Declaro: no soy de
la novísima (y que no quepa dudas).
Por muchas razones.
Una de las cuales, me terminó de convencer de que lo que la orquestación
de poesía que Héctor Hernández ha logrado con sus polusiones
nocturnas es realmente una bazofia de obra, pura palabrería barata. Que
lo que se ha conseguido, a partir de esa poética, es destruir los últimos
restos de poesía que nos quedaban al menos hasta los noventa. Que de ahora
en adelante debemos acostumbrarnos a vivir al lado de estas criaturas super escriturales
que, no siendo buenos poetas, sino papanatas repetidores de fórmulas, se
han tomado y arrogado el derecho de llamarse así y con varios más
- incluido Pablo Paredes, me imagino que, a la sombra, Paula Ilabaca -, "novísimos",
como si la novísima o lo nuevo fuera en efecto un derecho de algunos de
ser por siempre y para siempre lo último de lo último.
Se
está organizando ahora un nuevo evento de nombre POQUITA FE. ¿Es
eso lo que necesitamos? Una vez más, ¿poquita fe?, ¿no es
suficiente a estas alturas de poquita? Es cierto: vendrán y será
una buena instancia de debate conocer a poetas de distintas latitudes. Pero ellos,
bien lo sé porque he participado, con suspicacias, de la pseudo Organización
de este encuentro, podrían venir igual sin apoyo de ninguna especia...
Suerte a los que quedan a cargo de este asunto. Sería buena empezar a repensar
el panorama poético chileno con otras voces, con otras miradas.
30
de agosto del 2006
Felipe Ruiz