PARA TRADUCIR NO HAY QUE SABER IDIOMAS
Escribió un legendario poeta chino de la dinastia Tang:
Abandona a tiempo tu poesía o tu mujer.
Tradujo un académico:
ha pasado el tiempo de la poesía amorosa.
Un sacerdote aseguró que decía:
no se puede servir a dos señoras.
Y un sicoanalista:
llega un tiempo en que las piernas de la mujer
dejan de ser un libro abierto.
Entonces vine yo
y me abandoné todo el tiempo
a mi poesía y mi mujer.
Que era exactamente lo que había querido decir
el legendario poeta chino
de la dinastía de Li Po.
P.D. PARA LA CENICIENTA
Se casaron
fueron muy felices
tuvieron muchos hijos
y colorín
. . . . . . . . . Colorado
se divorciaron.
Pasó
por un zapatito roto
y después
. . . . . . . se casó con otro.
NATACHA
Le han dicho
con ese hombre
no tendrán dónde
caerse muertos.
Le he dicho
tendremos
todo el mundo
donde pararnos vivos.
CARTA DE NATACHA
"No puedo vivir sin ti, cariño".
¿Y por qué vas a vivir sin mi, carajo?
Me tienes y te tengo.
Y es lo único que tengo.
No se lo pedí a Frei.
No me lo dio Allende.
No me lo quitará la Junta Militar.
IN MEMORIAM
. . . . . . . . . . . . . . . . . A un campesino de Mulchén
Todavía me pregunto por qué tu
—por que tú y no yo—
por que tú que alzabas gordos sacos
y cargabas camiones,
eras fuerte, degollabas carneros
¿por qué no te aguantaste ese viaje
en un camión cargados como sacos
y te tiraron muerto junto a mi,
con tu poncho de pobre,
como un carnero blanco degollado
¿por qué tú, por la cresta —y no yo—
que ni me puedo el Diccionario
de la Real Academia en una mano?
LA PARTIDA INCONCLUSA
Isla Quinquina, octubre de 1973
BLANCAS: Danilo González, Alcalde de Lota
NEGRAS: Floridor Pérez, Profesor de la escuela rural de Mortandad.
I. P4R .... . P3AD
2. P4D.. .. P4D
3. CD3A . . PXP
4. CXP . . A4A
5. C3C . . A3C
6. C3A . . C2D
7. ........
Mientras reflexionaba su séptima jugada
un cabo gritó su nombre desde la guardia.
—¡Voy!— dijo
pasándome el pequeño ajedrez magnético.
Como no regresara en un plazo prudente
anoté, en broma: —Abandona.
Sólo cuando el diario El Sur
la semana siguiente, publicó en grandes letras
la noticia de su fusilamiento
en el Estadio Regional de Concepción,
comprendí toda la magnitud de su abandono.
Se había formado en las minas del carbón,
pero no fue el peón oscuro que parecía
condenado a ser, y habrá muerto
con señoríos de rey en su enroque.
Años después le cuento esto a un poeta.
Sólo dice:
—¿y si te hubieran tocado las blancas?
AGUAFIESTAS
Del primero al reciente septuagésimo
se ha comido mi torta de cumpleaños.
Mis tónicos, remedios, analgésicos
le han hecho tanto bien, como a mi daño.
Se ha nutrido del calcio de mis huesos
el caldo de mis venas la hizo fuerte.
¿No habré vivido más que para eso:
alimentar a la insaciable Muerte?
ARTE DE ENVIUDAR
Un soneto que manda escribir Parra[1]
Yo prefiero morir antes que tú:
porque tú eres mi vida y no hay manera
de vivir una vida que se muera,
sólo puedo morir antes que tú.
Qué aprieto —Nicanor— conducir su
soneto tal y cual usted pidiera,
si este cuarteto apenas acelera
manda virar violentamente en U.
Y girando en redondo el pensamiento
me choca imaginar que en tu partida
estaría ausente si me muero.
Y pues debiera hacerte un monumento
para darte las gracias por tu vida
yo prefiero que tú mueras primero.
PIDE A SU AMADA QUE LO SEPULTE EN EL MAR
. . . . . . . . . . . . . . . . . "Nuestras vidas son los ríos"
. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . —Jorge Manrique
Nací junto al rio Puelo
y me llevaron al Llico;
al Valdivia, cuando chico
debí remontar el vuelo;
más tarde mordí tu anzuelo
de amor en el rio Laja
y me vaya en una caja
hundiéndome en lo profundo,
despidiéndome del mundo
y nombrándote en voz baja.
LA ESCENA MÁS TRISTE Y TAN HERMOSA
He visto a un hombre arrodillarse sobre un prado.
Jardinero que riega una flor subterranea
no lleva regadera ni agua le falta
como si fluyera de su propio ser.
Estoy cerca de él, pero él
está lejos de todos y de todo.
Y sin embargo habla ¿con quién habla
este hombre que no habla con nadie?
Habla con alguien que fue él
y ahora es sólo parte de él y de la tierra:
lo increpa, ruega, lo maldice
le golpea la cabeza con un por qué:
¿por qué / por qué / por qué / por qué?
Y no sabe —ni yo— ni nadie sabe
qué decirle a ese hombre que una tarde
—domingo en Concepción— riega su hija
en un Parque, y le deja una flor
y un caballito blanco de juguete
para que vuelva a casa por la noche:
caballito blanco
llévame de aqui
llévame a la cuna
donde yo naci.
Y de noche la sueña: y en sueños se levanta
y la cubre, porque llueve en el sur
—ay, cómo llueve en su lecho de trébol—
y yo sueño con él, lo sueño niño
y en sueños se hace hombre
y se arrodilla sobre un prado
se dobla como herido a bala
pero no cae, se levanta
—con todo el peso del dolor se alza—
y en sueños le pregunto ¿cómo? ¿cómo?
Y no sabe —ni yo— ni nadie sabe.