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POESÍA
Y REFLEXIÓN EN EDUARDO ANGUITA (1)
Ismael Gavilán
Valparaíso,
otoño de 2005.
En el poeta Eduardo
Anguita es posible hallar una teorización de primer orden que permite
dilucidar sus especulaciones en torno a la poesía, el lenguaje, la realidad
y la imagen de poeta que propicia. Pero a diferencia de autores como Lihn o Huidobro
cuyas reflexiones al respecto han encontrado un escenario de adecuada recepción,
la teorización de Anguita no ha sido atendida debidamente y en la bibliografía
que es dable consultar, escasea cualquier aproximación crítica a
su teoría poética que no se reduzca a comentarios o exégesis
de algunos de sus poemas(2). Es interés
del presente trabajo ofrecer las características principales de este proyecto
poético para situar con adecuación al interior de él, el
concepto de creación, con las implicancias
diferenciadoras que necesitan ser esclarecidas en relación al proyecto
creacionista de Vicente Huidobro.
Efectuando un escrutinio necesario que
no se asume como definitivo, los textos que contribuyen a elaborar con relativa
sistematicidad el proyecto poético de Anguita y que pueden considerarse
significativos, son los siguientes: la poética de presentación a
la selección de poemas incluida en la Antología de poesía
chilena nueva de 1935(3), el breve ensayo
de presentación La poesía escrito en 1940 y que sirve de
introducción al poema Definición y pérdida de la persona
contenido en la antología Trece poetas chilenos de Hugo Zambelli
de 1948(4) , la introducción a la
Antología de Vicente Huidobro de 1945(5)
, el artículo David o una moral poética aparecido en la Revista
Pomaire en 1957(6) y la conferencia
Rimbaud pecador de 1954 publicada posteriormente, corregida y aumentada,
como separata de la revista Atenea de la Universidad de Concepción
en 1962(7)
Se puede advertir que
en Anguita, este conjunto de textos, no otorgan una articulación teórica
que pueda ser catalogada de definitiva en su temporalidad. Ello, por cuanto las
reflexiones que poseen y que posibilitan su significancia de comprensión,
se encuentran referidas a la propia experiencia escritural del poeta. Por lo tanto,
no es posible ver en estos textos el intento de una teoría a priori desde
la cual se pudiera enmarcar su productividad poética de forma categórica
y unilateral. Se trata más bien de otra cosa: de un conjunto de reflexiones
en torno a la poesía, el poema y el poeta que se hallan estrechamente vinculadas
al vaivén experiencial y temporal que corre paralelo al ejercicio poético
y del cual pueden ser consideradas no sólo su reflejo, sino su complemento
de necesaria aclaración mutua(8).
En este sentido, puede establecerse un itinerario que dé cuenta de los
distintos modos de aprehensión del fenómeno poético
que efectúa Anguita, itinerario que ciertamente es tentativo y provisorio
y que obedece más a una ordenación operacional que a una conclusión
de carácter definitorio y definitivo.
Es posible encontrase en primer
término con la poética de presentación a la selección
de poemas para la Antología de poesía chilena nueva de 1935
y de la cual Anguita es el coautor. Este texto, escrito en 1934 por un joven poeta
de veinte años, puede ser abordado como el primer enfrentamiento del autor
de El poliedro y el mar con las propuestas creacionistas de Huidobro que
posee, ya tempranamente, un eficaz afán de diferenciación. Ante
la obra de los poetas consagrados que agrupa la Antología, Anguita
no refiere en su explicación a una obra poética todavía por
hacer(9), sino a una caracterización
de la poesía contemporánea(10) :
"Una
explicación de mi poesía, para el que entra por primera vez en la
poesía nueva, es no sólo difícil, sino imposible, ya que,
agregado a los naturales obstáculos, está el de no poder analizar
una obra que, como la mía, está en camino de realizarse y tomar
su expresión verdadera. Es más útil decir algo sobre la poesía
contemporánea en general, pues dentro de esta época hay algo firme
y universal, que se repite en todos los artistas actuales (...)"
Más
allá de corroborar el espíritu epocal en torno a ese universalismo
cosmopolita de vanguardia que Anguita supone como comprendido, en tanto generalidad
cultural para dar cuenta de la poesía contemporánea, lo que llama
la atención es la idea o noción de dificultad que enuncia,
ya que es un término que no sólo le sirve para excusar su ausencia
pública de obra, sino que permite adentrarse en una consideración
global en torno al fenómeno poético y que se encuentra marcado por
un rechazo a la clarificación explicativa(11)
:
"Explicar una cosa es poder desentrañar
toda su naturaleza y todo su sentido. Si aún, a pesar de todo el progreso
científico, ello no se ha logrado con el mundo exterior, ¿cómo
podría lograrse dentro de un terreno que está hecho de tan múltiples
materiales y matices? Porque la poesía está formada de todo lo que
el mundo, y siempre algo más, la palabra y el infinito valor del lenguaje
(sintaxis, sonido, ritmo, construcción exterior del poema, etc) La poesía
es algo de ADENTRO y de AFUERA. Y en el espacio que va de lo soñado a lo
realizado, se mueve todo su ser con una extensa escala de valoraciones (...)"
Puede apreciarse por un lado el distanciamiento crítico
respecto al afán de fundar en presupuestos cientificistas cualquier comprensión
del hecho poético, y por otro, la voluntad de fijar en el lenguaje
la particularidad de la poesía que, a su vez, se origina en un ADENTRO,
palabra que entreabre singulares apreciaciones, entre las más evidentes,
aquella que desea otorgar legitimidad a la idea de subjetividad. Dejando en suspenso
estas observaciones, ellas son ampliadas con otras que reivindican para la poesía
una categoría de conocimiento(12)
:
"(...) La poesía no puede
ser considerada como un entretenimiento más o menos útil al espíritu
(...) Es el ser que reclama su posición central, y por tanto, la perfecta
conciencia de todos los fenómenos del mundo. Es, pues, un esfuerzo de CONOCIMIENTO,
más que de AFECTIVIDAD (...)"
Si la poesía
es asumida como conocimiento, entonces no se encuentra prohijada por la ciencia,
sino que ella misma se convierte en su propia matriz de comprensión de
la realidad. Asimismo, se despacha cualquier confusión entre lo poético
y una emocionalidad directa. Según este texto del joven Anguita, el ser
humano conoce a través de la ciencia y a través del arte. Y no deja
de ser sorprendente que incluya en la última categoría tanto a la
religión como al mito, estableciendo con ello una radical reivindicación
de un espectro de la realidad que el creacionismo huidobriano había relegado
de su fundamento(13) :
"(...)
Este esfuerzo por conocer, del hombre, se manifiesta en dos situaciones: 1°
ciencia (conocer causas y leyes de los fenómenos cosmológicos);
2° arte (utilización de esas leyes, que el artista conoce sin la necesidad
de la ciencia, para crear un mundo propio). Y como manifestación artística
debemos considerar las religiones y los mitos, nacidos por dos razones: misterio
del mundo que la ciencia no explica, y, pavor e ignorancia del hombre ante él"
Pareciera
ser que Anguita alienta una idea de religión de arte, por cuanto
la comprensión del fenómeno religioso y mítico, sólo
es entendible por una razón de índole estética, cuya
ley profunda es la capacidad creativa que posee el ser humano para dar
sentido y forma a sus necesidades vitales y existenciales(14)
:
"(...) Quien negara que las creaciones
míticas -ídolos y dioses, leyendas, etc- son una necesidad vital,
caería en el riesgo de considerar arbitrario todo lo que el hombre ha inventado"
Por ello, la clave para dar cuenta de estos últimos fragmentos citados
es la palabra misterio, palabra que se hermana a la noción de dificultad
enunciada anteriormente. Tales términos encierran todo un concepto, el
de la incomprensibilidad inmediata de lo poético y, por ende, lo
inapropiado de cualquier explicación cientificista o racional que pretenda
articular su totalidad y sentido último y que, por tanto, evalúan
la creación y lo creado desde su perspectiva de significado(15):
"(...)
La última y más importante, desde el punto de vista práctico,
conclusión a que llegamos es que nadie, de buenas a primeras, comprenderá
la poesía (...) comprender lógicamente la poesía, no lo logrará
nadie jamás. Por otra parte, el explicar un poema no significa avanzar
ni un paso, pues casi todo lo poético propiamente tal, es justamente lo
que se escapa de la lógica corriente con que apreciamos el mundo real."
Si
este afán de dar cuenta de la poesía como conocimiento desemboca
en su incomprensibilidad inmediata, ello también se encuentra relacionado
a la concepción de poema que articula Anguita. Concepción de la
que se desprende su especial recepción del creacionismo huidobriano en
lo que respecta a considerar el poema como un objeto creado sujeto a la conciencia(16)
:
"(...) Un poema debe parecerse
a sí mismo (...) Sólo podemos asegurar (...) cuándo un poema
se parece o no a sí mismo, es decir, cuándo está libre o
no de materiales extraños. Nadie que no sea el poeta logrará fijar
la forma precisa que deba tomar la obra (...) cada poema exige una construcción
especial, propia. La perfecta construcción coloca esa unidad que determina
la elección y selección de materiales, al servicio de la cosa creada,
que sin ella, sencillamente se derrumbaría y destruiría por sí
sola ante los ojos del que advierte y presencia (...) lo aparentemente arbitrario
del poema cogido, no aceptará la intromisión o el cambio de alguna
de sus partículas, porque en él cada célula responde a una
necesidad orgánica; y lo inventado, lo CREADO (distinto del mundo real)
se sujeta en medio de las cosas de la naturaleza (...)"
Si
bien esto último se vincula estrechamente a las concepciones huidobrianas
del poema como objeto creado(17), es necesario
comprender que las definiciones de Anguita acerca del poema se relacionan, necesariamente,
a la idea de creación que articula como autoclarificación
de su propia concepción de poesía, estableciendo un matiz diferenciador(18):
"(...)
Por eso crear, además de las facultades innatas del artista, exige una
disciplina de artesano, consciente, inteligente de su obra. La locura más
locura es justamente la que más necesita una perfecta construcción,
de modo que alegar que el arte actual se toca con ella, es sencillamente hacer
un elogio doble a los numerosos poetas contemporáneos. Elogio como creador
y como constructor. (Imaginación e inteligencia)
Crear no es sólo
establecer arbitrariedades, sino construir un edificio constante de ellas, con
leyes uniformes y regulares, propias; arbitrariedades de tal modo RELACIONADAS,
que conformen una sola verdad, o varias verdades, evidentes, aunque relativas."
A
su vez, aquí es posible advertir en la ecuación imaginación-inteligencia,
llevada a cabo por Anguita, una lectura apropiativa de la noción huidobriana
de superconciencia(19), que en el
poeta de Venus en el pudridero, significa una personal aprehensión
de la misma(20).
Como puede verse
en este texto primigenio de 1934, la voluntad diferenciadora de Anguita se hace
presente desde el primer instante al reivindicar una noción de misterio
para la poesía y por ende, para la idea de creación que propicia.
Con
relativa posterioridad, se pueden considerar dos textos "paralelos"
en la configuración de este proyecto poético, como es por un lado
el breve ensayo de presentación titulado La poesía, que data
de 1940 y que sirve de introducción al poema Definición y pérdida
de la persona contenido en la antología Trece poetas chilenos
de Hugo Zambelli que fue publicada en 1948 y, por otro, la introducción
a la Antología de Vicente Huidobro publicada en 1945 titulada Vicente
Huidobro, el creador y que Anguita escribió en 1943. Ambos textos es
posible verlos en una tensión dialéctica, en cuanto son complementos
diferenciadores. El texto de 1940, La poesía, establece una visión
propia y autónoma del acontecer poético, poseyendo sus peculiares
particularidades especulativas. En contraste, el texto de 1943 Vicente Huidobro,
el creador, no sólo puede ser leído como una instancia fervorosa
de un amigo en vistas a una futura publicación de divulgación, ni
tampoco como exclusivo relato testimonial de la recepción del poeta de
Altazor por parte de un juventud entusiasta, como ejemplo y conducta, sino
que a la luz del texto de 1940, puede ser interpretado como un distanciamiento
del Creacionismo huidobriano al considerar como histórico su desarrollo.
En
su densa brevedad, el texto La poesía, propone una noción
de poesía y poeta que se ha distanciado de las concepciones aceptadas y
comunes del Creacionismo, aunque rearticulando desde un prisma peculiarísimo
el concepto de creación. En relación al texto de 1935 es posible
ver también diferencias, como por ejemplo, una disminución entorno
a las apreciaciones del poema como objeto creado.
Ambas nociones (poesía
y poeta) se encuentran estrechamente relacionadas en una trama de difícil
acceso y que suponen una especulación de alto vuelo, más allá
de la mera autoexplicación para un texto antológico.
Comienza
caracterizando al poeta(21):
"El
poeta es un individuo que opera en cierta forma, y su actividad vidente se ejercita
en cierta manera de la que no participan ni la investigación científica
ni la reflexión filosófica. De ese ejercicio, nace la poesía
escrita, fenómeno que para ser bien comprendido debe ser analizado como
tal, es decir como un dato dado (...)"
Queda establecida
con claridad la diferencia del quehacer poético frente a la ciencia y a
la filosofía, queriendo restituir para sí mismo, en el accionar
del sujeto, su propia autonomía que es designada como videncia.
Esta palabra trae una serie de asociaciones de primer orden al relacionarla con
la figura de poeta que propone J.A. Rimbaud en la Carta del vidente(22)
y que es primordial para comprender el desarrollo del pensamiento poético
de Anguita. Con posterioridad, el poeta chileno dedicará un sendo ensayo
donde clarifica sus posiciones teórico-vitales frente a los postulados
del poeta francés, pero por el momento es preciso dejar en suspenso esta
observación para establecer otras características del presente texto.
Llama asimismo también la atención el lazo que surge entre el ejercicio
vidente y la escritura, asociación que es otorgada como un dato
dado y que, ciertamente, constituye una particular forma de caracterizar dicho
ejercicio. Esto no es sino comprendido en la idea de poesía que presenta
el texto(23) :
"(...)
La poesía cabe dentro del esquema del amor. Su función fundamental
es un acto de caridad por el cual intentamos reconciliar al mundo en su original
armonía, en su unidad perdida por el primer pecado"
Tal
caracterización resulta a todas luces, ajena a primera vista a lo que establece
por un lado, el Creacionismo y, por otro, el propio Anguita en su texto de 1935.
Aquí no está presente la rotundidad huidobriana que solicita para
la Poesía la apropiación del concepto de creación de modo
privativo, ni tampoco el afán de situar a la Poesía como una dificultad
que conlleva la incomprensibilidad en pos del misterio. Aquí se hace presente
una noción cristiana de conceptos (amor, acto de caridad, primer
pecado) que permiten articular una idea de poesía de sutil configuración,
idea donde el acto de caridad implica un acercamiento que da cuenta de
la unidad que el mundo, la realidad consigo misma, ha perdido a raíz del
primer pecado, es decir, por la tentación del conocimiento
que se describe en el Génesis y que llevó a Adán y Eva querer
compararse con Dios. Por lo tanto, es posible interpretar que la Poesía
cierra el círculo iniciado en el destierro del Edén, ya que al proponerse
como conocimiento reúne la dispersión causada por el pecado.
Esa dispersión, que puede ser leída como la fragmentación
del sujeto en la Modernidad y que la vanguardia intentó llevar a término
en el afán de aunar vida y arte, se condice con el propósito de
Anguita al denominar reconciliación el gesto que pretende recuperar
precisamente esa unidad perdida. De ahí entonces que pueda comprenderse
la definición de imagen poética que otorga(24):
"(...)
Es útil que recordemos en este instante la definición de imagen
poética: relación entre dos o más realidades lejanas"
Ciertamente,
aquí Anguita reitera un concepto caro a la vanguardia y a Huidobro, al
constatar a la imagen poética como la aproximación entre lejanías
en apariencia indisolubles. Sin embargo, el poeta de La visita al manifestarlo
en el contexto que se está viendo, muestra el desplazamiento desde
una concepción profana de imagen a una concepción sagrada de la
misma, invirtiendo, paradójicamente, la comprensión secularizada
que la vanguardia y Huidobro otorgaron al concepto. La imagen como acto de caridad
implica aunar en un solo crisol la relación múltiple de las cosas.
De ahí se desprende la caracterización redentora del poeta(25):
"(...)
Tal vez tengamos una misión redentora con respecto a las cosas; tal vez
debamos levantar al mundo hacia Dios así como Cristo lo hizo con nosotros.
Espiritualizarlo."
Pero no se ha de creer que esta
espiritualización se origina en el mundo de las abstracciones vacías.
Todo lo contrario; según Anguita la poesía(26):
"(...)
establece el reino del hombre, el reino de su existencia. Allí donde es
más poderoso porque se basa exclusivamente en sus sensaciones, allí
concurren por igual sujeto y objeto (...) a la poesía le interesa, no esas
abstracciones últimas, sino ese justo medio de la EXISTENCIA, donde las
cosas se comportan como lo que aparecen para nosotros (...) uno de los papeles
de la poesía, sea buscar, conjurar, producir estas singularidades, donde
el mundo nos habla directamente y donde se nos presenta con su máxima riqueza.
Lo importante poéticamente no es disociar los cuerpos, sino asociar para
producirlos (...) La poesía describe lo singular, lo particular, lo único.
La imagen, por ejemplo, relaciona sólo ciertas cualidades de dos o más
objetos o conceptos: no los compara en su totalidad "
Este
virtual afianzamiento de la poesía en la singularidad de la existencia
y que establece con justeza su presencia en el "reino del hombre", sólo
es posible que adquiera relevancia significativa a través de los objetos
que conforman dicho "reino". Y aquí se encuentra la radical interpretación
que Anguita hace de la realidad, al constatarla como un hecho lingüístico
ya que los "objetos" que configuran esa "singularidad" son
las palabras(27) :
"(...)
A través de los objetos (palabras), el poeta traza su melodía significativa.
Así se conoce el hombre a sí mismo: así conoce su verbo singular
y propio. Comparo los objetos, las palabras, a una trama vasta e indiferenciada
en la que el poeta dibuja su melodía. El poeta nada sabe de esa trama,
ni tan siquiera los puntos que toca e ilumina, pero en el conjunto de uniones
y relaciones, en el trazo ondulante de su vuelo, expresa y conoce un sentimiento
primordial de su ser. Sin este trabajo, el mundo no sería más que
un cuento contado por un idiota lleno de sonido y de furia pero absolutamente
exento de significado"
En el fondo, lo que está
haciendo Anguita, es situar el hecho poético en una trama que bien
puede ser identificada y caracterizada como lenguaje, trama de la que el
poeta "nada sabe". Acaso sea esto una readecuación de la noción
de misterio que se señalaba en el texto de 1935 y entonces el poeta que
"dibuja su melodía" articula una significación relevante
que otorgaría sentido al mundo. Tal otorgamiento por parte del poeta,
implica una comparación con la divinidad que, a diferencia de lo postulado
en el Creacionismo huidobriano, no se configura para enfrentarse a ella
con el deseo de consolidar un gesto autónomo que la relegue al silencio
inexpresivo o a la insignificancia, sino para asumirla comprensivamente
en sus mecanismos de articulación en la semejanza facilitada por la conciencia
retórica de su esencia. Señala Anguita al respecto(28):
"(...)
Precedidos por el desconocimiento total que caracteriza al acto poético
en el momento inmediatamente anterior a la inspiración, dotados de una
ceguera mágica, nos erguimos dispuestos a otorgar un sentido al mundo.
Al borde de la nada, a semejanza del Verbo divino, el verbo poético ordena"
Esto
trae como consecuencia lo que podría denominarse "la acción
participativa en el acto creador" y que puede apreciarse en la interpretación
que Anguita efectúa de la noción de videncia como un acto de voluntad(29)
:
"(...) La videncia poética
es vehemente y voluntariosa "Creo a fin de conocer" (San Agustín)
(...) Aquí el hombre reconoce que no puede colocarse en plan de espectador
"imparcial", y tomando responsabilidad de su papel activo, se decide
a modificar esa masa obscura que le rodea: a medida que la modifica y conforma,
la conoce según y en cuanto la modifica voluntariosamente"
Esta
modificación voluntariosa que va implícita en el acto creativo desemboca
necesariamente en algo caro para Anguita: en una conducta. En este sentido el
poeta de El poliedro y el mar obedece a la caracterización propia
de la Generación del 38: la transformación de la realidad. Y resulta
precisamente significativo que tal transformación, que conlleva el considerar
la videncia poética como un paso hacia la asunción de una conducta,
se efectúe desde la Poesía asumida como lenguaje, ese "reino
del hombre" que, hoy por hoy, carece de sentido(30)
:
"Hoy más que nunca las formas
culturales: costumbres, vestidos, alimentos, trabajos, utensilios, casas, carecen
de sentido. La tensión que las hizo nacer no nos corresponde, ya se ha
extinguido. Son formas vacías que, con su caparazón muerto, están
obstaculizando la verdadera vida: la vida que es una aventura, un riesgo, una
creación: la vida que es todo lo contrario de lo que hacen estas imbéciles
masas desvoluntariadas, inertes y livianas porque el viento de la rutina las conduce.
La VIDA en su más rica acepción, quiere nuevamente proyectarse y
CREAR un mundo a su imagen y semejanza. Pero, para ello, hay que desconocerlo
todo, olvidarlo todo. Así la poesía, hoy día adopta un papel
esencialmente destructivo; quiere llegar al fondo (...)"
Por
ello hacia el final del texto se manifiesta que el punto más importante
es derivar hacia una conducta en lo que Anguita denomina poesía práctica
para superar la videncia y que quedó esbozado en el movimiento DAVID que
el autor postuló hacia 1938, habiendo sobrevivido sólo como proyecto(31):
"(...)
Se trata ahora de derivar una conducta. Considero insuficiente la sola videncia.
Se ve no por ver solamente, sino para actuar(...) En aquel movimiento poético
que esbocé el año 38, "David", postulé la necesidad
de una poesía práctica. Dije que había que pasar de la videncia
(poesía) a la potencia (poesía práctica), de allí
al acto (liturgia), y del acto al estado (tragedia). Entonces, sucesivamente,
el poeta pasará a llamarse hechicero, sacerdote y héroe (...)"
La
peculiaridad del proyecto "David" será comentado cuando se aborde
el artículo de 1957, pero es indudable que Anguita al dar cuenta de una
proposición como ésta, se encuentra totalmente imbuido en el espíritu
de la época; el de la Generación del 38. Por ello es necesario leer
las proposiciones de "David" a la par de los proyectos de Mandrágora,
El verdadero cuento en Chile y los poetas de la claridad. Esta lectura comparativa
queda pendiente, pudiéndose llevar a cabo un trabajo exclusivo para dilucidar
sus concordancias y diferencias. En lo concerniente al presente trabajo, es importante
apreciar que las propuestas de Anguita concluyen con una marcada diferenciación
de sus reflexiones ante lo que el surrealismo y el existencialismo francés
proponían hacia los mismos años, diferenciación que se encuentra
caracterizada por el diálogo que, en una época desacralizada, deben
poseer la Religión y la Poesía; sólo llegando a la plena
hermandad de ambas, será posible la reconciliación final del sujeto
para dar cuenta de una "nueva vida", después de haber otorgado
sentido al mundo. Así, Anguita ve su propuesta como una puerta abierta
a la esperanza, negándose a concebir su proyecto como inconcluso(32):
"(...) Que este desborde del pensamiento
hacia la vida es una necesidad, y un sentimiento incubado silenciosamente en el
corazón de todos, lo demuestra la boga que tuvo el surrealismo y, ahora,
el existencialismo francés, escuelas que se atrevieron a invadir la vida
práctica. "David" está, cronológicamente, entre
ambos (...) Y, por lo demás, mientras el Existencialismo cierra todas las
puertas, "David" abre una: aquella donde la poesía es capaz de
dar un sentido al mundo y, con ello, un sentido a la existencia. Allí,
Poesía y Religión se darán la mano"
Como
se señalaba anteriormente, este texto entra en diálogo con otro,
algo posterior; la introducción a la Antología de Vicente Huidobro
que se publicó en editorial Zig-Zag en 1945 y que estuvo a cargo del poeta
de La visita y que se titula Vicente Huidobro, el creador. Éste
es un texto que se relaciona dialécticamente con el texto de 1940, ya que
en él se puede vislumbrar no sólo el testimonio fervoroso de un
poeta amigo que reflexiona ante la obra de otro, mayor y de talento indesmentible,
sino que también revela un distanciamiento crítico respecto
a los postulados creacionistas. Aquel distanciamiento, que hace que este texto
posea un valor primordial a la hora de puntualizar los postulados de Anguita frente
a los del poeta de Ecuatorial, se traduce bajo el rótulo de Gran
Pecado(33) :
"(...)
La primera inocencia huidobriana se perdió en el instante mismo en que
el poeta tomó conciencia de ella, y, con mucha razón, cuanto que
trató de enfrentarla a Dios en calidad de virtud por sí misma divina:
claro está que tomó otro nombre, cual fue el de "virtud creadora"
(...) Ya se advierte la imagen creada con el ánimo expreso de oponer al
mundo "real" otro que sea obra del hombre mediante sus propios medios.
Tanto se hace notar esta posición extrema del orgullo huidobriano
que hemos formulado, que no titubeamos en asimilarlo a la etapa máxima
del antropocentrismo ateo, en cuya historia aquel grito de Voltaire con motivo
del terremoto de Lisboa ("protesto por este desacato de la Naturaleza";
aún escribían -¡oh contradictoria desesperación!- naturaleza
con mayúscula), señala el máximo de soberbia antropocentrista
(...)"
Se puede vislumbrar que el gran pecado
que Anguita ve en el proyecto poético de Huidobro, es el orgullo de plantearse
frente a Dios como creador, producto de una autoconciencia que le ha hecho
perder la inocencia primordial. Sin dejar de admirarlo, el poeta de La visita
efectúa su crítica en el centro mismo del Creacionismo, es decir,
en lo que respecta a la valoración metafísica del proceso creativo.
Huidobro, sin embargo, bajo la impresión de alta receptividad de los postulados
de R W Emerson, confió plenamente en la autonomía del sujeto como
ente creador, confianza que se afianzó a su vez al asimilar y aprehender
la instancia que la vanguardia parisina propició, estimulando asimismo,
esa búsqueda de lo "nuevo" en la oportunidad única que
la técnica y la ciencia ofrecían como referentes de esa estética
de la "sorpresa". Anguita no, no tiene esa confianza ante el espectáculo
que concibe la desacralización del ejercicio creativo y no puede otorgarle
valor sólo como una versión de un acto estético por más
que se sienta partícipe de la aventura de la vanguardia o que incluso adopte
su retórica (como sucede en el caso de su movimiento "David").
Para Anguita, el amor, fundamental para comprender la mismidad de la poesía,
no se halla presente en el creacionismo huidobriano(34)
:
"(...) Es que Huidobro no ama al
mundo como es: primero lo limpió con sus sentidos de niño; luego,
al propio mundo creado por él en su poesía, NO le insufló
amor: como un padre que sólo se contentara con procrear hijos y no les
diera sustento: quedando en última instancia, con un solo resultado, que
parece ser la esencia de su poética: el acto de crear, el ejercicio desesperado
de inventar, de probarse y contemplarse a sí mismo en la virtud creadora.
Con esto, la obra creada, como resultado, logra un aspecto verdaderamente demoníaco:
pues, maravillosa de inventiva, de cantidad y diversidad de hallazgos, carece
de afección amorosa, lo que la hace aparecer tan rica y pobre, tan grandiosa
y desamparada, a la vez, del amor de Dios (...)"
Esta
toma de posición revela la lúcida actitud de Anguita y sirve, por
lo menos, para apreciar tanto su ejercicio poético y sus reflexiones como
verdaderamente autónomas y diferenciadas de lo que postula el Creacionismo.
De aquel modo, Anguita realiza una lectura crítica de las falencias que
cree vislumbrar en el proyecto poético huidobriano y se percata que su
eventual superación, consistiría, no en su negación, sino
en su ampliación comprensiva(35).
Esto puede apreciarse en dos instancias, por un lado el propósito que encierra
el proyecto de Anguita de proyectarse hacia la vida a través de
la acción para no quedar encerrado en el solipsismo del objeto creado (instancia
que queda bosquejada en la configuración del movimiento "David"
y que es analogable a los movimientos de vanguardia contemporáneos) y por
otro, la personal asunción del concepto de creación bajo el alero
de presupuestos metafísicos de primer orden, como puede ser la aceptación
de la idea de Dios. Por ello, el próximo paso es otorgar una visión
general del movimiento "David" para posteriormente apreciar cómo
el proyecto poético de Anguita dialoga con los postulados de J.A. Rimbaud,
el ícono paradigmático de la vanguardia poética del siglo
XX.
En un par de artículos del libro La belleza de pensar,
Anguita efectuó una mirada retrospectiva de lo que fue el Movimiento David(36)
:
"David existió efectivamente
y no es fantasmal como creen ciertos historiadores de nuestra literatura. Incluso
en la revista VEA (de allá por 1939 o 40), que era un buen magazine pero
no cubría lo propiamente literario, publiqué algunos artículos.
Más tarde, en 1948, en la antología de Hugo Zambelli Trece poetas
chilenos (Valparaíso), junto a un poema, aparece un resumen de lo que
yo llamé David (...) Igualmente en la revista Pomaire, junio
a julio de 1957, apareció otro manifiesto (...) Obviamente, ninguno de
mis amigos quiso embarcarse en una tempestad moral deliberada para transmutar
todos los valores (...)"
Otro testimonio algo más
detallado se puede hallar en Páginas de la memoria que en el artículo
titulado "El programa de David" otorga pormenores de esta tentativa
de Anguita de conformar un movimiento vanguardista(37):
"(...)
"David" fue formulado por mí en 1938, y, en lo tocante a lo literario,
cuantitativamente no es mucho lo que aportó (...) En la década del
40 al 50, en varias ocasiones, expliqué sucintamente, todo el programa
"David" y por qué no llegamos a acuerdo en aquella búsqueda
de una nueva moral ("moral poética" como la califiqué)
(...) "David", como movimiento conductual que quiso ser, me parece hoy
una herejía: antisocial, anticristiana, antihumana. En lo que respecta
a literatura, me sirvió para escribir algunos poemas y, desde luego, el
"método" mismo. Los posibles integrantes, por una u otra causa,
se negaron a constituir "la secta". Sí. Porque la habíamos
concebido como secta, cuya actividad inicial estaría dirigida a destruir
toda moral. Esto habría comportado actos licenciosos y delictuosos...a
los que, de verdad, no nos atrevimos (...) Una tarde, pasados 8 años de
esas formulaciones, llegó a mi casa José Echeverría Yánez.
Me proponía comenzar "David" secuestrando a don N.N, connotado
magnate chileno. Razón: su avaricia. José Edwards Echenique (que
era conmigo el núcleo rector del posible "David") rechazó
la idea, por estimarla determinada por un criterio ético. Lo que todavía
me asombra es que Echeverría me hubiera afirmado que contaba con gente
dispuesta a todo. Por suerte, "David" no realizó nada semejante.
Decididamente, no estábamos hechos para el terrorismo"
Tales
antecedentes permiten colegir que el propósito de Anguita en la efervescencia
del 38 era crear un movimiento vanguardista con todos los detalles pertinentes:
manifiestos, acciones, publicaciones, un programa conductual, un "método
de conocimiento", etc. Sin embargo, como lo señalan sus propios artículos
retrospectivos, ello no fue posible, al parecer por una falta de compromiso genuino
de parte de los eventuales integrantes del movimiento o por simple indecisión
ante tamaña empresa(38). Como contrapunto
a Mandrágora, no deja de ser interesante la especulación
en torno a la configuración del Movimiento David, siendo que Anguita era
amigo de varios miembros del grupo surrealista, especialmente Braulio Arenas(39).
No obstante ello, la diferencia queda inmediatamente estipulada, al menos de modo
retrospectivo, al considerar Anguita a "David", superior al surrealismo
criollo(40).
Entre todas estas referencias,
el texto publicado en la revista Pomaire en 1957, titulado David o una
moral poética(41) es el que prodiga
sistemáticamente un programa articulado como manifiesto y viene a ser una
especie de homenaje postrero a una iniciativa que no cristalizó a su debido
tiempo. Para cuando este texto se publicó, Anguita se hallaba asentado
ideológica y confesionalmente en el cristianismo católico, por tanto,
tal como indica la breve introducción(42):
"(...)
David terminó para mí y algunos otros, en la ortodoxia católica.
Por respeto a ese final, revelo aquello, no sin el ánimo de extremar muchas
de sus postulaciones, revisar otras y desechar definitivamente las superfluas
(...)"
Desde ahí, el objetivo de "David"
queda establecido con claridad desde el inicio(43):
"David
se propone, mediante un trabajo convulsivo de vaciar la realidad, primero, y,
luego, mediante la progresiva proyección voluntariosa de la visión
sobre el vacío, crear el estilo de objetos y de actos que funcionen orgánicamente,
a semejanza del hombre, y en cuyo espacio y eternidad esté el hombre mismo
incorporado y proyectado permanentemente tanto en su consumación como en
su acrecentamiento"
A partir de tales presupuestos,
pueden vislumbrarse varias características importantes del intento de Anguita,
en primer lugar el afán destructivo de la negación, propio de todo
proceder vanguardista(44):
"(...)
todo artista en el instante primero de la inspiración, pasa por un "estado
en blanco", en el que las convenciones lógicas y de toda especie caen
estrepitosamente derrumbadas. El mundo se nos aparece falso, ajeno y fantasmal,
carente de sentido. Sin esta destrucción previa, ¿cómo podríamos
erigir el nuestro?"
Rimbaud, Nietzsche y Hesse
son los "ángeles" tutelares de "David", el primero
con su ejemplo de videncia que a través del "desarreglo de
todos los sentidos" atestigua la voluntad de una rebelión de índole
moral; el segundo con un dictum que señala la libertad a seguir:
"Nada es verdadero; todo está permitido"; el tercero, otorgando
el requerimiento de destruir para fundar: "Para nacer, hay que destruir
un mundo"(45)
Este vaciamiento
de categorías y de descendimiento a lo más primigenio del ser y
la conciencia implicaba una actitud de lúcida aceptación y búsqueda
moral(46):
"(...)
Entiéndase bien que lo que nosotros buscábamos era una moral pura,
absolutamente exenta de mentira y de temor, para lo cual se impone un profundo
análisis, un tocar fondo en nuestros actos (...)"
A
partir de esa actitud, la Poesía debía ser asumida de otro modo,
más allá de cualquier esteticismo, convirtiéndose en un punto
de partida de la comprensión del nuevo estado anímico-moral del
sujeto que debía desembocar en una síntesis entre la voluntad arbitraria
y la Necesidad a que somete el mundo de la lógica. La Poesía se
habrá convertido entonces en un instrumento(47):
"(...)
Nosotros queríamos una moral. Queríamos mucho más que servirnos
de la poesía actuante como instrumento catártico. Debía venir
después la síntesis (...) entre mi voluntad, arbitraria y esa Necesidad
-arbitraria también aunque de otro modo opuesto- a que me somete el mundo
de la lógica"
A partir de la Poesía
que es, según Anguita, "el ejemplo precioso de un tipo de conocimiento
voluntarioso"(48) queda establecida
la noción de que la actividad humana es creación, ya que
el modelo que asume posee la más amplia libertad(49):
"(...)
no hay actividad humana alguna que, como la Poesía (tomo este vocablo en
su amplia acepción de Creación) dé al hombre la facultad
sin límites de fantasear: ¡Sólo en ella el hombre puede todo
lo que quiere!"
Esa voluntad apetece y confirma
el deseo y por lo tanto se podría aseverar que el conocimiento de la Realidad
se logra cuando "la manchamos y tomamos con nuestras manos para hacerla nuestra"(50)
. Anguita quiere diferenciar el conocimiento nacido de la voluntad que posee a
la Poesía como modelo creativo, de la ciencia, oponiéndole a esta
última dos de las más fuertes manifestaciones en que encarna esa
voluntad: evidentemente, la Poesía, pero también , la Religión(51).
Por ello no es de sorprender que la reivindicación de esta última,
signifique otorgar sentido desde una conducta humana de raigambre inmemorial(52)
:
"(...) Allí están
los mitos y la primitiva ciencia de los albores de la historia, las religiones
como una prolongación de la tensión, la angustia y el anhelo humanos.
Porque entonces lo que el hombre pensaba o realizaba era su deseo. El síntoma
era símbolo, el sueño era acto, el creador se confundía con
sus obras y jamás se desdobló en viciosa ubicación de objeto
y no de sujeto. Creer es querer, y querer es conocer.(...)"
Anguita
solicita un nuevo mito, un mito creado por los seres humanos(53):
"(...)
Es preciso el mito nuevamente, pero el mito creado por nosotros"
Crear
el mito, es crear conductas y un estilo; maneras de vivir, de relación
social, viviendas, actos y objetos, como una proyección de la mismidad
del ser humano. Sólo a partir de ahí será posible conferir
sentido al mundo exterior que, cuando se logre, permitirá al hombre poseer
un "gran poder"(54). Por ello
la imagen poética servirá de nexo relacionante entre los fenómenos
del mundo. Se habrá logrado entonces "un intenso e infatigable trabajo
por la Unidad de la creación"(55).
Por eso, al seguir la "ruta" de "David", el ser humano habrá
logrado un ascenso desde la Poesía a la Tragedia para lograr su más
amplia y profunda conciencia de sí, lo que trae como resultado, la abolición
del azar y las plena responsabilidad de todo acontecer(56)
:
"(...) Siguiendo la ruta David,
el hombre ascenderá: de la Poesía a la Poesía Práctica,
de ésta a la Liturgia, y de la Liturgia a la Tragedia.
Poesía
es el ejercicio de la videncia interna a fin de hacerla externa (mediante
el lenguaje verbal, plástico, musical, etc)
Poesía Práctica
es el ejercicio de la poesía (ver definición anterior) para transformarla
en vivencia.
Liturgia es el ejercicio de la Poesía Práctica
para transformarla en actos.
Tragedia es un estado resultante de
la comprensión real del Yo y el No-Yo mediante esta progresiva proyección
voluntariosa (...)
Según esta escala, el hombre será, sucesivamente,
Poeta, Hechicero, Sacerdote y Héroe (...) Abolición del azar. Somos
responsables de todo. Estamos al centro de una inmensa red comunicante"
Se
puede apreciar claramente con lo expresado aquí, que Anguita hacia mediados
de la década del 50, había ya formulado su proyecto poético,
logrando una individualización que se enraizaba en una aceptación
del catolicismo como sustento ideológico-poético(57).
En ese sentido es posible entender el último texto que puede considerarse
clave para ver la articulación de este proyecto y que es el extenso y minucioso
ensayo Rimbaud pecador(58) y que
constituye un diálogo contrastante con la figura y obra del poeta de Charleville.
El
origen del texto se remonta a 1954 y como apunta Anguita en la entrevista a Juan
Andrés Piña(59):
"(...)
En 1954 me junté con Neruda en Isla Negra -yo arrendé una casa ahí
ese verano- y él me propuso que ambos le hiciéramos un homenaje
al centenario del nacimiento de Rimbaud, que se iba a celebrar el 20 de octubre
de ese año. Ese día se iba a efectuar un acto, y Neruda me pedía
que yo escribiera algo como católico. Le dije que por supuesto, que no
iba a renegar de mi religión en ese momento. Él, a su vez, lo haría
como comunista. Entonces yo escribí una cosa que salió muy larga,
un estudio con ochenta y tantas notas con letra pequeña, que efectivamente
leí ese año en la Universidad de Chile y que después repetí
como conferencia en México, en febrero de 1956. Rimbaud pecador
fue publicado después en una separata de la revista Atenea, de la
Universidad de Concepción (...)"
Publicado
en la revista Atenea de la Universidad de Concepción en 1962, Rimbaud
pecador puede ser considerado no sólo un homenaje para una celebración
de centenario, sino algo mucho más decisivo: una verdadera autoaclaración
de principios poéticos -principios que, como se ha visto, se hallaban plenamente
esclarecidos como sistema poético en el momento de la publicación
del texto- frente a uno de los íconos máximos de la poesía
de la Modernidad. Puede verse el texto de Anguita entonces como una toma de posición
como lo fue el texto de 1943 frente a Huidobro. Y como si de un eco se tratase,
ya desde el título, Anguita deja vislumbrar una posición de lectura
crítica que se afianza en la palabra pecado. ¿Ante qué
o cual instancia?. Dice el texto a su inicio a modo de tesis(60):
"(...)
Rimbaud fue incapaz de derivar una conducta, una moral propia, desde la fuente
de su visión poética, que, sin embargo, le proponía un mundo
diferente al de todos los días"
El tema
tan preciado para Anguita, el de una conducta derivada del ejercicio poético,
es fundamental para comprender sus observaciones, comentarios y críticas
a la vida y obra de Rimbaud. Paradigmáticamente, éste encarna la
intensa autenticidad de la aventura poética, la experiencia límite
de la Poesía con la Vida y con la Creación. Tal como señala,
emitir un juicio en torno a él y su obra, significa enjuiciar la
razón de ser de la Poesía misma(61)
:
"(...) Rimbaud encarnó de
manera tan pura, con pasión tan vehemente, con rigor tan implacable lo
que todo poeta genuino siente en su experiencia poética de la vida, que
juzgarlo a él es juzgar a la Poesía entera. La fuente y la naturaleza
de su aventura espiritual fue la Poesía. Su pecado fue la Poesía
en el más auténtico significado del vocablo. Por eso, al querer
enjuiciar a Rimbaud, pretendo enjuiciar, junto con él, a la Poesía
en sí. Enjuiciar la legitimidad del ejercicio poético (...)"
Esto
obliga a Anguita a clarificar una vez más lo que para él consiste
la Poesía(62):
"(...)
La Poesía -hablo del Arte en general- es la actividad intelectual humana
que con mayor fuerza se cimenta en esta facultad nominativa y creadora [la otorgada
por Dios al hombre en el Génesis] (...) Según la Poesía,
el hombre da una ordenación determinada al mundo -hasta ese momento, caos-,
lo nombra con tales y cuales palabras, con tales y cuales colores, subraya atributos,
desestima otros. Y vemos, asombrados, aparecer ante nosotros, a través
de las obras poéticas de las generaciones, una realidad singularísima,
siempre distinta y nunca terminada de crear, nunca definitiva. Sólo que
en ella -al revés de lo que muestran o deben mostrar la ciencia y la filosofía-,
hay una fusión, una alianza, un acorde entre aquel impasible, extraño
e inhumano Objetivo, y este ser que es el hombre, con deseos, con temores, con
preferencias, con apetitos inmortales: en una palabra, con voluntad"
Entre los valores que posee la Poesía, la libertad es fundamental, pues
conlleva una "pasión" por vincular objetos y atributos al parecer
lejanos. Como manifestaba en el texto de 1940, ese impulso nace del Amor que insta
hacia la Unidad original(63):
"(...)
La verdadera libertad reside en poder. No es libre aquel que no puede todo lo
que quiere (...) en la poesía, como tal vez en ninguna otra operación
humana, el hombre puede todo lo que quiere. Puede crear; expresar, por
lo menos, ese nuevo orden, esa creación de su voluntad (...) ¿Qué
significa esta extraña y tan característica pasión de la
poesía por vincular objetos y atributos aparentemente tan distantes? (...)
En una palabra: Amor. Es el impulso por reunir a los seres de la Creación
(...) descubriendo sus semejanzas. La poesía los convoca al conjuro de
la Unidad original que en ellos descubre, y al agruparlos los hace cantar al mismo
ritmo, en sinfónica convivencia (...)"
Para Anguita queda claro que la Poesía tiene un poder de síntesis
que permite aunar dolor y goce, bien y mal, por cuanto los peores sentimientos
y las escenas más crueles con la Poesía adquieren rango de Belleza,
que para el autor de La visita equivale a la Bondad(64).
Según Anguita, Rimbaud, de estos "privilegios" privativos de
la Poesía, extrajo su soberbia(65)
que se traduce en un rechazo a la Belleza y por ende al Bien. El estar
consciente de aquella equivalencia y que, a partir de ahí, el poeta de
Charleville articule un sistema de conocimiento, la "videncia poética",
que se enfrenta orgullosamente, en la instrumentalización del mal, a la
idea de Divinidad o Bien representada en el hecho mismo de la Creación,
constituye para Anguita la experiencia máxima de la poesía moderna
como pecado(66) :
"(...) Injuria a la Belleza ¿Cómo? Disiente.
Protesta. Se rebela. La niega. La hiere (...) Sin embargo, aquella negación
no puede considerarse todavía un pecado. A no ser que, lúcidamente,
se asimile la idea de Belleza a la idea de Bien, a la de Amor, a la de Justicia.
El granuja vagabundo no sabe nada de eso; por eso no peca. Rimbaud, sí,
porque es absolutamente consciente de la equivalencia (...) "un largo, inmenso
y razonado desarreglo de todos los sentidos" ¿Se trata de un tipo
de experimentaciones sensoriales, útiles a la poesía? No. El desarreglo
alcanza a lo moral (...) "Me armé contra la justicia", dice inmediatamente
después de haber declarado que encontró amarga la Belleza, y que
la injurió. La justicia, en su más lato sentido, es el orden de
la creación; lo que es justo; lo contrario de monstruoso"
Por
ello es posible advertir que, para Anguita, Rimbaud alienta un afán de
conocimiento que, al estar fundado en la videncia, no se proyecta en la
voluntad hacia la vida, ya que su propuesta carece de la instancia primordial
de asociación y plenitud: el Amor(67):
"(...)
Quiere ver. Coge la fruta -no del Árbol de la Vida, que ya la tenía
a su arbitrio-, como de la fruta que le ha de otorgar el conocimiento (...) Rimbaud
quiere hacer de la poesía un medio de conocimiento. Y para lograrlo, primero
disintió, desobedeció: es una repetición del pecado de Adán.
La tentación fue la promesa de que sería sabio (...) Ve.
Aceptemos que ve. Y todo lo que ve -aunque falsificado por las artes hechiceras
de su método- podría ser verdadero. Sólo que (...)
él no está allí, no participa activamente. Ha quedado al
margen; en una palabra: no hay amor (...) Su orgullo lo expulsó
(...)"
Lo que anhelaba Rimbaud, según Anguita,
era haber creado la posibilidad del Paraíso donde se halla el festín
de la Poesía, pero al percatarse que eso no era posible, articuló
su sistema de conocimiento para, en un acto de orgullo, oponerse a ese festín
del cual él sólo era invitado, pero no creador(68)
:
"(...) Rimbaud vio el Paraíso,
describió el festín. Su poesía refleja casi todo el esplendor
de la fiesta; la libertad, la desenfrenada subjetividad, el goce dionisíaco
de aquella irradian a través de sus visiones.¿Por qué huyó
de todo eso? Por que él no era autor del festín, sino sólo
un invitado. Orgullo. Y así es como vemos que, en gran porción de
su obra, y en todo el lineamiento de su método y de su ética, para
sentirse autor, falsifica, inventa. Y, por supuesto -tal es la necesidad del pecador-,
predica un mundo de odio, hechicería, miseria, infelicidad: todo lo contrario
de lo que él quería, pero que rechazaba por no ser su obra (...)"
Estas
observaciones críticas le permiten a Anguita tomar posición ante
Rimbaud como representante y encarnación de la aventura poética
moderna, el cual, según el poeta de El poliedro y el mar, fue incapaz
de derivar hacia una conducta al quedar deslumbrado por el efecto embriagador
de su sistema de conocimiento. Por ello al concluir su texto, Anguita propone,
tomando y subvirtiendo un término de indudable ironía rimbaudiana,
que el momento de los poetas como videntes ha concluido, abriéndose
la instancia de que sean funcionarios(69):
"(...)
La lección fluye sola, y yo no tengo derecho a ocultarla. Parte de ella
está constituida por su caída, parte por su despertar. Él
había acusado, en su Carta del Vidente, a los poetas más célebres
de ser meros "funcionarios", no "creadores". Pues bien: ha
llegado el momento de desmentirlo. Lo que ha habido a millares han sido "creadores",
"autores", "inventores" de fantasmagorías. Funcionarios,
muy pocos (...) Esto es lo que hay que proclamar: ¡la poesía funcionaria!
Una poesía al servicio de la Verdad, de la Bondad y del Amor (...) Una
poesía, digo, en que el hombre ponga de su parte todos esos valores, y
no lo deje todo a "la part de Dieu" (...)"
Una
actitud semejante exige al poeta moderno, según Anguita, un coraje para
dar cuenta de una humildad vigilante, pero también de un valor
para encontrarse frente al mundo en espera de la resurrección (70):
"(...)
Tengamos el coraje de sacrificar los cánticos y escribir una humilde, una
vigilante poesía funcionaria, de la que muy pocos, como no sean
santos, han sido antorchas.
Frente al escándalo del mundo, vivamos,
poetas modernos ( es decir, cristianos), vivamos nuestra noche de Abisinia. Sólo
después, "a la aurora (...) entraremos en las espléndidas ciudades".
Sólo después nos será "legítimo poseer la Verdad
en un alma y un cuerpo". Sólo después, resucitar, "revestidos
nuestros huesos de un nuevo cuerpo amoroso". Cantaremos, entonces:
"
Elle est retrouvée.
Quoit?- L´eternité"
Como
se ha podido apreciar, el esfuerzo de Anguita es su autodefinición frente
a Rimbaud, cosa que implica, a semejanza del texto de 1943 ante Huidobro, criticar
la autosuficiencia del artificio poético como instancia inmanente de conocimiento.
Ello, a su vez, significa reconocer una opción metafísica que valide
la posibilidad de la creación ya del mundo como la imaginativa, es decir,
la poética-artística.
Las reflexiones que se articulan en
esta serie de textos, marcan la distancia y la lectura reinterpretativa
que efectúa Anguita respecto del Creacionismo en lo fundamental y de Rimbaud
como manera representativa de la poesía moderna. Esa distancia se encuentra
matizada por una comprensión metafísica de la idea de creación
que Anguita reivindica ya como misterio en la poética de presentación
a la antología de 1935, ya como explícita aceptación de la
idea de Dios como creador a partir del texto La poesía de 1940.
Pero también es posible constatar que desde el principio de sus especulaciones
y reflexiones poético-estéticas hace de la creación un hecho
lingüístico, reflexión que se profundiza y asienta en los
textos posteriores (el Verbo divino es el referente del verbo poético,
por tanto es acción creadora como puede colegirse de los textos
de 1940, como de la introducción a la antología de Huidobro de 1945,
como asimismo de David o una moral poética de 1957) Que la idea
de creación se acepte de aquel modo, implica reconocerla como parte esencial
de aquella comprensión metafísica que se anunciaba anteriormente,
comprensión que conlleva a una validación retórica de la
misma y que se condice, por lo tanto, con el significado profundo que posee(71),
como se puede apreciar al examinarse a la luz de su origen judeo-greco-latino.
Esto, a su vez, permite vislumbrar otra característica que posibilita advertir
una diferenciación del proyecto de Anguita del de Huidobro y que, tiene
que ver, con la sospecha y rechazo por cualquier afán de fundar el quehacer
poético en conceptos de índole cientificista o técnico(72).
Asimismo, Anguita asume la noción de poema creado de Huidobro y el rol
primordial del poeta como creador, pero afianzando ese poder, no contra
la divinidad, sino en concordancia subalterna a ella. Por otro lado, Anguita
efectúa una peculiar apropiación del concepto de imagen que no se
desentiende de sus versiones vanguardistas, pero centrándola en sus reflexiones
con una terminología cristiana que subvierte la iconoclastia moderna. Estas
observaciones son las que permitirían interpretar la lectura que Anguita
hace de las propuestas de Huidobro en términos de Tésera
como indica Harold Bloom en La angustia de las influencias(73).
Efectivamente, Anguita lleva a cabo una mala lectura de las propuestas
de Huidobro y la vanguardia, por cuanto le es preciso como efebo despejar
un espacio imaginativo para su autodefinición poética. Por ello,
al hacer una revisión del concepto de creación, lo retrotrae a su
significado original que implica, necesariamente, una consideración metafísica
del mismo. Ahí radica lo esencial de esta mala lectura que, en cuanto
Tésera, se efectúa del creacionismo: completa al poeta "precursor"
(Huidobro), conservando sus términos (el concepto de creación y
objeto creado), pero logrando otro significado, como si el poeta "precursor"
no hubiese ido demasiado lejos. Eso significaría, si se sigue la pauta
esbozada anteriormente y que propicia la teoría de Bloom, que Huidobro
no fue más allá de una articulación inmanente del concepto
de creación al no cristalizarse como acción en el mundo o
para decirlo con términos de Anguita, como proyección voluntariosa.
Por ello, Anguita al proponer una noción trascendente del concepto
(trascendentalismo en dos aspectos: en relación a la proyección
voluntariosa recién enunciada que implica ir desde la poesía
hacia la vida -cumpliendo el afán de toda vanguardia y por ende, siendo
fiel a los postulados generacionales a los cuales puede ser circunscrito- como
por el peso que hace sentir en el proceso creador mismo de la idea de Dios) lo
ampliaría y completaría y por tanto, se individualizaría
como poeta poseedor de un proyecto diferente y no subalterno al que propone el
poeta de Altazor(74).
En el desarrollo
de esta reflexión poética, los textos examinados son centrales,
no sólo porque consolidan un pensamiento en torno al quehacer poético
con vigorosa individualidad, sino porque presentan la versión teórica
del mismo que también encarnará en obra, para ser más precisos,
en los poemas que a partir de Definición y pérdida de la persona,
conforman el corpus principal de la obra de Anguita: El poliedro y el mar,
La visita, Venus en el Pudridero, Liturgia, poemas con los cuales, los textos
revisados, dialogan fecundamente desde el concepto de creación.
NOTAS
(1) El presente
ensayo forma parte de un trabajo de mayor envergadura en preparación por
el autor, una monografía acerca de la obra del poeta de Venus en el
Pudridero titulada provisionalmente Pensamiento y creación por el
lenguaje: un acercamiento a la obra de Eduardo Anguita.
(2)Algunas excepciones son el artículo de Pedro Lastra, "Eduardo
Anguita en la poesía chilena" prólogo a la segunda edición
de Poesía Entera, ed Universitaria, Stgo de Chile, 1994, pp 15-28,
incluido ahora en Leído y anotado, ed LOM, Stgo de Chile, 2000,
pp 41-52; el artículo de Cristián Warnken "Eduardo Anguita
en la generación del 38" publicado originalmente en Estudios Públicos n° 52, 1993 y posteriormente como Post Scriptum en Poesía Entera,
ed cit, pp 207- 220 y el artículo de Andrés Morales "La obra
ética de Eduardo Anguita" prólogo a Anguitología,
ed Universitaria, Stgo de Chile, 1999, pp15-23, incluido posteriormente en De
palabra y obra, ed RIL, Stgo de Chile, 2003, pp 39-48. Si bien es cierto el
valioso aporte que efectúan estos autores con los textos mencionados al
estudio de la poesía de Anguita, su visión de conjunto no realiza
un escrutinio detenido en los detalles de su teoría poética, lo
cual no desmerece en absoluto el esfuerzo de valorar una obra que no ha contado
con las apreciaciones críticas de rigor.
(3) Anguita, E: "La poesía", poética de presentación
que antecede la selección de poemas incluidos en la Antología
de poesía chilena nueva, 1° ed Zig-Zag, Stgo de Chile, 1935, 2°
ed LOM, Stgo de Chile, 2001, pp 313-318. Todas las referencias relacionadas a
este texto son de la 2° edición.
(4) Anguita, E: "La poesía", ensayo de presentación que antecede
al poema Definición y pérdida de la persona incluido en la
antología de Hugo Zambelli, Trece poetas chilenos, Imprenta Roma,
Valparaíso, 1948. Este ensayo junto al poema fueron escritos originariamente
en 1940. Es posible encontrar ese texto en la Antología de la poesía
chilena contemporánea de Alfonso Calderón, ed Universitaria,
Stgo de Chile, 1971, pp 291-295 y que servirá de referencia para este trabajo.
(5) Anguita, E: "Vicente Huidobro, el creador",
introducción a la Antología de Vicente Huidobro, selección
y notas por Eduardo Anguita, ed Zig-Zag, Stgo de Chile, 1945. Texto recopilado
ahora en Vicente Huidobro y el creacionismo, colección El Escritor
y la Crítica, ed Taurus, Madrid, 1975, edición a cargo de René
de Costa, pp 333- 348.
(6) Anguita, E: "David
o una moral poética" en revista Pomaire, 1957. Ahora en Anguitología,
ed cit, pp 161-166.
(7) Anguita, E: "Rimbaud
pecador" conferencia dictada en la Universidad de Chile en 1954 y en Ciudad
de México, México en 1956. Editada como separata de la revista Atenea de la Universidad de Concepción, Concepción, 1962. Ahora en Anguitología,
ed cit, pp 176-212.
(8) En este sentido,
al igual que Huidobro y otros poetas chilenos contemporáneos (Enrique Lihn
o Jorge Teillier, por ejemplo), Anguita obedece a la categoría de poetas
críticos que tan certeramente caracteriza Octavio Paz en Los hijos
del limo, ed Seix-Barral, Barcelona, 1998, p. 91 y sgts y que va desde Baudelaire
hacia delante y cuya principal característica es la reflexión
autoconsciente en torno a las posibilidades de la poesía en cuanto
conocimiento o indagación en la realidad y el lenguaje, propiedad privativa
de todo poeta que se sitúa en la Modernidad.
(9) El primer libro de Anguita se titula Inseguridad
del hombre y data de 1950 bajo el sello David. No es un libro de poemas, sino
de cuentos. Con anterioridad, Anguita sólo ha publicado sus poemas en antologías
(como la de 1935 o la llevada a cabo por Hugo Zambelli en 1948) . De 1951 es su
primer libro de poemas: Anguita: 5 poemas, ed David, Stgo de Chile.
(10) Anguita, E: "La poesía" en
Antología de poesía chilena nueva, ed cit, p 313
(11)Ibid, p 313-314
(12)
Ibid, p 316
(13) Ibid, p 316-317. Huidobro
relega la comprensión de lo religioso-mítico de su espectro de comprensión
poética al reivindicar la plena autonomía del poeta como sujeto
creador a instancias, sobretodo de la lectura que efectúa del pensador
norteamericano Ralph W. Emerson. La presencia e influencia de este autor en la
configuración del naciente creacionismo ha sido rastreada en detalle
por Mireya Camurati en Poesía y poética de Vicente Huidobro,
Fndo García Cambeiro, Bs Aires, 1980, pp14-34. Será justamente la
lectura de Emerson la que posibilitará la articulación del concepto
de poeta como creador autónomo. Frente a la crisis espiritual de 1914,
donde Huidobro renuncia a la fe católica de sus padres, la figura del pensador
norteamericano adquiere rasgos no sólo de consolación anímica,
sino una reconciliación del poeta con una idea antimetafísica del proceso artístico.
(14) Ibid,
p316. Las cursivas son nuestras.
(15) Ibid, p 317
(16)
Ibid, p 314-315
(17)
Al respecto ver el ensayo El creacionismo en Obra Selecta de Vicente
Huidobro, ed Ayacucho, Caracas, 1989, pp 307 y sgts donde Huidobro otorga
la teorización de aquel concepto.
(18)
Ibid, p 314-315
(19) Al respecto ver el ensayo
Manifiesto de manifiestos en Obra Selecta, ed cit, p 320 y sgts, donde
Huidobro aclara este punto.
(20) Evidentemente
Anguita conoce Manifestes de Huidobro tal como se evidencia en varios pasajes
del presente texto, por ejemplo en las páginas 314 y 317.
(21) Anguita, E: "La poesía" en Antología de la poesía chilena contemporánea de Alfonso
Calderón, ed cit, p 291.
(22) La efigie
de poeta que propicia Rimbaud en el texto denominado Carta del vidente corresponde a un sujeto poseedor de una visión, más allá
de lo evidente, del acontecer futuro, donde la poesía es una posibilidad
de llegar a lo incógnito, lo desconocido, es decir, al conocimiento de
la totalidad aún no adquirida como proceso racional de sentido. Esto se
logra a través de un largo y razonado desarreglo de todos los sentidos,
una invitación para establecer una "conducta poética"
, que implica una transformación del sujeto, transformación que
implica un ejercicio conductual que revindica el Mal. Al respecto vid Estructura
de la lírica moderna de Hugo Friedrich, ed Seix -Barral, Barcelona,
1959, pp 87-146; C.M Bowra La herencia del simbolismo, ed Losada, Buenos
Aires, 1951, pp 7-25; Albert Beguin, El alma romántica y el sueño,
ed Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pp 462-470; como asimismo
las visiones generales de Marcel Raymond en De Baudelaire al surrealismo,
ed Fondo de Cultura Económica, México, 1997; Michael Hamburger en La verdad en la poesía: tensiones en la poesía moderna desde
Baudelaire hasta nuestros días, ed Fondo de Cultura Económica,
México, 1995; J.M Cohen en Poesía de nuestro tiempo ed Fondo
de Cultura Económica, México, 1963, entre otros.
(23) Anguita, E: "La poesía", op cit, p 291
(24) Ibid, p 291
(25)
Ibid, p 291
(26) Ibid, p 291-292
(27) Ibid, p 292
(28)
Ibid, p 293
(29)
Ibid, p 293
(30) Ibid, p 294
(31)
Ibid, p 295
(32)
Ibid, p 295
(33) Anguita, E: "Vicente Huidobro, el creador" en Vicente Huidobro y
el creacionismo, ed cit, pp 339-340
(34)
Ibid, p 345
(35)
En esta ampliación comprensiva es en donde puede detectarse con
mayor prontitud la lectura diferenciada que Anguita hace de Huidobro; se corrige la idea de creación, postulando una diferenciación que quede sustentada
en la comprensión "verdadera" de su articulación.
(36) Anguita, E: "El Movimiento David"
y "El Movimiento David (II)" en La belleza de pensar, ed Universitaria,
Stgo de Chile, 1988, pp130-131 y pp132-133, respectivamente.
(37) Anguita, E: "El programa de David"
en Páginas de la memoria, ed RIL, Stgo e Chile, 2002, pp 55-57
(38) Andrés Morales señala al respecto
en "La obra ética de Eduardo Anguita", prólogo a Anguitología,
ed cit, p 18: "Aunque el movimiento David -iniciado hacia 1938- puede leerse
como un intento de Eduardo Anguita por crear una nueva vanguardia, no es posible
hablar con propiedad de una escuela o una corriente estético-literaria
que haya prosperado. Si bien se trata de un intento por integrar desde la poesía
una postura moral y hacer de la escritura una práctica que apunta a establecer
primero una ruptura con lo anterior y luego una propuesta que se acerca claramente
más a lo filosófico y a lo religioso que a lo puramente estético,
David ha de considerarse como una búsqueda más que como un hallazgo"
(39) La relación de Anguita con el surrealismo
es de distancia y crítica. Más allá de la amistad personal
con algunos miembros de Mandrágora, Anguita mantuvo una actitud
semejante a la de Huidobro respecto al programa surrealista. Su diferencia estriba
en una aproximación a la noción de Inconsciente que Anguita aceptaba
como propio del desenvolvimiento vanguardista, pero sin caer en una consideración
del punto capital del programa surrealista: la idea de azar y la noción
de escritura automática. Vid "Eduardo Anguita, poesía y hechicería"
en Conversaciones con la poesía chilena de Juan Andrés Piña,
ed Pehuén, Stgo de Chile, 1990, pp 67-68 y pp 77-78.
(40) Vid la entrevista "Eduardo Anguita: poesía y hechicería"
en Conversaciones con la poesía chilena de Juan Andrés Piña,
ed cit, pp 68-69
(41) Anguita, E: "David
o una moral poética" en Anguitología, ed cit, pp 161-166
(42) Ibid, p 161
(43)
Ibid, p 161
(44)
Ibid, p 161
(45) Ibid, pp 161-162
(46) Ibid, p163
(47)
Ibid, p163
(48) Ibid, p163
(49) Ibid, p163
(50)
Ibid, pp 163-164
(51) Ibid, p164
(52) Ibid, p164
(53)
Ibid, p164
(54) Ibid, p164
(55) Ibid, p165
(56)
Ibid, p165
(57) En la entrevista con Piña,
Anguita señala lo siguiente: "Hubo una época, en mi juventud,
en que creí tener vocación sacerdotal, pero se me pasó. Mucho
más adelante me fui a un monasterio, pensando estar una semana para hacer
meditación, pero al segundo día ya no puede más y me fui
para la casa. Yo me descristianicé bastante cuando empezó mi amistad
con Huidobro, quien no era creyente. Ahí me hice ateo y pasé unos
cinco años de descreimiento absoluto. Volví a creer cuando Huidobro
murió, en enero de 1948. Ahí empecé a ir a misa y a comulgar
muy seguido (...) En todo caso, ni en mi época de ateísmo dejé
de hacer algo: la oración. Este es el vínculo que me ha preservado
de muchas cosas. Yo rezo nominativamente por mis amigos. A los muertos también.
Y rezo por mis tres hijas (...) al tomar uno conciencia de sí mismo, se
da cuenta que no está solo. "Estoy solo conmigo, o sea, yo además
soy otro" se da cuenta uno. Y para mí, este otro es Dios. Yo siento
que la soledad me entrega la "circunvalación" como diría
Karl Jaspers. Dios me circunvala. Y siento la existencia de Dios"
. "Eduardo Anguita, poesía y hechicería" en Conversaciones
con la poesía chilena, ed cit, pp 80-82
(58) Anguita, E: "Rimbaud pecador" en Anguitología, ed cit,
pp 176-212
(59) Piña, Juan Andrés: "Eduardo Anguita, poesía y hechicería"
en Conversaciones con la poesía chilena, ed cit, p 74
(60) Anguita, E: "Rimbaud pecador", op cit, p176
(61) Ibid, p177
(62)
Ibid, p178
(63) Ibid, p 179-180
(64) Ibid, p 180
(65)
Ibid, p 180
(66) Ibid, p 188
(67)
Ibid, p 191-192
(68)
Ibid, p 197
(69) Ibid, p 212
(70) Ibid, p 212
(71) El concepto de creación se origina
en Occidente al menos en la confluencia de tres tradiciones: la judía,
la griega y la latina. George Steiner señala al respecto: "(...) una
triple etimología complica el léxico. En la Torá el vocabulario
relativo a la creación, al acto de moldear (en el torno del alfarero),
de causar el ser es crucial. En griego, la esfera connotativa y denotativa de poieo y su desiderativo poieseo es excepcionalmente densa. Abarca
la inmediatez de la acción y la causalidad compleja, la fabricación
material y las licencias poéticas. Gran parte de esta constelación
de sentidos aún no ha sido comprendida en su totalidad. La creatio latina se basa en la biología y la política: en el acto de engendrar
niños y de nombrar a un magistrado (...)". Gramáticas de
la creación, ed Siruela, Madrid, 2002, pp 30-31.
(72)Al respecto, Pedro Lastra y Enrique Lihn han efectuado una esclarecedora
opinión que amplía y complementa lo enunciado en estas líneas:
"(...) el sistema de preferencias elaborado por Anguita se contraponía
al mismo tiempo al de Huidobro y al del surrealismo, pero con esta singularidad:
que tal contraposición no lo llevó nunca a desatender las formas
de producción verbal de esas instancias que lo prohijaron. Nuestra observación
pudo resumirse así: "Ha creado la encrucijada en que se ha puesto,
poniendo a prueba en ella su indudable capacidad de imitación diferencial.
Donde las vanguardias, y en particular Huidobro, postulan una competitividad con
la máquina como ícono de lo moderno en la perspectiva de un materialismo
dialéctico que se compadece con la imagen romántica del suplantador
de Dios -capaz de crear en la poesía un mundo nuevo-, Anguita se inclina
desde una suerte de religión del arte a un arte religioso más
y más ortodoxo" . "Eduardo Anguita en la poesía chilena"
prólogo a la segunda edición de Poesía entera, ed
cit, p 18. Vid asimismo, Lihn, Enrique: "Lectura de ciertos poemas chilenos"
en El circo en llamas, ed LOM, Stgo de Chile, 1997, pp 211-212.
(73) La angustia de las influencias de Harold
Bloom, ed Monte Ávila, Caracas, 1991. Vid principalmente p 13 y sgts y
p 61 y sgts.
(74) "En la escritura de Anguita (...) radica en una visión del mundo,
contrapuesta a la de la mayoría de los poetas de vanguardia. Esa visión
esencialista, espiritualista, finalmente católica, que persiste en asimilarse
al modus vivendi y al modus operandi del vanguardismo, resulta algo así
como una secuencia inconsecuente de y con la ideología que genera y que
sustenta al vanguardismo: donde éste quiere vino nuevo en odres nuevos,
Anguita reclama vino viejo en odres nuevos (...)" Lihn, Enrique; Lastra,
Pedro: "Lectura de ciertos poemas chilenos" en El circo en llamas,
ed cit, p 211. Tal vez a esta cita, como contraste de perspectiva, sea dable parafrasear
una reflexión que sustenta a modo de tesis Octavio Paz en Los hijos
del limo, ed cit, p 62 : "La historia de la poesía moderna es
la historia de las oscilaciones entre estos dos extremos: la tentación
revolucionaria y la tentación religiosa" . Justamente, en la Modernidad,
las autonomizaciones de la vida son asumidas a su vez como abstracción
y alineación respecto a la totalidad que representa una eticidad. Antaño
fue la religión la que aglutinó esa totalidad, pero en los procesos
de Ilustración llevados a cabo por la razón crítica aquel
"soporte" fue destruido. La autonomía del arte es una consecuencia
de ello y hacia su desmantelamiento apuntó el esfuerzo vanguardista, en
su afán de reunir arte y vida. En ese sentido, lo que manifiesta Paz, puede
ser visto como un intento de mostrar los derroteros hacia los cuales deseaba sustraerse
el discurso poético moderno como posibilidad de transformación vital:
o la revolución o la religión. Por ello, respecto a lo último,
el gesto moderno de reivindicar una "mitología" nacida de su
propio seno, pero alimentada de imágenes religiosas en descomposición
o reinterpretando las de la religión predominante de occidente (el cristianismo)
ofrece una perspectiva de sentido a la cual puede vincularse el esfuerzo poético
de Anguita. "Cada poeta inventa su propia mitología y cada una de
esas mitologías es una mezcla de creencias dispares, mitos desenterrados
y obsesiones personales" Paz, op cit, p73. Por ello, es posible entrever
que sería un tanto arriesgado aseverar unilateralmente que Anguita es un
poeta católico. Tal vez, aquel "catolicismo" sea más heterodoxo
de lo que pueda apreciarse a primera vista, pues siempre tendrá que vincularse
con las tensiones propias del discurso poético. Sin negar la autenticidad
personal de las manifestaciones de fe de Anguita, queda bastante por rastrear
acerca de la interpretación que del cristianismo católico efectúa
la poesía del autor de Venus en el pudridero. Quizás una
visión sincrética como la propiciada por los románticos alemanes
(Novalis, Schlegel, por ejemplo) donde poesía, pensamiento y catolicismo
configuran un singular modo de concebir al ser humano, la religión y la
poesía. Pero eso es labor para un trabajo futuro que necesitaría
plantearse a modo de tesis.