CORRER TRAS
EL VIENTO
por Ramiro
Rivas.
..... Muchos lectores y cierto segmento de la crítica han catalogado
a Ramón Díaz Eterovic como cultor de la novela negra
en Chile. Encasillamiento arbitrario, a nuestro parecer, puesto que
el autor se
inició con dos libros de poemas y ha publicado
cuatro libros de relatos de notable factura.
La saga
policial, inaugurada con "La ciudad está triste"
(1987), y las
posteriores "Solo en la oscuridad" (1992), "nadie sabe
más que los
muertos" (1993) y "Angeles y solitarios" (1995), ha
postergado, un
tanto, sus dotes de cuentista, su acertada y eficiente
cualidad de
recreador de pequeños mundos de atmósferas opresivas y alienadoras, de historias
no exentas de ironía y solapado humor.
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Propensión, suponemos, debido a su personaje Heredia, ese
detective privado que ha desbordado al autor y ha creado su propia
carnadura. También hay que reconocer que Díaz Eterovic abrió la
senda para que
transitaran nuevos cultores de
la novela policial, género casi inédito en el país,
salvo dos o tres libros de estas características de muy escasa difusión.
Pero la narratología policíaca de este autor evidenció siempre un marco
referencial más amplio, en donde las connotaciones políticas
y sociales sobre nuestra realidad, trascendieron lo meramente
anecdótico, posibilitando una multiplicidad de lecturas,
complejizando el género, sin descuidar la tipicidad estructural y los
códigos internos que rigen la verdadera novela negra. Plurivalencia
narrativa que se manifiesta en esta nueva novela que ahora
comentamos, "Correr tras el viento", y que se aleja -sólo en parte- del
género anteriormente mencionado.
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Existen algunos elementos, en efecto, que la asemejan a
las anteriores: narrativa de acción, espionaje internacional,
truculencia expositiva. Pero acá no hay deduccción detectivesca,
investigación pormenorizada y reflexiva. Esta vez el personaje
protagónico es un croata, Yaco Rendic, suerte de mercenario y
aventurero, que arriba a Punta Arenas a inicios de la Primera
Guerra Mundial en misión de espionaje a favor de los alemanes.
Actividad que se va transformando en una verdadera pesadilla en una
ciudad en ciernes, ajena a esa confrontación mundial, cuyos inocentes
habitantes siguen las peripecias de la guerra "con entusiasmo, como si
se tratara de una contienda deportiva", que los divide en bandos que apoyan a
los germanos o
los ingleses. Lo estratégico del lugar lo constituye el Estrecho de Magallanes, por
donde deben circular las naves inglesas que transportan abastecimiento
a sus barcos desde las Islas Malvinas. Labor
aparentemente sencilla para el croata, pero que se ve entrampada por la
siniestra presencia del jefe de policía de la ciudad, Ariel Camargo, que
ve peligrar su
dominio sobre la más cotizada prostituta de la Casa Rosada, Martina, que se
enamora de
Rendic y éste sucumbre ante la bella mujer, desbaratando
todos sus
planes. Historia que amalgama amor, espionaje y violencia,
en una desatada
seguidilla de acontecimientos que atrapa al lector y lo transporta a un
desenlace imprevisto.
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La escritura de Díaz Eterovic mantiene la coherencia y
agilidad de
sus obras anteriores, acrecentada por la mirada objetiva de una
realidad dinámica,
agobiante, a su anhelo por conjurarla, por comprobar lo precario de la
condición humana, lo neurotizante del amor, ese resquicio inexistente
en seres solitarios como Rendic que buscan un gesto de compasión en
un espacio que
no da lugar a las nostalgias. Historia de encuentro y desencuentro, de búsqueda
de una identidad perdida en esa tierra que le es extraña y
finaliza por acogerlo en su propia desgracia.
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Novela de pocos personajes, pero que perduran en la memoria por la
convincente caracterología de los protagonistas. La recreación de
atmósferas de una Punta Arenas de principio de siglo no excede ni
distorsiona la acción novelesca, sirviendo sólo como telón de fondo de
un hecho histórico ficcionalizado con propiedad.
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Con esta nueva obra, Ramón Díaz Eterovic demuestra la versatilidad de
su escritura, la madurez alcanzada a través de más de una decena de
libros que lo sitúan entre los escritores más interesantes de la nueva
narrativa chilena, ajeno a las expectativas marketineras de muchos de
sus coetáneos generacionales.
en El
siglo
1 de agosto de
1997