El Hombre
Emergío de aguas tibias
y maternales
para viajar a
heladas
aguas finales.
A
las aguas finales
de oscuros puertos
donde otra vez son
niños
todos los muertos.
Gladiolos junto
al mar
("Si hija de mi
amor mi muerte fuese...", Quevedo)
Gladiolos rojos de sangrantes plumas,
lenguas del campo,
llamas olorosas,
de las olas azules, amorosas,
cartas os
llegan, pálidas espumas.
Flotan sobre las olas de las brumas,
epístolas de polen
numerosas,
donde a las aguas piden por esposas,
gladiolos
rojos de sangrantes plumas.
Movidas son las olas por el viento,
y el pie de los
gladiolos van besando,
al son de un suave y blando
movimiento.
y en
cada dulce flor de sangre inerte
la muerte va con piel de sal
entrando,
y entrando van las flores en la muerte.
(Del
libro "Mal de Amor", Edic. Ganymedes 1981)
Paisaje
Ocular
Si
tus miradas
salen a vagar por las noches
las mariposas negras
huyen despavoridas
tales son los terrores
que tu belleza
disemina en sus alas
Para Darle
Cuerda a la Muerte
Cuando se me alborotan los espermios,
qué veo, qué veo,
digo yo:
veo a mis pescaditos navegar por los
úteros,
enamorados de cuanto óvulo cae.
Toma este matamoscas y
extermina a los ángeles,
después con grandes uñas arráncales las
alas.
Ya veo sus muñones, ya los veo
arrastrarse:
desesperadamente tratan de alzar el vuelo.
Toma
este insecticida. Oigo sus toses blancas
prenderse y apagarse.
Una puesta de sol
o una puesta de ángeles es lo mismo sin
duda
porque la noche ahora levanta su joroba
y ellos se van
hundiendo lentamente en el suelo.
Levanta el pie despacio. Así
mismo. Tritúralos
Que le saquen las plumas con agua hirviendo y
pongan
esos cuerpos desnudos en las fiambrerías.
Ahora me van
pasando sudarios de juguete
y ataúdes con cuerda. Ahora me van
pasando
las cruces más pequeñas, para que se entretengan
los
infantes difuntos. Pásame el insectario,
los alfileres negros.
Toma este matamoscas
y extermina a los
ángeles.
La Muerte Tiene
un Diente de Oro
La
muerte no tiene dientes: se ríe con la encía pelada.
Y cuando
muere un rico, la muerte tiene un diente de oro.
Y cuando
muere un pobre, no tiene ningún diente
o le crece un diente
picado. ¿Cachai, ganso?
La muerte tiene la boca
llena de
muelas tristes, de colmillos cariados,
llena de jugo gástrico en
lugar de saliva.
Yo
tuteo a la muerte.
"Hola, flaca, le digo. ¿Como estaí?"
Porque
todavía soy un diente de leche.