Oscar Hahn

 
 

 

 

El poeta habla de sus particulares métodos literarios
Óscar Hahn: “Soy una especie de médium de fuerzas extrañas”

Considerado uno de los más relevantes autores chilenos de la generación de 1960, el escritor presenta “Obras selectas”, compilación que, además de sus mejores poemas, incluye textos en prosa.


por Jazmín Lolas
en Las Ultimas Noticias
Domingo 24 de agosto de 2003


Residente desde hace casi treinta años en Estados Unidos, el escritor Óscar Hahn -uno de los más relevantes poetas nacionales de la generación del 60- ha pasado las últimas tres semanas en Chile y ese tiempo lo ha dedicado en gran parte a la lectura pública de sus poemas, aun cuando ese ejercicio no le agrada mucho.

-Lo hago más bien por ayudar a promover los libros, pero preferiría no leer y pasar completamente inadvertido -dice el autor, cuya nueva visita al país coincide con el lanzamiento de “Obras selectas”, una antología de su trabajo poético y en prosa recién publicada por Editorial Andrés Bello.

-¿Lo mejor para usted, entonces, es que el lector se relacione en solitario con su poesía?
-Exactamente. Eso para mí es lo ideal. Incluso me incomoda que los libros lleven fotos mías. Preferiría que tuvieran el puro nombre, no más.

Dividida en dos partes, la nueva publicación de Óscar Hahn ofrece una serie de relatos en los que el escritor evoca, entre otros temas, sus relaciones con figuras como Neruda, Borges y Lihn, y la selección de poemas “Cuenta regresiva (2002-1977)”, titulada así debido a que se inicia con los más recientes trabajos del poeta, contenidos en “Apariciones profanas”, y finaliza con los primeros, agrupados en “Arte de morir”.

-“Cuenta regresiva” termina con su primer poema, “Reencarnación de los carniceros”, escrito a los 17 años. ¿Qué piensa de ese texto ahora?
-Lo más sorprendente es que tenga actualidad, porque es una advertencia contra los peligros de la guerra nuclear y, a estas alturas, con lo que está pasando en Irak y Corea del Norte, ese peligro es real.

-Parece que usted no es un poeta demasiado prolífico. ¿A qué se debe eso?
-No decido sentarme a escribir todos los días, sino que tengo apariciones que, cuando se presentan, son un llamado interno a escribir un poema. Pero si no se presentan, no hago nada, no trato de invocarlas o hacerlas aparecer a la fuerza.

-¿No se desespera esperando las apariciones?
-No espero ni me desespero, porque si espero o me desespero, seguramente no van a venir. Prefiero que me pillen de sorpresa. A estas alturas he detectado que aparecen por ciclos y que luego desaparecen totalmente.

-Me imagino que alguna vez lo habrán sorprendido en circunstancias no muy oportunas.
-Absolutamente. Una vez estaba en el cine, en la mitad de una película que era muy buena, y de repente tuve una de estas apariciones. No tenía lápiz, tuve que salirme del cine y no tenía lápiz en el auto tampoco. Mientras manejaba hacia mi casa traté de memorizar todo, aterrorizado de que se me olvidaran los versos. Entré corriendo como loco, agarré un lápiz y ya. Sabía que, al escribirla, tenía la aparición agarrada de la cola.

-¿Y es tan perfeccionista como el protagonista del texto que se inicia con el verso “Yo arruiné este poema”?
-Claro. Pero ese poema trata de mostrar los peligros del perfeccionismo. Hay un punto en que uno tiene que parar de corregir, porque, si no, el poema termina destruido.

-En la selección de prosas cuenta que, a comienzos de los 60, Neruda lo emplazó a escribir más y usted le respondió: “Bueno, yo soy Óscar Hahn solamente”. Supongo que a estas alturas no piensa igual.
-Es que, con todo respeto, Neruda tenía otra concepción de la poesía. Creía que era un oficio diario y en algún punto se transformó en una especie de cronista de su propia vida y de los acontecimientos que observaba. Yo no me considero cronista de nada: soy más bien una especie de médium de fuerzas extrañas.


El exorcista

-El año pasado, cuando usted vino al lanzamiento de “Apariciones profanas”, decía que su relación afectiva con Chile era terrible.
-El año pasado estaba viviendo una crisis personal, y cuando uno tiene una crisis personal lo que hace es proyectarla hacia ciertos lugares o ciertas cosas. Pero, ahora, que me siento muy bien, tengo una relación muy buena con Chile. Incluso creo que el chileno es un poco injusto consigo mismo, porque, por ejemplo, aquí uno todavía puede percibir calor humano.

-En el poema “El exorcista”, declara “no estoy en paz con todos mis demonios”. ¿Ha cambiado eso con el tiempo?
-Claro, ahí está la receta. Si uno tiene estos demonios, que son una metáfora de los problemas íntimos, el exorcista debe ser uno mismo. No soy depresivo, pero tuve una depresión muy fuerte el año pasado y ahí ocurrió lo que sucede en el poema: trabajé yo solo para solucionar estos problemas internos y lo conseguí.




 

 
 

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