El escritor
brasileño Rubem Fonseca, autor de 23 volúmenes de novela y cuento así
como de dos guiones de cine, resultó ganador de la XIII Edición del Premio de
Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, 2003. Fonseca es
considerado uno de los mayores escritores vivos de Brasil y uno de los
grandes narradores de la literatura latinoamericana actual.
La obra de
Fonseca, que ha sido traducida a diez idiomas, "está poblada por
personajes extraídos de la realidad más sórdida, aunque tratados con
compasión y humor. Sus cuentos y novelas permiten lecturas en
diferentes registros, que pueden ser disfrutados por lectores de
múltiples tipos de experiencias", señaló el jurado.
Fonseca nació el
11 de mayo de 1925 en Juiz de Fora, Estado de Minas Gerais, en una
familia de inmigrantes portugueses. El escritor se graduó en Río de
Janeiro como abogado, en 1948 y a los 27 años, empezó a trabajar como
comisario de policía.
Su primer libro de
cuentos - "Los Prisioneros"- fue publicado en Brasil en 1963, dos años
antes de que alcanzara éxito de público y crítica con "A coleira do
cao" (1965), "Lucia McCartney" (1965) y "El caso Morel" (1967, su
primera novela). En 1975, su libro de cuentos "Feliz Año Nuevo" fue
prohibido por la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y
1985.
Tres de sus
novelas -"El caso Morel", "El Gran Arte" (1983) y "Bufo &
Spallanzani" (1986, editado en español con el título "Pasado Negro")-
llegaron a la pantalla grande.
Rubem Fonseca es
considerado un narrador de lo siniestro. Desde su primer libro, "Los
prisioneros", publicado en 1963, Fonseca establece su territorio
narrativo creando a partir de todo tipo de delitos, personajes
crueles, irónicos, ingenuos, víctimas y la sensación de que la gente
va por la vida sin preocuparse demasiado por la justicia ya que su
administración es una soberana tomadura de pelo. La corrupción, el
asesinato, la traición, la violencia sin razón, la prostitución, la
pornografía, la podredumbre de la sociedad en todas sus capas y
estamentos, se erigen como forma de vida.
En Feliz Año
Nuevo, publicado en 1975, en dos cuentos: Paseo Nocturno I y Paseo
Nocturno II, un hombre se dedica a matar mujeres para eliminar la
tensión del día... La literatura de Fonseca ocurre en el bajo mundo.
El bajo mundo es un entidad universal, perfectamente localizable que
ha llevado sus propios códigos de honor, de convivencia, su lenguaje,
su épica y su lírica.
En su obra la
corrupción, los bajos instintos, el erotismo y la falta de perspectiva
de los personajes da pie a un mundo caótico, violento, , donde morir y
vivir son lo mismo. José Miguel Oviedo refiriéndose a la obra de
Fonseca, ha dicho que "nadie quiere cambiar este mundo abyecto, sino
sacarle el mejor provecho".
El ensayista y
escritor francés Edmond Cros, en calidad de coordinador del jurado del
Rulfo, dio lectura al acta resolutiva en la que se menciona que "la
narrativa de Rubem Fonseca introduce un modo de contar que aprovecha y
reelabora formas provenientes de la literatura popular como la novela
negra, pero también las de la novela política, la social, la
existencial y la erótica".
La narrativa de
Fonseca es la tumba de los buenos. Alberto Mattos, el comisario de
policía ulceroso de la novela "Agosto", personaje importante, es
asesinado al final. ¿Quién se preocupa por un policía muerto? Los personajes de Fonseca sucumben ante la posibilidad de
ascender en la sociedad. En "Agosto" se cuenta la caída de Getulio
Vargas; pero la tragedia no es esa, total, Vargas no era más que un
dictador; la verdadera tragedia es como el único que merece vivir
entre políticos corruptos, golpistas, empresarios tramposos y asesinos
a sueldo, es el comisario Mattos, que es asesinado y no pasa nada.
Mattos representa la legalidad, el método, la justicia, la vida
posible, el respeto por las instituciones. Y muere.
Romeo Tello
Garrido en el prólogo de "Los mejores relatos" editado por Alfaguara,
dice que "En Rubem Fonseca, los valores éticos, no pasan de ser
ingredientes ambiguos de la existencia". O como dice uno de los
personajes de "El caso Morel": Todos somos asesinos.
Fonseca es el
novelista de la descomposición social. Cada libro es un golpe, una
llamada, una advertencia. En Fonseca abundan las mujeres muertas,
golpeadas o amenazadas. Sus asesinos son profesionales, a quienes el
destino ha llevado a desempeñar un oficio indeseable pero necesario.
Son gente seria, callada y cumplidora. No se complican la vida con
moralidades o asuntos religiosos. Ellos han venido al mundo a matar y
lo quieren hacerlo bien. Ejecutan órdenes, siempre de la gente
decente, cobran y se retiran a vivir la vida, como diría Sabines.
Igual hace la gente decente.
Dice Elmer Mendoza
sobre la obra de Rubem Fonseca que su literatura es una respuesta a la
violencia descarnada que ciega a la sociedad de este tiempo.
En América Latina,
después del "boom", y su estética de la nostalgia y del realismo
mágico, la literatura de violencia ha sentado sus reales. De México a
Argentina los autores trabajan sobre las manifestaciones más absurdas
de los seres humanos: aquellas en que corre la sangre. Indudablemente,
Rubem Fonseca es uno de los grandes maestros.