Sobre Flor de enamorados, de Óscar Hahn
(1)
Desde el título, este libro de Óscar Hahn tira
para dos lados: "flor", como "flor de lío", por ejemplo, se coloca en
la jerga, bajo el límite inferior de lo que suele llamarse cultura. Y
"flor", como en Flor nueva de romances viejos, la famosa
antología de don Ramón Menéndez Pidal: un sentido
anticuado y culterano de la palabra. Desde la oposición de un lenguaje
en desuso y un lenguaje recién usándose, podría pensarse que el título
apela a dos tipos extremadamente diversos de lectores; que los que
entienden uno de los sentidos quedan sin entender el otro. A mí no me
lo parece. Propongo que el título apunta a un lector dividido, que no
entiende ninguno de los sentidos aisladamente, sino que se ubica en
una tensión: la de entenderlos ambos a la vez, sentir el tirón entre
ambos, la distancia (el espacio) que entre ellos se
crea.
SOBRE EL CANCIONERO ANÓNIMO FLOR DE
ENAMORADOS
Barcelona, Casa Claudi Bornat, 1562
..... Se nos
advierte que estamos ante un texto en que otro texto se transparenta;
ante una escritura que es casi (es y no es ) una escritura anterior. Y
esa escritura anterior es de un tiempo que tiene algo de impensable,
de inconciliable con los supuestos del nuestro. El año de publicación
de la primera escritura es 1562, el origen de ella posiblemente muy
anterior. Entonces uno se pregunta qué pasa cuando, en el límite de la
traducción, de la trasposición, de homenaje, hasta de la parodia, se
trabaja "sobre" ese cancionero anónimo.
….. De buenas a
primeras, lo que hay que decir es que se produce la seducción. Leer
este libro es sumamente seductor; casi culpablemente seductor. Tiene
algo de las lecturas escondidas de adolescencia; como si ahora fuera
tan vergonzoso leer libros de amor como antes leer libros
pornográficos. En una imagen muy fuerte, que inicia uno de los poemas,
se dice "Si libres alcé los ojos/ cautivos los abajé". Trastocándola,
se puede aplicar a la primera sensación de esta lectura: "Si libres
bajé los ojos, cautivos yo los alcé". Es un libro de gustos, de deseo,
de curiosidad y de risa del lector, de conmoverse y de reírse de uno
mismo por haberse conmovido, de sentir las propias emociones como
emociones y a la vez como citas imposibles, desfasadas y paródicas. El
tirón, el doble juego, la distancia: verse a la vez sintiendo y
citando.
…… Como lo sabe
cualquiera, a partir de su experiencia en tantos planos, la seducción
que algo ejerce sobre nosotros es un tema fascinante y complicado. Por
qué me gusta algo o alguien, por qué lo deseo: cada experiencia de
seducción es como una escritura cifrada, un alelado preguntarse qué es
lo que de ese modo me fascina, qué zonas desconocidas de mí me ilumina
ese deseo. Por eso me pregunto en relación con este libro: cuáles son
sus juegos de seducción.
DATOS DEL
JUEGO (2)
... El libro tiene
las formas de un deseo históricamente situado: el deseo de los versos
cortesanos que suelen llamarse de la gaya ciencia, de la poesía
cortesana del cuatrocientos que, según dice un tratadista, "permaneció
hasta el tiempo de los Reyes Católicos". De ella toma las diversas
combinaciones estróficas del octosílabo, "profundamente arraigado en
la tradición española, y 'repartido' en esa época entre la poesía
cantando y la leída". Sobre ella, una poesía que recién estaba
estableciendo su independencia respecto de la música, se ha dicho:
"una compleja técnica de combinaciones métricas, artificios de la
rima, correlaciones de vocablos y otros recursos e invenciones se
había desarrollado en la versificación trovadoresca a medida que la
lírica había ido prescindiendo de la melodía
musical".
….. Bueno. Éstos
son los datos de los juegos. Sobre esa poesía, y sobre un determinado
cancionero, se escribe Flor de enamorados. Oscilación entre un texto
encontrado -un deseo amoroso textual e históricamente codificado- y un
texto inventado. Aquí se juega con una pregunta: cuánto de la
invención consiste en encontrar; cuánto de lo que más espontáneamente
sentimos pertenece a un código determinado, qué fechas tiene ese
código, y en qué medida lo que nos constituye es sólo el lugar en que
se entrecruzan y juegan los diversos códigos que manejamos o que nos
manejan. La aventura del libro: buscar su deseo en la aceptación o el
rechazo que producen los textos del pasado, en las modificaciones que
el deseo de hoy sugiere en ellos, en los resquicios que les descubre
para colarse. Un texto que rastrea su propio deseo en el juego de la
identidad/desidentidad con otro; en las ranuras donde logra caber; en
sus afinidades electivas.
EL JUEGO DE LA DOBLE
LECTURA
... Es inevitable,
en estas reflexiones de "texto sobre texto" (título a su vez de un
libro crítico de Óscar Hahn) referirse a "Pierre
Ménard, autor del Quijote", una de las ficciones de Borges, que en
1944 echó otra vez a rodar la palabra palimpsesto, y su sentido: el de
un manuscrito bajo el cual se perciban las huellas de otro, escrito
antes en el mismo pergamino. (Imagen fascinante, por lo demás, que ha
sido muy fecunda para la crítica actual) (3). Podemos robarnos la
palabra palimpsesto, y también el concepto de una lectura
"palimpsestuosa": la que invita a leer relacionando, la que tiene un
cierto sabor perverso. Un texto que tuvo originalmente una
intencionalidad se lee en relación con otra, se goza en efectos que
nunca previó su autor original, que no estaban en lo que podría
llamarse su naturaleza. La lectura palimpsestuosa va contra natura;
junto con celebrar y buscar al texto anterior, lo violenta, lo fuerza,
lo hace portador de otros sentidos. Los textos de Flor de
enamorados exigen, imponen una lectura palimpsestuosa, no son
plenamente inteligibles sin la distancia entre uno y otro tiempo, una
y otra sensibilidad, una y otra forma de lo imaginario: sin la
distancia y los efectos de feroz contemporaneidad que, casi como si
nada, casi como si no, con una seducción como al desgaire, hacen
entrar en contacto ambos tiempos y ambas sensibilidades. Un personaje
de Las afinidades electivas, de Goethe, apropósito
ostensiblemente de álcalis y de ácidos, dice lo siguiente: "son de
naturaleza opuesta; tal vez el ser de naturaleza opuesta es el secreto
de su efecto recíproco -se buscan ansiosamente, se poseen, modifican
su carácter uno al otro, y al vincularse forman una sustancia
completamente nueva" (4). Pongo aquí la cita para hacer de ella,
abusivamente, una descripción de lo que pasa entre el texto anterior y
el texto presente de Flor de enamorados.
EL JUEGO DE LA
SITUACIÓN
... Lo que acabo de
hacer es cambiar el texto de Goethe de situación; hacerlo decir con lo
que dice otra cosa; añadir al juego de la novela Las afinidades
electivas otro juego, que no habla ya de álcalis ni ácidos ni de
personajes que se atraen mutuamente, sino de la relación entre dos
textos. Juego con eso el juego del libro de Óscar. Juego con la
situación en que un texto se emite y se recibe; con lo que el autor
sabe que el lector sabe al momento de leer el texto. En uno de sus
antipoemas, Nicanor Parra decía "yo digo una cosa por otra". Aqui se
podría modificar ese verso y decir: "yo digo una cosa con
otra".
... Sigo
acordándome del Borges de Pierre Ménard. Como ustedes saben, Pierre
Ménard "dedicó sus escrúpulos y vigilias a repetir en un idioma ajeno
un libro preexistente" (...) la "técnica del anacronismo deliberado y
de las atribuciones erróneas... nos insta a recorrer la Odisea como si
fuera posterior a la Eneida... Esa técnica puebla de aventura los
libros más calmosos. Atribuir a Louis Ferdinand Céline o a James Joyce
la Imitación de Cristo ¿no es una suficiente renovación de esos
tenues avisos espirituales? (5). No estamos aquí ante Pierre Ménard ni
ante El Quijote, y ya hablaremos más de los otros juegos que revela
esta lectura; pero el primero es decir una cosa con otra, hacer
como en el título un juego en que se juega a la vez con el hecho de
que el lector es inocente y el hecho de que el lector es sabedor. Un
ejemplo: "Castillo, dáteme, date/ si no, te daré combate" tiene un
encantador sesgo de metáfora medieval, del amor como combate de
caballería, pero también tiene, en nuestra lectura contemporánea
pasada por tantas vulgarizaciones de Freud, un sentido sexual
inequívoco, que transforma la imagen y excita ante ella otra forma de
curiosidad. De tener la metáfora del castillo un determinado sentido,
pasa a tener más de uno: a la vez el tiempo de su primer origen y el
de este tiempo en que Óscar Hahn la echa nuevamente a rodar. Con ella
obtiene del lector un doble rendimiento, por decirlo así, el de su
lugar de placer configurado y canónico; el de otro luger de placer,
sorprendente y perverso.
EL JUEGO CON LA
TRADICIÓN
.....
Éste es un juego que siempre ha separado a Óscar de los poetas
chilenos de su edad, y que lo ha hecho irreductible a muchas
descripciones de una "generación". Cito una de ellas: "generación que
se caracteriza por el utilizamiento del lenguaje cotidiano, la
desmitifiación del mundo y del yo poético, el deseo de comunicación
inmediata, la tentativa de transformarse en cronistas de la existencia
cotidiana contemporánea..." (6). Muchas veces la tentación de
desmitificar el mundo poético y de trasformarse en cronista de lo
cotidiano llevó a una renuncia voluntaria a la tradición, con costos
nada despreciables. Para cualquier lector de la poesía de Óscar Hahn
(y ciertamente no sólo de este libro) se hace evidente que su actitud
ante la tradición es otra. Lejos del gesto que se sentía como
transgresor y tal vez como liberador, la tradición poética española es
para Óscar Hahn el espacio de un tesoro. Pero también está lejos del
gesto reverente de los guardadores del tesoro y de los repetidores de
los recursos tradicionales: la tradición en Óscar Hahn se emparenta
más con la de Carlos Germán Belli, por ejemplo, en quien la forma de
la sextina, escrupulosamente respetada, hace estallar el sentido por
todos lados (7)
..... El juego de los textos de este libro con la tradición consiste,
como se dijo al principio, en mantener el sentido original agregándole
la conciencia de la distancia que nos separa de ese sentido en el
momento de nuestra lectura. El posmodernismo se hace presente aquí en
dos formas concretas: la de la actividad intertextual y la relación
con una cultura anterior, una tradición, que ciertamente es un tesoro,
pero se asemeja más al tesoro de un barco naufragado, al que se accede
en actitud de maravilla y también de apropiación. Apropiarse -como un
pescador de perlas- de lo que sirva para fines que no eran los
previstos; no ser ni guardián ni custodio; tener una actividad con
matices de pillaje (8). Lo que se obtiene del fondo del mar, lo que se
saca de ese naufragio, es lanzado a rodar en un nuevo circuito de
sentido. Como dijo Pedro Lastra sobre poemas anteriores de Óscar hahn,
los subtextos son "singularizados poderosamente en un espacio poético
nuevo, en el cual persisten como partículas cuya rotación genera
resonancias inquietantes". (9)
LOS JUEGOS DEL
AMOR
....
Para terminar, lo que es obvio desde el principio. Éste es un libro de
amor, de amor cortés, de cortejo, de asedio, de combate, de asaltos,
de capturas, victorias, derrotas, dolores, de "engañoso rodeo". Pero
de lo dicho hasta aquí uno concluye que el rodeo es todavía más
engañoso de lo que parece. Se me ocurre terminar diciendo que en este
texto de Óscar Hahn la distancia conmovida, maravillada y también
sonriente que se crea ante estos textos de amor tiene, a la larga, un
efecto muy impactante y muy difícil de conseguir. Éstos son y no son
nuestros sentimientos, no son y son; son, como las fotografías que
acompañañ el texto, máscaras que el deseo, en su constante fluir, ha
tomado,toma, deja, en uno y otro momento, sin permanecer cristalizado
en ellas. El trabajo textual de Óscar Hahn hace posible que el deseo
pase una vez más por las formas estróficas que había abandonado hace
quinientos años. Logra hacer espejear el deseo ahí. Nos dice del deseo
que es un espejismo. Hace que, antes de captar o capturar el deseo
mismo, la lectura capte sobre todo lo que tiene de esquivo. Logra, en
fin, que persigamos un deseo esquivo de texto en texto, que lo vayamos
configurando por semejanza y por diferencia, como si tratáramos de
leer una escritura secreta, el nombre que cada uno daría, en este
momento, a "lo que no tiene censura ni nunca tendrá/ lo que no tienen
medida ni nunca tendrá/ lo que no tiene sentido", como dice un canción
de nuestros días.
NOTAS
(1) Óscar Hahn, Flor de
enamorados, Francisco Zegers Editor, Santiago de Chile, 1987.
Publicado en Pedro Lastra y Enrique Lihn, Asedios a Óscar Hahn,
Editorial Universitaria,Santiago, 1989.
(2) Cfr. T. Navarro
Tomás, Métrica española, Reseña histórica y descriptiva,
Guadarrama, Madrid, 1974, pp. 111 y ss.
(3) Véase especialmente
Gérard Genette, Palimpsestes, Lalittérature au second
degré, Du Seuil, París, 1982.
(4) "Elective affinities",en
Great writings of Goethe, editd by Stephen Spender,
Meridian Books, Clinton, Mass., USA, 1977.
(5) Jorge Luis
Borges, Obras completas, Emecé,Buenos Aires, 1974, p.
450.
(6) Mario Rodríguez Fernández, citado por Jaime Quezada en
su introducción a Poesía joven de Chile, Siglo Veintiuno
Editores, México 1973.
(7) Carlos Germán Belli, Sextinas y
otros poemas, Editorial Universitaria, Santiago de Chile,
1970.
(8) Cfr. Hannah Arendt, "Walter Benjamin: 1892-1940".
introducción a Illuminations, Schocken Books, New York,
1969, pp. 38 y ss.
(9) Pedro Lastra, "Óscar Hahn: poeta
nuclear", en El Universal, caracas, 19 de octubre de
1986.
en
Composición de Lugar. Escritos sobre cultura
Adriana
Valdés
Editorial Universitaria 1996