FICHERO BIBLIOGRAFICO
Oficio de
Tinieblas
por Carlos René
Ibacache
en La Discusión de Chillán, 17 de junio de
1994
OFICIO DE
TINIEBLAS,
poemario de Fernando González-Urízar.
Ediciones Mar
del Plata.
131 pp. 1994.
Veinticuatro obras publicadas es
una producción poco frecuente en un poeta chileno. Si a esa realidad,
agregamos el hecho de que varias de esas obras hayan obtenido
galardones nacionales e internacionales, podemos pensar que tal
escritor tiene perfecto derecho a ser postulado con propiedad al más
alto galardón que el Estado otorga a sus mejores creadores,
circunstancia que ya ha ocurrido varias veces.
Tal es el caso de
nuestro coterráneo Fernando González-Urízar, miembro de la Academia
Chilena de la Lengua, miembro correspondiente de la Real Academia
Española y presidente honorario del Ateneo de Santiago.
Hace escasos días,
hemos recibido de su parte, su vigésimacuarta obra poética, "Oficio de
tinieblas". Nombre singular de una de sus composiciones, que no sólo
le ha servido para nominar su libro, sino también paramanifestar la
intimidad de su pensamiento de poeta, que él proclama así:
"¡Ay,
vocación tan honda! No se rinde
a tanto desapego,
persevera
en su trajín más vano, en la locura
de compartir
su oficio de tinieblas".
Fernando
González-Urízar, expresión clara de una gran vocación por las letras,
entiende que "al oficio de escribir, puede calificarse, como "oficio
de tinieblas", que nos atrevemos a traducir como oficio de esfuerzo,
de compromiso, de voluntad: él entiende que "crear" es un don de Dios
y que para acercanos a EL, debemos estar muy conscientes sobre cuáles
son nuestras limitaciones y cuál nuestro grado de
exigencia:
"Mirar
por donde vamos, bien abiertos
los ojos, a la poda de lo
inútil.
Si algunos versos sobran en la trenza,
talar lo
que no añade sino
quita".
Sus metáforas,
que le dan brillo a su pensamiento poético; sus encabalgamientos, que
le dan técnica a la estructura de su verso; sus reflexiones, que le
dan jerarquía a su voluntad de llegar cada vez más lejos y más alto,
hacen de esta nueva obra de nuestro poeta, una muestra calificada de
su inagotable capacidad creativa.
FERNANDO GONZÁLEZ
URÍZAR
Caballero de la
Poesía
por Luis Agoni
Molina
en El Rancagüino, 14 de enero
de 1998
Próximos a
terminar el siglo XX, la academia Sueca tiene a su haber,
lamentablemente, varias y oprobiosas omisiones en el otorgamiento del
Premio Nobel de Literatura. Ahí están para probarlo los nombres de
Franz Kafka, Aldous Huxley, Jorge Luis Borges, Julio Cortazar y otros
que sería largo enumerar. Todos ellos están hoy consagrados y algunos
ya son clásicos en todos los ámbitos de la cultura, como Franz Kafka,
pero que en su tiempo y oportunidad no merecieron la atención de la
Academia Sueca. ¿Por qué? Eso es lo que nunca nadie ha podido explicar
en forma satisfactoria. El Gobierno de Chile, por su parte, a través
del Ministerio de Educación, tampoco ha sido ajeno a estas omisiones
al conceder el Premio Nacional de Literatura. El primero y más
increíble es el caso de Vicente Huidobro, después, en tiempos más
cercanos, tenemos a María Luisa Bombal y en los últimos años al
excelente poeta Fernando González-Urízar, miembro de número de la
Academia Chilena de la Lengua y muy unido a Rancagua a través del
Concurso Literario Nacional “Oscar Castro Zúñiga” que anualmente
organiza la Corporación Cultural de nuestra ciudad y en donde Fernando
González oficia de jurado permanente desde 1988.
La frase o
afirmación que sirve de título a este comentario no ha sido elegida al
azar sino que expresa, a mi juicio, un doble elogio que este poeta muy
bien se merece. En efecto, González-Urízar, como persona, es un
caballero en el más y sencillo significado del término: su figura
alta, su pelo canoso, su bigote finamente recortado, su delicadeza y
finura de modales, su amabilidad sin dobleces, etc. son atributos que
hablan por sí solos de un ser humano, de un hombre cabal, que bien
merece el calificativo de caballero, a falta de otro vocablo mejor.
Aunque no siempre sea verdad, se afirma por ahí que cada uno escribe
como es. En el caso del poeta que nos preocupa tal aseveración tiene
indudablemente visos de verdad, pues su poesía también es la que se
puede esperar de un caballero como él: bien trabajada en cuanto al
lenguaje, con la utilización de los recursos líricos justos y
apropiados, la expresión de sentimientos poéticos de elevada
connotación, el manejo de ideas profundas y trascendentes, un sentido
musical del ritmo interior de los versos, un énfasis metafísico en el
enfoque del Yo y la circunstancia del Hombre, una autenticidad y
sinceridad sin desmesura, constituyen, entre otras, las
características que dan personalidad propia a su poesía y que lo han
hecho merecedor de tantos premios desde 1957 en adelante. Mencionaré
sólo algunos: Premio Internacional de Poesía Leopoldo Panero, Premio
Municipal de Poesía de Santiago (en tres ocasiones), Premio Municipal
de Poesía Pedro de Oña, etc.
Estas
consideraciones han sido motivadas por su último libro, de hermoso y
filosófico título: “Tientos del ser”, que en realidad no es nuevo,
pues se trata de una Antología Poética de toda su obra publicada entre
1957 y 1994. Trae, además, un agudo y ameno estudio del académico de
la lengua, Ernesto Livacic Gazzano, que le sirve de necesario y muy
esclarecedor prólogo. La selección que ha hecho Livacic es muy
acertada y permite conocer, casi sin omisiones de importancia, toda la
poesía de González Urízar.
El conjunto y los múltiples
reconocimientos recibidos hasta ahora por este autor, me hacen llegar
a una sola e inevitable conclusión: este caballero de la poesía tiene
méritos de sobra para el Premio Nacional de Literatura. ¿Cuándo se lo
van a otorgar? ¿O pasará a acrecentar la lista ominosa de los grandes
olvidados de la lírica chilena?
González Urízar,
poeta de Bulnes
por Luis Merino Reyes
en
La Discusión de Chillán, 17 de julio de 1994
Fernando González Urízar nació en Bulnes en 1922 y se educó en
Chillán, cuna de Claudio Arrau,
Ramón Vinay, Marta Brunet y otras
celebridades nacionales. Los poemarios de González Urízar,
veinticuatro en total, nacen apadrinados por altísimos profetas: "La
eternidad esquiva", Santiago, 1957, lleva prólogo de Juvencio Valle,
"Las nubes y los años" ostenta un liminar de Pablo Neruda y un epílogo
de Angel Cruchaga Santa María y así sucesivamente, la nómina de
celebridades que han apoyado al poeta no es escasa. A esto habría que
agregar los premios, laureles y reconocimientos nacionales y
extranjeros. Todos los premios menos uno que, al parecer, quita un
poco de aire al poeta quien deja constancia en la contratapa de su
libro recién aparecido "Oficio de tinieblas", de su reiterada
nominación al Premio Nacional de Literatura.
Pero González
Urízar varón en plenitud, de ascendencia muy ordenada y española,
egresado de dos carreras universitarias, admirado en otro tiempo por
las sensibles poetisas que le confundían con el español don José de
Espronceda, es un poeta de verdad, un indiscutido poeta chileno. Es un
vate con aplomo y estructura, ajeno a la antipoesía y un cantinflismo
y a los nuevos acelerados capaces de imaginar que destruyendo la
estatua antigua, se logra modelar con brío la piedra informe. Su
poesía tranquila y estable, con un dejo de ironía, más ansiosa y
próxima de la luz que de las tinieblas, como lo señaló, hace unos
días, muy sagazmente el crítico y catedrático Hugo Montes Brunet, no
pierde nunca su compás, no se agrieta por la pasión ni la confidencia
desgarrada y a estas alturas de su vida, trasluce sin rubor su
formación cristiana con el verbo de Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y
algunos ángeles de la guarda que vuelan a darle compañía. Séanos
permitido transcribir un terceto del poema final de su libro:
"Dios que
atisbo,
sepárame la luz de la tiniebla
el trigo de la
paja".
No le encontramos
parientes literarios nacionales a González Urízar; un tiempo atrás
pensamos que
era discípulo único de Gabriela Mistral, pero no es
así, tal vez nos da el sonido verbal, de fuerte presión razonadora de
don Miguel deUnamuno; la idolatría por la belleza y sonoridad de la
forma de un Valle Inclán. Algo que no es poco decir.
El poeta va guiado
por una visión de eternidad, por un renuncio de toda apetencia, vulgar
como recomienda el místico de Avila en bien de la poesía. El poeta
convive con sus colegas escritores, es académico de la lengua, cofrade
de grupos literarios; libró una lucha gremial generosa en tiempos
difíciles para el Sindicato de Escritores, añora los ríos limpios y la
atmósfera impoluta de sus primeros hogares, pero su vista está fija en
el más allá de sus versos. Es una forma de beatitud que respetamos y
admiramos.
FERNANDO
GONZALEZ -URIZAR,
poesia,de
memoria sentimental
por JUAN ANTONIO MASSONE
en SAFO Nº72,
Septiembre -Octubre de 2001
Nacido en Bulnes
(1922), Fernando González-Urízar ha sido inclaudicable en la
afirmación de la
palabra poética en tanto que vocablo de
excepción. Nadie más ajeno de prosaismos y alborotos literarios
subversivos. Casi una treintena de poemarios constituye su labor y su
convicción de poeta dedicado a taracear con elegancia el mundo de
reacciones sentimentales, de preferencia, en relación a las estocadas
de belleza y de pesadumbre que le han deparado aquellas personas que,
en su momento, le abrieron en el pecho una emoción de perennidad y
tristeza.
Galanura idiomática, recobro de voces inusuales,
predominio sensorial y riqueza de imágenes porta el equipaje poético
de sus libros, cuyos titulos aclaran la tonalidad lirica altamente
autorreferente de su escritura. Las nubes y los años (1960); Nudo
ciego (1975); Al sur del ayer (1978); Tañedor de lluvias (1978);
Albalá del azul marchito (1978); Viola D amore (1990);Saber del
corazón (1992).
Afecto,
preocupación religiosa y ánimo elegiaco corresponde a la tríada de
asuntos que, de referencia, gana a los poemas. En el centro de sus
libros existe un yo emocionado que regocija los versos a base de
recuerdos inmarchitables y de un no menos permanente sentir ramalazos
de “Eternidad esquiva”, obligatorios adioses, hermosuras que lloran en
vestigios y reencienden la pasión que la mujer, sobre todo, impone
sugestiva e inolvidable. A ella se entonan los regresos animicos y los
entusiasmos mayores en que abunda la obra del poeta.
“Quién
eres tú, que cantas como el mar
de la noche en mis diáfanos
enigmas?
Arrasas un país de soledad,
Convives con
ardientes cicatrices.
Amiga y enemiga, nadie más
Que
nosotros y el humo de la fiesta:
Apaga mis resabios de
marfil,
Comparte esta liturgia de
tristeza."
(Santo y seña)
A ese paraiso
siempre perdiéndose que es el amor en tránsito, inaprehendido e
insomne se le ofrenda la sustancia de la soledad, ese reducto donde
fráguanse vencidos sueños y apremios de la insatisfacción. El poema, a
la vez elogio y plañir, se multiplica en numerosas composiciones que
reiteran aquella enormidad de la presencia amada en quien radican
fulgores de misterio capaces de comunicar proximidad inefable;
lenguaje que interpreta al silencio más tenaz del espíritu y desata,
transitoriamente, los nudos ciegos de la separatidad y la
insatisfacción más empecinada.
El mundo poético de
Gonzilez-Urízar en torno de lo amatorio presente en toda su escritura
y bien
seleccionado en la antologia Del amor sin fin (2000), busca
salvar la brusquedad cotidiana mediante el embellecimiento elogioso
con que la memoria recrea lo vivido, mientras el tiempo acumula
bellezas que la palabra salva de corrupción negadora y declara la
identificación más perenne de este poeta.
SONETO ENIGMATIC0 I
Aludo a ti, que miras sin que nadie
vea tus ojos, que conoces todo
lo por arder,
que
llamas en el ocio
desnudo a las cuatro de la tarde.
Sigo tu voz, las líneas de tu came
gradual como en
la nocbe en las arenas.
Pasa la luz, pero mis labios sueñan
hablar una vez más con tu mirada.
Sonries bellamente
en el deleite
y el agua de tu gracia diferente
hace
trinar a un mirlo de diamante.
NADIE EN TU SANGRE
Descubro
rosas de lluvia en ti,
Manojos de aire en ruinas, ramos de
sol perdidos,
Cenizas de domingos felices.
Cuando
sonries hay un derrumbe de hojas,
Una ola de gráciles plumas
Que se vienen encima de nosotros.
Poder darte la mano
y que por ella
Te fueras tal un río
A la mar larga.
Ahora duermes en medio de las campanas,
Frugal y llama
mustia.
Y nadie viene, nadie corre, nadie aroma.
Nadie, nadie en tu sangre.