir con ellas
para sufrir de ellas.

Una mujer como ellas me dio la vida,
estoy seguro
de que otra me la quitará.

 

 

Leer más del autor: Carta a un amor perdido

Eugenio Poveda Valenzuela
e-mail: eupova@hotmail.com

 
 

Proyecto Patrimonio— Año 2005 
A Página Principal
| A Archivo Colaboraciones | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
Eugenio Poveda Valenzuela: Poesía.