Era un martes y estaba nublado, en Santiago de Chile, ese 11 de septiembre de 1973, cuando los militares derrocaron al Presidente constitucional, Salvador Allende, que había sido elegido el 4 de septiembre de 1970 y debía gobernar hasta 1976. Tres décadas y media han pasado desde el Golpe de Estado cívico-militar, en Chile, que —para muchos— se sintetiza en unos aviones que, en orden, sobrevuelan un edificio sobrio, en medio de una urbe, y lo bombardean. El sonido de sus motores y de las explosiones en La Moneda, la casa de los Presidentes, sigue sonando hasta ahora: para alegría de algunos; para desolación, de otros (recordemos la memoria no es objetiva, pero... ¿existe la objetividad?). Tres décadas y media han pasado y los recuerdos no se desvanecen ni hay imparcialidad ni indiferencia posible.
Después de 1973, como se sabe, en Chile, nada ni nadie siguió igual, tampoco el país, donde la dictadura se instaló hasta marzo de 1990. Fue hace 35 años: una eternidad, para algunos; casi ayer, para otros (ya se dijo: la memoria no es objetiva). A esta situación y momento histórico refiere, una y otra vez, la poesía de José Ángel Cuevas en más de una decena de libros[2]
Cuando en el año 2003 se recordaron 30 años del Golpe de Estado, este poeta quiso dejar un registro y dio a conocer 1973, un pequeño volumen, a cuyos textos, seleccionados en cuatro partes: "Exhumación", "Testamentaria", "Una pluralidad de hablantes" y "Ajuste de cuentas" (¡nótese la carga de muerte que tienen los dos primeros títulos!), se anteponen una introducción sin nombre y dos epígrafes.
Definidos como "Esta documentación pública del realismo sucio chileno", todos estos poemas están ligados por sus temas, a grandes pinceladas: el gobierno de Allende, el Golpe Militar, la dictadura y la post-dictadura, pero, también, por su extremado fragmentarismo y algunos otros rasgos formales, a los que, de cierto modo, alude esa previa y corta presentación innominada, donde "el autor" (como se llama a sí mismo), además de la calificación anterior, explica su quehacer como el de un "recolector de voces", con las cuales hará "poesía política o de denuncia".
Después de atravesar este umbral y conociendo estos propósitos, me pregunto: ¿es 1973 un libro de poesía o sus componentes podrían encontrarse en un periódico (militante), en una declaración política o en un tomo de historia o de sociología? Intentaré responder.
Aún percatándose que no detenta cualidades sobrenaturales, el emisor se otorga la función de dar a conocer lo que muchos sabían, pero no decían, en el Chile de la dictadura, porque no querían reconocerlo (por ser victimarios) o porque no podían expresarse, al existir "legalmente" la censura. En estos escritos, Cuevas quiere oponerse al silenciamiento, disimulo y borradura, que las autoridades confiaban que redundaría en el olvido y opta, entonces, por acudir a su propia experiencia, a su propio pasado, dándolos a conocer en un determinado registro —el suyo, muy diferente del oficial (lo sabemos: la memoria no sólo es subjetiva sino, asimismo, es selectiva)— para intentar entender y explicarse lo que sucedió en ese ayer, cuando todavía era hoy, y que sigue siendo tan decisivo, para él:
Feliz fui en los años del Levantamiento
popular
unidad obrero estudiantil.
Hasta que devino en derrota total
sangre / dolor
Y silencio por los siglos de los siglos.
Amén (p. 41)[3]
En 1973 —al igual que en las obras anteriores del ex-poeta[4] — no hay ni se quiere que haya ni objetividad ni distancia (emocional), lo que se percibe en los numerosos calificativos usados para personas y situaciones. Incluso, hay momentos en que priman las certezas y las seguras respuestas. No obstante, y cuando creemos que Cuevas no deja respiro porque parece decirlo todo, encontramos vacíos que nos obligan —a nosotros, los lectores— a completar (cuando podemos) y, muy especialmente, nos exigen recordar. Estos silencios (serán, acaso, sinónimos de olvido?) colaboran al fraccionamiento, que representa uno de los enfoques y procedimientos que complejizan estos "Comentarios, homenajes, letanías", el material que constituye 1973.
La escritura fragmentaria puede percibirse, también, en los segmentos numerados, sin orden ni continuidad, que corresponden a poesías o/y a algunas de sus partes, y que impiden un relato acabado (al igual que nuestras evocaciones, que nunca podemos reconstruir de modo integral pues siempre hay quiebres que las recortan y truncan). Decía que José Ángel Cuevas regresa, obsesivamente, de poema en poema y de libro en libro, a sus mismas preocupaciones, lo que podría deberse a que el recuerdo nunca aparece ni completo ni idéntico cuando se le actualiza, y si se vuelve a él es con el (inalcanzable) deseo de aprehenderlo entero. Porque la memoria —que habría que mencionar en plural pues la hay: personal, colectiva, nacional, generacional, traumática, urbana, etc.— puede advertirse como palimpsesto[5] ya que ellas se inscriben, se escriben y re-escriben, como en esos manuscritos donde se seguía apuntando aunque, después de borrar las anotaciones que allí había, quedaran restos de trazos anteriores. Entonces, cada vez que se vuelve al pasado, éste se ve de un modo distinto (algo así como las diversas interpretaciones que otorgamos a un mismo libro, en lecturas realizadas en épocas diferentes).
Junto al fragmentarismo, entre otras formas de distanciamiento incorporadas por estos poemas, están: la ironía, la burla acérrima y, en ocasiones, hasta agresiva, que no siempre se reconocen por la carga de dolor y de rabia del hablante. Igualmente, están las incomprensiones y sospechas que se manifiestan como preguntas: son numerosas las que atraviesan el texto, que —como se señaló— tampoco aparece dicho por una única primera persona sino que el yo se multiplica y diversifica, a la par de desdoblarse y separarse asumiendo una tercera, impersonal. Sería necesario entablar, aquí, una conexión entre memoria personal e identidad porque, además, en 1973 se vuelve reiterativa la duda sobre quiénes eran y quiénes son: el emisor, sus amigos, las fuerzas que estaban en el gobierno de izquierda y aquéllas otras que terminaron derrocándolo.
Cuevas sorprende con sus imágenes:
"94
Una Gran Animita de pie / son los volcanes /
Antuco / Llaima / Puntiagudo /
Están allí
llenos de personal asalariado yacente /
con sus zapatos negros de desaparecido.
O en las doscientas millas de mar chile-
no / desprendido el mundo de sus ojos
enteramente ya / sus muertes trágicas" (p. 53).
Me parece que este poema evidencia que, a pesar que "el autor" toma, como referente, asuntos muy conflictivos y actuales, incluso hoy, en la sociedad chilena —los detenidos desaparecidos, en este caso—, su imaginación y, entre otras características, el modo de ordenar y elaborar los datos "duros" de la "realidad", lo alejan, casi siempre, de la univocidad que tiene el ramplón y estereotipado discurso político. Como puede observarse, el poeta trabaja y re-trabaja el lenguaje, que toma de múltiples procedencias y registros: cotidiano, burocrático, militante, policial, político, judicial, de predicador, de denuncia, religioso, militar, de la confesión, de la historia (propia y colectiva), lugares-comunes, etc. "Esta documentación pública del realismo sucio chileno..." se concreta, muchas veces, en distintos tipos de escritos, como cartas, pero, muy en especial: expedientes de tipo legal u oficial, que parecieran darle una carga —y un tono— no sólo de verosimilitud sino de verdad a lo que los poemas expresan. Entonces, un descuido permitiría creerlos testimonios "verdaderos".
A través del libro puede percibirse que, para el poeta, el Golpe de Estado no fue sólo un "golpe" sino un corte radical en su vida. Cortes que, por lo demás, como barras diagonales aparecen incorporadas a la escritura, separando versos, unidades, palabras, interrumpiendo, cercenando.
Quisiera destacar, asimismo, la conciencia que Cuevas tiene de su propio oficio, ella puede percibirse en textos meta-literarios que, incluso, pueden ser una auto-ironía y son, también, un cuestionamiento personal: "¿Qué clase de poeta / se pretende? // ¿Qué poeta se puede pedir hoy?" (p. 54), se pregunta. Por mi parte, y sin tener, tampoco, una (sólo una) respuesta, elijo terminar esta lectura con este interrogante final abierto, un final que apunta hacia la literatura.
Hace ya más de quinientos años...
También sobre el quehacer literario —y poético— reflexiona Myriam Moscona, en sus Kantikas[6], tan diferentes a 1973, que creo necesarias ciertas precisiones, antes de comenzar a "leerlas".
Imaginemos una plaza de Córdoba, Granada, Sevilla, Toledo... Hay allí una sinagoga. Sobre el mar de techos, en el horizonte se divisa el minarete de una mezquita; mientras, en ese mismo momento, se oyen las campanas de la iglesia católica: dan la hora o llaman a misa. Es un lugar de tránsito y de mucho movimiento. Juristas, zapateros, teólogos, bibliotecarios, mercaderes, traductores, médicos, la atraviesan, y coinciden, sin estorbarse, con músicos, comerciantes, políticos, religiosos, científicos, maestros, eruditos, filósofos, sederos, desocupados, sastres, literatos, sabios, astrónomos, mendigos, impresores, diplomáticos, recaudadores de rentas, geógrafos, escribanos, fabricantes de instrumentos, torneros, boticarios, poetas. Sus trajes hacen ver variadas profesiones y oficios, y otras complejidades. Llevan sombreros, turbantes, kipás, y múltiples colores junto al negro riguroso, diversifican las vestimentas en cuerpos —¿solamente masculinos?[7]— que se desplazan. Para huir del fuerte calor, buscan el refrescante sonido de fuentes y acequias o la sombra de naranjos y palmeras, bajo ella se detienen y escriben o leen, rezan, quizá; más allá, otros juegan a los dados; se pasean, se forman grupos donde se conversa de astronomía, de navegaciones, de regresos; se intercambian ideas sobre finanzas, negocios, horóscopos; se discute de medicina, de filosofía, de regadíos y cultivos, de música[8]; sobre una mesa, alguien muestra unos mapas, unos poemas, unas caligrafías, unas traducciones; en las proximidades se venden paños, cerámicas, cuchillos, jabones, encima de un tablón; más lejos, en un mostrador, bebidas y comidas: muchas, a base de cerdo. Hay quienes descansan y hasta dormitan. El castellano, el hebreo, el árabe, las mezclas de un "hispano-hebreo islamizado" y las mudanzas de "la cultura islámico-judía en castellano", se van reconociendo en voces y murmullos.
"La historia del resto de Europa puede entenderse sin necesidad de poner a los judíos en un primer término; la de España, no...", afirma Américo Castro[9]. Estamos hacia fines del siglo XIV, en una España donde sólo en apariencia se convive con respeto y tolerancia, cuando conversiones, denuncias y hostigamientos re-comenzaban, hasta llegar a ser la norma que llevó a la expulsión de moros y judíos en 1492, el mismo año de la llegada de los españoles a América; el año, también, del comienzo de la (nada casual) decadencia del Imperio[10]. Entre quienes afrontaron la diáspora —"la mayor tragedia vivida por un pueblo, enlazado con sus perseguidores en una simbiosis de más de cinco siglos"[11]—, los bisabuelos ancestrales de Myriam Moscona, judíos sefardíes: en hebreo medieval y moderno, Sefarad equivale a España[12].
La dispersión fue inmensa, y sus parientes llegaron a Bulgaria. Muchos de los diaspóricos, desperdigados por Constantinopla, Salónica, Venecia, Amsterdam, Londres, Pernambuco, Curasao, los Balcanes..., siguieron hablando ese español medieval, del siglo XV, que se convirtió en judeoespañol, ladino o judezmo y, así, después de mediados del siglo XX, una niña mexicana lo aprendió de su abuela búlgara, ya residente en México. Pasaron los años y ella, Myriam Moscona, llegó a ser poeta y, hasta hoy, ha publicado en español[13]. Sin embargo, hace ya un tiempo, a esta escritora se le impuso otro de sus varios idiomas de niñez y juventud y decidió poetizar en ladino: "en mi opinión sólo se puede escribir poesía en el lenguaje de la infancia'', afirmaba el escritor polaco, Premio Nobel 1980, Czeslaw Milosz[14].
A diferencia de José Angel Cuevas quien recuerda acontecimientos que vivió y los expresa en el español cotidiano de Chile, que usaba y sigue usando, la poeta trabaja, más bien, con lo que oyó. Sin embargo, más que re-elaborar hechos escuchados, opta por recurrir al habla, al idioma musical, los "biervesikos dulces" que se los transmitían. Porque, en general, su poesía no es narrativa y, en ella, no encontramos situaciones que aludan explícitamente a la historia de sus antepasados pues estos poemas tratan los asuntos más diversos, y de esta potencia y libertad se deja constancia en "Skrivir de amor o sensya", de fuerte carga metalingüística, donde con mucha ironía y un cierto desdén, se apela "... a todos vozotros, profesores ... , ke no konozen la lingua muestra..." y la han reducido y limitado, enfocándola casi como una lengua muerta —se acusa—. A mi modo de ver, en su variedad y riqueza, los textos de Myriam Moscona no hacen más que "probar" lo que este poema plantea, demostrando que, aunque sea minoritaria, la viveza de esta lengua permite expresarlo todo: la seriedad, el rito, la sabiduría, la reflexión o el juego, junto a tantas otras posibilidades, y desde perspectivas muy personales hasta las (¿aparentemente?) más lejanas.
Un ejemplo:
"akeyos polvos / trujeron estos lodos / i estas nuves / trujeron / estas luvias / i estas luvias / trujeron estos fryos / i estos fryos trujeron estos yelos / i estos yelos trujeron hazinura / i akeyos polvos /son lo ke fueron/ ke son esto / ke mas no será".
En su ritmo y progresión, "Lo ke fue" parece un divertimento e, incluso, me recuerda las "Jugarretas", de Gabriela Mistral, donde: "La pajita", "La manca", "La rata" y "El pavo real" —con la sola excepción de "El papagayo"—, en mayor o menor parte, están construidas con este principio (poético) de avanzar mediante repeticiones[15]. No obstante, creo que el mismo título —"Lo ke fue"— ya sugiere otras connotaciones y su final concentra una poderosa —e irrebatible— carga de sapiencia, totalmente incorporada a nuestra cotidianeidad, dicha, por lo demás, en palabras muy sencillas. Sea o no en sus desenlaces, sean breves o más extensos, sea a partir de un detalle o de algo más trascendente, muchos de los anteriores y actuales escritos de Myriam Moscona, plantean, con simplicidad, enigmas, reflexiones, dudas, misterios, que nos preocupan y nos hacen pensar, y a los que, incesantemente, regresamos: "rektas son las kurvas de Moebius / en torsedumbre i doloridos / djusto kon la kordela mos krearon", concluye "La kordela de Moebius" que —como muchas de las Kantikas— incorpora un vocativo a un "tú", un llamado al lector para aproximarlo y hacerlo participar y compartir no sólo de las plurales y diversas cuestiones presentes sino, asimismo, y muy en especial, de ese remoto idioma que las transmite. Luego, es el ladino el que —lateral y no literalmente— conecta con la memoria, y no tanto lo poetizado que, rara vez, se propone reconstruir el ayer o remontarse a él. Sostengo, entonces, que como en esta lengua se "oye" el pasado, Myriam Moscona no necesita referir ni centrarse en la temática del destierro, del ayer, de la pérdida, del recuerdo, pues el ladino, en sí mismo, es historia, es memoria, es nostalgia, es exilio, es tradición.
Como este idioma ha ido incorporando vocablos no sólo hebreos sino, también, de los lugares donde existen —y han existido, desde hace 500 años— comunidades sefardíes, y porque lo relaciona con el español actual, la poeta lo percibe "...Como un palimpsesto, como una evocación, como algo cargado desde un lugar que por lejano adquiere el signo de un enigma. ...". Ya dije que si visualizamos la definición que Freud entrega sobre la memoria, podríamos imaginar, asimismo, un palimpsesto. Hablamos de restos, de huellas, de fragmentos, de detalles, de astillas, de notas, de jirones, de marcas, de impresiones, de señales, de signos, de cicatrices, de recuerdos, etc., superpuestos a restos, huellas, fragmentos, detalles, astillas, notas, jirones, marcas, etc., etc.
Al considerar que el simple uso de este lenguaje inserta los actuales escritos de la autora en la "memoria de la tradición", podría pensarse que en aquéllos que tratan, además, de asuntos judíos se produce una verdadera concentración de ella: una suerte de "memoria de la tradición" potenciada. Así, dos textos en prosa —"La Kryasyon" y "La letra Bet, il muro"— que se inician igual: "ke veas te esto pidyendo, la forma...". "... las kosas del misteryo ya stavan irviendo en demasya. Es por esto ke somos etchos, madmuazel preziada, de sangres i de olvido...", finaliza el primero, mientras "La letra Bet, il muro" alude a "...la prima letra de la kreasyon. ..." y enfoca, también, de modo muy creativo, imaginativo y visual, la forma del signo mismo. Como "... , la primera [palabra] del Génesis (Be-resith/en el comienzo) es la primera que inicia —no sólo describe— el proceso de la creación"[16], Bet es la primera letra del Génesis, y de su descripción —en este hermoso otro poema— se van derivando profundas reflexiones sobre el ser humano y su existencia y sus incógnitas, sobre el saber, el silencio, la eternidad, penetrantes inquietudes y pensamientos que se agregan a otros agudos raciocinios y preguntas que no sólo recorren las Kantikas.
Nada extraña, tampoco, la cualidad de la autora para ir casi dibujando, con palabras, el contorno de la Bet; nada extraña porque Myriam Moscona también dibuja y ha realizado poesía visual. Estas capacidades y su dominio del lenguaje le han permitido, ahora, enriquecer su poetizar incorporando el ladino, este idioma cuya realidad y devenir ha posibilitado que las comunidades sefarditas hayan logrado perdurar y se sigan reconociendo (¡nuevamente la cercanía entre memoria e identidad!), al mismo tiempo que éstas han logrado hacerlo perdurar durante más de cinco siglos, sin que se acalle.
Septiembre-octubre 2008
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Notas
[1] NOTA del 2011- Son palabras de Myriam Moscona, en su libro todavía inédito: Tela de Sevoya. Presenté esta ponencia en el "Simpósio de Crítica de Poesia. I Bienal Internacional de Poesía de Brasília", que se realizó en la Universidade de Brasília (UnB), en Septiembre del 2008. Un ano después, con el título de "No se puede vivir sin que nos falte... (el ayer, sus huellas, el silencio, los recuerdos)", fue publicada en Poesia: o lugar do contemporáneo. Ensaios do Simpósio de Crítica de Poesia da I Bienal Internacional de Poesia de Brasília. Org.: Sylvia Helena Cyntrao. Brasília, Universidade de Brasilia, 2009.
[2] Algunos poemarios son: Efectos personales y dominios públicos. S.d., ¿1979 o 1980?; Introducción a Santiago. Gráfica Marginal, 1982; Contravidas. Gráfica Marginal, 1983; Canciones Rock para Chilenos. Colección Barbaria, 1987; Cánticos amorosos y patrióticos. Colección Barbaria, 1988; Adiós Muchedumbres. Editorial América del Sur, 1989. (Colección Vox Populi). [Recopila textos de todos los libros previos]; Treinta poemas del ex-poeta José Ángel Cuevas. Editorial América del Sur, 1992; Proyecto de País. Editorial América del Sur, 1994; Poesía de la Comisión Liquidadora. LOM, 1997. (Colección Entre Mares); Maxim. Carta a los viejos rockeros. Libros La Calabaza del Diablo, 2000; 1973. LOM, 2003. (Libros del Ciudadano); Lírica del edificio201. Buenos Aires, Black & Vermelho, 2007. Cuevas recopiló el conjunto de ensayos de diversos autores: Utopías y antiutopías latinoamericanas. Antología. Ediciones de la Vía Láctea, 1994. También ha publicado: Diario de la ciudad ardiente. LOM, 1998. (Colección Septiembre); Álbum del ex-Chile. 1970-1973. Libros La Calabaza del Diablo, 2008. NOTA del 2011= En varios artículos de este volumen refiero a este autor y a su producción, incluso repito buena parte de su bibliografía. Muy en especial, ver "Sinopsis".
[3] Final del único poema que integra "Testamentaria", la Segunda Parte.
[4] Por lo menos desde 1992, con cierta frecuencia, José Ángel Cuevas se ha auto-denominado "ex-poeta". Ese año publicó Treinta poemas del ex-poeta José Ángel Cuevas.
[5] Entre otras publicaciones de Sigmund Freud: "El block maravilloso", en: Obras Completas. Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, p. 2808.
[6] Estos poemas aún no han sido recogidos en libro. He tornado algunos de la RevistAtlántica 30 (Cádiz, 2006), donde se publicaron "3 poemas en ladino" y otros, y algunas declaraciones de la poeta, de "Google", s.v.: "Myriam Moscona".
[7] Mi duda sobre sí las mujeres podían salir de sus casas se debe a que Américo Castro relata que no sólo los cristianos viejos sino, incluso, "doña Leonor, tía de duque..." asistía a la "synoga" [sic] de Cuéllar, a oír las cautivantes prédicas del físico Rabí Samuel, en: Américo Castro: España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Buenos Aires, Losada, 1948. Nota en la p. 566. Al parecer, la presencia o falta de ellas en el espacio público dependía mucho de la luz de día. Fantaseé esta descripción, y la casi letanía de profesiones y oficios, a partir de la lectura de Américo Castro y, también, del final del Discurso de Doris Lessing, cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias 2001, en Letras.
Ver: www.fundacionprincipedeasturias.org
[8] NOTA del 2011= Muchos de estos temas los hemos compartido, también, con Luis Pérez, profesor del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, y autor de Freud, judío y ateo: la conexión entre judaísmo y psicoanálisis (RIL Editores, 2007). Además de su cálida acogida y largas conversaciones telefónicas, a Luis le debo haber conocido Mayagüez y su especialidad, el "brazo gitano"; los cafés de "El Hipopótamo" y muchas canciones, entre ellas: "Las caras lindas", cantada por Wilson Guzmán.
[9] A. Castro: op. cit., 470. Antes, los términos entrecomillados pertenecen, también, a él: op. cit., 568 y 482.
[10] NOTA del 2011= Cambié esta parte de la versión anterior de mi artículo pues entregaba, allí, una visión optimista que no se correspondía con la realidad. Más antecedentes encontrados me (de)mostraron que, desgraciadamente, las represalias hacia los judíos siempre existieron en España, y que sólo mudaban en su intensidad.
[12] Véase s. v.: "sefardí", en DRAE, op. cit., y en el también aludido Diccionario de uso del español,. de María Moliner. Tb.: "séfarade", en Encyclopaedia Universalis. Malesherbes, Encyclopaedia Universalis France S.A., 1985. NOTA del 2011= Aprovecho de declarar, aquí, mi veneración por toda clase de diccionarios, presencias obligadas en mi escritorio cuando escribo.
[13] Los libros de Myriam Moscona, son: Último Jardín. El Tucán de Virginia, 1983; Las Visitantes. Joaquín Mortiz, 1989. Premio de Poesía Aguascalientes 1988. 1a reimpresión: 1990; Las preguntas de Natalia. Conaculta, 1991. (Reloj de Versos); El árbol de los nombres. Cuarto Menguante, 1992; Vísperas. FCE, 1996. (Letras Mexicanas); Negro Marfil. Universidad Autónoma Metropolitana-Oak Editorial, 2000. (El pez en el agua). 2a ed.: Universidad del Claustro de Sor Juana, 2006. (El Caracol de Poesía); El que nada. Ediciones Era-Conaculta, 2006. Todos han aparecido en México.
[14] Tomado de "google", s.v.: "Czeslaw Milosz". NOTA del 2011= Por su parte, en palabras cercanas al escritor europeo, Gabriela Mistral afirma: "He andado mucha tierra y estimado como pocos los pueblos extraños. Pero escribiendo, o viviendo, las imágenes nuevas me nacen siempre sobre el subsuelo de la infancia..." ("Breve descripción de Chile", en Recados contando a Chile. Editorial del Pacífico, 1957). Esta declaración es reproducida más adelante, en "Viajes de ida y vuelta: poetas chilenos en Europa (un panorama)", de "Retrospectivas. Este artículo será citado como "Viajes".
[15] La sección, compuesta por estos cinco textos, pertenece a Ternura, que Gabriela Mistral publicó, por primera vez, en 1924. Hay múltiples ediciones posteriores.
[16] Saúl Sosnowski: Borges y la cábala. La búsqueda del verbo. Buenos Aires, PARDES ediciones, 1986. (Cuadernos de Arco Iris). NOTA del 2011= Podría haber complementado este interesante y aclarador libro con el excelente —y amenísimo— La palabra en el tiempo de las letras. Una historia heterodoxa (México, Fondo de Cultura Económica), de Carmen Benito-Vessels, pero a pesar de haber aparecido en el 2007, en el momento en que escribí este trabajo, no sabía de él, y lo lamento.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "ES LA MEMORIA: EL ESLABÓN ABIERTO DE UNA LARGA CADENA"
(JOSÉ ÁNGEL CUEVAS / MYRIAM MOSCONA)
Por Soledad Bianchi
Publicado en Libro de lectura(s), [texto digital]
1era ed. Santiago. Editorial USACH, 2020