Bitácora
del Emboscado, de Francisco Véjar
REGISTROS,
HUELLAS Y ACECHOS
Por Sergio Ojeda Barías
Periódico Literario Carajo N°4,
septiembre de 2006
www.carajo.cl
Francisco Véjar nos propone una bitácora, que
en el decir de los hombres de mar es un libro donde se apunta la velocidad,
las maniobras y demás accidentes de la navegación. Adentrándonos
en ese rumbo, Vejar construye un registro personal que devela su tránsito
por lugares, situaciones, lecturas
y rincones al ritmo de la música.
El diario de viaje nos sugiere la idea de una trampa, de una emboscada
y de una sorpresa. Como si el autor fuera atrapado en su propio juego
que es la poesía. Es en ese espacio lúdico donde aparece
la ciudad brutal y el desencanto que finalmente fluye hacia una estética
del vivir. En ese deambular nos encontramos con una forma de entender
los espacios que habitamos. Ellos nos dan pistas para sobrevivir,
y así nos dicen: "con derrumbes de casas / y heridas en
sus aceras / siempre habrá algo que te guste; / como el vuelo
del mirlo sobre el parque / o la compañía muda de los
árboles/".
Ese territorio se expresa con coherencia en la muestra que nos ofrece
el autor, hay búsqueda y acecho. La ciudad, la costa, el jazz
y la muerte se recrean como atmósferas que establecen un ritmo
en los poemas. Ese ritmo es una manera de vivir y entender el paisaje:
"Si ya nada importa/ y la ciudad duerme tranquila/ a la hora
en que las citas trabajan a solas,/ en cuartos solitarios y ruinosos/
donde el amor sabe a cerveza rancia,/ no podemos sino ser parte de
ese río/".
El texto recorre su obra, es una especie de antología que abre
nuevas palabras y nuevos poemas, pero que nos permite conocer y husmear
en la ruta que ha trazado desde 1988, con su libro Fluvial
hasta País de Insomnio del año 2000.
Aunque en la mayoría de los poemas existen referencias a lugares,
lecturas, playas y espacios de la cotidianidad hay textos que se escapan
de esa frontera, toman un vuelo distinto y profundizan desde una mirada
más metafísica. Los mismos ambientes son los que hablan
respecto a la trascendencia, al desgarro del vivir y a la fragilidad
de los habitantes que se hospedan o están de paso por el escenario
de la ciudad. El poema que cierra el libro "Paráfrasis
de Jean Tardieu" es una clara señal de que la emboscada
se aloja en el vivir, en el habitar:
"Un camino es un camino
Sin ser un camino
Lleva todo lo que pasa
Y también lo que no pasará más
El presente es pasado
En el momento que lo digo
Y lo que vendrá
ya no lo espero y no lo alcanzo
Tiemblo al nombrar las cosas
Pues cada una toma vida
Y muere en el instante
En que escribo.
Yo mismo desaparezco
Como las cosas que señalo
Dentro de este fuerte tumulto
De ruidos y gritos."