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Hahn y Vicuña:
Dos libros hermosos

Por Grinor Rojo
Artes y Letras de El Mercurio, 12 de febrero de 2006

 

De un tiempo a esta parte, algunos poetas chilenos que salieron a la cancha por primera vez en los años sesenta vienen dando a conocer publicaciones globales, antologías retrospectivas de un tipo u otro, todas ellas con el no muy oculto deseo de contemplar (y de contemplarse ellos a sí mismos en) el panorama de su trayectoria completa. No quiero pronunciarme acerca del porqué de estos anhelos; que eso quede al criterio del astuto lector. Más interesante me parece indagar en sus consecuencias. Dos libros recientes, ambos de calidad inobjetable, me pueden ayudar en la tarea. Me refiero a Sin cuenta, de Óscar Hahn; y PALABRARmás, de Cecilia Vicuña. Escribí hace ya varios años, en un artículo para el Diccionario enciclopédico de las letras de América Latina, que la producción poética de Hahn era escueta pero poderosa. Con su trabajo formando parte de las principales antologías de la poesía latinoamericana de las últimas décadas, premios, traducciones, entrevistas, bibliografía crítica, elogios públicos y especializados copiosos, Hahn se ha convertido a esta fecha en un poeta con el que hay que contar tanto en Chile como fuera de Chile. Sin cuenta contiene lo que, desde su propio punto de vista, es el meollo de este cuento: una colección que para celebrar su medio siglo de labor incluye un poema por año. Considerando que la totalidad de la obra de Hahn debe ser de un centenar y algo más de poemas, no es una cantidad despreciable. Suficiente en todo caso para pergeñar una autobiografía poética, esto es, una tentativa que, como ocurre con todas las autobiografías, busca desde la altura del camino recorrido imprimirle propósito y dirección a un desarrollo que en el peor de los casos nunca los tuvo.

¿Cómo lo hace? Subrayando, creo yo, las principales permanencias. En primer lugar, y en cuanto a los contenidos, insistiendo en la batalla que este poeta mantiene desde el comienzo de su carrera con la muerte, la individual y la colectiva. No por nada los cinco primeros poemas de Sin cuenta ponen a la muerte en el centro. Y el último, "Lolitas", que parece vindicar a "los viejos locos/ los viejos que nos acostamos/ con muchachas cuarenta años menores que nosotros", tratando de neutralizar esa omnipresencia fatídica, se tropieza con ella de todos modos, y ello en el gesto de la mismísima muchacha que ahora "nos sonríe/ con la guadaña en la mano". Es esa la muerte individual y cotidiana, la que a uno lo asalta en la calle o en el dormitorio, y que en esta poesía existe codo a codo con la muerte colectiva y apocalíptica, la de los poemas de Imágenes nucleares, por ejemplo, de los que aquí se recuperan dos o tres.

Pero la muerte no reina sola en la poesía de Hahn. En su eterna disputa con ella, el poeta recurre sobre todo al sexo como su mejor antídoto: flamígero y efímero, estallido que va desde el doméstico desorden del fantasma ensabanado, en "Nacimiento del fantasma" y "Sábana de arriba", hasta la cosmovisión flammarionesca de "Hipótesis celeste", el sexo se rebela una vez y otra contra la nada en acecho y prometiendo eso que todos esperamos de él, que nos haga fundirnos con la pareja y ser entonces "la luz/ que se difunde en todas direcciones/ y atraviesa los cuerpos opacos".

La otra gran persistencia es la formal: el diálogo de Hahn con la poesía hispánica, medieval, clásica y moderna, de Manrique a Cernuda, pasando por Góngora y Quevedo, y con la no hispánica, Rimbaud, hasta su infelicidad con lo que ha podido conseguir hasta allí, en poemas como "Invocación al lenguaje", "Lee Señor mis versos defectuosos", "¿Por qué escribe usted?" y "Arte poética", ya que el lenguaje es un "hijo de la grandísima", los versos del poeta "quisieran salir pero no salen" y al fin la poesía "no me suelta lo que yo quería". En la línea del Rubén de "Yo persigo una forma...", este es el poeta chileno descontento, que descubre que ni el español que habla ni los moldes que usa pueden darle la perfección de "la rosa" (Esta rosa negra se llama el primer libro de Hahn), aun cuando eso no haya obstado para que sean suyos, y es sólo un ejemplo, algunos de los mejores sonetos que se han escrito en este país.

Cecilia Vicuña

El procedimiento de Vicuña es distinto al de Hahn. En principio, ella se confiesa republicando un libro del mismo título y que apareció en el 84 en la Argentina. Pero esa es una confesión engañosa. En realidad, lo que la poeta de "lo precario" lleva a cabo en las páginas de PALABRARmás es una meditación en torno al quehacer poético mismo, entendido éste como un quehacer con el lenguaje esencialmente. Mejor dicho: Vicuña da sentido a su particular exploración autobiográfica asumiendo la vida que ha vivido como el despliegue de una energía cuyo norte obsesivo es un continuo pedirle "más" a las palabras, desde "una noche de verano, en 1966", cuando la adolescente Cecilia "ve" una palabra "armarse y desarmarse, bailar y mostrarme sus partes, como si viniera de otra 'realidad'", hasta el momento que corresponde al poema que estamos leyendo. La poesía de Vicuña es una poesía de la poesía, un interrogarse sin titubeo ni descanso por los secretos del lenguaje, con la convicción profunda de que éste es un depósito de verdades otras que las instrumentales que se le suelen confiar a la vez que una fuente de asombro y de goce: "¿Y qué hemos creado?/ ¿Un palabramundo que no valora la creación?/ ¿Qué no atiende el palabrar ni distingue entre/ mentira/ y verdad?".

Por eso, porque ese otro lado de las palabras existe, Vicuña las investiga casi como si se tratara de objetos materiales: las toma, las mira al derecho y las vuelve al revés, las escarba y las baraja, las cruza con otras, las compara, las hace desnudarse y andar juntas aunque hasta entonces no se hayan conocido. El método es la asociación libre, etimológica, conceptual, acústica y tipográfica. El modelo predilecto, la adivinanza. Algunas muestras. Pregunta: ¿Qué es "lo terso, nubil y radiante unificado?". Respuesta: "la ternura". Pregunta: ¿Cuál es "el amante del día". Respuesta: "el diamante". Pregunta: ¿Cual es "el nido del son". Respuesta: "el sonido". Y suma y sigue: "contemplar", "trabadesde abajo", "imaginenacción", "arcadelno", en fin.

Hermosos libros los dos que ahora recomiendo, de los más satisfactorios que han pasado por mi escritorio en estos últimos meses.

 
 

 

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