"El género policial ha ocupado el 
          espacio de la novela social"
          Ramón Díaz Eterovic, escritor, habla de sus 
          dos últimas entregas literarias: "R y M Investigadores", una novela 
          infantil, y "El hombre que pregunta", donde continúa, de la mano del 
          detective Heredia, por el camino del género policial, su excusa para 
          retratar los males de la posmodernidad, como cuenta.
          
          
          
Soledad Ortega Navarro
          La 
          culpa la tienen los hijos de Ramón Díaz Eterovic. Hace unos años le 
          exigieron al escritor una historia para ellos y al autor no le quedó 
          otra. "R y M Investigadores" es la primera incursión de  este 
          cultor de la novela policial en las lides de la literatura infantil.
este 
          cultor de la novela policial en las lides de la literatura infantil. 
          
 
          Para superar este 
          "desafío hogareño", Díaz dio vida a los hermanos Roldán y Merced, 
          quienes al verse enfrentados a los misteriosos secuestros de las 
          mascotas del barrio recurren al detective Heredia, personaje en torno 
          al que se articulan las historias de Díaz Eterovic, para que los ayude 
          en esta búsqueda. Aunque en esta ocasión el solitario y romántico 
          investigador tiene un papel más secundario, el libro en código 
          infantil viene a sumarse a la saga policial que ha hecho de este 
          escritor un nombre imprescindible a la hora de mirar este género en la 
          narrativa nacional.
          -¿Cómo fue el 
          proceso de modificar el lenguaje y el estilo para un lector 
          infantil?
-"Hay una manejo del lenguaje distinto. Frases más 
          cortas, ideas mucho más directas. Hay que simplificar y siempre con la 
          obligación de ir escribiendo algo con mucho gancho, que sea 
          entretenido porque creo que los niños son lectores mucho más exigentes 
          que los adultos: no les dan mayores oportunidades a un libro. Sino 
          enganchan al principio, ahí lo dejan.
          Estoy contento con 
          el resultado, porque de alguna manera este tipo de literatura se 
          presta para ganar muchos lectores, genera adicción y, por lo tanto, 
          puede fomentar el hábito de la lectura".
          A la historia de 
          los hermanos Roldán y Merced se suma la edición "El Hombre que 
          pregunta", novela que se mantenía inédita y donde Heredia se 
          sumerge en la investigación del asesinato del crítico literario 
          Francisco Ritter. Su publicación es parte del trabajo de reedición que 
          está realizando editorial Lom con la obra de Díaz Eterovic.
          Para inicios del 
          próximo año el escritor espera publicar su última creación, "El 
          color de la piel", donde el detective se sumergirá esta vez en la 
          colonia peruana residente en Santiago y la xenofobia de la que es 
          víctima, mientras que en Francia la editorial Métaillé presentará 
          durante 2003 "El ojo del alma" y "Ángeles y solitarios". 
          
          -¿Cómo surge la 
          interés porque Heredia, más circunscrito a casos políticos, se 
          inmiscuya en el medio literario como ocurre en "El hombre que 
          pregunta"?
-A primera vista da la impresión que Heredia se está 
          apartando de los temas que siempre ha tocado que tienen que ver con el 
          poder en la política, la corrupción, pero hay dos cosas: Heredia 
          siempre dice que colecciona bares y citas literarias, por lo tanto, 
          tiene una vinculación con el tema. Además, tiene un juego con un 
          supuesto amigo escritor con quien se junta a contarle sus historias 
          para que las escriba.
          -¿Ese personaje 
          vendría siendo tu alter ego?
-Bueno, se supone que ese escritor 
          que aparece soy yo. Entonces, no era tan extraño que se acercara a 
          este mundo. La idea de fondo era mostrar que el medio literario 
          actual, sobre todo con la injerencia del mercado, también ha sido un 
          poco corrompido. Quería reflejar como estas exigencias de exitismo y 
          ventas puede también corromper a personas como escritores y poetas que 
          se supone estarían al margen de esto.
          -De hecho, los 
          personajes escritores se muestran como gente muy envidiosa y ácida, 
          que vive por y para las críticas y ventas, ¿crees que efectivamente el 
          medio literario chileno es así?
-No sé si sea un reflejo total. 
          Puede ser el reflejo de algunos sectores. Pero tengo claro que en los 
          últimos años el tema del éxito y las ventas se metió en el mundo 
          literario con mucha fuerza. Antes en las ponencias, los escritores 
          hablaban de compromiso, ahora hablan de cuánto han vendido. Yo he 
          escuchado en mesas redondas: 'Los buenos escritores son los que 
          venden'. El tema mercado introduce una fórmula perversa en la 
          literatura
          EL HERMANO CHICO
          -Ya es un 
          cliché decir que la novela policial es considerada un género menor en 
          la literatura, ¿pero cuál crees que es la razón por la que ese axioma 
          se mantiene?
-Por prejuicio e ignorancia, sobretodo en Chile. 
          Yo estoy publicado en varios países europeos en colecciones, digamos, 
          de literatura normal. En general hay toda una prensa que acoge la 
          literatura policial a partir de ciertos autores que le han dado 
          estatura a nivel universal, nadie se atreve a mirarla en menos. Pero 
          acá en Chile hay mucha ignorancia, que creo se debe a que estamos 
          atrasados con una serie de autores que en Estados Unidos o Europa son 
          muy leídos. Falta información y libros. 
          -En Chile se ha 
          dado el fenómeno que la novela policial ejerce como ayuda memoria del 
          pasado reciente, ¿crees que este género permite revisitarnos sin caer 
          en el tono dramático de las novelas de denuncia?
-Creo que sí 
          en la medida que apunta al relacionar el crimen con el poder, con la 
          corrupción. Se está apuntando a males latinoamericanos de los últimos 
          años: la falta de justicia, la corrupción política, los negociados 
          económicos.
          Creo que de alguna 
          manera la novela policial en Latinoamerica ha ocupado el espacio que 
          años atrás ocupaba la novela social, en el sentido que es una novela 
          muy realista que está tocando problemas que la gente ve a diario, 
          reflejando la realidad de una forma descarnada.
          -Tus novelas 
          siempre van de la mano con los temas sociales que están en la agenda. 
          Heredia ha investigado a ecologistas que se niegan a un gasoducto, 
          casos de detenidos desaparecidos, ahora se involucrara con los 
          emigrantes peruanos de la Plaza de Armas, ¿el caso Coimas y Tombolini 
          animará a Heredia para una nueva historia?
-Es un tema que de 
          cierta manera he trabajado. En "Los siete hijos de Simenon" se 
          ve corrupción en el aparato público. En algunas ocasiones me he 
          anticipado a los temas y en otros he ido de la mano. Es algo de 
          olfato. 
          -En tu próxima 
          novela, "El color de la piel", abordas el tema de la xenofobia contra 
          los inmigrantes peruanos en Chile.
-Creo que somos una sociedad 
          bastante racista. Basta ver el tratamiento que se le ha dado 
          históricamente al pueblo mapuche para darse cuenta que la sociedad 
          chilena rechaza las diferencias, nos es capaz de integrar en forma 
          adecuada otras formas de pensar y otras razas. Y como de alguna manera 
          los peruanos que llegan a Santiago se han venido a instalar en el 
          barrio de Heredia, que es de la Catedral hacia el Mapocho, era un tema 
          que inevitablemente llegaría a golpear su puerta.
          HEREDIA Y 
ASOCIADOS
          -Heredia 
          aparece por primera vez en tu trabajo en 1987 con tu novela "La ciudad 
          está triste, ¿cómo nació este detective privado?
-Yo había 
          leido algo de novela policial y de alguna manera andaba buscando un 
          punto de vista para escribir de ciertas cosas que me interesaban en 
          ese momento. De repente pensé en la figura de un personaje que 
          estuviese desde cierto margen, sin compromiso, solamente con el deseo 
          de hablar de la verdad y la justicia. Por ahí empieza a aparecer esta 
          figura del detective solitario y marginal. 
          Sale la novela 
          "La ciudad está triste", a alguna gente que la lee le llama la 
          atención y esa respuesta me fomentó la idea que Heredia era un 
          personaje que podía dar un poco más, que podía tener un mundo más 
          complejo, y empecé a escribir un segunda y luego un tercera 
          novela.
          -Y Heredia se 
          sitúa en el barrio del Santiago antiguo, un reflejo romántico de este 
          rechazo a la posmodernidad con sus malls y tarjetas de créditos que 
          tanto rechaza el personaje.
-Primero por una cosa práctica, yo 
          viví seis o siete años por ese barrio y de alguna manera conocía como 
          era, sus rincones. Por otro lado, es un espacio que se resiste a la 
          contaminación modernista. Es un barrio que todavía se defiende, donde 
          todavía hay bares con mesas de madera y borgoña de chirimoya. La gente 
          que se mueve por ahí tiene mucha vida. Es un barrio que obviamente 
          tiene mucho más personalidad que la mayoría de los barrios de 
          Santiago, que pueden estar en cualquier otra ciudad, en cambio ahí hay 
          una permanencia. 
          -¿Cuál es la 
          relación de tus lectores con Heredia?
-Es un personaje que de 
          alguna manera crea adicción. Se ha ido generando un grupo de lectores 
          fieles que empezaron con una novela y luego buscaron las 
          anteriores.
          Hay gente que me 
          ha dicho que ha ido a buscar los bares que nombro, otros que le han 
          puesto a su gato Heredia. La otra vez me llamó alguien en la noche 
          para preguntarme cuál era el nombre de pila de Heredia y yo le conté 
          que no se ha dicho y que nunca se va a decir y el tipo pega un grito 
          por teléfono porque había apostado un asado con un amigo sobre si 
          Heredia tenía nombre. Incluso hay gente que ha venido a mi oficina a 
          contarme historias que creen debería contar en mis libros. De repente 
          creen que Heredia tiene licencia para hablar de cosas que ellos no 
          pueden.
          Tengo la 
          pretensión que las novelas de Heredia, y lo digo siempre, sean una 
          crónica de la historia chilena de los últimos 20 añós.
          -A principios 
          de año organizaste un encuentro de escritores del género policial 
          latinoamericanos, ¿crees que tus colegas también están marcados por 
          esta necesidad de denunciar los males sociales, es un hilo 
          conductor?
-En algunos trabajos creo que se da. En algunos 
          novelas como la de José Román, "El espejo de tres caras", que a 
          mí me gusta mucho, se da. Hay otros autores como Mauro Yberra 
          (seudónimo de los escritores Eugenio Díaz y José Leal) que tienen la 
          misma sensibilidad, pero ellos se sitúan en un época pre '73. En la 
          novela de Ampuero también aparece esta perspectiva.
          -Pese a que en 
          las últimas décadas han aparecido varios autores que cultivan este 
          estilo, tu nombre junto al de Roberto Ampuero son los más citados a la 
          hora de hablar de novela policial chilena, ¿sientes que son el rostro 
          representativo de este género?
-Tal vez hemos tenido más 
          espacio editorial y de difusión. De repente hay escritores que han 
          tenido más repercusión no más. A mí me gustaría que el trabajo de José 
          Román se conociera más porque es muy bueno. También está el caso de 
          Luis Sepúlveda que tiene varias novelas policiales y que obviamente 
          tienen mucho más repercusión que Ampuero y yo. 
          -Mediáticamente 
          se te ha puesto como antagonista o la contraparte del trabajo de 
          Roberto Ampuero, ¿cómo trabajas como escritor estos hechos?
-Me 
          da lata porque no tienen mucho que ver con la realidad. 
          -Para el 
          encuentro de escritores hubo toda una polémica porque Ampuero no vino 
          argumentando falta de financiamiento.
-Ahí hubo toda una cosa 
          que se manejo mal. A él lo invitamos pero no teníamos medios para 
          traerlo, se armó todo un cuento en algunos diarios. Yo no tengo ningún 
          problema con él, me hubiera gustado que hubiese estado porque como 
          dices tú, es una de las figuras emblemáticas del género. 
          Una vez que hice 
          una antología también lo invité pero no tenía cuentos recientes y ese 
          fue el tema. Todas esas cosas son media ficticias. Si hay algo de que 
          no me pueden acusar es de querer apropiarme del género. Hice esa 
          antología y siempre estoy tratando de acoger el mayor número de gente 
          que trabaja la novela policial.