En el libro Aproximación a la situación anómala
y oblicua del lenguaje de Arnaldo Enrique Donoso todo es intensidad.
Intensidad de fuga, de proyección, de introyección,
de vectorialidades. Lo anómalo es una intensidad de la gramática
para transparentarse sobre un cuerpo. Lo oblicuo es la transversalidad
sobre la geometría grafemática de la escritura. Un libro
que se escribe desimprimiéndose y que lo convierte en una de
las obras más interesantes y destacadas de esta novísima
escena de poetas jóvenes post2000.
En Aproximación a la... (así en adelante) se
ejecuta el poeta como obra contemporánea. La obra como contingencia.
Ambos como reflexividad de sí mismo. El sí mismo como
una poemática anómala y oblicua. Cito:
La obsesión no es otra cosa
que lo anómalo.
La poemática es un sistema
dinámico y complejo, es una
estructura que ofrece grados
de integración entre cada
texto particular, es la
abstracción o idealización
de una poesía, funciona con
el nervio de la transferencia
lingüística.
En "Constatación del hecho poético", Donoso
pone en escena la traducción teórica de una lengua poética
que se fisura y se tacha cuando se mira en el espejo del oráculo.
El lugar donde la escritura anochece y se hace transparente de tan
negra, donde las palabras son a la vez una genealogía literaria
y un hexagrama que presagia que "de alguna manera hay que extrañar
algo". Las dos fotografías en negativo que aparecen en
este capítulo, la de una vagina y la de una mujer desnuda con
las piernas abiertas, son el correlato del mismo libro en su incesante
movimiento de abrir las páginas, que al mismo tiempo es abrir
el libro, "tú LIBRO", que es el título
de la serie. La mirada gráfica se desplaza sobre este cuerpo-corpus
generando una zona erótica que es a la vez la fruición
entre el lector y el autor, ambos dentro del libro. El ojo que lee
es visto por la propia escritura y lo patentiza como una contemporaneidad
sin dirección no ironizable. Cito:
palabras ininteligibles que permanecieron
en la
amatista de su tinta semen retina que hijo primogénito:
(...)antiguos escribas que permanecen en
la
amatista de su letra óvulo tímpano que hijo primogénito:
......................................................
. toda la poesía es precedente en la era ocular .
En "El lenguaje empañado por lo oblicuo" la movilidad
sensorial pasa del ojo a la voz. La materialidad fónica es
la huella de lo que alguna vez se habló, es decir, del paso
de hablar a conversar, de leer al ser leído. El texto "Relación
entre la fonética de los centros comerciales y la ley de Murphy"
es decisivo en el capítulo. Cito:
Leí a alguien. Alguien.
Imprecisiones sobre la fonética de
los centros comerciales.
Imprecisiones, en realidad, sobre
los centros comerciales. Dar un
salto sobre los dos puntos:
............................. Y
gritar:
............... ¡Oh,
Las flores del Mall!
No obstante, el carácter científico de codificar el
lenguaje por la lingüística vuelve a ser la contraparte
de una captura imposible. Las estructuras semánticas "del
desnivel sintáctico (y la relación dialéctica
entre pragmática y semántica)" son a la vez el
escenario y el contexto de una segunda materialidad que se pregunta
por las condiciones del poeta contemporáneo. Que, en fin, es
la duda por su posibilidad en el sistema actual que pone en sospecha
al libro mismo como objeto de lujo o reliquia de la civilización.
En "Anomalías de lo precedente" aparecen las gallinas
picoteando y devorando muñecas y cadáveres, artificios
y recuerdos que apabullan la vieja dialéctica entre objeto
y sujeto. En el texto "Reflejas", el autor propone dos sentencias
analizadas morfosintácticamente : "Este libro se escribe"
y "Este libro es escrito por sí mismo" que revolotean
dentro del corral de la crónica y la insistencia de escribir
e ir perdiendo la visión en la "era ocular". Un tiempo
sin lugar que traspasa la ficción y que olvida llamar como
ser llamado. Cito:
Acá es un lugar en que ser dócil
implica un riesgo sumo
Donde cada fantasmagoría es vagar a lo cruel del oculto
lugar
Paradoja irreprochable, condeno a la literatura
A venir al mundo sin que el mundo sea lo que llamo "acá".
Si en los dos primeros capítulos se inaugura respectivamente
el ojo y la voz como una primera manera de un "siendo",
en el tercer capítulo se generan las condiciones de subjetivación
como un intento de (des)pertenencia territorial y desterritorializadora
a la vez. De aquí, que el cuarto capítulo del libro
"La Ciudad", sea el locus hexagonal más autoreflexivo
como discurso-territorio-cuerpo. A su vez, esta ciudad se presenta
como paisaje escritural y anomalía de sí, es decir,
la abstracción en grado sumo convierte la ciudad en el hexágono
donde el sentido de la obra hace su entrada como una imperfecta huida.
La creación de la ciudad indaga en la creación de la
obra queriendo evidenciar el paso de unos borradores a unos textos,
de unos textos a un libro, y del libro a la obra como factura, proceso
y descomposición. Cito:
Esta ciudad será una cromatización
fragmentada hasta la ubicuidad.
La oscuridad del intersticio por donde los visitantes contemplan
Formas hexagonales que simulan edificios suspendidos
en algo que simula ser el aire
Gradúa lo ubicuo, lo divide en cuadrantes.
Un bloque aislado del conjunto, es una ecuación fragmentada.
La gran ecuación, es el hexágono; concéntrico
con otro en su interior y otro en su interior
Que a su vez lleva una esfera en el centro.
Esa esfera transgrede la [im]perfección
Del hexágono.
Por último, los dos anexos que concluyen el libro vuelven
a ser una relectura del mismo, que es una reescritura análoga
y resistente a su mismo concepto. Las materialidades vuelven a especularse
en el juego de izquierda y derecha que es la obligación del
libro como objeto en su de(s)velarse. Asimismo, el poeta contemporáneo
no halla más que un oráculo donde terminar de leer es
el comienzo de una ceguera temporal y epifánica. Las indagaciones
de este libro lo hacen uno de las más inteligentes e interesantes
escrituras donde borde y costura, derecho y revés, no tienen
más posibilidad que sufijo y prefijo. Arnaldo Enrique Donoso
perlaborando una de las más duras genealogías metarreflexivas
sobre la escritura se presenta para quedarse como una de las voces
más sólidas y cuerdas que inauguran este nuevo ya viejo
siglo 21. Para callarme hago esta última cita que es la conclusión
del libro y me doy cuenta de verdad que las palabras son cuerpos celestes,
que las palabras desaparecen:
Dejaré el signo abierto
[:]
a la farsa,
a la no-razón que justifica el existir de esta palabra, de
esta letra,
del lenguaje,
puesto que siempre existen,
aun sin decirlo,
aun, sin decirlo,
aun, al, d e c i r l o