Jorge Flores y los laberintos de la memoria
Por Francisco Véjar
Si optamos por lo genuino, debemos leer Si no recuerdas, lo haré por ti (Septiembre, 2007) de Jorge Flores Durán. Más allá de toda la contingencia política que trasunta el libro, está la poesía. Y ahora que algunos le rinden culto al feísmo, propio de nuestra idiosincrasia, Flores se dirige a su madre, quien padecía de una enfermedad irreversible. Pero lo que importa en esta obra es la memoria. Por lo mismo, el texto que abre el libro, dice:
Si no recuerdas,
lo haré por ti,
eres profesora, tu primera clase fue a los 18 años
las últimas son cuando te vengo a visitar,
trabajaste siempre con gente modesta,
me decías, ellos son los que más necesitan.
Las palabras son de uso interno del autor, se siente la respiración del poema como un milagro de humildad. Se escribe hacia otro, en este caso, se trata de su madre y a ratos aparece el tono elegiaco. He aquí un ejemplo:
La luz desaparece de la pieza, como si alguien la robara.
Me quedaría a tu lado como el infante que fui
Acurrucado como lo hacen los álamos en las noches frías.
En el segundo poema del libro el autor asume la enfermedad de su progenitora, no sin resignarse al garrotazo feroz que es el Alzheimer y nos atreveríamos a decir que la pérdida de dos de sus hijos precipitaron su olvido y muerte. Sin embargo, volvamos a la materia poética. Jorge Flores, escribe en la página 27:
Leí en un libro que luego no podrás recordar.
Te he estado contando varias anécdotas de mi niñez,
tantas travesuras …. me río para que tú me imites, fracaso.
Luego el poeta se rebela “contra la agonía de la luz” (Dylan Thomas dixit) y la provoca para traerla de vuelta a este presente que también padece de Alzheimer. Pregúntenle a cualquier ciudadano común y corriente por sus raíces. Por supuesto, no sabe ni dónde está parado. Sin embargo, todos los mensajes de la publicidad televisiva lo determinan. Entonces, el pasado ni el arraigo ya no existen. ¿Estará el país en vías de extinción, o sencillamente, lo que llamamos país no es más que un montón de escombros? Un “2007”, homologando a George Orwel. Por eso se hace necesario leer este opúsculo. Pensemos que no sólo se remite a su madre, sino al Chile desmemoriado, leemos:
¿Te acuerdas que perdiste a tus hijos?
siento que hay algo que te molesta, algo que te aflige
el dolor no se olvida, dice ese mismo libro (...)
Algún lector avesado podría decir: “es un lugar común”. La poesía –valga la redundancia- es una lucha perpetua con el lugar común. Basta leer a los poetas griegos o latinos para darse cuenta que todo está escrito. Pero “como nadie está dispuesto a oír, es necesario empezar de nuevo” (André Gide dixit). En definitiva es un libro fresco y vegetal y eso se agradece. El poeta no imposta la voz, solamente es. Él la hace recordar y le dice:
No recordar ¿es no sentir? Me pregunto.
La primavera comienza el 21 de septiembre,
se nota por el perfume de las flores,
también empieza el 21 de marzo, en París
nos visitaste, estabas alegre como una mañana (…).
El libro termina despidiéndose y anota:
Te amo Madre…
Eso tú lo sabes aunque lo hayas olvidado.
Diremos de manera tal vez innecesaria que el poeta Jorge Flores Durán nació en Santiago de Chile, el año 1958. A los 16 años se radica en París, Francia, tras ser detenido y torturado en Londres 38. Allí empezó a cultivar la poesía. En 2003 publicó un volumen testimonial con el mismo nombre y número de la calle donde fue vejado por agentes de seguridad del gobierno de Pinochet. Dicho libro lo llevó de viaje a España y Francia.
En fin, la obra que ahora presento al público lector es bilingüe, es decir, está también en francés. Vale la pena leerlo. Es como el viento fresco de esta primavera y está dedicado a los enfermos de Alzheimer, mal del cual murió su madre. Léanlo.