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JACK FLORES EN “LA CASA DE ARGUEDAS”

Por Fernando Carrasco Núñez

 

Si analizamos someramente el panorama narrativo peruano de los últimos años, y específicamente el cuento, podemos tomar como referencia el primer libro de Jorge Ninapayta aparecido el año 2000 titulado Muñequita Linda, para afirmar que la obra cuentística emergente de muchos escritores jóvenes y otros poco jóvenes como el ya citado toman distancia de los temas y el estilo que más se difundieron en la década del noventa donde destacaron autores como Carlos Rengifo, Sergio Galarza o Carlos García Miranda. La principal diferencia sería la mayor pericia estructural, variedad temática y preocupación lingüística que muestran los escritores últimos como Alessia Di Paolo, Pedro Llosa, Alexis Iparraguirre, Carlos Yushimito, entre otros. A esta nueva hornada que crece vertiginosamente en los últimos años pertenece Jack Flores Vega (Lima, 1969). Su primer libro de cuentos, Lecciones para un suicida, se publicó el 2001 y ahora, algunos años después, aparece La casa de Arguedas (Lima, Edit. San Marcos, 2008).

Este último volumen de cuentos no podría tener mejor título. En el mismo se alude a un lugar estrecho, cerrado y muchas veces agobiante donde los personajes se desenvuelven frente a una situación límite en un tiempo bastante breve. El nombre del autor de Los ríos profundos nos remite a una vida marcada también por los traumas, la frustración y un aciago final. Y es precisamente esta atmósfera y estos rasgos los que persiguen y particularizan a los personajes de La casa de Arguedas. En cada uno de los cuentos, la frustración y el desengaño aparecen como temas a partir de los cuales giran todas las historias. Casi siempre, los personajes masculinos se ven privados de consumar sus expectativas amorosas a causa de alguna actitud desconcertante, a último momento, de la mujer deseada. Estas características lo notamos en cuentos como En la botica, La pedigüeña o El moribundo. Pero son los cuentos La jefa y Diego Martín los que mejor grafican este rasgo presente en distintos cuentos. En el cuento La jefa su protagonista, un joven y enamoradizo empleado, entabla una conversación comercial y a la vez sugestiva con su exuberante jefa a quien incluso se atreve a invitar a almorzar. Pero, poco después, cuando cree tener la situación bajo control la jefa lo despide de su oficina para luego comunicarle, a través de una empleada, que ha sido destacado a laborar a las provincias ya que él era el último varón de la empresa de quien la jefa tenía que deshacerse para, seguramente, tener el camino libre hacia las demás mujeres del lugar.  El cuento titulado Diego Martín, es a nuestro parecer uno de los más logrados de la colección. En este cuento Jack Flores despliega diferentes recursos narrativos que armoniosamente avanzan a la par de la cautivante historia del negro Diego Martín y la hermosa Marina. Diego Martín comienza un romance furtivo con la morena quien aún se encuentra ligada al zambo Malaquías. Los amantes se encuentran numerosas veces a escondidas para disfrutar de sus cuerpos hasta que una noche en lugar de la morena aparece el zambo Malaquías quien está dispuesto a matar a su rival. La violenta pelea se desata y finalmente Diego Martín causa la muerte del zambo Malaquías con su navaja. Pero cuando va en busca de su morena para huir juntos hacia la capital, Marina lo rechaza muy asustada y lentamente le cierra la puerta en la cara. No obstante, no todas las historias giran en torno a la frustración amorosa. Existen otros cuentos como Todo es turismo nomás, El poeta o el que da título al libro donde el desencanto por pertenecer a una sociedad hedonista, mediocre y superficial, alejada totalmente de la cultura, angustia a los personajes propiciando una frustración personal que los estigmatiza y arrastra hacia la soledad y el desencanto más profundo.

De otro lado, si analizamos los rasgos estructurales de los cuentos de La casa de Arguedas notaremos que casi todos se caracterizan por su brevedad, pero los cuentos Suicida, El mono y La muda pertenecen a esa especie conocida como cuentos brevísimos. En estos textos breves Jack Flores condensa la frustración del ser humano creando inclusive en el cuento El mono una historia intensa y angustiosa abierta a diferentes interpretaciones. Las historias muestran estructuras lineales salvo los cuentos Diego Martín y El moribundo donde se apela hábilmente a la estructura circular. En cuanto al uso de los narradores prevalecen los narradores tradicionales o heterodiegéticos aunque en cuentos como Todo es turismo nomás, la Muda y La jefa el mismo narrador nos relata sus propias experiencias. En cuanto al uso del lenguaje podemos apuntar que en este libro Jack Flores demuestra un notable desarrollo en relación a su primer libro de cuentos. En La casa de Arguedas resalta una prosa bien trabajada que fluye con facilidad y frescura a los largo del libro. Sin embargo, el rasgo formal más resaltante del volumen es el uso constante y efectivo de los diálogos. En algunos cuentos como en El poeta notamos que la narración se sostiene a partir del diálogo que entablan los protagonistas. Jack Flores con su libro La casa de Arguedas demuestra haber asimilado los mejores aciertos de la tradición cuentística peruana y universal. Se percibe en sus cuentos la frescura de Ricardo Palma y la fina ironía de Gálvez Ronceros, los ambientes embotellados y asfixiantes de Niño de Guzmán y el hábil manejo de los diálogos, lección muy bien aprendida del maestro mayor Ernest Hemingway. Pero son sus personajes marcados por la frustración y la derrota los que nos conmueven, pues acaso en ellos nos vemos reflejados cada uno de nosotros. No es gratuito que un gran escritor como Julio Ramón Ribeyro haya desarrollado su obra cuentística en torno a la vida de este tipo de personajes. Personajes que son propios de nuestra tradición literaria y que ahora con nitidez y frecuencia también los encontramos en los narradores últimos como Jack Flores o los que aparecen en antologías recientes como Nacidos para perder, Disidentes o Nuevos lances, otros fuegos. Y todo ello porque estos narradores últimos pertenecen a una promoción signada por el deleznable primer gobierno aprista; por el autoritarismo y la corrupción de la pandilla fijimontesinista; por la mediocridad y rapacidad del clan Toledo y su entorno. Una promoción marcada por la violencia política desatada por el fanatismo de Sendero Luminoso y el MRTA enfrentados al no menos vil Ejército Peruano de entonces y a destacamentos paramilitares como el Comando Rodrigo Franco y el Grupo Colina. Una promoción de artistas noveles que ahora mismo se enfrenta a la paranoia del gobierno de turno que cree ver en cada joven artista o intelectual un subversivo dispuesto a traerse abajo el tan noble, loable y justísimo sistema democrático.

En suma, La casa de Arguedas de Jack Flores Vega es un libro de cuentos bien logrado que nos pinta de cuerpo entero al hombre peruano de todos los días marcado por la frustración personal y el desencanto de desenvolverse en una sociedad tan mediocre, tan chabacana y ahora, otra vez, tan bufalina.

 

 

 

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