La novelista chilena Isabel Allende,
autora de "Eva Luna", "De amor y de sombra", "El plan infinito" y
"Retrato en sepia", habló con la BBC sobre el libro que le mereció fama
internacional, "La casa de los espíritus".
A continuación transcribimos parte
de la entrevista que Allende concedió al programa "Book Club" del
Servicio Mundial de la BBC.
Las preguntas fueron enviadas por
oyentes de todo el mundo.
¿Hasta qué punto se basó en sus experiencias
personales para escribir la novela? ¿Escribir "La casa de los espíritus"
constituyó para Ud. un proceso terapéutico?
La novela se basa en
mi propia familia. Aunque es la historia de una familia,
también se trata de la historia de un país. El micromundo de la familia
refleja el macromundo del país donde yo vivía, Chile. Aunque está
narrada de una forma ficticia, exagerada, y tomo prestados personajes de
otras familias, y algunos de los personajes están creados a partir de
dos personas diferentes o de la vida de uno y el carácter de otro, yo
los conocía a todos. Fue como largo ejercicio de nostalgia, de memoria,
de resucitar a los muertos, de reunir a quienes habían ido a parar a
todas partes del mundo tras el golpe militar. Los conocía tan bien que
muchos de mis parientes dejaron de hablarme.
Por eso creo que, desde varios puntos de vista, fue mi propia
experiencia y se trata de un libro muy autobiográfico. Y fue terapéutico
porque cuando escribí la novela yo vivía en Venezuela, exiliada, y creo
que el año que pasé escribiendo el libro fue como largo ejercicio de
nostalgia, de memoria, de resucitar a los muertos, de reunir a quienes
habían ido a parar a todas partes del mundo tras el golpe militar, de
tratar de encontrar a quienes habían desaparecido y recuperar el mundo
que yo había perdido.
Sus novelas se suelen describen como "realismo mágico". ¿Considera
que su escritura es más realista que mágica, o son dos cosas que no se
pueden separar?
El realismo mágico es la capacidad de ver al
mundo en varias dimensiones, de ver cómo nos influyen fuerzas
invisibles.
Los
espíritus en "La casa de los espíritus" no son siempre fantasmas.
Con frecuencia se trata de pasiones y temores, y de esas cosas
invisibles que impulsan a la familia y que de alguna manera determinan
el destino del país. Hay momentos en "La casa de los espíritus"
en que uno ve que algo terrible está pasando en el país, sin que haya
absolutamente ninguna explicación, excepto alguna forma de emoción
colectiva que se ha desarrollado a partir de algo irreal, completamente
mágico.
Eso no sólo pasa en Chile, sino en todo el mundo. Por eso para mí es
difícil responder a esta pregunta, porque siento que en mi propia vida
pasan muchas cosas que no puedo explicar. Y he aprendido a aceptar todo
tipo de misterios, coincidencias, sueños, premoniciones, la presencia de
los muertos en mi vida. No es que yo vea el fantasma de mi hija vestido
de blanco, flotando escaleras arriba... pero su recuerdo es una
presencia tan fuerte en mi casa que es como si ella estuviera ahí.
¿El personaje de Clara se basa en una persona real? Una cosa que
me pareció extraordinaria es que predecía el futuro, una y otra vez, y
nadie le creía... ¿Qué quiere decir eso?
Clara se basa en mi
abuela, que se llamaba Isabel Barros y era una persona un poco lunática
y maravillosa. Ella provenía de una familia de lunáticos y si uno tiene
parientes como los míos, no tiene que inventar nada.
Fue con ella que pasé los primeros años de mi vida porque mis padres
se separaron y me mandaron a vivir con mis abuelos. Crecí con la idea de
que hay muchos mundos paralelos, que coexisten simultáneamente en el
mismo espacio. Yo participaba en sus sesiones espiritistas y crecí con
la idea de que hay muchos mundos paralelos, que coexisten
simultáneamente en el mismo espacio. Me parece que fue ella quien hizo
de mí una novelista, gracias a sus historias.
La idea de que predecía el futuro y nadie la escuchaba es exactamente
lo que pasó, porque mi abuela cometió muchos errores y muchas de sus
predicciones no se hicieron realidad, por lo que resultaba fácil
descartar lo que decía. Por ejemplo, en una de sus sesiones espiritistas
un fantasma le dijo que había un tesoro debajo de la escalera.
Como en esos días mi abuelo estaba viajando, mi abuela le pagó a una
cuadrilla para destruir casi la mitad de la casa. Por supuesto, el
tesoro no apareció. Pero, según mi abuela, la culpa era de la
arquitectura de la casa, no del fantasma...
Cuando Clara muere, parece que la magia deja de existir con ella.
¿Es así, o la magia sigue viviendo de una forma diferente?
Clara
vuelve a aparecer, en el peor momento, cuando han torturado, mutilado y
violado a su nieta.
Cuando la nieta está muriendo en un calabozo, ella aparece y la
sostiene y le dice que todo el mundo muere tarde o temprano, pero lo que
importa es vivir, y la obliga a regresar a la vida.
Cuando estaba
haciendo la novela, escribía sin parar, como si estuviera hipnotizada,
sin saber por qué lo hacía. Creo que lo que pasa es que los terribles
acontecimientos políticos del momento parecen haber destruido cualquier
tipo de esperanza, de magia, de amor, de compasión...por un tiempo. Pero
todo eso continúa bajo la superficie y, en los momentos de mayor
necesidad, regresa. Es por eso que Clara regresa. Por supuesto, puedo
explicar estas cosas ahora, pero cuando escribí el libro no sabía por
qué pasaban.
Durante 22 años me han pedido que explique el libro y he desarrollado
algunas teorías. Sin embargo, cuando estaba haciendo la novela, escribía
sin parar, como si estuviera hipnotizada, sin saber por qué lo hacía.
¿Hasta qué punto el haber tenido que abandonar su país por motivos
políticos la ayudó a escribir esta novela maravillosa?
Gracias
por lo de maravillosa...Tuvo mucho que ver. No creo que me hubiera
convertido en escritora de ficción si me hubiera quedado en Chile. En
Chile yo era una periodista bastante feliz, y tal vez lo sería todavía.
Lo que me hizo intentar escribir ficción fue el hecho de que en
Venezuela no podía trabajar como periodista. Yo tenía todas estas
historias dentro de mí y un enorme deseo de recuperar todo lo que estaba
en mi memoria y me parecía que se estaba desvaneciendo. Esta novela fue
un intento de vencer al olvido.
¿Nos puede explicar el proceso de escritura del libro?
Fue
un proceso muy orgánico, no fue planeado. En esos momentos yo trabajaba
12 horas al día en una escuela. Tenía dos turnos, de siete de la mañana
a siete de la noche. Llegaba a la casa bastante cansada, sobre todo
aburrida, porque no me gustan los niños...y el 8 de enero de 1981 nos
llamaron por teléfono a Venezuela para decir que mi abuelo, Esteban
Trueba, se estaba muriendo en Chile.
Como yo no podía regresar a
despedirme de él, decidí escribirle lo que podríamos llamar una carta
espiritual, que yo estaba segura de que él nunca leería. El único
objetivo de la carta era decirle que yo recordaba todo lo que me había
dicho a lo largo de mi vida, que podía morir en paz porque yo tenía sus
recuerdos. Para probar eso, comencé a escribir la primera anécdota que
me contó, la historia de su primera novia, Rosa, quien murió envenenada
al ingerir el aguardiente.
Y en cuanto comencé a contar sobre el perro Barrabás y Rosa, que
fueron las primeras historias que escuché cuando era niña, me di cuenta
de que me había distanciado de la carta, de la verdad, de la memoria, y
que había entrado a un reino en el que todas estas cosas se mezclaban y
yo tenía la libertad absoluta de hacer lo que quisiera. Yo podía
inventar, exagera, mentir. Era mi derecho. Fue un momento
maravillosamente liberador.
Cuando regresé a la escuela al día siguiente, con todos esos papeles
que había escrito, trabajé todo el día, pero en mi mente ya estaban los
personajes. Esa noche, después de cocinar y de que todo el mundo se
fuera a ver televisión, me encerré en la cocina y, con una pequeña
máquina, escribí las dos o tres páginas siguientes. No sabía que había
entrado en un campo minado, el campo de la literatura, en el que los
críticos y los profesores universitarios te destruyen si tienen la
oportunidad
Eso fue lo que hice todas las noches durante un año
y al final tenía 500 páginas, en la cocina. Fue así que escribí "La
casa de los espíritus".
Cuando se la di a mi ex esposo, que era ingeniero, para que la
leyera, me dijo "Aquí hay algo que no funciona. Escribes sobre 70 años
de la vida de estas personas y no envejecen". Me di cuenta, horrorizada,
de que me había olvidado de que algunos personajes seguían siendo
eternamente jóvenes. Entonces mi ex esposo preparó un esquema, con los
años, los acontecimientos y las edades de los personajes. Gracias a eso,
organicé la novela, después de haberla escrito.
Cuando pienso en aquellos tiempos, me doy cuenta de que yo era muy
inocente. Ya no tengo esa inocencia. Y es una gran pena porque se
trataba de algo muy liberador.