POESÍA
ACTUAL DE MUJERES EN HISPANOAMÉRICA:
EL SIGLO XXI
Francisco
José Peña Rodríguez
Universidad Autónoma
de Madrid
franciscojosepr@yahoo.es
Introducción
En los últimos años se ha ido incorporando a la poesía
hispanoamericana un grupo de nuevas voces que despunta singularmente
y que muestra una obra de conjunto que inaugura estéticamente
el siglo XXI. Se trata de quince poetas de cuatro naciones (Perú,
Argentina, Nicaragua y Chile) que han nacido entre 1970 y 1985, periodo
en que sus respectivos países se incorporaron a sistemas democráticos
de gobierno, algo que ha marcado indudablemente su aprendizaje y su
formación. Todas ellas comparten una cultura común que
se percibe en sus obras individuales y que, por extensión,
las relaciona poéticamente en un momento concreto de la literatura
hispanoamericana. Hablamos de Marcela Collins y Roxana Crisólogo
(nacidas en los albores de los setenta); de Karina Sacerdote (1971),
Rocío Uchofen (1972), Romina E. Freschi (1974) y Lola Arias
(1976); de Mónica Carrillo (1978) y Paula Ilabaca y Gema Santamaría
(1979); de Eunice Shade y Juana Roggero (1980); de Jazmina Caballero
y Gladys González (1981); de Andrea Cabel y Alessandra Tenorio(1982)(1).
Este nuevo grupo, la Generación del 2000, se introduce
en la poesía americana bajo el presupuesto inicial del compromiso
ideológico con la literatura, pero también desde un
vitalismo comprobable en sus versos, como bien señala
el crítico español Miguel García-Posada:
¿Cuál es el factor que unifica
o que define, o que articula ese nuevo clima? Yo diría que
se trata de algo que podríamos llamar vitalismo. Es
decir, se renuncia, en un proceso lento, al autotelismo estético,
que es sustituido por un vitalismo de fondo [... Creo que, al señalar
la existencia de ese vitalismo, se da en la diana de la constitución
de un nuevo clima poético, de una dialéctica no simple,
pero sí bastante nítida (1994:
17-18).
Coinciden en el tiempo, además, con la aparición en
España de un grupo similar de mujeres que dan un novedoso y
significativo impulso a la poesía actual en lengua española(2),
partiendo, como indica el profesor Pablo Jauralde, de la ruptura con
lo convencional, en beneficio de un acercamiento del género
al público lector:
Así, ha desaparecido en la conciencia
del poeta y del lector de poesía actual el juego y la referencia
de los subgéneros poéticos más refinados: el
tinglado que provocaba la redacción de una silva, de un epigrama,
de un madrigal, etc., con su doble sentido (el de la tradición
en la que se inscribe y el sincrónico, el subgénero
al que pertenece) no suele funcionar en la poesía contemporánea,
que ha querido volcarse directamente en un poema, borrando fronteras
(2001: 63).
Ahora bien, ¿cuáles son las características
de éstas jóvenes poetas hispanoamericanas del siglo
XXI? Comparten varios parámetros que marcan la estética
de nuestros días y que se explican significativamente desde
su obra conjunta: 1) el verbalismo directo, 2) la falta de puntuación
-en muchos casos- como trasgresión formal en busca de musicalidad,
3) temas más cotidianos -familia, la ciudad, lo americano e
indigenista, los problemas diarios,...- y desde nuevos puntos de vista,
4) uso del lenguaje estándar, cotidiano e indígena,
5) rebeldía ante las convenciones estéticas y sociales,
6) yuxtaposición de poemas como fórmula de ruptura del
poemario clásico, 7) formación universitaria e interrelación
con otras disciplinas, 8) incorporación personal y estética
a las nuevas tecnologías, y 9) compromiso social representado
en la obra individual de algunas de ellas.
Como proceso formativo e intelectual detrás de muchas de ellas,
y a diferencia de otros grupos anteriores, se acentúa su interrelación
con otros campos que no son, exclusivamente, los de la literatura
en sentido estricto. Así pues, Lola Arias es dramaturga y actriz;
Karina Sacerdote, Alessandra Tenorio, Eunice Shade y Rocío
Uchofen caminan dentro del mundo editorial y periodístico y
Mónica Carrillo está sumergida en temas relacionados
con las minorías a través de asociaciones cívicas.
Se trata, también, de un conjunto de mujeres viajeras que tienen
otros referentes (Estados Unidos, Europa,...) como puntos de encuentro
y reflexión cultural. Rocío Uchofen reside en Nueva
York -ciudad en la que se asentará muy pronto Mónica
Carrillo-, Lola Arias estudió en Londres, Andrea Cabel en Burgos
y Roxana Crisólogo en Helsinki, y Eunice Shade está
afincada en Nicaragua, aunque nació en México -curiosamente
la nicaragüense Gema Santamaría, nacida en Managua, vive
en México-.
El significativo hecho de que todas ellas posean estudios universitarios
(terminados o en proceso de finalización) resulta adicional
a su bagaje cultural y, como proceso intelectual, aporta una diferencia
con otros momentos anteriores de la poesía hispanoamericana
y consolida su estética propia caminando hacia el siglo XXI.
Estas quince nuevas voces y su poesía pueden estudiarse desde
una subdivisión en cuatro grupos que se sustancian, fundamentalmente,
en la cercanía entre las propias creadoras en función
de la amistad o la pertenencia a un mismo país. Así,
se significa el grupo de Perú (Roxana Crisólogo,
Rocío Uchofen, Alessandra Tenorio, Andrea Cabel y Mónica
Carrillo), el grupo de Argentina (Marcela Collins, Karina Sacerdote,
Romina E. Freschi, Lola Arias y Juana Roggero), las poetas de Nicaragua
(Gema Santamaría, Eunice Shade y Jazmina Caballero) y las
voces de Chile (Paula Ilabaca y Gladys González)(3).
Editorialmente no todas ellas han publicado sus versos en la actualidad,
sino que algunas se han dado a conocer a través de internet
o aún permanecen inéditas como Mónica Carrillo.
Las nuevas tecnologías juegan para este grupo ahora idéntico
papel que el cine para los poetas que surgieron en los años
sesenta y setenta del pasado siglo. La rapidez de la comunicación
hace que la información y la comunicación se produzcan
en tiempo real y la trasmisión de la obra a través del
correo electrónico o de las páginas web
sea clave para el conocimiento inmediato de la autora y de sus poemas.
A la inmensa mayoría de ellas el lector las puede encontrar
en losnoveles.net,
pero son otras páginas de internet las que se destacan
porque algunas de ellas pertenecen al staff de las mismas.
Tal es el caso de Eunice Shade y de Rocío Uchofen, directoras
de marcaacme.com
y de hibridoliterario.com,
respectivamente. Karina Sacerdote dirige la Revista Axolotl (www.revistaaxolotl.com).
La Generación
del 2000
La poesía en el siglo XXI se caracteriza por la necesidad
del escritor de atraer a la obra poética al lector. Lejos del
subjetivismo y la introspección de otras épocas, el
verbalismo directo, a través de un lenguaje estándar
y cotidiano -el lenguaje de la calle, en definitiva- rompe, como se
ha visto, con los subgéneros tradicionales. Ejemplo de ello
es el poema "Parsiflora" de Andrea Cabel (Lima,
1982):
cariño,
las ventanas están rojas, como los lunes de mayo.
como las sombras que se juntan
y que replican el testimonio de una luciérnaga (2005).
La cultura indigenista, a veces lo propio y más cercano a
la poeta, está presente en los versos con idéntico lenguaje
directo, aunque incorporando esa tradición al contexto temático
del poemario, sin que ello suponga una ruptura con el resto de las
poetas de su generación. La aún inédita Mónica
Carrillo Zegarra (Lima, 1978) poetiza lo afroperuano en su poemario
Unicroma:
Rezaré el padre nuestro en Congo,
puedo adorar a la culebra con el rito del mayombé
. . .. ...... . bombé,
nunca me olvidé del
. . .. ...... . vudu,
tampoco de la ceremonia de iniciación de los
. . .. ...... . endícemes,
aún recuerdo la regla Congo del
. . .. ...... . Palo Monte ,
que las marcas blancas son símbolo de fatalidad y como
se adivina en el
Tablero de Ifá.
Abasikiri osario saiko, diosa o diabla,
lo mismo da (2005).
De esos parámetros participa también el habla particular
de cada creadora, de su espacio vital y cultural, y por tanto se incorpora
a su voz poética en un todo que totaliza el verso, el lenguaje
y el tiempo. Veamos un ejemplo procedente del libro En la entrepierna
de Marcela Collins (n. Buenos Aires), el primer poemario editado
del grupo:
Vení rubioso. Invitame a tu histeria
que te sigo la historia.
Vení rubiundo. Partime la cabeza
y
yo miento que hablamos.
Vení de una vez rubio hermoso.
Que se me antoja tanto tenerte
que ya empiezo a detestarte.
Vení rubio tonto sordo del alma
imbécil.
Vení. Así te escupo de un grito
y te pateo a la mierda (1995).
La ruptura con la versificación clásica, la no puntuación
como trasgresión formal en busca de musicalidad, es algo frecuente
y acentuado en la estética de la poesía americana actual.
El ritmo que se obtiene es indicativo en los siguientes versos del
poemario Porta/Retrato de Alessandra Tenorio Carranza
(Lima, 1982):
Porque somos sombras
. . .. ...... . casi piedras
. . .. ...... . casi aire
. . .. ...... . casi nada
Porque somos sombras
. . .. ...... . no volveremos a
ser-humanos nunca (2005: 19).
La cotidianidad, versificada en un lenguaje llano, estándar,
supone una de las apuestas más arriesgadas y decididas de estas
nuevas poetas. No es que desaparezcan motivos poéticos del
pasado (léase el amor, el sexo, la política,...), sino
que la escritora decide incorporar al lector al poema (el mensaje),
y esto se materializa a través del esfuerzo por conseguir que
el público entienda que aquello que se escribe le es también
propio, por lo cual la tendencia a la introspección y al subjetivismo
abrupto se rompe y da lugar a una poesía narrativa en la que
la sociedad y la época se hacen más evidentes. "A
ludy", del poemario Ludy D de Roxana Crisólogo
(n. Lima), es llamativo en esta línea:
recuerdo sus jeans baratos y ajustados
sus blusas simples rosas-blancas estrechas
recuerdo su revista rosa su bolsita cusqueña
cruzada como una metralleta de lana
recuerdo sus camisetas de hawái sus polos de mickey mouse
recuerdo las ganas con que miraba a los chicos guapos blanquitos
de la vanguardia al cabello largo y ondulado de José
(2005).
Detrás de esta generación se encuentra un grupo de
mujeres de adquirida cultura, con un ritmo lector superior al que
en nuestros días mantienen la mayoría de las jóvenes
estudiantes de enseñanza secundaria. Esto, unido a sus estudios
superiores, influye en un cierta intelectualización de la poesía
-no culturización- que necesariamente se refleja en su obra.
Al respecto leemos lo que Eunice Shade (México, 1980)
escribe en "Hoja de vida":
Mis primeras letras, al estilo de "Querida
Kitty" fueron a los doce años. Luego de renglones seguidos
opté por versos [... El lenguaje se convirtió en una
obsesión saludable, sobre todo después de leer a Joyce,
quien me enseñó las posibilidades de la palabra. No
creo yo ser igual que él, sería un atrevimiento...
pero confieso que me gustaría escribir mi propio Ulises,
a mi modo, a mi estilo, con mis ideas (2005).
Si lo cotidiano, lo habitual de la calle, con su propio código,
es motivo para poetizar, la tradición judeocristiana asimismo
también sirve de base para generar un mensaje con más
narratividad, menos introspectivo, en donde el yo poético
desaparece para dirigirse hacia un verbalismo directo abrupto.
La variedad temática recogida por esta nueva poesía
suele resultar más amplia que la de otras generaciones anteriores.
El cine, las nuevas tecnologías e incluso la evolución
de la música, representan una buena fuente de inspiración
que al final da lugar a versos específicos en obras variadas.
El rock, por ejemplo, ocupa un importante lugar en la poesía
de Juana Roggero (Buenos Aires, 1980):
Ahí están los ídolos
del rock and roll
mi rock canta durante las noches
llora algo recién morfado
casi recién casi ahora
no es digerido ese amor incendio
cosita mía menea tu cabeza y tu cuello
al son del Fuego (2005).
Es imprescindible añadir que Roggero es una superviviente
de la "tragedia de Cromañón" de Buenos Aires,
acaecida el 30 de diciembre de 2004. En aquel lugar murieron alrededor
de doscientas personas que asistían a un concierto de música
rock. La interpretación de algunas de sus composiciones,
de temática musical, no se podría realizar sin entender
este episodio biográfico de la autora.
Al inicio de este artículo se escribía que la ciudad
tiene una presencia importante entre los temas y motivos más
frecuentes de estas escritoras. El microcosmos -en este caso Lima,
Buenos Aires, Managua y Santiago de Chile- es el que envuelve el decir
poético, la atmósfera que aporta temas individuales
y visiones de lo habitual que se incorporan al poemario de una manera
natural, precisamente para que el público tenga como referente
inmediato el lugar que se dice. En esa línea, la capital
argentina se nos muestra bajo la lluvia en el siguiente poema de Karina
Sacerdote (Buenos Aires, 1971):
Llueve…
El cielo se cubrió de grises
y un manto traslúcido
moja árboles y calles.
Una música de doliente armonía
extiende las manos y acaricia.
Llueve en Buenos Aires.
Llueve como un regalo divino,
quizás ésta lluvia,
limpie la sangre reseca
de lágrimas oscuras
en éstos tiempos de súplica (2005).
Pero también la nueva poesía supone una rebeldía
ante las convenciones estéticas y sociales. La ruptura con
lo convencional, lejos de implicar un desligue con las promociones
de poetas anteriores, radica en la necesidad de marcar diferencias
que hablen por sí mismas de lo que se escribe en nuestros días.
No existe una actitud iconoclasta, sino una actividad individual con
la conciencia de que se reúne en el tiempo con la voz poética
femenina de otras escritoras para manifestar un canon todavía
ampliable, pero no inservible. Para Lola Arias (Buenos Aires,
1976), las horas, la agenda vital de una mujer es esencia poética,
como plasma en "Un día en la vida de una peluquera",
un significativo poema que rompe formas y acerca lo cotidiano la estética(4):
Am 10:02: Los párpados cerrados como
cajitas de fósforos.
Am 10: 05: Las formas de la avestruz contra la almohada.
Am 10:06: El talón izquierdo sobre el hielo del mosaico.
El baño es un iglú de azulejos.
Am 10: 08: Pulir las encías, las pestañas, las axilas
enredadas en la toalla, el pelo como un turbante y las gotas en
la frente, en la espalda.
Am 10:36: Los ojos chinos sobre el pliegue del mantel. Tomar la
leche como un ternero, con las patas sobre la mesa. Todas las cucharas
son como madres enanas. Masticar, masticar, masticar.
Am 11:05: La chaqueta, la falda y la carterita ondulando en el viento.
La carretera es el filo del campo. Esperar el micro con las rodillas
insoladas y mirar los camiones de naranjas y los de maderas y los
coches familiares y las bicicletas.
Am 11:07: Las uñas del pie pintadas de rojo se van cubriendo
de tierra (2005).
El amor, la sexualidad, el eros en definitiva, además
de lo social y lo puramente político, son temas presentes en
el lenguaje poético de estas mujeres(5).
Leamos unos versos de "the perfect jail" de Eunice Shade:
Tendría que privarme de la anarquía,
el monte,
el ateismo,
el frío en las cunetas en la madrugada,
los cigarros en ayunas,
el sexo "medio" seguro,
el bisex-taste,
la jerga bilingüe,
la apariencia desaliñada,
los viajes improvisados,
el desvelo,
la goma,
el neo-hippie way of life... (2005).
Pero también lo es el desamor, menos doloroso quizá
que el de la poesía anterior, más ligth, como
el que muestra Rocío Uchofen (Lima, 1972):
el lado salvaje del amor,
muchacho,
me lo llevo
en este último viaje
junto a un toque de morfina
y con la sensación
de ser una eterna cicatriz
que vaga por la ciudad (2004).
Hacia la poesía
del siglo XXI
La poesía de esta Generación del 2000 es una
obra viva, en constante proceso de prolongación temporal y
maduración estética, pero no siempre es bien entendida
ni bien recibida, a uno u otro lado del océano Atlántico,
por la crítica canónica -esencialmente la articulada
a través de la prensa escrita-. Tampoco mitiga esto el que
algunas de ellas hayan recibido premios, que tengan algún poemario
en las librerías y bibliotecas o que trabajen en la propia
prensa. Aún así, hacen historia de la literatura porque,
como escribe Raúl Bueno, "toda obra literaria producida
en Hispanoamérica contribuye en mayor o menor grado, explícita
o implícitamente, al conocimiento de la realidad hispanoamericana
en su heterogeneidad cultural e histórico-social" (1991:
48).
Las tres voces nicaragüenses que se estudian aquí, en
cierto modo están ocupando el lugar de Gioconda Belli, convertida
ya en una clásica por los incontables estudios académicos
de los que goza en España e Hispanoamérica. Las diferencias
entre Gema Santamaría, Jazmina Caballero García y Eunice
Shade respecto de aquella, suponen un paso adelante en la poesía
centroamericana de mujeres. Como botón de muestra estos versos
de amor de Jazmina Caballero García (Managua, 1981):
Hablame
no te escondas
yo soy la sombra
yo soy la figura encorvada que pasa anunciando
tu beso,
yo soy la que se duerme sin una canción
[...]
solo el de morir o morir
arrancando los miembros para esparcirlos
en el último lugar donde nació tu beso
(2006).
En esta misma línea, el amplio grupo de poetas de Argentina
-con Karina Sacerdote, Marcela Collins y Romina E. Freschi a la cabeza-
releva no sólo en el tiempo la constante presencia mediática
de Alejandra Pizarnik como voz indiscutible del panorama argentino.
La línea estética de la actual poesía chilena
(centrada en Paula Ilabaca y Gladys González) recorre aún
sendas abiertas hace algunos años por autoras como Eugenia
Brito, Virginia Vega y Patricia Ghivarello. Ejemplo de ello son los
versos de Gladys González (Santiago de Chile, 1981):
Me llama
a las tres de la mañana
para comprar pan
agarro la bolsita
y tomo un taxi (2005).
Pero, como la propia autora escribirá en 2006, hay una conciencia
clara de la aparición de nuevas e importantes voces poéticas:
Pienso que sí hay una nueva generación,
en cuanto a temáticas y a la intensidad con que escribe.
Pienso que la poesía actual en Sudamérica tiene grandes
logros, pero también se cae en las afectaciones que no aportan
nada a la poesía (2006).
Ya no sólo es una obra por mujeres, sino también
una poesía de y para mujeres y con mujeres
como protagonistas de una voz poética menos introspectiva que
en otros momentos de la historia de la poesía en lengua española.
Santiago de Chile y la mujer protagonizan una de las composiciones
más interesantes de Paula Ilabaca Núñez (Santiago,
1979):
santiago santiago santiago
hay maneras de patear la ciudad
cada mujer que dejes llorando será una ciudad
cada mujer que deje llorando
será una ciudad
cada mujer cemento y leche
cada mujer llorando (2005).
En los años setenta aparecieron en Perú numerosas
nuevas poetas encabezadas por Carmen Ollé, Aidé Romero
y María Emilia Cornejo, entre otras (Proaño, 1993: 280-281),
que han sido precursoras para el importante grupo de escritoras peruanas
que se muestran en este artículo y que están recogiendo
el testigo de la poesía peruana por mujeres. En esta
línea, otra de las novedades indicativa de esta renovación
es que la obra de Roxana Crisólogo ha sido traducida al sueco
y al finlandés.
Lo más llamativo de esta nueva generación es su aparición
pública al mismo tiempo que un grupo similar -estética
y temáticamente- de voces poéticas femeninas nacidas
entre 1970 y 1985 en España. Comparten algunos rasgos y características
y escriben en lengua española, lo que universaliza su creación
y las aglutina en algunas antologías y páginas web
aparecidas en España o en Hispanoamérica. Piden la voz
y necesitan ocupar un espacio para tomar el necesario relevo
generacional que les viene impuesto ahora por el momento de su nacimiento
y la sociedad que están compartiendo en un mundo que las aproxima
cada día más. Es, para ellas, la hora de la irresistible
necesidad de contar, del necesario decir las cosas con
la adecuada fórmula de la poesía.
Si algo nuevo aporta la obra conjunta de las dieciséis poetas
recogidas aquí a la actual literatura hispanoamericana, es
la constante capacidad de ruptura -aunque asumiendo las debidas herencias-
con la estética inmediatamente anterior(6),
y así, apareciendo y conviviendo literariamente con otras poetas
anteriores, denotan una proyección muy personal, sólida
y vitalista.
NOTAS
(1)
La crítica canónica tiende hoy a destacar las voces
poéticas masculinas, apuntando apenas una leve relación
de escritoras que han ido preparando el terreno -sobre todo en el
aspecto temático- a las recientes incorporaciones. José
Miguel Oviedo (2001: 466-470) cita a Marjorie Argosin, Ana Istarú,
Coral Bracho y Carmen Ollé. En nuestros días, tanto
en España como en Hispanoamérica, la poesía es
un género más frecuentado por mujeres, que lo han ido
moldeando y adaptando al siglo XXI hasta hacerlo más cercano
al lector y menos quizá al crítico, de ahí la
necesidad de plantear este trabajo bajo el epíteto de Generación
del 2000. Aunque la crítica literaria es, como escribe
el profesor Raúl Bueno en referencia a Perú, elitista
(1991: 65), destaca el estudio de Franklin Proaño titulado
La poesía femenina actual de Sudamérica (1993)
en el que recoge una amplia nómina de poetas surgidas durante
las décadas de 1970 y 1980 y realiza un estudio amplio y contextualizado.
Otra obra llena de buenas intenciones pero escasa de interpretación
filológica es la antología de Manuel Francisco Reina
titulada Mujeres de carne y verso (2001), en la que establece
una nutrida relación de escritoras españolas y americanas
desde el siglo XIX hasta la década de los años noventa
del siglo pasado.
(2) Las nuevas poetas españolas
son: Ana Merino, Pilar Adón, Marta Agudo y Julieta Valero (1971);
Olga Novo (1974) y Patricia Esteban (1975); Yolanda Castaño,
Gracia Iglesias y Ariadna G. García (1977); Marta López
Vilar, María Lapachet, Sandra Santana y Vanessa Pérez
Sauquillo (1978); Ana Gorría, Esther Giménez y Ana Celada
(1979); Alejandra Vanessa (1981), Guillermina Mekuy (1982), María
Fernández Salgado (1984) y Elena Medel (1985). Este grupo español
se fue dando a conocer a partir de la obtención del prestigioso
premio Adonais (1994) por Ana Merino con su libro Preparativos
para un viaje (Peña Rodríguez 2006)
(3) En otros trabajos se puede encontrar
idéntico o superior número de poetas nacidas en este
mismo período de tiempo en Hispanoamérica, pero que
por diversas estéticas personales no se estudian en este trabajo
ni necesariamente son incorporables a la Generación del
2000. No obstante, el valor de su poesía es también
destacable y su entrada en la literatura del siglo XXI indiscutible:
Mónica Belevan (una voz sumamente interesante en la poesía
joven actual), Miriam M. Martínez, Beatriz Bonduel, Ana Wajszczuk,
Amanda Durán, Alma Jiménez, Analía Pinto, Lena
Retamoso, Victoria Guerrero, Giovanna Rivero Santa Cruz, María
Carmen Vilella, Sandra Acosta, Laura Lovov, Cecilia Podestá,
Rosario Rivas Tarazona, Jessica F. Ovando, Mara Aguirre, Alessia di
Paolo, Nadia Villafuerte, Nadia Zimerman, Alejandra S. González
Celis, Tricia Barbery, Claudia Ulloa Donoso, María del Carril,
Carla Sagastegui, Socorro Venegas, Andrea Jeftanovic, Nona Fernández,
Lina Meruane, Úrsula Starke, Julieta García González
y María Muro.
(4) La poesía en prosa es una fórmula utilizada
por la inmensa mayoría de estas poetas. Así, no sólo
se observa en la obra de Lola Arias, sino que se destaca en composiciones
como "un diario que no es el de ana frank", de Eunice Shade,
y en algunos poemas de Juana Roggero. Marcela Collins se acerca también
a este subgénero en Sobras de Sombra (2004) y lo mismo
hace Mónica Carrillo en Unicroma (2005).
(5) El filósofo Ángel Gabilondo
escribe, a propósito de ello y en referencia la relato -lo
que se hace extensivo a la poesía- que "el eros es la
posibilidad misma de que haya relato, trama, texto. Y se cumple así
no un decir sobre el amor, ni siquiera sólo el decir en el
que consiste el amor, sino el amor en que consiste el decir el eros
del decir [...] El eros, por tanto, no pregunta ni responde a
una cuestión por el qué y no se satisface en
una definición. El eros se sitúa en el ámbito
del quién y su respuesta es un relato. El hombre y la
mujer como relato, cuya única identidad es la identidad narrativa,
en la que se echan a perder; cuya única vida en compañía
es la de una vida como relato" (1990: 54). Estas jóvenes
poetas satisfacen varias definiciones del eros, lo que enriquece
los puntos de vista con respecto a la poesía de los años
ochenta. Una de estas definiciones se muestra en los siguientes
versos de Gema Santamaría (Managua, 1979): "Yo soy el
trueno/ su brillo terrible/ desgarrando los muslos de la noche"
(2005).
(6) Karina Sacerdote, a quien este trabajo
y su autor deben mucho, adopta una postura experimental en algunos
de sus poemas, acercándose incluso a la estética vanguardista
(el dadaismo) y tratando temas en los que el eros está
muy presente desde diferentes gradaciones lingüísticas.
En este sentido, ella misma escribe: "El verso libre es libre.
Cada elemento que contenga, tendrá que ver con el tono que
el autor quiera darle. Una repetición, la cercanía de
las palabras, la distribución de los versos, la utilización
o no de rimas, responderá siempre al efecto que se desee alcanzar"
(2004). En la misma línea, también experimentan con
las formas Lola Arias, Mónica Carrillo, Eunice Shade y Marcela
Collins... aportando un punto de vista distinto sobre el sexo, el
amor, la sociedad, lo americano y el compromiso estético con
la poesía como forma de expresión de lo cotidiano. Como
muestra, el siguiente poema de Romina E. Freschi (Buenos Aires, 1974):
A-rojo
E-verde
I-Rambo
Ditirambo
Yambo
Arrojo el ojo
Rojo
del-del tell-tale
A.tor
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