EL CINE EN VERSO DE RODRIGO MARTEL
Por Felipe Moncada Mijic
Cinema Poetiso es el título que escogió Rodrigo Martel para su primer libro, undécimo título de poesía joven de la Editorial Casa de Barro, sello independiente de la ciudad de San Felipe.
La referencia al mundo del cine se mantiene desde el título y a lo largo de todos los poemas, en lo que se convierte un ejercicio de reinterpretación poética a partir de una serie de películas elegidas por el autor (cuarenta en total), una especie de cineteca personal y reducida al verso. Dice Rodrigo Martel en Memento:
Escuchar una canción al revés
ver una película en retroceso
leer un poema a partir de su final.
Que más da
si los ojos han robado a los sueños
un pedazo de fantasía.
Es un texto donde se pone en crisis el acto de percibir la construcción llamada obra, ya sea literaria, musical o cinematográfica, pues la fantasía está herida. Estamos además frente al actode re-crear una obra a partir de otra. En poesía es recurrente la cita al mundo de la plástica y existen libros referentes como A La Pintura de Rafael Alberti, o en la tradición chilena: Claroscuro de Gonzalo Millán. En Enrique Linh también se encuentran relatos poéticos a partir de pinturas, aunque no reunidos en un solo libro, sino como un ejercicio permanente en diversas publicaciones. En cuanto a la música se hace más difícil la transformación, por la ausencia verbal de su lenguaje, pero existen casos admirables, como Llave de Sol de Ruben Jacob, donde se describen e interpretan diversas piezas musicales de la tradición occidental.
Pero el cine es imagen en movimiento, relato, diálogo, sonido, así que la estrategia para recrear cada una de estas películas tendrá otros recursos, o eso esperamos al menos. Dice el autor en La Naranja Mecánica:
Antes que el sol
maquillara sus rayos como pestañas
para espiar a la ciudad
violándose a la luna
yo cantaba buenas noches los pastores
pero un certero bastonazo en la panza
atrofió mi dulce habla
Claro, esos rayos como pestañas se entienden al conocer el maquillaje de los actores, pero también funcionan en el texto, de manera independiente, pues en poesía rayos como pestañas es una metáfora que se digiere sin problemas, hay un significado polivalente, dos aristas, la poesía cumple aquí con su función de trizar el discurso, despistar, abrir nuevos significados.
Escribir poemas a partir de obras, esa es la cuestión ¿no podríamos considerar acaso, un paseo por el mercado, una obra donde somos actores?, ¿qué es lo que se interpreta en la escritura del poema?, ¿el mundo interno, el externo, una mezcla de ambos? Quizás son preguntas demasiado grandes para este artículo. La pregunta que si podríamos intentar responder es la siguiente: ¿sobrevive el texto de manera independiente del film?, es decir, se puede leer sin haber visto la película. Dice Martel en Odisea En El Espacio:
La garza despega desde su nido
vuela hacia una estrella para beber su luz...
...En su pico trae mi rostro esculpido en un meteorito
yo tan solo puedo darle
la luz de mi cigarro.
Es evidente que el poema en este caso es una obra independiente, quizás eso disminuye en otros textos donde se hace referencia directa a los actores, directores, o escenas de la película, pero nunca abandona su calidad de poesía, cito al autor en su poema Hombre De La Luna:
Si en el ring de la lucha libre femenina
ves a un misógino azotar mujeres
hasta convertirse en el campeón mundial.
Será mejor que hagas una llave de rendición a tus ojos.
... Que lo diga Latka tartamudeando rápido y gangoso
que lo diga Tony Clifton cantando grosero y desafinado...
Podríamos ponernos la soga al cuello con el siguiente axioma: ideal sería que el texto no necesitara de las citas, existir en si mismo, sin necesitar de anexos, ¿pero sería posible cumplir esa condena? el solo hecho de evocar las cosas de este mundo hace necesario conocerlas: nombrar un queltehue, una tenca, un lugar llamado Carahue no es lo mismo si se conoce “de oídas” o si se ha visto, palpado, caminado, olfateado, lo mismo con un río llamado Cautín, un arrayán, un coligue. Necesitamos conocer para apreciar mejor, pero sin conocer queda la música, la evocación, el canto que es el latido, la pulsación del sentimiento poético. Cito a Martel en Los Idiotas:
Los idiotas juegan a ser idiotas
pera descubrir el secreto de la máxima felicidad.
Juran que la sabiduría de la vida
navega por hilos de baba
escurriéndose por mentones.
Ellos no saben que al mismo tiempo
en un escenario de escuela especial
vestido con terno de bohemio desgarbado
un niño con síndrome de Down
canta con los ojos cerrados
“no soy de aquí, ni soy de allá”.
Para mi gusto, en los poemas que Martel logra conectar la visión de los directores de cine con la realidad que lo circunda, es donde logra sus máximos aciertos, pues puede comparar de un golpe, la violencia y el exceso de cierto tipo de cine, con la realidad de provincia. Dice Rodrigo en Apocalipsis Ahora: Es El Final:
ES EL FINAL
La lujuria como morfina
calma el dolor de los soldados
revolcados en las trincheras
de las conejita Playboy.
...ES EL FINAL
el mundo viaja en una lancha
raptado por cinco vidas
para canjearlo por un paquete de cigarros.
Y luego en Una Historia Sencilla:
Esta es una historia sencilla
un viejo viaja 500 kilómetros
en su vieja podadora
para visitar a su hermano moribundo.
Él no sabe de quién es el tiempo
él no quiere saber para quién es el tiempo
él tan solo compite
con las sombras de las nubes en la ruta
para darse el gusto de perder.
El cine en verso de Martel es una manera de responder a la ideología detrás de las industrias de sueños fílmicos. Su propuesta, llevada a cabo con una especial persistencia, constituye una personal mirada, una interesante aproximación a la tarea de transformar a lenguaje las percepción multisensorial del cine.
También destaca en este volumen de poesía la capacidad de pintar una escena, agregando información que va más allá de lo que puede mostrar la pantalla, Dice el autor en Barfly, El Borracho:
Rubia, treintona y de piernas largas
sentada junto al bar
tenía facha de ricachona desheredada,
de alcohólica conteniendo dignidad
para no acostarse por otra copa...
...Nunca he sabido mucho sobre el dolor
salvo cuando bebo hasta bajar el telón
al despertar
mi molido cuerpo se pregunta si es resaca o fue paliza
más lo que sea
la medicina la encuentro en el bar...
Dice Gabriel García Márquez, en algún diario utilizado para envolver, que al escribir Cien Años de Soledad, se propuso escribir un texto que no pudiese ser representado en el cine, y claro, las rupturas temporales del relato, la fantasía, las afirmaciones, cierto tipo de imágenes, son más livianas de llevar en la poesía que en cine, pues solo las soporta el papel y una imaginación capaz de darles forma, mientras que para llevarlas al cine se necesitaría de un ejército de actores y maquinaria. En estos cuarenta y cuatro poemas correspondientes a cuarenta películas, hay detalles que no aparecen en las filmaciones y que solo son posibles de materializar al pasar por el filtro del poeta.
El poema que concluye el libro ¿Quieres Ser John Malkovich?, funciona como una especie de arte poética del texto, pues da cuenta de ese fenómeno que ocurre con ciertos relatos, mediante el cual el espectador se convierte en el protagonista, y que en este caso aparece como sentimiento motor del libro, cito algunos fragmentos:
Para darle una paliza al matón de la barriada
quise ser el Pequeño Saltamontes y Rocky Balboa.
...Para hacer flotar señoras en quintas de recreo
quise ser Al Pacino en Perfume de mujer.
...Para abrazar la muerte como a una vieja amiga de parranda
quise ser el viejo de los molinos en Los Sueños de Kurosawa.
Para mirarme satisfecho al espejo en mi final
quise ser El Hombre Que Nunca Estuvo.
Y para finalizar, solo queda felicitar la aparición de este libro que da cuenta de la capacidad de Rodrigo Martel para poetizar alejado de los centros operativos del comercio poético, dando cuenta que en la provincia del Aconcagua la poesía sigue creciendo robusta, saludable, y probando nuevos registros.