Repensando a Fernando
Alegría:
Más allá del
Caballo de Copas
Por Francisco
Véjar
El Mercurio, Miércoles 2 de
noviembre de 2005.
El escritor falleció
en Walnut Creek, Estados Unidos, el pasado sábado, a los 87
años, de una dolencia renal. Será sepultado el 5 de
noviembre en Palo Alto, California.
Conocí la obra de Fernando Alegría
a través de su traducción de "Aullido" (1956),
del poeta norteamericano Allen Ginsberg, publicada en la Revista de
la Sociedad de Escritores de Chile en la década del sesenta.
Lo interesante de dicha traducción es que revela a través
del largo poema de Ginsberg,
el espíritu de una generación de post-guerra que va
a ser el anticipo de los principales movimientos sociales que surgieron
en los años 60, tanto en Estados Unidos como en el mundo entero.
En este poema, Alegría comparte su reciente toma de conciencia
respecto del nuevo orden de cosas heredadas de la guerra: "He
visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la
locura, hambrientas, histéricas, desnudas". Es el desencanto
que conduce a una inevitable autodestrucción.
La sociedad enferma
De inmediato lo empecé a leer en profundidad.
Más tarde llegó a mis manos la novela "Amérika,
amérikka, amérikkka", del año 1954,
donde Alegría da cuenta de los conflictos y de la descomposición
de nuestras sociedades. Por ejemplo, aparecen menciones a la guerra
de Vietnam, a la rebelión negra, a la aparición de los
Beatniks y de los hippies, entre otras realidades que aborda en la
novela. Lo interesante es que esta ficción no está escrita
a partir de manuales o informaciones de segunda mano, sino que, al
contrario, es el trasunto de una experiencia vivida en Estados Unidos
desde 1940 hasta la fecha de publicación de la obra. Por lo
mismo, su vigencia es innegable. Fue pionero en este tipo de materias.
No en vano Augusto Roa Bastos llegó a decir de él: "Posee
el don de la provocación en todos los órdenes: artísticos,
ideológicos, simbólicos; esa vivacidad chilenísima
para la ironía y el humor; una muestra de lucidez en constante
incandescencia".
También lo conocí como crítico y ensayista en
su obra "Las Fronteras del realismo. Literatura chilena del
siglo XX", publicada por Zig-Zag en 1962. Lo que escribe
allí sobre Nicanor Parra, Claudio Giaconi, Braulio Arenas,
es sencillamente notable. Su agudeza se revela en apostar por autores
que más tarde fueron ampliamente conocidos. Tal es el caso
de Jorge Teillier y Enrique Lihn.
Sin duda, su aporte va más allá de sus quehaceres como
profesor universitario y divulgador de la literatura chilena en las
universidades de Columbia, Standford y Berkley. Su aporte está
por redescubrirse. Por lo mismo, sería interesante que se volvieran
a publicar libros como "Amérika, amérikka, amérikkka",
"Caballo de Copas" y ensayos como "La poesía
chilena. Orígenes y Desarrollo del siglo XVI al XIX" (1954).
Por todo lo anterior y mucho más, Chile quedó en deuda
al no otorgarle el Premio Nacional de Literatura.
Vida
Premio Latinoamericano de Literatura (1943) por "Lautaro: Joven
Libertador de Arauco".
Premio Atenea y Premio Municipal (1947) por "Caballo de Copas".
Agregado Cultural de Chile en Washington durante el gobierno de Salvador
Allende.
Representante de la Academia Real de la Lengua Española para
Estados Unidos.
Cónsul vitalicio de Chile en San Francisco, California.
Profesor emérito de la Universidad de Standford, Berkley.
VISIONES
- "José Donoso (1925-1996) descubre un tesoro de vida
apasionado y complejo allí donde el criollismo convencional
sólo vio ranchos, arrabales y sórdida miseria".
- "Nicomedes Guzmán (1914-1964) es el representante más
destacado de la novela proletaria en Chile. Sus métodos son
sencillos y sus temas tradicionales en la literatura revolucionaria".
- "Entre los representantes chilenos de la ira y la desesperación
sobresale Claudio Yaconi (1927), por la certeza de arma blanca con
que realiza sus análisis sicológicos y sus especulaciones
filosóficas".
("Las fronteras del realismo.
Literatura Chilena del siglo XX". Zig-Zag 1962).
- "Volví a quedar solo, entonces, y mi soledad fue de
la peor clase, esa que no se nota pero que tiene un olor y este olor
empieza a subir al atardecer y a llenarnos como un vaho de modo que
perdemos la fisonomía y llega el momento en que no podemos
respirar ni pasar el líquido que sostenemos en la mano".
(De "Amérika, Amérikka,
Amérikkka").
* Poeta, crítico
y ensayista. Autor de "Antología de la joven poesía
chilena" (Universitaria. 1999) y "Bitácora del
Emboscado" (Al Sur Ediciones. 2005), "Georg Trakl. Homenaje
desde Chile". Coautoría con Armando Roa Vial. (Universitaria
2002).