.........,,,,,,,,,,,,,,,,,....... PABLO GARCIA
 


El Hombre Desamparado

Busca sus personajes en un mundo sórdido con ebrios, vagabundos y hasta locos.

por Juan Andrés Piña


..... Los temas y los personajes de Pablo García casi no han cambiado. Como una obsesión se prolongan en La tarde en que ardió la bahía (Nascmento, 175 págs., 1979) a través de ocho cuentos memorables, sobrios, y que nada tienen de más ni de menos. El mundo sórdido de seres desamparados y mínimos vuelve a desfilar por las páginas del libro, ahora quizá con mayor maestría y menor rudeza.
... En todas las narraciones son personajes humanos de poca monta, abandonados a su suerte, borrachos, miserables, mendigos y locos, los que protagonizan los cuentos.El ambiente es también el mismo: paisaje de extramuros, habitaciones y hoteles de mala muerte, puertos abandonados y hediondos... Estilizando un poco la crudeza realista con que se dio a conocer literariamente Pablo García, sus narraciones parecen ahora tomar cierto vuelo poético, sus personajes se sumen en reflexiones antes que en acciones desatadas.

UN VIOLENTO "NO HA LUGAR"

... Para solitarios hay de todos los gustos. El hermosos cuento Las campanas lloran y yo estoy lejos es la historia de un viejo capitán de barco que vio alguna vez una muchacha en un puerto desconocido, frente a una iglesia. Como si ella fuera la llave de la verdad y la vida, el hombre se lanza en su busqueda a través de todo el mundo. Su pregunta: "¿Hay aquí una iglesia con campanas?" le condena y termina calificado como "el loco de las campanas".

Solitarios intelectuales también hay, esos jóvenes que leen, reflexionan y escriben, sumergidos en un pueblo de borrachos y prostitutas.
... La búsqueda y misantropía de estos seres casi siempre raya en la locura. Hay también un viejo archivero (Nocturno) que tacha todas las solicitudes con un violento "no ha lugar", como venganza contra el mundo estrecho que le rodea. Sueña con discutir a su jefe y amar a la secretaria de la oficina, intentos que siempre terminan en huida.
... Ante la miseria y mezquindad del ambiente, los protagonistas se sumergen en un universo propio, se aislan y el resto termina siendo sólo un telón de fondo: "Me veo ahora, recorriendo el poblacho, calle arriba, calle abajo, de cerro a cerro, de mar a mar. Debí parecer un muchacho extravagante, con el sombrero embutido de cualquier manera en la cabeza, de mirada dura, hostil y con un rostro enflaquecido por las meditaciones; era como un piedrazo dado a la simpatía y la cordialidad".

"LA SOLEDAD SE ADHERÍA..."

... La locura, la imaginación desbordada o los actos gratuitos ejercidos por los personajes les hacen escapar por un pelo a estos cuentos de un realismo estrecho y plano. La búsqueda de cierto modo de felicidad que es común a todos los protagonistas les hace huir hacia mundos interiores o maravillosos. Pero nunca conseguirán lo deseado. En el cuento Octubre cruel, se recrea la vida en el interior de una de las embarcaciones de Colón hacia América. Los marineros creen ver a cada instante la tierra anhelada. Todos los avisos son falsos y al final, cuando es verdad, el protagonista baja a su litera y se duerme, aburrido. Este simbolismo recorre todos los cuentos.
... Hay un designio fatal que recuerda permanentemente a los personajes condenados de Manuel Rojas. El tener que "pagar la cuota" de sufrimiento a cada paso, parece también perseguir a los seres de Pablo García: "Nos faltaba ímpetu, vitalidad, alegría de vivir. No teníamos alas ni suficiente impulso para desear ser otra cosa y jamás podríamos escapar de la trampa en que estábamos metidos. Eramos unos fracasados; unos pájaros de mal agüero".
... Estos nuevos cuentos confirman que, además de ser García un narrador sólido y entretenido, está metido un poco a la fuerza en la Generación de1957. Sus temas y formas son anteriores. Estos personajes desquiciados -algunos inolvidables- locos y algo poetas, retratan un universo casi sin salida, pero que hay que vivir. Los cuentos se beben de una sentada, encontrándonos a cada paso con la frase que se repite: "La soledad se dhería al alma como una mano helada..."

 

en Hoy. febrero- marzo 1979

 
 

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