Desde muy joven Jorge Cáceres leyó poesía vorazmente.
Aún no cumplía quince años cuando asistió
a la fundación del grupo surrealista "Mandrágora",
el 18 de julio de 1938, en la Universidad de Chile. Durante ese acto
Enrique Gómez-Correa, Braulio Arenas y Teófilo Cid llamaron
a la rebelión permanente del espíritu, queriendo hacer
de la vida el más
maravilloso de los collages. "Para Cáceres -escribió
Gómez-Correa- los poemas escuchados en esa primera reunión
pública de la Mandrágora, como asimismo las declaraciones
que allí se hicieron, representaron un mundo totalmente nuevo,
fascinante". Y luego añadía: "Él llegaba
con una intuición y un instinto poético pocas veces
visto durante toda la historia de la poesía de Chile".
Era un adolescente y ya solicitaba su integración al grupo.
Su carta fue el poema "Collage", donde versaba: "A
la llegada de los pájarosellas son víctimas del sol/
Ese sol que tú respetas sol de la costa/ Que yo no he sabido
gobernar/ (...)". El texto fue publicado en la primera revista
"Mandrágora", de diciembre de 1938, y luego fue parte
de su libro René o la mecánica celeste (1941),
en el cual utilizó la libre asociación de imágenes,
manifestando el influjo del surrealismo.
Nicanor Parra dice de aquella época: "Él
empezó a circular con nosotros a fines de los treinta, en un
lugar que llamábamos El martillo, en el internado Barros
Arana. Ahí nos reuníamos con Jorge Millas, Carlos Pedraza
y Luis Oyarzún. También íbamos al teatro griego
que funcionaba en el pabellón de dibujo (...). Cáceres
leía entonces a Rafael Alberti y Federíco García
Lorca. De aquel tiempo tengo un libro hecho por él mismo, del
que recuerdo los versos: 'Esta era una niña pálida/
que no sabía tejer...´. Tocaba el piano en su casa y
a veces nos invitaba. Vivía en el barrio alto de esa época
(un poco más arriba de Plaza Italia). En una ocasión
tocó "El pájaro de fuego". Todos creíamos
que la Mandrágora era él".
A los 16 años Cáceres conocío a Vicente
Huidobro y se integró al surrealismo. En ese entonces, las
primeras décadas del siglo XX, Huidobro traía de sus
viajes las revistas vanguardistas europeas. Las hacía circular
entre los miembros de "Mandrágora", con los que se
convirtió en el fundador del movimiento en Chile. Bajo este
influjo Jorge Cáceres trascendió las fronteras de la
poesía, haciendo collages o fotomontajes. Con Braulio Arenas
participó en dos exposiciones santiaguinas, de 1941 y 1943.
Más tarde, en 1948, llevó sus obras a la Galerie Bard
de París.
En aquel año, Hugo Zambelli lo incluyó en
su antología 13 poetas chilenos, junto a Eduardo Anguita,
Nicanor Parra, Gonzalo Rojas y Gómez Correa. En dicho volumen
reveló premonitoriamente su visión de la poesía:
"Un revólver sin balas, sin cañon y sin mango,
al cual falta el gatillo, disparando frenéticamente en el vacío".
Antes había publicado Por el camino de la gran
pirámide polar (Ediciones Surrealistas, 1942). Allí
las imágenes oníricas se mezclan con lo marítimo.
Es un poema largo que en un verso dice: "Una mueca y el paisaje
cambiará bajo el peso del cielo que se mueve". Y después
sostiene: "Sus ojos han abandonado sus antiguas cáscaras".
Lo importante es el inconsciente vertido sobre el paisaje, en este
caso, la costa chilena. También editó Pasada Libre
(1941), Monumento a los pájaros (1942) y El frac
incubadora (1946). Partes de estos trabajos fueron recogidos por
las antologías Cuarenta y un poeta jóvenes de Chile
(1943) de Pablo de Rokha; Antología crítica de la
nueva poesía chilena (1957), de Jorge Elliott y Atlas
de la poesía de Chile (1958), de Antonio de Undurraga.
Poemas póstumos
En 1979 Ludwig Zeller y su mujer Susana Wald recopilaron
(en Toronto, Canadá) una serie de manuscritos de Cáceres
que Braulio Arenas les enviara desde Chile. El resultado fue el libro
Textos Inéditos, que reúne composiciones de Cáceres
de distintas épocas, donde destaca el poema «Paúl
Klee»: "Los niños son culpables de sus ojos verdes
sin fin / Ellos han disipado el cielo en pleno día /(..).".
Pasaron veintitrés años antes de que se
publicara su obra poética conocida con el título de
Jorge Cáceres, poesía encontrada (Pentagrama
Editores, 2002). La edición estuvo a cargo de Guillermo García,
Pedro F. Montes, Mauricio Barrientes y
Mario Artigas. En el prólogo García nos revela algo
de la vida de Cáceres: "Luego de retirarse del Internado
Barros Arana, sin haber egresado de éste, se inscribe en la
Escuela de Danza del Ballet Nacional, que era dirigida por el coreógrafo
Ernst Uthoff, quien había arribado recientemente de Europa
junto a su mujer Lola Botka. Al poco tiempo llegó a ser una
de sus figuras cardinales, compartiendo escenario junto a Patricio
Bunster y Malucha Solari. Esto le permitió, más tarde,
consagrarse como primer bailarín de los Ballets Modernos de
Jóos y residir en París, ciudad donde participó
simultáneamente en el movimiento coreográfico apoyado
por el Marqués de Cuevas y en las reuniones en el Café
de la Place de Blanche".
Estuvo en la Ciudad Luz entre 1947 y 1948. En una carta
dirigida a Enrique Gómez-Correa, fechada el 5 marzo de 1948,
le dijo: "Aquí me tienes en pleno París, después
de hacer un viaje hermoso y rápido. Estuve en Buenos Aires,
Brasil, África y Madrid. París es bello, pero la vida
es difícil. (...) Aquí hay miles de librerías,
sobre todo donde yo habito (Boul. Saint Germain y Boul. Saint Michel),
pero los libros que me interesan son imposibles de comprar. Imagínate
que Le Grand Jeu de Péret vale 6.000 francos (...)".
Ya de vuelta en Chile continuó trabajando en sus
fotocollages y escritos personales, además del ballet nacional;
pero la muerte ya lo tenía entre sus elegidos. Falleció
el 21 de septiembre de 1949, en su departamento de calle Lira, donde
vivía solo. El parte médico afirma que la causa fue
un accidente en su tina, el cual le provocó un infarto; pero
después agrega misteriosamente: "Móvil desconocido".