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Desde
1985, que fue el año en que escribí los primeros capítulos de La
Ciudad está triste, la mayoría de mis novelas tienen al detective
Heredia como protagonista. Y si bien he compartido las novelas de
Heredia con otras distintas características y también he escrito
libros de cuentos y de poesías, me considero un autor que ha asumido
el género plicial -específicamente los códigos de la novela negra y
del neopoliciaco latinoamericano-, con absoluta conciencia respecto a
sus características y recursos, y no como un pretexto o argucia
literaria, ni con los prejuicios que en ocasiones hacen pensar que la
narrativa policial es un género menor, y que a algunos escritores los
llevan a renegar de sus obras policiacas, cuando se sabe, o se debería
saber, que más allá de géneros, clasificaciones o decálogos, la
literatura sólo se divide en buena o mala.
..... Mi opción por la narrativa policial la
siento determinada por mi apego y afición a un género que desde mis
inicios como lector me resultó atractivo y por el deseo de testimoniar
ciertas situaciones marginales existentes en mi país, creando el
discurso de un antihéroe descreído, pero con la ética y el valor
suficiente para mirar la realidad sin concesiones, para reflejar ese
mundo que, al decir de Raymond Chandler en su célebre ensayo El
simple arte de matar, "No es un mundo muy fragante, pero es el
mundo en que vivimos".
..... Heredia
nace en medio de la dictadura política más terrible que ha tenido
Chile en toda su historia. Una dictadura que me tocó padecer cuando
recién salía de la adolescencia y que durante muchos años condicionó
mi entorno vital, mi educación, mis afectos, el desarrollo de mi
trabajo literario, el modo de sentir y observar la vida. Al buscar un
derrotero para mi trabajo literario llegó un momento en que pensé que
esa situación de terror y crímenes sistemáticos provenientes del poder
tenía características abordables desde la novela negra, por todos los
elementos de pérdida de credibilidad en la justicia y abusos que se
reconocían. Por lo tanto, además de querer dar vuelo a mis anhelos
creativos, mi pretensión fue escribir de lo que me rodeaba, de mis
vivencias y de las de muchos otros chilenos, y tratar que mis palabras
provocaran en sus lectores una mirada más atenta, menos complaciente
con la época en que viviamos.
..... En
la novela negra encontré los códigos para explorar la relación
crimen-política-violencia, tan brutal y tristemente común en los
países latinoamericanos. Se trata en definitiva de abordar una
literatura con acento realista, a través de un género que se
caracteriza por hurgar en la mugre que suele esconderse bajo las
alfombras del poder. Un género que también implica lograr
verosimilitud en la historia que se cuenta, permitiendo que el lector
reconozca en ella su entorno, los mecanismos que lo mueven, de modo
tal que el mundo ficticio que se le propone lo vea como algo cierto, a
lo menos posible. Todo ello sin abandonar el deafío de la creación
literaria a través de la palabra y del uso de un tipo de narrativa que
siempre me resultó apasionante y llena de posibilidades desde el punto
de vista del oficio de inventar historias y lograr que otros la
compartan.
..... Cuando escribi la
primera novela protagonizada por Heredia, no imaginé que iba a tener
por tanto tiempo la compañía de este personaje, ni menos contar con
lectores que siguen sus aventuras, visitan los lugares que él habita
en la ficción, o me dan ideas para incorporar en las novelas. Tampoco
imaginé que las aventuras de Heredia trascenderían las fronteras
editoriales chilenas, y menos que llegarian a ser materia de estudios
literarios tan atentos y asumidos con tanta dedicación como el
realizado por Miriam Pino y Guillermo García-Corales, profesores de
literatura que han dado vida a los textos que siguen a este prólogo.
Tal vez, en la personalidad de Heredia, en su visión de mundo, existía
el reflejo de los sentimientos e ideas de otras personas, generándose
una idntificación que, en tanto responsable de su existencia, me
resulta motivador para continuar sus aventuras literarias. Quizás sea
el típico caso del personaje que le dobla la mano a su autor y
establece sus códigos. Lo cierto es que él se las ha ingeniado para
seguir a mi lado e imponerme sus historias, hasta convertirse -para
decirlo a la manera de Paul Auster- en una suerte de "hermano
interior" del que me preocupa no tener noticias todo el tiempo y al
cual le debo muchas de las satisfacciones que he tenido en este oficio
de crear historias y tratar que otros las compartan.
..... Al mirar el conjunto de las novelas
protagonizadas por Heredia siento que en ellas, consciente o
inconscientemente, he trazado una suerte de cronología de la historia
chilena de los últimos veinticinco o treinta años, y que en tal
sentido Heredia ha cumplido un rol de testigo de esa historia, de
aguijón que ha punzado en algunos temas especialmente sensibles en la
realidad social chilena, como la represión política, el drama de los
detenidos desaparecidos y la guerra sucia, el narcotráfico, el
contrabando de armas, la traición política y los negociados
ecológicos. Después de quince años de complicidad, con Heredia
seguimos observando nuestro entorno, sin otra pretensión de ir
testimoniando lo que nos toca vivir.
.....
Con el transcurso de los años y de las novelas, el detective
Heredia ha adquirido una vida propia que excede en ocasiones a las
intenciones de su autor. Heredia es un detective construido a la
usanza de los personajes clásicos del género, pero con otras
características de lenguaje, sicológicas, aptitudes y visión de mundo
que lo distancian, le dan otra personalidad y lo ubican en una
realidad como la chilena, que es en la cual él se desarrolla y actúa
desde sus orígenes. Es un ser algo marginal, con un especial sentido
ético y de justicia que lo lleva a inmiscuirse en casos delictuales
que, la mayoría de las veces, tiene una connotación socio-política.
Vive en un departamento-oficina ubicado en un viejo barrio de
Santiago, el de las proximidades del Mapocho, río que cruza la ciudad
y que está rodeado de mercados, tiendas, bares, cabarets de mala
muerte y oficinas páblicas. Un barrio que tradicionalmente ha sido
llamado el "barrio bravo" de Santiago, que obviamente no figura en los
folletos de promoción turística, pero que en otra época -en los años
20 y 30 del siglo pasado- fue el alero bajo el cual se cobijó la
bohemia literaria santiaguina, en bares y tabernas a las que
concurrían Pablo Neruda, Juvencio Valle, Diego Muñoz, entre muchos
escritores que más tarde fueron referencias obligadas dentro de la
literatura chilena. O sea, el espacio que habita Heredia es
arrabalero, y está lleno de atractivos, tanto por las historias que
han acontecido y acontecen entre sus calles, como por los personajes
que alberga. Su deambular por su barrio le permite desarrollar una
visión muy particular sobre los espacios marginales de una ciudad como
Santiago. Heredia, a pesar de los pesares, ama Santiago, sus tumultos,
su gente y sus rincones.
..... Es un
aficionado a la lectura y a las citas literarias -dos manías heredadas
de don Quijote, con el que se atreve a comparar cuando lo cita,
diciendo: "Yo soy aquel para quien están guardados los peligros, las
grandes hazaña, los valeroso hechos"-. También es aficionado a las
carreras de caballos y apuesta generalmente con buena fortuna, lo que
le permite financiar los gastos que demandan sus investigaciones,
aunque en ocasiones, y sólo para su sobrevivencia, no desdeña los
honorarios que le pagan algunos de sus cientes. Como todo buen
chileno, suele protestar por su fortuna en la vida y por los trabajos
que le toca realizar, pero al mismo tiempo declara en una de sus
novelas: "Me gusta lo que hago y creo que no son muchos los tipos que
pueden decir lo mismo". Heredia -con un pasado de estudiante de leyes
y su experiencia en oficios tan variados como los de taxista y guardia
de motel- ha sido caracterizado como un sujeto sensible, melancólico,
testigo de las heridas de un Chile maltrecho. Dueño de un humor negro
que aflora a la primera provocación, de espíritu crítico y marcado
escepticismo, deambula por las calles de un Santiago de clase media,
opaco, tristón, pero cargado de vitalidad, donde todo puede suceder y
el crimen suele estar a la vuelta de cualquier esquina. Su principal -
y a veces única compañía- es un vagabundo gato blanco que responde al
nombre de Simenon- obviamente en homenaje al escritor belga- y por el
hecho que al llegar por primera vez a la oficina de Heredia, el gato
se instaló a dormir sobre las obras completas de Georges Simenon que
el detective mantiene entre sus lecturas habituales. Con su gato,
Heredia suele imaginar que sostiene diálogos que le sirven para
reflexionar acerca de sus inquietudes existenciales o sobre los
detalles de los crímenes que investiga.
.....Heredia -personaje sin nombre de pila, o
mejor dicho, con un nombre algo estrambótico que no menciona ni se
mencionará en ninguna de sus historias- nació editorialmente el año
1987, con la publicación de la novela La ciudad está triste, en
la cual, como su título lo sugiere, aparece el retrato de una ciudad
-Santiago de Chile- desdibujada por los tonos oscuros de la dictadura.
En ese tiempo la novela negra no era un género muy frecuentado por los
escritores chilenos ni contaba con espacios editoriales, tal vez por
prejuicios o porque Chile carece de una tradición de narrativa
policíaca similar a la que uno pueda encontrar en países como España,
Argentina o México. Por lo tanto, en su momento, hacer novela negra
con color chileno era una apuesta que bien pudo caer en el vacío, pero
que afortunadamente no fue así, quedando abierta la opción de dar más
alas a Heredia y sus andanzas, en otros títulos, como Solo en la
oscuridad, Nadie sabe más que los muertos, Ángeles y solitarios, Nunca
enamores a un forastero, Lo siete hijos de Simenón, El ojo del
alma y El hombre que pregunta.
..... Agradezco el trabajo realizado por la
profesora Miriam Pino de la Universidad Nacional de Córdoba, en
Argentina; y por el profesor Guillermo García-Corales de la
Universidad de Baylor, en Estados Unidos. Al leer sus textos me he
sorprendido con la atenta y afectuosa mirada que han dado a las
novelas de Heredia para analizar sus contenidos y características. Sus
análisis en torno a temas como el poder, la nostalgia, el deterioro de
los espacios urbanos, dictadura y literatura, estimo que abordan
motivos esenciales de la narrativa que he escrito, y en tal sentido me
siento identificado con sus aproximaciones a mis novelas. Sin duda, es
un trabajo que servirá para comprender mejor a Heredia y acercar a los
lectores a sus aventuras y a su mundo.
Santiago de Chile, marzo de 2002
Poder y
Crimen en la narrativa chilena contemporánea
(Las novelas de
Heredia)
Guillermo García-Corales - Miriam
Pino
Mosquito Comunicaciones
Agosto de
2002