Oscar Hahn

 
 

 

 

OSCAR HAHN Y OBRAS SELECTAS
EL LOBO ESTEPARIO


La poesía se le aparece en flashes fantasmales cuando menos lo espera. Así, corre, navega o cabalga en busca de un lápiz desde hace treinta años. Exitoso catedrático en Iowa, este solitario introvertido ha producido una obra trascendental en lengua castellana. Y, a sus 65, publica nuevamente.


Por María Cristina Jurado
en Caras, Nº401, 14 de agosto de 2003


¿Iowa City es un laboratorio de genios?
-(Se ríe) Bueno, es una ciudad muy especial. Tiene sólo 50 mil habitantes, de los cuales 30 mil son alumnos o profesores en la Universidad de Iowa... Este centro académico le ha dado una importancia fundamental a la literatura. Posee dos talleres prestigiosos: el nacional, al que asisten escritores norteamericanos en permanencia; y el internacional, para creadores de todo el mundo. En Iowa se inventó el concepto de taller literario en los años ‘30, eso le corresponde al poeta Paul Engle.

-Además le ha dado al mundo más de treinta premios Pulitzer...
-Una cantidad descomunal para una sola universidad. Por allí han pasado cientos de famosos: Tennessee Williams, John Irving, Raymond Carver, que era mi amigo; poetas como Robert Lowell y el profesor John Barryman, uno de mis favoritos. Y chilenos como José Donoso, quien fue profesor en los años ‘50. Enseñó en el taller nacional, algo curioso para no ser norteamericano: entre sus alumnos figuraron Raymond Carver y John Irving. Después llegaron Alberto Fuguet, Jaime Collyer y Roberto Ampuero, con el que me veo a menudo.

-Increíble para una ciudad agrícola del Midwest, perdida en la espesura urbana de Estados Unidos...
-Es que tuvo gente visionaria que tomó en serio la literatura y se atrevió con ideas audaces. Esta universidad fue la primera que aceptó un libro de poemas como tesis de grado en los años ‘30. El resto del país copió la iniciativa...

Es atractivo este hombre sesentón (aunque se ve más joven), con ojos azules que centellean y se reflejan en la gamuza cobriza de su chaqueta. Oscar Hahn no es un animal sagrado, a pesar de su sólido curriculum literario, de sus premios -como Altazor de poesía este año-, de lo extraordinario de su cotidianeidad. Este iquiqueño de mirada clara se ha codeado con Borges, Neruda, Chatterton, Rimbaud, el filósofo rumano Mircea Eliade, Lihn, Donoso y otros nombres célebres, ya sea en la realidad o en la literatura. Introvertido y ermitaño cual personaje de Herman Hesse (así y todo se casó tres veces y tiene tres hijos), Hahn es considerado autor de una de las obras más trascendentales de la poesía chilena y un creador capital en lengua castellana.
Last but not least, toda su producción está traducida al inglés.

Sus primeros libros Arte de Morir y Mal de Amor (este último censurado con gran revuelo por el gobierno militar en 1981) lo situaron en la categoría de referente poético indiscutido. Es considerado un maestro en el arte del soneto, aunque solo ha escrito unos 25 de un total aproximado de 200 poemas. El se sorprende: "Neruda escribió más de cien sonetos en un solo libro, y nadie lo recuerda por eso", reflexiona. Serio y de pocas palabras, maneja la ironía y el sarcasmo con inteligencia en su discurso poético. Como creador es lento: ha publicado sólo cinco libros en treinta años.

Recién llegado a Chile -viene casi cada año- se ríe cuando se acuerda de esos compatriotas que "van por una semana a Buenos Aires y se les pega el acento argentino". A él no.

Intelectual sin poses, no intercala anglicismos ni por broma en la conversación. Apenas resbala levemente la ‘ch' porque desde hace más de treinta años sus días transcurren en inglés. Exiliado en 1973, Hahn se incrustó con fluidez en la sociedad universitaria norteamericana: de completar un doctorado en Filosofía en la Universidad de Maryland pasó a enseñar literatura hispanoamericana en Iowa. Y ahí está. A Estados Unidos llegó con su segunda mujer. Después tuvo una tercera y otros dos hijos que hoy tienen 13 y 15 años (la mayor, Claudia, es abogada y vive en Chile). Sus niños son la sal en su vida: "Se han vuelto mis mejores amigos, porque yo me junto con poquísima gente".

Evoca con igual simpleza a Raymond Carver que aquel día en que lo sacaron violentamente de su casa para tomarlo preso el 11 de septiembre de 1973. Pero, cuando entra en materia, aflora el chileno que hace mucho no vive aquí, ese cuyo mundo es muy ajeno y demasiado ancho para encuadrarse en el país donde nació:
-Treinta años afuera es la mitad de mi vida. No es que uno deje de ser chileno, sino que adquiere puntos de vista nuevos. Se te amplía el mundo, se modifica la mirada. Aquí se habla mucho del "escritor o poeta más importante de Chile". Allá nada funciona así. No podría haber un gran poeta o escritor, porque buenos creadores abundan en todas partes, es escribir de la mejor manera posible y salir adelante con la calidad de tu obra. En un medio tan competitivo, sólo importa la excelencia creativa.

-Bien distinto a Chile...
-Aquí reinan las envidias, las peleas y los resentimientos. El medio es muy pequeño y las oportunidades son limitadas. En mi caso, representan apenas el cinco por ciento de mi caudal de oportunidades en el mundo. No es que justifique lo que ocurre, pero lo entiendo. Si yo viviera aquí, probablemente sería igual... pero vivo afuera.

-O sea, Iowa le salvó la vida.
-No tanto. Tengo ciertos principios desde los quince años. Siempre he pensado que, en el arte, lo que cuenta es la calidad del trabajo y no las cuestiones extraliterarias como los premios, la fama y las declaraciones escandalosas para figurar. Esas cosas no me interesan.

-Pero usted es ambicioso con su escritura...
-¡Por supuesto! Para mí es muy importante que mi obra quede. Creo que ella debiera tener la vigencia actual y cierta trascendencia. Sólo así podrá seguir hablándole a las futuras generaciones: eso es lo que constituye un clásico. El Quijote fue capaz de contactarse con sus lectores del siglo XVII y con los de hoy. El mismísimo texto, sin cambiarle una coma.

-"La poesía es uno de los secretos mejor guardados", dice usted.
-Sí, porque hay un prejuicio: se supone que no tiene público masivo. Pero he estado en lecturas poéticas que me han convencido de lo contrario. En el acto de clausura del Festival de Poesía en Medellín ¡había diez mil personas! No sé de dónde aparecieron, colgaban hasta de los árboles.

-Mario Benedetti casi lloró una noche en que cientos de jovenes corearon sus poemas en la Estación Mapocho.
-Justamente me tocó leer con él en Madrid este año. Nos acompañaba Angel González, un poeta español que obtuvo el premio Reina Sofía, igual que Benedetti. Te aseguro que en ese teatro había mínimo quinientas personas...

-¿Qué es la poesía, Oscar?

-Es el antídoto contra la frivolidad, la superficialidad y los antivalores que transmite en permanencia la televisión. La poesía es el lugar en el cual se conservan los valores más preciados del ser humano, y es donde se puede acceder a otras dimensiones de la realidad y de la vida.

-¿Y la prosa?
-Por el echo de que la prosa es más accesible, ha generado un problema. Se creó la institución del best seller y, aunque hay unos pocos de calidad, la mayoría dan ganas de botarlos después de leerlos. Uno se encuentra con escritores que en busca de figuración o fama, escriben best seller. Un poeta nunca haría eso, le saldría el tiro por la culata.

-¿Por qué?
-Porque, en esencia, no puede responder a esa especie de canto de sirena que es la venta multitudinaria. Para eso tendría que hacer una poesía fácil, sin dimensión ni profundidad. Una obra que no quedaría...

-Cuando escribe, ¿piensa en la permanencia?

-¡No! Sólo estoy pensando en el poema, no en sus repercusiones. Eso sería fatal. Pero no quiere decir que no ambicione que mis versos queden. El instante creativo, sin embargo, es excluyente.

-Arte de morir y Mal de amor son consideradas piezas fundamentales de la poesía chilena. ¿Cómo ve el panorama nacional?
-No lo veo. No puedo hablar de lo que no conozco y, a no ser que me envíen los libros, no los encuentro en las librerías de Iowa...

-¿Allá conocen a un Bolaño, por ejemplo?
-Bueno, él no es conocido internacionalmente. Leí Los detectives salvajes, que me pareció muy buena. Seguramente, si se mide a Bolaño contra los escritores chilenos, no me cabe duda de que renovó la prosa. Pero es aquí donde opera el cambio de óptica: no lo veo simplemente como escritor chileno. Lo mido con los franceses, rusos, norteamericanos, españoles...

-¿Y ahí desaparece?
-tanto como eso, no. Pero claro que no alcanza la dimensión que tiene aquí...

A los 17 años, una profesora lo comparó con Borges. Reencarnación de los carniceros se llamaba el poema en cuestión, que también integra las actuales Obras Selectas de Editorial Andrés Bello.
-Yo nunca había oído nombrar a Borges, salí corriendo a leer sus cuentos y poemas. Me di cuenta de que en mi poesía también estaba el tema del tiempo circular, eso fue lo que confundió a mi profesora. Pero a mí no me gusta nombrar maestros ni influencias, sería engañoso. En mi producción hay elementos de la poesía medieval, la renacentista, la del siglo XIX, la del XX, en fin. Y están presentes la narrativa fantástica, el cine, la pintura y la música.

-¿El cine...?
-Una crítica norteamericana demostró que dos o tres trabajos míos presentaban una técnica que provenía del montaje cinematográfico. Era como ver una película. La televisión también influyó en mis últimos libros, Besos robados y Apariciones profanas. La forma como están puestos los versos son como pequeños comerciales. Y alguien me decía que mi poema Una noche en el Café Berlioz era un cuento fantástico...

-La segunda parte de Obras Selectas es en prosa y evoca sus encuentros con intelectuales. ¿Quíen lo impresionó más?
-Sin duda, el rumano Mircea Eliade, por su sencillez y esa forma de hablar de lo cotidiano, increíble. Es uno de los más grandes filósofos del siglo.

-Borges le habrá parecido reaccionario...
-Claro, pero igual fue un momento admirable. Sucede que estuve preso diez días durante la dictadura, cuando vivía en Arica. De ahí me fui a Maryland y coincidió con que Borges vino a Chile y fue condecorado por Pinochet. Muchos compatriotas en el extranjero simplemente borraron su nombre del programa de estudios. Yo tuve un conflicto interno, pero resolví no eliminarlo. No quise censurarlo, porque no hubiese querido que me pasara a mí.

-Pero lo censuraron en 1981...

-Mal de amor estaba impreso y distribuido. El gobierno militar chileno lo mandó a retirar de las librerías y recién pudo circular cuando se levantó la censura en el país.

-Al no discriminar a Borges, en la balanza ganó el genio del maestro argentino.
-No. Ganó la literatura.

-Usted escribió un poema increíble cuando murió Neruda, en 1973.
-Si, lo quería mucho. El fue siempre muy paternal conmigo, me protegía. Continuamente me decía: "tú deberías escribir un poema diario". Pero es obvio que nunca podré.

-Neruda le recomendaba, tal vez, su propia forma de trabajar.

-Claro. El escribía un poema diario... pero él era Neruda. Su obra es muy voluminosa, deben ser unos 50 libros... con versos mejores y otros peores porque nadie puede sostener una calidad pareja en más de dos mil páginas. A mí me basta con que haya producido Residencia en la tierra, una de las obras cumbres de la poesía universal en cualquier época e idioma.

-¿Mejor que sus versos políticos?
-El sentía que tenía la obligación moral de denunciar la opresión, el hambre y la miseria. Entonces escribía estos versos políticos, algunos buenos y otros menos buenos... Yo también tengo algunos de denuncia, como Hueso, sobre los detenidos desaparecidos.

-¿Usted cree que Chile se reconciliará?
-Reconciliación sólo puede haber después de la verdad. Si tú quieres perdonar, tienes que saber a quién y por qué. No puedes dar un perdón como un cheque en blanco. Digánme quién mató a mi padre, cómo lo mató y dónde está. Y que esa persona me pida perdón y yo la perdonaré. Ese es el tipo de discurso que debe generarse. Por eso, no veo que estemos encaminados. Bastará con ver todo lo que va a ocurrir de aquí al 11 de septiembre.

-¿Le fluye la creación?
-Yo tengo apariciones. Son como seres sobrenaturales a quienes tú no eliges y se te aparecen por el pasillo de tu casa. Como flashes fantasmales. Me sucede cuando menos lo espero: en la ducha, en un restorán, en el medio de la clase. Una vez miraba una película, salí corriendo del cine a buscar un lápiz al auto. Como no tenía, rajé a mi casa y escribí, acezando como diez minutos. Nunca tengo con qué escribir cuando mis apariciones llegan. Neruda se burló de mí un día: "¿Un poeta sin lápiz?" y yo le contesté: "Peor sería un lápiz sin poeta". Me ha pasado perder versos por no poder anotarlos. Porque, eso sí, cuando la aparición pasa, se acabó.

-¿Le cuesta echarse un lapicito al bolsillo?
-Es que me gusta vivir al borde del precipicio. Me da susto pensar que, si vivo preparado, mis apariciones profanas ya no lleguen. también creo que, en poesía, he hecho lo que quería. Si dejara de escribir hoy, estaría contento.

 

 

 

La siguiente es una recolección de Obras Selectas de Oscar Hahn. Versos escogidos al azar y presididos por Coronación, una de sus últimas creaciones inéditas

CORONACION (Inédito)

Buscaba un ramo de flores
un ramo de pensamientos y de nomeolvides
para tejerte una corona

Ya he cortado las flores
ya te he tejido la corona
ya se la he dado al mensajero

pero el mensajero no ha encontrado tu casa

Y ahora la corona se marchita
en el sepulcro de nuestro amor


A MI BELLA ENEMIGA

No seas vanidosa amor mío
porque para serte franco
tu belleza no es del otro mundo
Pero tampoco es de éste


FANTASMA EN FORMA DE TOALLA

Sales de la ducha chorreando agua
y te secas el cuerpo con mi piel de toalla

Y hay algo que te empuja a frotarte y frotarte entre los muslos húmedos

Entras en un terrible frenesí
en una locura parecida a la muerte
hasta que otra humedad más densa que el agua
te empapa la carne con su miel pegajosa

y tú aprietas las piernas y gimes y gritas
y yo te lamo entera con mis lenguas de hilo


PARTITURA

La música de las esferas
no la produce la rotación
de los planetas en el cielo
sino la frotación
de los cuerpos en la tierra


SOPLAME ESTE OJO

Así que estaban tomándose un café
y conversando solamente

sóplame este ojo

y ahora sóplame este otro
para que se me vuelen los dos

y no te vuelva a ver nunca más


EL PERFECCIONISTA

Yo arruiné este poema

Eliminé las palabras
y le torcí el cuello a la sintaxis
hasta dejarla sin habla

Ahora
no es ni la sombra de lo que era

De tanto castigarlo
quedó reducido a nada

Ignoro de qué hablaba
No sé cómo termina

 

 

 



 

 
 

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