..... A mí, la poesía y la vida se me dan en una sola
amarra, en una sola urdimbre. Y no sólo a mí; a todos los poetas de
lengua romántica, pero no del romanticismo baratieri, sentimentoso,
lamentable; sino del gran romanticismo, alemán por ejemplo, del siglo
XVIII, que fue el punto de arranque de esa gran línea. No se trata de
escribir versitos o escribir como poeta, sino de vivir como poeta. De
repente hay personas iletradas, analfas si tú quieres; pero que tienen
una gracia imaginativa, sensitiva, una luz, y, sobre todo un lenguaje
fresco, lozano, vivísimo, intenso. Son verdaderos poetas. Además, los
niños son poetas. Nosotros cretinizamos a los niños. Los podamos en su
imaginación preciosa, en especial en el primer ciclo de la niñez, allá
por los 3, 5 años. Los metemos en las escuelas, los tijereteamos y les
exigimos que entren en la pauta, en la norma, famosa, de pensar
racionalísticamente. Ahora, hay bastante academia porque opera el libro,
operan las marcas de la escritura consagrada. Todo eso es divertido.
Entonces alguien te dice: "Bueno, debes tener una formación". No es que
te lo digan, se impone también. Tampoco se puede prescindir de lo que
está dado, de lo que se da en la órbita de una escritura que tiene lo
suyo. No es que esté defendiendo al animal poético iletrado. No, no, no.
Uno tiene que, parejamente, en su ejercicio imaginativo sensitivo hondo
fino lozano, tiene que leer necesariamente, porque para eso está metido
en la órbita de la palabra. Los poetas ignorantosos se quedan a media
vela o no hacen nada, o son unos reiterativos, que creen descubrir todo
el universo y no han ido ni a la esquina. Hay que leer y leer por
dentro, no leer por fuera. No académicamente, sino meterse dentro de la
palabra, descifrar el juego. Ver que la palabra es una dinamicidad viva,
una célula viva. Porque no se trata de amar a los poetas. Es muy bonito
que se ame al señor Neruda o al señor Borges, pero hay que leerlos.
Intraleerlos y releerlos.
-Hay una figura ahí en
su vida, cuando en su juventud usted se acerca a La Mandrágora, que era
un grupo muy letrado, y usted prefiere buscar el surrealismo no en esa
experiencia letrada, de laboratorio, sino que prefiere vivir el
surrealismo yéndose al norte.
..... -Claro. Se me dio. Son todas situaciones que
se van dando. No es que los jóvenes de entusiasmo surrealístico, de ese
año 38, del otro siglo que ya parece tan remoto, no es que ellos no
tuvieran algún trato con el pensamiento de André Bretón, de Louis
Aragón, en fin, de todas las figuras grandes. No, sabían eso. Pero yo,
tal vez, por un vínculo más profundo o más próximo al viejo romanticismo
alemán, que es progenitor del surrealismo, porque el surrealismo es de
todos los movimientos, de todos los "ismos" del siglo XX, el más
próximo, el más pariente, estoy hablando de Hölderlin, Novalis, Kleist,
tanto escritor considerable en el plazo de Goethe; aunque no estoy
hablando necesariamente de Goethe. Bueno. Ellos estaban informados, se
leían las revistas que llegaban vía Huidobro: la revista "Minotauro", la
revista "El Surrealismo al servicio de la Revolución", unas revistas
lindísimas, y por ahí claro, salió algo de surrealismo. Pero ellos, se
me dio a mí, como que estaban demasiado pegados a la letra, no al
espíritu mismo que, como te digo, se funda en esta comunicación entre
vida y poesía. Y yo me harté porque me sabía esa parte, o la obtuve muy
rápidamente. Tampoco estoy en querella con ellos, simplemente me aparté.
Me fui a las cumbres de Atacama en un mineral donde me ofrecieron la
pega. Entonces yo le dije: "Y tú, ¿cómo estái?". Era una mocosita de
como 15 años, linda, preciosa. "Mal, poh", me dijo, "porque me estoy
descasando y no sé..." "¡¿Cómo que te estái descasando?!, una cabrita
tan chica...", "Sí, poh". En fin, era un percance. Entonces le dije "Si
estás en eso y si eres tan bonita, ándate conmigo". Eso es asumir la
poesía como conducta, ése es mi juego. De eso se trataba. No de escribir
como poeta, sino de vivir como poeta. Y me fui con la niña. Subimos por
los cerros; vivimos ahí como 2 años entre los mineros del cobre; ella
parió a un hijito mío que hoy es un gran médico que vive en Alemania. Yo
viví eso y fue un prodigio. Los mineros del cobre, analfabetos, a los
cuales les enseñé a leer, y no había ni libros ni cuadernos ni todavía
el silabario, nada en esas cumbres cordilleranas, había puro viento y
maravilla. Entonces esta muchacha me dice: "Oye ¿y por qué no les
enseñamos a leer a estos mineros que llegan todos cansados y sudados
después de los turnos?". Y yo dije a ver cómo lo hacemos. Me compré 20
botellas de pisco, era caro para mí. Gustaba mucho el pisco en esa zona.
Sin curarnos, porque eran borrachos por naturaleza, proclives al trago.
Les dije: "Hablemos aquí, debajo de las estrellas, ¿porqué no aprendemos
a leer?" Unos dijeron sí; otros, no. Total, no tenía cuadernos ni nada,
y ¿sabes tú lo que hice? De un libraco que andaba entre mis pobres
maletas viejas que llevé saqué, más bien ella, María, sacó unas cuántas
palabras y las dio a leer. Unas eran de Anaximandro, de Tales de Mileto,
de los filósofos. Y los muchachos con sus patas al aire, oyendo hablar
de todo esto y tomando trago, tienen que haberse divertido mucho. Y les
gustó cuando les mostré a Heráclito. Dijeron: "¡Ese es bueno!" Fíjate el
genio del pueblo, de la gente, es finísimo. Gente imaginativa que no
tiene trato con los libros. Puse en unos tarjetones de papel, de ése con
el que se envolvían los alimentos en las pulperías, cortamos con unas
tijeras e hicimos unos silabarios. Y creo que soy el único o el primero
en todo caso, poeta en América, que enseñó a leer a los mineros del
cobre en el silabario de Heráclito. Dime si eso no es más surrealístico
que toda la huevadita de andar leyendo revistas.
PACTO CON
TEILLIER
..... Ahí en la Alameda, en la cuadra 26, encima de una
botica, vivía un hombre en un departamento, un tipo que iba y venía
hacia París, que era muy raro en esa época. Vicente, Vicente Huidobro.
Era un pije transgresor. Un señorito, un niño bien, pero transgresor. Se
divertía, le parecía un cretinismo todo este cuento chileno. Altanero.
Muy díscolo con los tontos, con los viejos, y muy abierto con los
nuevos, con los jóvenes. Ese pasó por mí temprano, sin prosternación por
parte mía. Yo tampoco fui del círculo de ellos. El Volodia estaba más
cerca, el Eduardo Anguita. Había otros. Pero yo lo veía y me parecía de
interés. Otros con quienes dialogué en Chile fue... ¡El Rokha poh! Por
afinidades de temple. Yo con De Rokha. No hay que limitar, pero a De
Rokha yo le celebraba esa espontaneidad, ese desafío, esa ruralidad
esencial que tenía, más que Mariano Latorre, que era el pontífice del
ruralismo; más que don Lucho Durán, a quien quise mucho. Había muchos.
Bueno. Y además me interesaron los poetas iberoamericanos, no sólo los
poetas, había figuras de importancia. Entonces, nunca pensé
chilenamente. Yo no soy chileno para nada. Me-a-bu-rre-ser-chi-le-no,
mapochero. O de mi paraje precioso de la provincia de Arauco. No soy
esencialmente o exclusivamente del país. Siempre, desde chico te estoy
hablando, 8 años, cuando estudiaba la historia de las batallas, yo
decía: "¿Por qué Brasil, aunque hable un idioma diferente, va a estar
lejos?". Entonces se me dio lo iberoamericano. Tal vez porque en esos
años había en Perú un movimiento que se llamaba el Apra, todas esas
cosas influyen. Uno empezaba a pensar iberoamericanamente.
-¿Y con
Vallejo?
..... -Bueno, ése es entrañable. A ése no lo leí
tan temprano, porque en ese tiempo era bien difícil la comunicación de
un paraje a otro, de un pueblo a otro. Fíjate que lo vine a leer el año
42, cuando yo era un hombrecillo ya. Y me conmovió eso de descuajeringar
el lenguaje y la sintaxis, que él había hecho en
Trilce, sobre todo su segundo volumen; se parecía a lo
que yo estaba haciendo. Es decir, el juego no sólo con los neologismos,
que son necesarios cuando son necesarios, no hay que abusar de ellos,
pero esa irreverencia respecto del lenguaje de los españoles aburridos,
con sus normas de no sé cuantas cosas, con Academia de la Lengua y todo.
Ese tipo me encantó. Aparte era un vidente. Vallejo era enorme. Entre
los peruanos hay gente muy valiosa. Vallejo, el primero. Eguren, que era
anterior a él, otro prodigio. ¡Los cronistas! Españoles, pero de allí.
¡Y los cronistas de nosotros! Huy, ésos me fascinaron desde siempre. El
padre Rosales, el padre Olivares, el Lacunza, que era loco, un fraile
jesuítico, que tenía telescopio y miraba las estrellas, y lo desterraron
como a todos los jesuítas, los devolvieron a Italia. Y, mirando las
estrellas para arriba, se cayó en un hoyo y se murió. Tipos preciosos.
Eso sí que, les aseguro, lo tuve yo: apertura. Fui de mundo. Y no
presumo. Se me dió así. Por eso alguna vez tuve pequeñas diferencias con
este niño maravilloso que se nos ha muerto hace poco, Jorge Teillier.
Jorge tenía un gran sentido de la poesía. Un sentido del límite. Cuando
hablo de poesía del límite quiero decir rigor. Pero él le daba con la
idea de los lugares, de los lugareños, lo que llamaban los lares; creía
que estaba descubriendo el mundo con mostrar aquello. No caía en el
paisajismo, yo sería un falsario si dijera eso. No era un costumbrista
ni un paisajero. Pero él quería hablar de esa infancia y remitirse a los
trenes de Chile, y a los juegos así, de lo muy inmediato. Muy
importante. Casi lo vernacular, y algo trascendido. En cambio yo, que
era tan de pueblo, y más bajo que él de clase social, yo era más del
pobrerío, a mí se me dio el mundo desde temprano. Yo fui poeta mundano.
Mundano de mundanidad real. Y los dioses me ayudaron en eso.
DESDE MI
INFANCIA VENGO MIRÁNDOLAS, OLIÉNDOLAS...
..... Mi visión erótica no tiene que ver para nada con lo
porno. No es que les tenga miedo a la sensualidad ni a la sexualidad.
Todo lo contrario. Me parecen de maravilla siempre esas pulsiones
eróticas, como decía Freud. La pulsión erótica es fundamental. Desde que
un niño ya está mirando a las cabras chicas. O viéndose los genitales o
viendo a la madre eróticamente. El Eros está transido por el Thánatos,
que es la muerte. Lo erótico se te da en instantes, y la muerte, igual,
y la vida, igual. Todos somos instantes. No hay que ser ningún sabio
para decir eso. El prodigio del orgasmo, por ejemplo, es Eros y Thánatos
al mismo tiempo. Estoy amando con adoración a una, la mancho con la
hermosura seminal y sucede que ahí mismo hay una parálisis fisiológica
en el macho: la que llaman tristeza después del coito. A la muchacha le
pasa un poco distinto. Bueno, pero afuera de eso, en una sola urdimbre,
se me da lo enigmático, lo que no alcanzo a saber, eso es a lo que llamo
numinoso, en el sentido sagrado. El cuerpo es sagrado. No es sólo un
animal reproductor. Digo en algún verso: Ay cuerpo! Quién fuera
eternamente cuerpo! O como decía Luis Cernuda, de quien se cumplían
100 años de vida, ya está muerto, era de la generación de Lorca, decía:
Pobre cuerpo, inocente animal tan calumniado; tratar de bestiales
sus impulsos cuando la bestialidad es cosa del espíritu. Eso somos
los poetas. Amamos la palabra y la vivacidad erótica. Cuando uno quiere
leer poesía erótica, debe empezar leyendo a los místicos. A los místicos
orientales, los sufíes del siglo IX de nuestra era, antes de leerse al
mismo Juan de la Cruz, que es el rey de toda la poesía española, con
esos 17 humildes textos. Hay que leer a la Teresa de Avila, que habla de
la obsesión erótica.
-Pero en nuestra
realidad, la obsesión erótica pierde esa dimensión sagrada. Lo porno le
gana terreno, lo erótico se basurea...
..... Todo está referido ahora, y este ahora no es
un ahora tan cercano a nosotros, es un ahora largo, a la frescura y a la
gracia que tiene, al desafío que hay en la carnalidad, en la amarra, en
la violación, en el baile. Yo tengo un verso donde dice en dos líneas:
hombre es baile, mujer es igualmente baile. Y si tú lo piensas
bien, la rotación y la traslación es baile. Todos somos baile. Y todos
somos tierra, que es baile. Y eso tiene que ver con el ritmo, que es el
eje mayor de mi poesía. Los demás hermanos míos, Nicanor y tantos
grandes poetas, no son rítmicos ni les interesa. Creen que eso es
arcaico y que es una lata. Pero no entienden lo que es el ritmo. El
ritmo es una cosa de respiro, de movimiento sanguíneo. Ritmo es todo.
Por eso me gustó tanto que los americanos me dieran, el otro día, el
Premio Walt Whitman. Porque Whitman fue un animal que entendió lo que
era el ritmo. Y eso que él practicó el versolibrismo. Un verso no de la
medida, sino un verso desmedido. No un verso desmesurado; desmedido. Ese
ritmo casi respiratorio del gran autor de Hojas de
hierba, 1857, es el ritmo de toda la poesía moderna. Eso está
hasta en Lorca. Whitman es serio. Dicen que era maricón. Y qué me
importa a mí. No tiene nada que ver.
-Tal como Gabriela
Mistral que era lesbiana...
..... Y
qué bueno que sea lesbiana. Es lo mismo. Pregúntales a los persas, a los
griegos inmortales. Juegos hormonales y juegos suprahormonales. No hay
lío con eso.
-Pero llama la atención
cómo este país reacciona...
.....
¡Cartucho! ¡Cartuchismo infinito! Eclesiástico o no, pero
cartucho.
-Pero un cartuchismo
curioso, que aloja cafés con piernas y toda una serie de salidas para la
libido... es como un erotismo mal entendido. Como que al chileno le
cuesta, justamente, el ritmo.
.....
Bueno, es un erotismo muy baratieri. Y además sinuosos. Como son
los chilenos. Es nuestro talante. No tenemos que objetar a nuestra
gente, somos así. Como solapados. En el lenguaje inclusive. Nunca
decimos todo de modo inmediato o directo. Tampoco eso estan malo. Es
interesante. Hay frases de campesinos, yo vivo entre campesinos,... tú
les dices por ejemplo: "Yo creo que Lavín va a ser el gran gobernante de
este siglo". Entonces el huaso te mira y te dice: "Patrón, se habría
oído decir". Fíjate cómo te deja en la vuelta.
MÚSICA
LIGERA
..... Aparentemente es una cosa sin salida. Pero eso ha
ocurrido mucho en el planeta. En el historial clínico mayor del planeta.
¿Cuántas veces no se dijo? A la salida del milenio, del primer milenio,
se acaba todo, apocalípticamente, se acaba, se termina, triunfa el
sinsentido sobre el sentido, si es que hubiera sentido. Entonces, claro,
aparece temible, y sobre todo la circunstancia de que no haya
bipolaridad, sino un sólo polo, ¿cómo va a ser eso? Unos reyezuelos, los
americanos, que tienen unas platas, un fulgor tecnológico. Ahora, la
tecnología que es un prodigio por cierto, se ha convertido también en
una trampa tecnolátrica, hay una idolatría de la técnica. La gente no
sabe escribir ni quiere escribir. Dice para qué voy a escribir con la
mano si tengo la máquina. Pero no saben que cuando baja del seso esta
especie de vibración preciosa fisiológica y mental, entonces tú como que
recibes, te pasa por aquí, por el sistema muscular, sanguíneo, arterial,
te baja ese impulso por la mano, el brazo, el antebrazo, los dedos, los
carpios y metacarpios, estoy hablando bien físicamente, entonces tú
pintas tu pensamiento. A mí se me da así no por viejo, sino porque lo
veo bien válido. Pienso en mis chinos inmortales. Los chinos hacen esos
ideogramas. Hay que pintar, hay que mover las manos, no podemos pensar
que todo lo pueden hacer unas máquinas tramposas y sigilosas. Tú les
haces un toque, un clic, y te borran lo anterior. Pero no hay que borrar
del todo. El borrador mismo es muy bueno tenerlo. Ver cómo se equivocó
uno, cómo se borró con una línea algo y se cree que eso no es válido, y
después lo mira y no, pues, era bueno. En fin, en fin, lo que quiero
decir, para responder de un modo más coherente, es que, claro, parecería
que la amenaza es tanta, que no hay opciones de salida de esta
confusión, de este marasmo en el cual uno vive por ahora. Pero, ¡hay
salida, hombre! Y la palabra no va a ser cancelada por nada, nunca.
Tendría que ser cancelado el silencio también. O sea, cancelado todo. No
se puede.
-Pero en la coyuntura,
lo que vemos es su frase de hace un rato, que estamos ante un
enfrentamiento entre dos temporalidades, dos visiones de la vida, dos
culturas, oriente y occidente...
.....
Se está dando eso. Y es bien importante que, a costa de las
crueldades y penas y penurias involucradas, los musulmanes, desde esa
línea, que se atrevan en la contienda con nada menos que los otros. Ahí
en El Sur o en El Mercurio, una señorita copió una cosa que yo le dije
de un poeta del siglo XVI: las torres que desprecio al aire fueron,
a su gran pesadumbre se rindieron. Y como la palabra poética es
bien premonitoria, parece vaticinio, entonces es curioso, es bien
curioso, es divertido. No hay que desesperar pienso yo. Todo es así,
como ha de ser. Como es.
DOS POEMAS
NUEVOS
(De cómo
lee del Réquiem de la mariposa, editado por la Dibam, 2001)
"Cuerdas inmóviles", ésta es la
visión mía de la muerte. Está dedicado a Carlitos Droguett, que la gente
lo desprecia, que el cura de El Mercurio, Ignacio Valente, dice que es
pésimo. Droguett es un buen autor. Bueno, cuando se murió Carlitos, que
era muy locazo, yo escribí este poema: