Ni
perdón ni olvido
Felipe Cussen
A 2 tipos distintos les da amnesia el mismo día. Dada su recién
adquirida peculiaridad, cada uno de ellos es contratado por 2 mafiosos
distintos (sin relación entre sí) para cometer sendos
asesinatos. Como ambos tipos compartían una conducta anterior
irreprochable,
su estado actual los ha convertido en el asesino que nadie esperaría,
el perfecto asesino. Y a cada uno, por esas coincidencias de la vida,
le corresponde matar al mejor amigo del otro (que en ambos casos habían
contraído muchas deudas de juego cuyos despechados acreedores
eran los 2 mafiosos, y un mafioso no puede tolerar este tipo de situaciones).
Los 2 tipos, además de seguir un poco perdidos debido a su
amnesia, no conocen el real impacto de los hechos en que se han visto
involucrados, y menos la fatal coincidencia que los une, básicamente
porque aún no se conocen. Pero la oportunidad llega el día
en que se encuentran en una asamblea anual de amnésicos, cuando,
en el descanso entre una conferencia y otra, comentan excitados sus
increíbles experiencias como asesinos: al describir a sus respectivas
víctimas el reconocimiento de sus mejores amigos asesinados
les provoca que súbitamente recuperen la memoria (tras lo cual,
evidentemente, no se sienten calificados para participar en la asamblea
de amnésicos) y que venguen sus muertes asesinándose
entre sí (con lo cual, automáticamente, su ausencia
en la asamblea queda refrendada).
Como podemos sospechar, ni la recuperación de la memoria conseguirá
evitar que, al haber sido olvidados por estos 2 amnésicos rehabilitados,
los mafiosos, los verdaderos asesinos intelectuales, permanezcan inocentes
en el más largo de los olvidos.