... A nadie debiera sorprender
que un escritor de la trayectoria de Rubem Fonseca (Mináis
Gerais, 1925) resulte premiado. Lo que sorprende, más bien, es que los
premios se sucedan tan de repente y
concentrados en un solo año, el presente, cuando el autor acaba de
cumplir los 78 años. A principios de esta semana, sin ir más lejos,
las agencias de noticias informaron que Fonseca había sido distinguido
con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo,
lo que viene a coronar una suerte de año de gloria para el autor de
más de una treintena de novelas, volúmenes de cuentos y guiones
cinematográficos.
... De esta
manera, descontando el honor y la gloria —que para un escritor siempre
deporta más contratiempos que beneficios—, Fonseca se embolsa cien mil
dólares, los que se suman a una cifra similar obtenida en mayo recién
pasado gracias al Premio Camoes, el Nobel de lengua portuguesa, según
se dice. En aquella oportunidad, debido a que, de acuerdo con la
versión oficial, Fonseca se encontraba enfermo, fue su hija María
Beatriz quien en Lisboa recibió la condecoración (y el cheque) de
manos de los mismísimos Jorge Sampaio y Luiz Inácio Lula da Silva,
mandatarios de Portugal y Brasil, respectivamente. En una pomposa
ceremonia realizada en el Monasterio dos Jerónimo, el sorprendente
Lula señaló estar orgulloso de entregar el premio que "consagra el
talento narrativo, dominio y agilidad de la prosa inquietante de Rubem
Fonseca". Apenas unas semanas antes, en la Bienal Internacional del
Libro de Río de Janeiro, se le había concedidio el Premio Jabuti por
su último volumen de cuentos Pequeñas criaturas.
... Pero si no resulta propiamente una sorpresa
tanto premio, no deja de ser al menos una paradoja que se
institucionalice a uno de los escritores más corrosivos del
continente, un verdadero maestro al momento de mostrar el lado oscuro
del ser humano y sus instituciones. No es del todo gratuito compararlo
con el colombiano Fernando Vallejo, otra pluma feroz que ha sido
reiterada y sospechosamente premiada en el último tiempo. El Medellín
de Vallejo, de hecho, se asemeja en varios puntos de narcotráfico,
corrupción y lumpedaje al Río de Janeiro que presenta Fonseca en obras
como Agosto, Pasado negro o Feliz año nuevo. Ciudades
devastadas por la propia inquina de sus habitantes, miserablemente
acostumbrados a pervertirse y pervertidos por la costumbre de la
miseria.
... Las propias
instituciones literarias han pasado por la acida mirada de Fonseca,
quien en boca del escritor Gustavo Flavio —personaje de varias de sus
novelas— ha dicho, por ejemplo, haber "encontrado en muchos de los
congresos literarios internacionales en los que había participado, un
montón de escritores exitosos, algunos premios Nobel, que no eran
precisamente brillantes, varios incluso llegaban a ser
idiotas".
... Hasta ahora, Gustavo
Flavio era visto como el alter ego de Fonseca, quien a través suyo
afirmaba que uno de los mayores requisitos de un escritor es el valor:
"el valor de rehusar todos los premios, o, mejor aún, el valor de no
querer merecer premios, y el peor de todos los premios es la
consagración en vida". Sin embargo, pese a que muchos de sus
personajes transitan por los márgenes de la sociedad —sicópatas,
narcos, políticos y policías corruptos—, Fonseca no ha sido nunca un
escritor marginal. Plenamente reconocido por los lectores de su país
desde el volumen de cuentos Los prisioneros (1963) y en el
extranjero con novelas como El caso Morel (1973) y El gran
arte (1983), sus textos siguen circulando entre una amplia masa de
lectores que le agradecen, precisamente, una profunda distancia con el
lenguaje y las formas canónicas. La calle, el suburbio, pareciera ser
el terreno propio de las vertiginosas narraciones de
Fonseca.
... Los premios, entonces,
no han hecho otra cosa que oficializar un reconocimiento otorgado
desde hace ya un largo tiempo por sus lectores. En Brasil, su más
reciente novela Diario de um Fescenino es uno de los libros más
vendidos del año. Mientras tanto, es evidente que —siguiendo los
planteamientos de Gustavo Flavio— Fonseca se acerca rápido a ser
considerado un Grande, es decir, comienza a cumplir con los requisitos
de la prueba del CEU: Consenso, Eternidad,
Ubicuidad.
|