Para fin de año el escritor nortino Hernán
Rivera Letelier anuncia la publicación de su séptima
novela, aunque ya tiene otra casi lista. En el 2006 se filmarán
dos películas inspiradas en sus libros y actualmente divide
su tiempo entre la escritura y sus labores como generalísimo
de Michelle Bachelet en la II Región.
Levanta el auricular. “Espérame, me cambio de teléfono”.
Pasos en el suelo de cuartos que se adivinan espaciosos. “¿Aló?
Espérame, voy a colgar el otro aparato”. Más pasos que
se alejan y que llegan, se oye el trayecto entero. Cuelga y entonces
sólo se le escucha venir. Está acostumbrado a la amplitud
del desierto, con él no van los pisos de un ambiente.
Tiene una novela casi lista y otra en proceso. Dos cineastas
están trabajando paralelamente en cintas inspiradas por sus
libros. Es un escritor de altas ventas, y podría vivir como
muchos de ellos: en la neurosis de las entrevistas y el placer de
los círculos literarios. Ha escogido la inmensidad del norte,
la renuncia a las autocomplacencias de salón. Se proclama como
un obrero de la literatura, y no le interesa cambiar su estilo de
vida, en el que siempre hay sitio para la calma.
Confiesa que se enamora mucho. Pero no sólo de las mujeres.
Por estos días dedica la mayor parte de sus esfuerzos a escribir
una novela que estará lista a fin de año y que, asegura,
lo tiene “casi levitando” de felicidad. El otro amor que proclama
es político, aunque tiene bastante de romántico también.
Es el generalísimo de la campaña de Michelle Bachelet
en Antofagasta, y no tiene problemas en decir que si fuera soltero,
ya estaría en la pelea por ser el "primer caballero de
la nación".
Con ocho libros en el cuerpo –seis de ellos novelas-, ha demostrado,
al menos, dos cosas: que no piensa despegarse del norte como escenario
natural de sus ficciones y no tan ficciones, y que su capacidad para
crear libros de enormes ventas es bastante más que suerte de
principiante. Aun cuando la crítica en nuestro país
no haya sido demasiado generosa con él.
-Decir que el norte y Hernán Rivera Letelier son uno es un
lugar común cuando se habla de su literatura. ¿Le molesta
la repetición de la analogía o se siente cómodo
en ella?
-Desde el momento en que es una verdad no me incomoda. Además
creo que llevo el desierto cartografiado en la piel de la cara. El
desierto soy yo, así que no me molesta para nada.
-Algunos dicen que es una leyenda que se ha creado como un medio
para autopromocionarse.
-Sí. Al principio se decía que era puro marketing esto
de que yo fuera pampino, que fuera minero, que fuera obrero. Pero
ya se dieron por vencidos. Después corrió el rumor de
que era mentira que yo escribía. Que alguien escribía
y yo ponía la cara nomás. Son mitos que han ido quedando
atrás.
-¿Le divierten?
-De sobremanera. Hay otro mito: el de la chaqueta de cuero. Como aparezco
siempre con mi chaqueta de cuero y mis jeans, andan diciendo que todo
el misterio está en la chaqueta de cuero, y que el día
que pierda la chaqueta dejo de ser escritor. Yo digo que tengo 14,
pero en verdad es una.
"Les
molesta que venda más que ellos"
-Usted ha dicho que se siente un obrero de la literatura. ¿En
qué se diferencia de los “burgueses” o los “aristócratas”
de la literatura?
-Creo que lo fundamental es que no escribo sobre libros. Mis personajes
no son de papel, sino que son sacados de la vida real, de la vida
diaria. Mis historias son de personajes de carne y hueso. Por otro
lado, soy un obrero porque me hice solo. Soy un práctico, no
un teórico. Aprendí a escribir escribiendo, y si hay
alguien autodidacta, ése soy yo.
-¿Cree que a algunos les molesta que usted se haya hecho
solo y haya llegado adonde está?
-Sí, creo que sí. Pero es comprensible; si un tipo lleva
treinta o cuarenta años escribiendo, tratando de figurar, y
aparece un obrero semianalfabeto y llega hasta donde llega es como
para molestarse. Yo creo que les estorba un poco, pero creo que lo
que más les molesta es que venda más que ellos.
-¿Le enoja que el best seller se identifique típicamente
con la mala literatura?
-No, porque la mayoría de los best sellers es basura. Yo creo
que un 90 por ciento. Pero hay un diez por ciento que se salva. Cien
años de soledad es un best seller en todo el mundo, y no
creo que haya otro libro igual en el siglo pasado. Yo creo que pertenezco
a ese diez por ciento. Mi literatura, además de venderse, ha
tenido buenas críticas en Europa, algunas pocas en Chile, y
me leen en todos los estratos sociales.
-¿Cómo explica la diferencia que hay entre la crítica
de Chile y la de Francia, por ejemplo, donde sus libros han sido muy
bien recibidos?
-Las críticas que llegan de afuera, de Francia, de Italia y
de España son diametralmente opuestas a las que he recibido
en Chile. En ese sentido, creo que viene al dedo eso de que “como
dijo la papa, nadie es croqueta en su tierra”.
-Usted anunció que sacaría una novela este año.
¿Cómo va eso?
-Tengo una novela prácticamente lista, y estoy trabajando en
otra que me tiene contentísimo. Casi levitando. Es una novela
sobre la pampa, y estoy teniendo la misma sensación que cuando
estaba escribiendo La reina Isabel cantaba rancheras . Las
dos deberían estar listas para fin de año.
-¿Y van a competir entre sí?
-Eso es lo que estamos viendo. Pero parece que vamos a publicar una
a fin de año y la otra después. Creo que se va a guardar
la que está lista, que es una novela corta.
-¿Que se llama...?
-Hasta el momento se llama "Romance del duende que me escribe
las novelas". También está ambientada en el
norte, es un duende del desierto. Ahí les doy toda la razón
del mundo a los que dicen que yo no escribo mis novelas, y les cuento
el secreto. Es una novela en primera persona, nunca había escrito
en primera persona antes. Es la que posiblemente se guarde, pero no
estamos seguros todavía.
-¿Y por qué la otra lo tiene de un ánimo
inaugural?
-Es que me está quedando de maravillas. He gozado mucho escribiéndola.
He recuperado un poco esa inocencia que se pierde con la primera obra,
esa espontaneidad que se pierde después con el oficio. Me han
salido unos personajes en verdad entrañables, entonces estoy
contentísimo. Estoy casi enamorado de mi novela. (No diré)
nada más, porque es mala suerte. Cuando tenga la novela casi
terminada podré hablar.
Dos
novelas al cine
Las historias de sus novelas se pueden palpar. Los personajes se
visualizan de inmediato, están, como él dice, tomados
de la vida misma. Por eso la gente lee lo que Rivera Letelier escribe.
Y por eso, también, los libros se proyectan más allá
del papel y dos cineastas –uno de ellos francés- están
trabajando en películas inspiradas en sus libros.
-Había un proyecto para filmar Fatamorgana de amor con
banda de música con el director francés Bernad Geraudeau.
¿En qué quedó?
-Está atrasadísimo. Tendría que haberse empezado
a filmar hace dos años, y se atrasó por distintas causas.
Yo me reuní con el director en París y dice que ya tienen
90 por ciento del tema de platas arreglado, y que vendrían
a filmarla al desierto a mediados del próximo año. O
sea, el proyecto aún respira, aún está vigente.
-También hay un proyecto para trabajar con Marcelo Ferrari
en la cinta “Santa María de las Flores Negras”, sobre la matanza
de esa tristemente célebre escuela de Iquique, donde hubo una
matanza
-Sí. Marcelo está trabajando firme en eso, va muy bien,
y según me decía, empezaría a filmar a fines
de este año o comienzos del próximo.
-¿Y han hablado de una asesoría para ir cotejando
datos o usted le ha dado alguna libertad para que él replantee
el libro?
-Toda la libertad del mundo. Yo soy un convencido de que el cine es
un arte distinto de la literatura, así que el escritor no tiene
que esperar que la película se haga al pie de la letra. El
director es un artista que se inspira en una obra para hacer su propia
obra. El peligro es que se haga un bodrio al final, pero también
está el otro peligro: que la película quede demasiado
buena y digan “quedó mejor que el libro”.
-Hay un dejo de orgullo en esa preocupación. ¿En
cuál de esos escenarios se sentiría menos incómodo?
-En el segundo. Prefiero que quede una tremenda película.
“Michelle
Bachelet es bellísima”
-¿Es verdad que ha estado en negociaciones para postularse
a un cargo político?
-(Risas). Jamás haré negociaciones, ni menos para postular
a cargos políticos. Yo no soy un político. Lo que yo
hago es apoyar mis convicciones. Yo no milito en ningún partido,
pero por supuesto que tengo mis ideas políticas y soy zurdo
de nacimiento. Eso se nota en mis libros. Cuando hay alguna elección,
yo apoyo al candidato que creo que hay que apoyar. Apoyé a
Ricardo Lagos cuando estuvo en campaña en Antofagasta, pero
luego, cuando él se instaló en La Moneda yo me instalé
a escribir y punto, y hasta ahí nomás llegó el
romance con la política. Ahora me pidieron que sea el generalísimo
de Bachelet en la Segunda Región, y como yo creo que Chile
está necesitando una presidenta y entre las dos ella es la
que la lleva, dije que sí. La estoy apoyando, pero una vez
que la deje instalada en La Moneda yo vuelvo a seguir escribiendo.
-¿O sea que no hay posibilidades de verlo como diputado
o alcalde?
-No me veo en esos cargos. Me gusta trabajar por mis convicciones,
nada más que eso... ¿y te puedo decir algo?
-Claro.
-Además de todas las cualidades políticas, sociales
y académicas de mi candidata, es bellísima ella. Como
mujer. Te digo que si fuera soltero ya me la estaría jugando
por entero para llegar a ser el primer caballero de la República.
-¿Eso es una declaración de amor?
-Casi.
-O sea que hormonalmente le provoca una revolución...
-Ufff. Supieras tú.