LETICIA
CORTÉS:
"EL
ESTREMECIMIENTO LO IMAGINO COMO UN OLEAJE,
Y EN ESE OLEAJE SIEMPRE HAY COSAS
QUE EL MAR
NUNCA REGRESA"
Entrevista
por
Harold Alva
Lima, 5 de octubre de 2006
Leticia
Cortés nació en Guadalajara (México) en 1980. Licenciada
en Letras Hispánicas. Es, sin temor a equivocarme, una de las voces más
inquietas de su generación, poemas suyos han sido difundidos en un sinnúmero
de revistas de América Latina y Europa. Es una fiel activista de la poesía,
acaban de editar su primer libro: Lámparas de sueño. Sobre
su libro y otros temas, logré sacarle algunas confesiones. Forma parte
del consejo editorial de la revista Al margen (www.almargen.net).
Si quieren saber más sobre Leticia, están invitados a visitar su
página: www.leticiacortes.blogspot.com
-
¿Cómo ves el panorama de la poesía en México?
-
En Guadalajara han surgido voces poéticas muy interesantes que
desafortunadamente no se han difundido con la misma intensidad que se difunden
en la ciudad de México. Siento que todavía el Distrito Federal está
muy centralizado, también aquí tenemos grandes poetas pero siempre
sobresalen más los del D.F. y no creo que esto sea por cuestiones geográficas
sino porque reciben más apoyo, es más cerrado el círculo.
Si habláramos en cuestiones geográficas quizá sea el norte
quien cuenta con mejores voces poéticas, sobretodo Coahuila. Sin embargo
los poetas de Jalisco luchan por obtener un lugar dentro de la historia de la
poesía joven de México y aún así, si le das una
hojeada por ejemplo a las grandes antologías que se han hecho sobre poesía
joven de todo México, más del 50% serán poetas de México
o poetas que han vivido ahí, o poetas que por una cuestión o por
otra, están muy relacionados con la capital.
-
Sin embargo en tu ciudad realizan la feria de libros más importante de
América Latina ¿qué significa para Guadalajara esta feria?
-
Tuve la oportunidad de trabajar en la Feria del Libro de Guadalajara
y esta feria es de lo más representativo hablando en el sentido cultural
para nuestra ciudad. Tenemos la oportunidad de acercarnos a grandes escritores
de todo el mundo, pero no nada más a escritores sino a toda la expresión
artística del país invitado de honor. Me parece que la Feria ha
sido muy importante para que muchos jóvenes se acerquen al arte en todas
sus manifestaciones, es un espacio muy grande para que desde niños se interesen
en el lado humano, sobretodo en la lectura que ya todos sabemos que México
está, desafortunadamente, en los últimos lugares de competencia
de lectura. Hay de todo, talleres de lectura, talleres para niños, talleres
para jóvenes que charlan con escritores, y desde hace un par de años
los organizadores tuvieron la genial idea de crear un programa que se llama "Los
lectores presentan a..." en donde eligen a ciertos lectores por su perfil
de estudio, edad, sexo, para presentar diferentes libros en foros abiertos al
público al lado del autor del libro, esta es una oportunidad para compartir
las experiencias con la lectura, pero también para enfrentar al público,
al mismo autor y decir lo que nos mueve la literatura dentro de uno. Ir a la Feria
Internacional del Libro es como entrar a otro país, tal vez faltan algunos
detalles muy mínimos, pero es una experiencia que todos debemos tener.
-
Aparte de Paz y de Sabines, poetas con los que hemos aprendido a querer y respetar
su tradición ¿Qué otros escritores mexicanos sientes que
han sido o son todavía referencia en los poetas jóvenes de México?
-
Coral Bracho, Efraín Huerta, David Huerta, Alí Chumacero,
José Carlos Becerra, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jorge Cuesta,
Gilberto Owen, Eduardo Lizalde, Elsa Cross, Patricia Medina, Carmen Villoro, Rosario
Castellanos, Raúl Bañuelos, Ricardo Castillo, Ricardo Yañez,
Hugo Gutiérrez Vega; hay muchos poetas que los jóvenes de México
todavía toman como referencia, creo que es una pequeña muestra de
un gran listado de poetas con una trayectoria mágica.
-
¿Y José Emilio Pacheco?
- También José
Emilio Pacheco, yo siempre lo recuerdo por el ritmo de sus poemas además
de sus bellas imágenes. Alguna vez en un taller literario me comentaron
que la respiración del poeta conlleva cierto ritmo en su escritura, es
inevitable recordar el ritmo que creaba Pacheco en su respiración
-
Veo un nuevo discurso en el que el tema "país" ha vuelto a ser
parte de la escritura en los poetas jóvenes de Chile, en algunos ecuatorianos
y recién aquí en Perú da la impresión que también
esto está tomando forma, sientes que en tu país la literatura está
incluyendo un discurso llamémosle neo nacionalista? Me da la impresión
que hay un rescate de lo social como tema.
- Sí, la poesía
social está surgiendo también en nuestro país. Hay poetas
jóvenes del norte como Julián Herbert, Luis Jorge Boone, Óscar
Pablo, que están hablando de este tipo de discurso y quizá se deba
a toda la inestabilidad política por la cual estamos atravesando.
-
Ahora, estos últimos años está ocurriendo un fenómeno
de integración que no se veía desde los años 20 o 60 del
siglo pasado, fenómeno que habla muy bien del compromiso de esta nueva
generación de escritores, me refiero a los encuentros de poetas jóvenes
que están sucediendo en México con el Estoy Afuera, en Perú
con el Novísima Verba, Chile con el Poquita Fe y Argentina
con el Salida al Mar, qué opinas de estos encuentros?
- Me
parece que los encuentros pueden dividirse de dos maneras, para algunos será
una enorme fiesta en donde irán a beber como locos y relacionarse con la
gente, y para otros
(en los cuales me incluyo) me parece una oportunidad increíble para hacer
contactos, conocer la literatura de otros lugares, conocer las diferentes culturas,
tener más material de imágenes para poder escribir. Si entendemos
un encuentro como lo segundo creo que los encuentros son una indigestión
mágica de conocimiento para el alma y para la poesía, una indigestión
literaria, siempre volvemos con algo de los otros, con mucha riqueza en el corazón,
con muchas ganas de escribir y de estar siempre viajando. Es una manera muy rica
de conocer la literatura que se está haciendo en todos lados.
-
¿Cuál fue tu primer contacto con la poesía?
- Yo
estoy segura que fue la primera vez que vi un pájaro, la primera vez que
escuché un río, la primera vez que me asomé a través
de una ventana y la primera vez que me subí a un columpio. No lo recuerdo
con exactitud pero entonces fue que empecé a soñar.
-
Háblame de Lámparas de sueño.
- Lámparas
de sueño surgió en diferentes etapas de mi vida, todos los poemas
representan algo muy importante para mí. Lo puedo dividir en tres partes:
mi infancia como un recurso literario del recuerdo; el significado de mi nombre
como una justificación a mi estado de ánimo; el vuelo de los pájaros
como una manera habituable de huir de la realidad. El poema que le da título
al libro lo escribí gracias a un ejercicio literario que hice en un taller
de poesía que imparte el, para mí, mejor poeta de mi ciudad: Raúl
Bañuelos. Con Lámparas de sueño no trato de encontrar
el hilo negro, ni tampoco de traducir la realidad, con estos poemas trato de entablar
un diálogo con mi Yo interno puesto que todos los poemas están desde
un Yo poético, pero también trato de comulgar con otras personas,
de confesarme, de encontrar una paz interna con el corazón. Hay un algo
de erotismo oscuro, un poco de querer desgarrar una piel sin romper la carne.
- Da la sensación de leer, en algunos versos,
a una voz sumamente tierna, otras, más que a una voz, es como si escucharas
a un grito, un tremendo grito, una imprecación de imágenes crueles,
contundentes, sin embargo el equilibrio está allí ¿cómo
es que puedes girar de un estado a otro sin perder la intensidad?
- Hay
un hilo muy delgado entre los sentimientos, un espacio en donde todos pueden confundirse,
o ser el mismo, o mezclarse. La ternura también puede ser cruel, o puede
gritar. O en gritos podemos ser muy dulces y eróticos. La intensidad reside
en el espíritu, en la intensidad precisamente con la que de verdad amamos
o lloramos, es un equilibrio entre el mundo poético y el mundo real.
-
Lo leo así: esa especie de reflexión por el entorno, esa especie
de desánimo, como si los poetas jóvenes asimilaron que ya no podrán
cambiar el mundo, pero que igual siguen allí, en tu caso, hay una forma
de confesión, de biografía, de un inventario de años y de
actos que han hecho de las lámparas ese hilo de Ariadna que hace que no
te pierdas en este gran laberinto que es el mundo (zoológico de sentimientos,
dirías tú). ¿Por qué insistir con la literatura? ¿Por
qué una mujer joven que puede pasársela de educadora (Leticia es
profesora) se complica con esto?
- Soy una mujer complicada. Si
fuera una Leticia que solucionara las cosas de manera sencilla optaría
sólo por el lado docente que no tiene gran complicación. Pero me
gustan los retos, me gusta enfrentarme a mí misma. Mi madre me enseñó
que a los miedos se le deben enfrentar y no darles la vuelta. Me aterra la vida,
me aterran muchas cosas de mí misma. Soy una mujer llena de miedos. Y en
ese miedo trato de calmar ese lado infantil, por ejemplo, esos recuerdos de mi
niñez. Sí, Lámparas de sueño como bien dijiste
es un inventario de años, no pudiste haberlo dicho mejor, no se me había
ocurrido ese término. Los años aterran ¿a ti no te aterran?
cuando dejas de ser niña físicamente pero nunca quieres dejar de
sorprenderte, nunca quieres dejar de llorar porque se te cayó una bola
de nieve, o porque descubriste que a tu oso de peluche se le ha caído un
ojo de botón. Me aterra crecer. Quizá sufro del efecto del país
de nunca jamás. Me aterra la vida del adulto y soy más terca que
creativa, y en esta terquedad me quedo escribiendo.
-
Por supuesto que me aterran los años. Pero la palabra "muerte"
no es un lugar al que recurres, ¿es por ese temor al que refieres? O acaso
es ese salvaje erotismo, o es con el amor que acudes a la muerte, en ese crear
horizontes llenos de polvo y de lujuria.
- Recurro mucho a la muerte
sin hablar directamente de ella. Todos sabemos que la muerte es algo que no podemos
evitar en ningún sentido, en ningún estado de la materia: todo muere.
Y quizá, además de miedosa, soy egoísta. Me aterra la muerte,
pero no la mía, sino la de los Otros, la muerte que al dejarme sola me
llevará a un estado de tristeza y vacío. Quizá no recurro
de manera directa porque la respeto aún con la palabra, creo que el tema
de la muerte es un tema muy difícil de llevar en un poema sin llegar a
la exageración, o a los poemas que de tanta muerte te llegan a asfixiar.
Hay un poeta de México, de los llamados contemporáneos, Xavier Villaurrutia,
es de mis preferidos para hablar de la muerte. Sin embargo Jaime Sabines trata
la muerte desde un lado erótico, cuando le dice a su amada que se muera
no se refiere a una muerte física o espiritual, sino a un orgasmo, la penetra
con la muerte, porque también la muerte se encuentra en el sexo, en los
engranajes internos que lo llevan a uno a la contemplación absoluta del
placer. Yo hablo de una muerte, pero no es una muerte terrenal, tampoco una muerte
erótica como la de Jaime Sabines: mi tipo de muerte es una defragmentación
del silencio en donde pierdes poco a poco los detalles de lo que luego añoras.
¿Has leído El país de las últimas cosas de
Paul Auster? es uno de mis libros de cabecera, y si lo es, es porque habla precisamente
de las cosas que van desapareciendo, cuando Anna Blume dobla las esquinas, cosas
que una a una desaparecen y no vuelven nunca más. Ese es el tipo de muerte
que más me aterra, ese momento en el que doblas la esquina y pierdes los
detalles de las cosas. Escribo un poco de narrativa, y quizá en uno de
mis cuentos explico más este efecto, un personaje le pregunta al otro qué
se siente dejar de mirar, a lo que éste le responde que es espantoso cuando
te acostumbras a cargar árboles para plantarlos, y los cargas todos los
días, sueñas con cargarlos, hasta te enfadan, pero cuando dejas
de verlos extrañas las formas de sus raíces, lo pesado de su tronco.
-
Por eso entonces: Pero ahora es el horizonte/ las letras/ el silencio Esa defragmentación
del silencio que te pone de cara frente a la admiración de la que hablaba
Jaspers para llegar al estremecimiento. En tu caso podría decir esa defragmentación
de tu propia vida, porque Lámparas de sueño es un hermoso
y cruel inventario. ¿Has quedado satisfecha con este primer inventario?
- Parece que te respondo con todos mis defectos, pero, desafortunadamente,
no soy una mujer que quede satisfecha, me gusta la perfección, y quizá
quedé contenta, pero nunca satisfecha, incluso en la segunda edición
de Lámparas de sueño hay muchas correcciones, nunca dejo
de corregir, quizá por la movilidad de la palabra, o la movilidad del ser,
o quizá sea porque el estremecimiento lo imagino como un oleaje, y en ese
oleaje siempre hay cosas que el mar nunca regresa, se las come, otras que avienta
muy lejos, y muertes que siempre quedan en el fondo. Pero creo que el lector que
se prenda esta lámpara encontrará un poco de mi esencia, un poco
de la mujer-niña que puedo llegar a ser y que soy. Encontrará mi
lado erótico y mi revolución de sonidos con botellas atadas a las
bicicletas.
- Y es que un poeta Leticia, nunca
debe olvidarse de ese lado niño, de allí que más que me respondas
con todos tus defectos, siento que la voz que me responde es una voz sumamente
honesta, y por ello este acoso en mis preguntas. ¿Qué es lo que
más extraña Leticia de esa niña que sabes que está
pero se ha ido?
- Lo que más
extraño de Leticia es su inocencia, los juegos que cambió por la
carne. Me gustaba de repente dudar de todo, pensar que existía el ratón
de los dientitos, que alguien mágico nos dejaba juguetes debajo de los
árboles de navidad. Ahora pienso que Leticia sabe que todo lo mágico
no existe, y ella se aferra a la magia, por eso se aferra a la poesía,
por eso sigue escribiendo, es una manera de hacer que el ratoncito vuelva, de
crear mundos en donde las hadas nos dejan nombres debajo de los árboles,
quizá ya no de navidad, sino debajo de cualquier árbol, o debajo
de los girasoles, o en los ombligos. Leticia escribe con los conocimientos que
ha adquirido desde que dejó de ser niña, pero escribe con el corazón
de quien fue alguna vez una niña con cabello lacio y color miel buscando
a alguien debajo de cajas y no quiere dejar de serlo nunca.
-
Hay un poema en prosa, Julia, que es uno de los más extraños en
el sentido que aparte de la forma, es el único en prosa, en él ya
no acudes a Leticia como personaje, cuéntame sobre Julia.
- Julia
también forma parte de ese inventario de años, a diferencia de los
otros poemas Julia es un poema que de verdad me duele físicamente. El nombre
lo retomé de una novela de Adriana Díaz Enciso: Puente de cielo,
Julia es un personaje que está enferma de la sangre. Alguna vez también
me creí enferma de la sangre por un falso diagnóstico que me hizo
un médico. Tú bien sabes que nosotros, los que escribimos, pasamos
por historias truculentas que nos ponen la sensibilidad a flor de piel. Esa enfermedad
en la sangre, al igual que al personaje de "Puente de cielo" me hizo
enfrentarme al amor, a los miedos, a la soledad, a escuchar voces donde había
sólo silencio. Pudo haberse llamado Claudia, Ariadna, Garúa, a final
de cuentas ¿importan realmente los nombres? En cuanto a la forma del poema,
retomé un poco el recurso de Adriana Díaz Enciso, a quien tuve la
oportunidad de conocer el año pasado, ella también escribe poemas
en prosa, es un pequeño homenaje a ella.
-
¿Cómo vez a Leticia Cortés dentro de 20 años?
-
La veo aún entercada con la poesía, la distancia y el
tiempo. La veo todavía buscándose en cajones. Entregando dedales
por besos a hombres. La veo queriendo ser hermana de Capitán Garfio y Peter
Pan. Leticia Cortés en 20 años seguirá escribiendo, y quizá
su mayor reto sea no revolcarse en las mismas palabras, intentar escribir sobre
la felicidad por la que deambula, hablar del erotismo que a los sonámbulos
seduce. La veo intentando tocar un instrumento musical o pintando, traduciendo
en otros lenguajes su mundo poético. La veo cocinando un par de hot cakes
y sirviéndose un vaso con pulque de fresa. Haciendo caritas sonrientes
con salsa catsup en las hamburguesas y ensunciándose la falda, cargando
patitos de plástico a la arena y haciendo el amor, siempre haciendo el
amor. Del cual tal vez ya haya surgido un pedacito de ella a quien, con toda la
seguridad del mundo, la llamará Garúa. Leyendo por nonagésima
vez Alicia en el país de las maravillas, El país de las últimas
cosas, escuchando a Sophie Auster, tratando de entender los cuadros de Remedios
Varo y buscando siempre la línea en donde el desierto se besa con el mar.
[GRITO
PRIMERO]
HE DE UTILIZAR UNA LENGUA LABRADA EN SILENCIO,
un idioma de fuego y de tierra.
Debo apretar las palabras a mis uñas,
romper
la carne,
el himen de nuestros nombres,
desflorar tu mudez impotente porque
sólo así
comprenderé todo el amor que sucede en los ojos.
Tengo
que hablar,
esconder mi rostro,
parir este dolor de haber nacido irreductiblemente
asustada
por el grito primero
y el primero de mis llantos
en esa madrugada
tangible para mi madre
que sentía entre las piernas
una medusa
que le comía
el corazón.
[JULIA]
SOY
JULIA. Y cuando soy Julia juego a enfermarme. A sentir ardor en la piel. Mirar
cómo las hojas se levantan del suelo y se pegan a sus ramas. Y el agua
se detiene antes de la caída, penetra el aire, se hace espiral, y se levanta
para unirse de nuevo a la nube. A encontrar sobres agarrados con caligrafía
para que las palabras no escapen. "Dime qué sientes cuando pisas los
charcos" "El mundo es una mancha en el espejo" y al tratar de borrarla
me toco, me desmaquillo, me hago lágrimas. A veces soy Julia. Cuando recuerdo
que encuentro el amor cada que me siento enferma. Cuando las llagas laceran mis
recuerdos. Cuando la fiebre congela las pocas ideas que me quedan vivas. La ternura
corre a mis ojos. Y soy Ana con algo de Julia. Ojos de Ana con sangre de Julia.
Manos de Ana con piel de Julia. Y busco cuerpos en la regadera, me desvanezco
cuando despierto y me veo vacía, me veo sangre y pared, gotas de techo.
El ardor en la garganta el ardor. Como siempre. Vuelve. El ardor siempre vuelve
en forma de recuerdos. La enfermedad. El amor. La soledad. Soy Julia. Y cuando
soy Julia juego a enfermarme. A no sentirme bien. A llorar.
[EL
HORIZONTE]
Para mi hermano,
por nuestra infancia: en la eternidad. ....................
.... ..
UN HOMBRE MUERTO. Una mujer dormida.
O Yo,
de lado, escondo los tobillos.
El cáliz.
Una mujer respira como
oruga.
Respira en su tronco mutilado.
La niña vuela y el viento
permanece intacto.
Algunas palabras tienen pies y casa,
viven colgadas
en lastimosos percheros,
les da pena y rabia estar ahí - en el papel
- a fuerza.
O se preñan, se hacen muchas con otras
y viven en países
errados.
Yo frecuento sus contornos,
las dibujo sobre el horizonte en
ramas,
en visiones que tengo por las noches
cuando mudo de piel,
me
acompañan a penetrar en la realidad.
Su estancia es una flor que mata
/ a quemarropa /
es un cadáver del mundo que me reparte,
me
heredan y me avivan
la enterrada llama de la creación.
Yo tuve
por infancia un grito,
porté pasos mezclados con leche heroica.
¿Cuántas
veces no me creí valiente
por beber de un solo sorbo un vaso entero
con leche?
Me arrojaba de la cama con mi hermano,
y me creía valiente
o lo veía tirar monitos por la ventana al techo vecino
y yo reía
porque el horizonte era nuestra diversión.
Era una locura pero mi hermano
era un héroe
porque buscamos tesoros en un segundo piso.
Por advertir
la llegada de papá,
desgarrarme un dedo con un pedazo de mosaico.
Pero
el horizonte, siempre el horizonte.
Dormir en el Maverick blanco
era un
horizonte de alfombra azul
y las palabras entonces no me arrullaban.
Estaban
dormidas.
Hoy mueren. Se queman en pañuelos enmohecidos,
gatos
en bardas como si fueran corderos.
¿Qué tipo de fantasma
.................... .... ..[es
una palabra que juega a nunca irse?
Y se queda en la ropa, se queda.
Cuando
era niña
los dolores no se mezclaban en mi cuerpo,
me dormía,
despertaba, comenzaba, regresaba.
Nada podía dolerme.
Sólo
perder una batalla de almohadazos,
o que mi papá esa noche
no hubiera
entrado a mi cuarto a darme un beso.
Que mi mamá no me hubiera dado
plátano,
o que mi abuelita no hubiera hecho tirilla de mango.
La
distancia no existía para mí
porque en el jardín trasero
había infinidad de amigos y de mundos.
Pájaros y tortugas.
Yo hablaba
pero entonces no conocía de palabras y acentos.
Revolucionaba
los sonidos
con botes atados a las llantas de la bicicleta.
El patio no
era más grande que la calle
y ahí había infinito espacio
para la imaginación.
Procuraba dormir temprano y despertar tarde.
Mi
papá me hacía volar. Me sostenía entre sus piernas.
Volaba
en el horizonte. Estiraba los brazos. Volaba.
Hasta que pesé más
de los cuarenta kilos.
Comencé a ser horizontal en noches que sangraba.
Yo nací horizontalmente. El horizonte desde siempre.
Ahora creo
ciudades
con los horizontes llenos de polvo y de lujuria.
Ahora ya no
hay tesoros.
Mis palabras ya no son
quiero tirilla de mango,
vamos
a jugar monitos en el espacio,
¿escuchas? hay un tesoro enterrado.
Ahora me destrozo horizontalmente.
Las casas se derrumban verticalmente
pero morimos de manera horizontal.
Mi papá ya no maneja su Maverick.
Mi hermano y yo
ya no buscamos tesoros.
Mi mamá toca violín.
Su arco se deriva de palabras musicales
que suenan en el fondo de su mirada
y el arco horizontal.
Palabras ocultas con peldaños, raíces
y bosques,
palabras.
Yo he visto cadáveres llorando que corren
en ríos.
He visto cómo mueren y regresan.
Se entierran en
arterias y las destierran.
Hay palabras que nunca vuelven. Viaje sombrío
.
Palabras que vislumbran.
Hay recuerdos que vuelven, siempre vuelven
con el rostro muerto, con palabras de navegación,
mar enterrado,
olas ambiguas que crecen,
se levantan tiburones.
La ambigüedad bajo
la danza de las raíces
enterradas en los mosaicos.
Mi hermano es
un héroe. Lo sé.
Es un héroe y lo sabe y pasa.
Pasa
la vida como lluvia delirante.
Para la vida y a él
no creo que
le preocupen las letras ni el horizonte.
Él respira y seguramente recuerda
el Maverick
y los juegos, las preocupaciones por los raspados
y los juegos
de química.
Pero ahora es el horizonte
....................
.... ..las letras
.....................
... .. .. . .. .... ..el silencio.