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EL VERDADERO LICEO CHILENO [1]
Por Alvaro Monge
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Sería interesante escribir un catalogo de obras importantes que han sido ignoradas o aludidas en forma minúscula por las reseñas periodísticas en el pasado reciente. Es el caso, para citar sólo dos libros pertenecientes a géneros diferentes, de El accidente Pinochet de Armando Uribe y Miguel Vicuña o Alto Volta de Yanko González. Hablar de “crítica” en el Chile actual sería una concesión generosa con respecto a la realidad. Por lo menos en este plano- mal que les pese a los apologistas del actual estado de cosas- el tiempo pasado fue mejor. Prueba indesmentible: al momento del golpe de Estado Hernán Loyola, Luis Sánchez Latorre, Jaime Concha, Ignacio Valente, Federico Schopf, entre otros, ejercían crítica literaria en periódicos de circulación nacional. Se pueden compartir o no los supuestos teóricos que esos nombres suponen pero todos ellos, junto con representar opciones ideológicas y estéticas diversas, eran escritores con una obra distintiva y reconocible. El decaimiento en la calidad de la recepción crítica no puede ser imputado, sin más, al quiebre democrático.
Un caso notorio de “lectura parcial” es el de José Ángel Cuevas. Poeta que en años recientes ha sido objeto de una justísima validación social. Síntoma de lo anterior es la publicación de Canciones oficiales ( UDP 2010). Casi desconocida es, sin embargo, su labor como realizador de películas en formato de Video (Tres historias del conglomerado, Serey llora por Santiago, Los muchachos del 73). Es en esta misma vertiente de su producción se deben situar los libros Memorias de un extremista, Álbum del ex Chile (ambos publicados por el sello Calabaza del diablo) y Materiales para una historia del profesorado chileno (Editorial del Colegio de Profesores, 2002).
El procesamiento de estas obras resulta para el stablishment político-institucional mucho más difícil de digerir. Tales obras poseen un componente disruptivo, por ejemplo, ante la ensoñación ideológica que descalifica toda demanda por educación pública como inactual. Materiales para una historia del profesorado chileno desmantela de manera consistente y densa tal construcción ideológica. Sin embargo, nada más lejos de él que la proposición de hipótesis o programas reivindicativos. El texto se constituye como una agrupación de “materiales” (entrevistas, fotos, recortes de prensa) que articula una lograda densidad existencial e histórica.
Dicho lo anterior se hace comprensible la preocupación de Cuevas por reconstruir la atmósfera de algo tan real como ambiguo; el viejo Liceo público chileno. (Muchos recordarán al respecto una escena prodigiosa y delirante de Palomita blanca -esa verdadera epopeya de chilenidad- en la que un profesor emprende un monologo desaforado, que da cuenta, también, de la impostura del “Liceo chileno” como mitología).
Es cierto, en el viejo Liceo Chileno –al igual que el “Estado de compromiso” que lo hace posible- convive, por decirlo así, el lumpen y la ilustración, la brutalidad y el estímulo, la vocación genuina por educar con el resentimiento. Pero Cuevas no oculta lo anterior. Al contrario. Su lectura es ambigua, tensa y no idealizada. En tal sentido Materiales…constituye una rigurosa continuidad de su poesía. El “argumento progresista” –para que hablar de la derecha chilena- refiere continuamente a la expansión cuantitativa de la matricula educacional como un logro democrático irrefutable. “A otros dieron de verdad esa cosa llamada educación” respondieron de modo tan categórico como lucido Los prisioneros. Canto verdadero pues escapa a las sistematizaciones bienpensantes de los “técnicos” y “expertos” que harían bien estudiando este libro esencial.
[1] Programa de Filosofía, Arte y Cultura, Universidad de Arte y Ciencias sociales. ( Arcis)