La Fiesta y la Ceniza de Francisco Véjar
Con las armas del tiempo
Por Sonia Lira
La Tercera Cultura, Sábado 22 de mrzo de 2008
El homo habilis muta en otra especie cuando se mira a sí mismo y descubre que esa imagen no estará allí para siempre. Entonces viene el homo sapiens e inventa ritos, dioses, alguna salvación. Para rematar, aparece una nueva criatura que usa la belleza de la palabra con el propósito de contener lo fugaz -una mirada, un gemido- y todo indica que su trabajo es inútil, pero ya nada lo puede parar.
Este instinto metafísico de supervivencia es el origen de un alto porcentaje de libros de poesía -debería-, y en la obra de Francisco Vejar
resulta evidente, a pesar de que se refugia en lo cotidiano -la ciudad, la costa, el jazz, una taza de café- para su cometido.
Su último libro, La Fiesta y La Ceniza, es una antología que incluye títulos como Estación Leopoldo María Panero o Ella es una Vagabunda en el País del Insomnio. Recién en la página 83, en el capítulo Lugar Posible, encontramos líneas nuevas: Un Camino (Paráfrasis de Jean Tardieu, Segunda Versión), por ejemplo:
"Tiemblo al nombrar las cosas: cada una cobra vida
pero muere cuando escribo (...)
Yo mismo desaparezco
a través de las cosas que pronuncio,
entre ruidos,
entre ruidos y gritos"
Paradoja, Vejar -responsable de la Antología de la Poesía Joven Chilena- reescribe y reformula su obra; la sopla y la desarma con las balas propias de ese tiempo que combate y lo anima.
Pedro Lastra escribe que Vejar entendió que muerte y belleza son una misma realidad.
Quizá también entendió la sentencia esa de que si no puedes vencer al enemigo -en este caso, el tiempo, la muerte- mejor únete a él.