Una
superstición chilena
(Sobre "Gabriela Mistral:
una mujer sin rostro, de Lila Zemborain)
por Cecilia Pavón
en Página12,
20 de julio de 2003
“¿Qué hacen los textos escritos por mujeres cuando dicen
‘yo’?”. La pregunta lanzada por Silvia Molloy en su libro Women
writers in Latin America (1991) y citada en la introducción de
Gabriela Mistral estructura según las propias palabras de Zemborain la
búsqueda de su trabajo. En este sentido, el libro se inscribe en la tradición de la
crítica feminista que trabaja con las auto-representaciones que las
mujeres construyen, considerando sus potencialidades emancipatorias o
bien tomándolas como enclaves donde descifrar construcciones
culturales opresivas.
... Así,
Zemborain se ocupa del “yo camaleónico” de la Mistral y lo desmenuza a
través de un ejercicio de relectura de algunos de los lugares
“clásicos” de su poesía. La relación con el seudónimo, la construcción
de sujetos elegíaco y profético, y la figura maternal, son los cuatro
ejes a través de los cuales la autora revisita a la poeta chilena,
iluminando aspectos que trazan una Mistral a contrapelo de la lectura
que durante décadas dominó su percepción oficial. Es muy probable que
Gabriela Mistral sea la escritora latinoamericana que más revisiones
de este tipo ha suscitado en el mundo de la crítica académica,
especialmente la norteamericana, en cuyas tradiciones Zemborain se
inscribe (este ensayo surge de su tesis doctoral para la Universidad
de Nueva York).
... Esta fiebre por
desacralizar a la primera Premio Nobel chilena se relaciona con la
canonización paralizante que sufrió (y sufre) en su país, donde es,
además de la imagen del billete de 5000 pesos, la figura más
representada en estatuas pueblerinas –hasta en las estaciones de
policía puede encontrarse uno de sus bustos de bronce– y donde suena a
blasfemia y genera debates con ribetes de escándalo cualquier alusión
pública a su (más que posible) homosexualidad.
... Pero el aporte de Zemborain es valioso porque
su mirada no se limita a revertir los clichés de la maestra rural
abnegada o de la sufrida madre frustrada escritora de rondas
infantiles, presentando a una Mistral más queer, dueña de una
escritura liberada y difícil; también investiga las operaciones
textuales de la propia Mistral que ayudaron a la creación de esos
mitos oficiales. Como cuando cita pasajes de sus artículos didácticos
y reaccionarios (que más de una feminista quisiera pasar por alto): la
mujer debe ser paciente, incorruptiblemente buena, instintiva,
infaliblemente sabia –sabia no para su propio provecho sino para la
renuncia de sí misma, sabia no de manera que se haga superior a su
marido, sino de un modo que no pueda faltar a su lado.
... Hacia el final del libro, Zemborain incluye
un apéndice en el que en una suerte de trabajo de campo recoge los
testimonios de distintas poetas latinoamericanas en cuanto a sus
experiencias de lectura con la poeta chilena. En la mayoría se percibe
un proceso similar: rechazo al comienzo por su imagen acartonada, y
descubrimiento luego de una Mistral insólita y viva. Una experiencia
similar es la que llevó a Zemborain –ella misma poeta antes que
crítica, con tres libros ya publicados– a la elección de su objeto de
estudio.
... Cuando Zemborain sigue lo
que ha escrito en el prólogo (“La lectura de estos textos me llevó a
comprender que únicamente la libertad creativa posibilita la
constitución de un sujeto que enuncia múltiples identidades. Una
libertad que yo intentaba vanamente alcanzar pero que tenía al alcance
de mi mano a través de la experiencia creativa de Gabriela Mistral”),
el libro adquiere su dimensión más interesante, la imaginación crítica
seenlaza con la imaginación poética, y se vuelve el registro de cómo
una poeta lee a otra en busca de pistas de escritura.
© 2000-2003 Pagina12/WEB República
Argentina
20 de julio de 2003
Gabriela Mistral. una mujer sin
rostro
Lila
Zemborain
Beatriz
Viterbo Editora/ Rosario,2003.
160 páginas
CONTENIDOS
Introducción / 1. Las figuraciones de un nombre - Resonancias
del seudónimo / 2. El sujeto elegíaco - El diálogo con un cadáver - El
diálogo con un muerto ilustre - El diálogo con la madre muerta - El
diálogo con el hijo muerto / 3. El sujeto maternal - La maternidad
sagrada - La mujer estéril - La práctica maternal / 4. El sujeto
profético - El dios patriarcal - La vieja sibila - La naturaleza - La
mujer sin rostro / Apéndice: La persistencia de una voz. Ecos de
Mistral en las poetas de hoy / Bibliografía
Lila
Zemborain
... Nació en Buenos Aires y vive
en NuevaYork desde 1985. Acaba de publicar su tercer libro de poesía,
Guardianes del secreto (Bs. As. 2002). Además ha publicado
Usted (Buenos Aires, 1998), Abrete Sesamo debajo del
agua (Bs.As 1993) y las plaquettes Ardores (1989) y
Germinar (1983). Su poesía, traducida al inglés por Rosa
Alcalá, ha sido incluida en la antología Corresponding Voices (2002),
en el eJournal PoEp (2001), y en la serie de las plaquettes de
Belladona con el poema "Pampa" (2001). Es directora de la serie de
lecturas de poesía Rebel Road y editora de Rebel Road, Poems in the
Garden I y II (2001) y III (2002). Es profesora de lengua y literatura
en el Departamento de Español y Portugués de New York University,
donde hizo su doctorado en Literatura Latinoamericana.
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Santiago de Chile, 5 ago
(PL) La Mujer sin rostro, libro que se lanzará esta semana en Chile,
de la escritora argentina Lila Zemborain, vuelve al mito de Gabriela
Mistral, la premio Nobel y personaje tan intocable como Emiliano
Zapata para los mexicanos.
Ha trascendido que
Zemborain desacraliza la imagen solemne que algunos estudiosos han
dado a la figura del primer escritor (escritora) latinoamericano en
ganar un Premio Nobel.
Lila Zemborain
arremete contra el mito de Mistral como "mujer institucional" y
descubre que esa imagen la misma poetisa la construyó de sí misma.
A través de un
análisis de su obra, esta poeta y profesora de la Universidad de Nueva
York asumió la valiente tarea de desnudar el mito en aras de develar
una verdad que partiera del análisis de los diversos sujetos que
adoptó la creadora.
En un acápite
titulado La Persistencia de una Voz: Ecos de
Mistral en las Poetas de Hoy, Lila Zemborain indaga acerca
de la misteriosa interrogante de por qué la poetisa chilena no ha
contado con herederos literarios.
A partir de una
encuesta entre poetas latinoamericanas, la autora concluye que una de
las principales causas radica en la construcción de un personaje
cerrado e inimitable, "que mira desde la altura de un Nobel que no le
ha dado popularidad a su poesía, sino más bien a su imagen de
maestra-madre-amante-sufriente".
El finado escritor
cubano Juan Marinello, que la conoció bien, dijo acerca de ella en una
entrevista a su compatriota, el periodista Luis Báez, que pese a su
grandeza Gabriela Mistral "tenía reacciones de niña" ante determinados
acontecimientos de cierta profundidad.
Otras opiniones
hablan de Mistral como una mujer abandonada de niña por un padre
alcohólico. Sus amores fueron esencialmente espirituales, no carnales,
y uno de los primeros, Rogelio Ureta, se suicidó por robar dinero para
un amigo.
De esa misma
manera terminó su hijo adoptivo, Juan Miguel Godoy, quien había nacido
con la columna vertebral y la cara deformadas. Su verdadera madre
había muerto en el parto.
El relato de
Zemborain confirmó lo que hasta entonces era un supuesto insidioso: en
Chile, Gabriela Mistral es una figura institucional, sacralizada, cuya
valorización poética a nivel popular se reduce a billetes de cinco mil
pesos, estatuas y marcas de pisco y cuadernos.
Algo similar al
Emiliano Zapata de muchos mexicanos.
Pero... y ahí va
el más grande descubrimiento de la investigadora, esa imagen de madre
asexuada y ejemplar maestra de escuela fue promovida por la propia
poetisa a través de su obra.
Para Zemborain,
Mistral en los chilenos es otro gran personaje histórico como Manuel
Rodríguez, Bernardo O"Higgins o Diego Portales, "una presencia viva,
no particularmente a causa de su poesía, sino más bien porque se ha
instaurado su figura como una especie de prócer impuesto a la
población".
Todo comienza con
la renuncia a su nombre de pila, Lucila de María del Perpetuo Socorro
Godoy Alcayaga, y las diferentes -y a veces ambivalentes-
denominaciones que va adoptando en este camino hasta llegar al
definitivo seudónimo: Gabriela Mistral, que ella adopta por amor a la
obra del poeta fascista italiano Gabrielle de Annunzio.
Según la autora
argentina, el uso de un seudónimo implica "el rechazo de un sujeto
femenino a subordinarse al discurso masculino", lo que justifica la
opinión generalizada de que deseaba adoptar un "nombre de poder", que
le permitiera entrar al hasta entonces cerrado círculo de
intelectuales hombres.
Al análisis del
sentido elegíaco y profético que se manifiesta en la poesía de
Mistral, se suma una relectura del sujeto maternal que subyace en su
obra, a partir de aproximaciones opuestas: desde el lugar de madre y
de hija. En ambos casos, Zemborain se empeña en desmitificar la imagen
maternal que Gabriela Mistral creó de sí misma y que la crítica juzgó
"como emblema de la posición de la mujeres en la sociedad".
Este estereotipo
femenino, concluye la autora, es una de las razones que explican que
Gabriela Mistral no haya tenido descendencia literaria. (Edgar Mesa)