La correspondencia entre la poeta Nobel y L.
E. Délano demuestra que la cónsul de Chile en Santa
Barbara era una fiel admiradora de la grandeza poética de Neruda.
La Facultad de Letras de la Universidad Católica,
que ya posee una valiosa colección de cartas inéditas
de Gabriela Mistral a Manuel Magallanes Moure, ha incrementado su
acopio con varias hojas
dirigidas en 1948 a Luis Enrique Délano, entonces cónsul
de Chile en Nueva York.
Había sido entre 1933 y 1935, secretario y ayudante
de Gabriela Mistral en el consulado de Chile en Madrid. Emergente
escritor de cuya obra Viaje de sueño ella escribió
"Recado sobre un cuentista del mar", celebrándole
su cumplimientos verbal ante el océano, "asunto mayorazgo"
que ella consideraba escamoteado por la narrativa chilena. La ciudad
de los Césares ha sido su más reconocida novela.
L. E. Délano recibirá en 1970 el Premio Nacional de
Periodismo. En 1935 el Gobierno chileno ordenó a Gabriela Mistral
trasladarse a Lisboa antes que España la declarase persona
non grata, por opiniones confiadas a un amigo, en carta que había
sido divulgada sin su autorización. Fue reemplazada por Pablo
Neruda, quien pidió a L. E. Délano permanecer en el
consulado; desde allí colaborarán en defensa de los
republicanos. L. E. Délano visitó a Gabriela Mistral
en Lisboa, y durante los bombardeos de Madrid, ella logró hacerle
llegar dinero.
Del período Guerra Civil no quedan cartas de Mistral
a Délano. De la década de los años 40 sobreviven
sólo tres. En ellas, bien definida queda la noble actitud de
Gabriela Mistral , cónsul de Chile en Santa Barbara, California,
ante "el escándalo" del senador Pablo Neruda, desaforado
y prófugo.
En los siguientes extractos se comprueba que, aun rechazando
el comunismo, ella era una fiel admiradora de la grandeza poética
de Pablo Neruda. Más aún: que sentía la angustia
de otro perseguido: "Di un respiro grande al leer en aquel discurso
del Señor (¿alude a Gabriel González Videla,
o a algún senador?) una frase que dice a propósito de
P. [Pablo], que no le molestarán más. Yo sólo
he podido hacer 3 cosas de índole privada por P.: escribir
a tres "grandes" -pero no radicales- sobre el "escándalo"
- que eso ha sido lo de P. Cartas largas y recias. Sé que al
Altísimo (¿Gabriel González Videla?) le llegó
eso, con sus datos y sus razones numerosas. ¿Dónde está
P.? Parece que en Plata". "Tremendo el documento de P. N.
(Pablo Neruda). Pero, pero, pero... al P. C. (Partido Comunista) se
debe la presidencia de G. V. (González Videla). Ni siquiera
a su propio Partido Radical, a Uds". (Supongo que el tremendo
documento sea el discurso "Yo acuso", pronunciado por Neruda
el 6 de enero de 1948, ante el Congreso Nacional).
En carta del 6 de marzo pero enviada en 2 de septiembre
de 1948 (Vía Ciro Alegría) a Délano, entonces
cónsul en Nueva York, Mistral le cita en su carta las siguientes
palabras de Miron Grindea, directora de la bilingüe revista "Adams",
que se publicaba en Londres: "Yo le agradecería muchísimo
que me enviase una crítica corta de P. N. Estoy preparando
algunas páginas de mi Revista en honor de él y como
sé -por nuestra conversación en Londres- que Ud. mucho
le quiere y le admira en su obra creadora, estimo que el homenaje
de "Adams" no estaría completo sin el juicio de Ud.".
"Yo deseo sinceramente que las complicaciones políticas
que tiene P. N. en este momento no impidan el que Ud. le rinda este
tributo al poeta". "Naturalmente voy a escribir un juicio
sintético sobre nuestro amigo. No sé hacer crítica
válida, buena ni mdiana sobre el futurismo; pero alabar lo
poético óptimo, eso creo saberlo". Estaba dispuesta
a escribirlo. No lo hizo: "Porque en el momento extraño
y sesgado que vivimos pueden declararme "camarada" en Santiago
y también "agitadora". Y yo, Henry, me he cuidado
siempre de escribir en publicaciones fascistas y comunistas. Por horror
de algo que en mí es muy fuerte: el horror de los Super-Estados,
del espantoso estatismo. En Brasil viví la neumática
que me hizo el Gobierno... en cuanto a comunista. No quiero que esto
comience para mí en el propio Chile, y la hora oblicua se presta
a todo".
Buscaba, pues, colocar su artículo donde no la
dañase. Pero ¿era factibre escribir en revista no comunista
un artículo de alabanza de un poeta comunista? Y al revés
¿era factible escribir en revista comunista un artículo
de alabanza de un poeta cristiano? Dilema y paradoja de cómo
apoyar al amigo poeta escindiendo lo que en él estaba soldado:
ideología y poesía. En él y asimismo en ella,
vida y obra confluían, pero en Gabriela Mistral primaba su
viejo hábito de prescindencia política.