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Jorge Álvarez T.
| Fabián Burgos | Autores |
Álvarez; desde el Vaciadero
“El Vaciadero poesía”. Autor Jorge Álvarez.
Editorial: Caronte, Valparaíso 2015
Por Fabián Burgos
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Primero que todo, gracias a Jorge por confiar en mí para presentar su compleja y alucinante obra. Gracias a los presentes por estar acá haciéndole justicia al trabajo del poeta. Luego de leer y releer bastante el trabajo de Jorge buscando que decir de “El vaciadero poesía”, buscando como decirlo, incluso buscando como traducirlo, las pistas que fui encontrando a lo largo del resto de sus trabajos, entiéndase “El Objeto”, “La invención de la hoja en Blanco” y “Poemas metafísicos”, fue que la única lectura posible de la obra era una lectura negativa, negativa no en un sentido moral, sino que negativa en tanto explicaré como no se debe abordar la obra, no por capricho propio, más bien por las huellas que Jorge nos deja a lo largo de su trabajo, donde probablemente no hay presentación posible y debiésemos brindar ahora ya, sin embargo me tomaré la atribución de hacer el rodeo de presentarlo igual.
1.- Podría hacer una lectura anecdotaria, donde relacionara los datos biográficos que uno puede encontrar de Jorge[1], con su trabajo poético, es decir, intentar explicar cuáles son las influencias vitales, intentar explicar cómo esta figura de El bohemio influyó en el trabajo poético del autor, podría aludir a que es actor y performer, que estudio en Argentina junto a una vanguardia impensada para el Chile de aquellos años y que esa noción de espectáculo está constantemente presente en su trabajo, mientras que por otra parte, en su vida cotidiana guarda un paso sereno, casi como si hiciera una performance del no-espectáculo. Sin embargo con esto no le haríamos justicia, porque al parecer para Jorge, el autor nada tiene que ver con su obra El texto es responsabilidad del autor, la lectura del lector (“El Objeto”) La obra misma no se vuelve autor como en el caso de Martínez y su tachadura, el autor mismo no se vuelve obra como en el caso de Zurita poniendo su propio nombre como título a su posible último libro de poesía, estos serían puros tecnicismos que nada tienen que ver con el objeto poético mismo, porque recalco, nada tiene que ver el autor con la obra, sí con el texto, no con la obra. La obra es un fósil que contiene verdad aún intraducible, es un resto arqueológico del que poco importa su procedencia, lo que importa es su misterio. Es un fósil que debe perderse y muchos de los grandes poetas de más bajo perfil es lo que han comprendido, podríamos nombrar a Carlos Cociña, su Aguas servidas de 1981 y sus grandes silencios entre obra y obra, que en palabras de Tomás Harris hablando sobre la escena poética de los 70s en Concepción “A Cociña no le entendíamos nada”, o a los 10 años que Elvira Hernéndez guardó paciente La bandera de Chile, casi como una bomba de racimo que lentamente se desplegaba en la escena under de los 80s, antes de su publicación oficial en 1991, para que decir Juan Luis Martínez, donde ya los meros hechos de ponerle Nueva Novela a un libro de poesía o que el nombre de su propia editorial sea “Archivo” son gestos de desaparición, yo diría más bien, de criogenización, la obra se pierde buscando que en un futuro la rearticulación del lenguaje permita su traducción. Por acá también va ese gesto de Jorge vendiendo libros de bar en bar, a primeras luces inentendibles, además a lectores que muchas veces no deben ser entendidos en poesía. Quienes lo hemos llegado a conocer y a adentrarnos en su trabajo, al menos en Santiago, fue por un boca a boca o que el Propio Jorge se haya acercado a venderte sus libros, ahora sé que en Valparaíso fue un personaje conocido en el under, sobre todo en los 90s, pero como el veinteañero que aún casi soy, hasta hace un par de años no tenía idea de su existencia. Yo lo conocí vendiéndome sus libros, las firmas datan del año 2013. Recuerdo haber estado en barrio Brasil, con los compañeros del Magister que por aquel tiempo cursaba, y entre tanta aburrida verborrea teórica aparece este señor vendiendo sus libros de poesía, no lo dudé, hace varios años intento consumir toda la poesía chilena actual que se me presente y esa conversa de intelectuales era un buen momento, primero, era extraña la imagen de ese hombre vendiendo poesía, no se veía como quien entrega unos papeles con poemas sacados de internet a cambio de un aporte voluntario, lo segundo fue los títulos de los libros que en ese momento vendía “El Objeto”, “La invención de la hoja en blanco”, extraños títulos para libros comprados en la calle y que no están siendo presentados en grandes librerías y universidades. Finalmente, cuando accedí a realizar la transacción, el hombre en cuestión, antes de que yo diga algo, me pregunta si quiero su firma, como si fuera una necesidad, como si algo se maquinara por detrás de toda esta escena. Abre las primeras páginas de uno de los libros donde decía lo siguiente: Esta primer versión, de la Primera Edición de este Objeto Poético incluirá la firma del autor y dedicatoria en todos sus volúmenes. Inclusión de un valor adicional al objeto”. Seguido de esto un espacio para el nombre de la persona a quien iba dedicado y un espacio para la firma del Autor. De acá se entiende que parte fundamental de la obra es su venta directa. Luego de un rato, recién caí en cuenta de que esa venta ya era parte de los libros que me aventuraba a leer, toda la situación constituía una performance de la cual esos compañeros de magister de “Estudios Culturales” si quiera habían notado, más allá de quizás pensar en otra persona vendiendo hueás inútiles. Todo lo ocurrido me dejó inquieto, me fui muy pronto a casa a revisar lo que había comprado. Recuerdo también en ese entonces recién haber terminado mi primer libro que se encontraba en proceso editorial, al tiempo decidí a cierto profesor enviar este libro en lugar del trabajo final que había solicitado, nunca terminé el magister. Quizás debiese agradecer a Jorge y a su obra de aquella revelación.
2.- Podría asumir el rol de crítico literario para abordar el libro y decir que son poemas en los que su construcción constantemente están cuestionando su propia posibilidad, por eso es frecuente la alusión al espectáculo, a la performance, al no-decir del lenguaje, obra que en su desarrollo cada vez va progresando en su ensimismamiento, en tanto, que si bien las dudas que plantea el autor en la totalidad de su trabajo son similares en su fondo, desde una escritura automática surrealista en QX, pasando por un momento en donde los asombros para llegar a la construcción poética proviene desde situaciones cotidianas como el bar o la pieza y así paulatinamente podemos terminar en la completa abstracción de “El objeto” o “La invención de la página en blanco”, aunque ahora sí, una abstracción completamente razonada y con un objetivo más o menos claro. De esta forma, si llegamos a tomar el trabajo de Jorge de manera temporalmente lineal, podemos ver un proceso casi experimental, metódico, que concluye cuestionando la naturaleza misma de la poesía. La poesía no son los poemas, es incluso un instante previo a cualquier lenguaje, previo a la página, ese cúmulo de verdades eternas escondidos tras un simulacro, tras un espectáculo, tras una hiperrealidad que constantemente acosa a la filosofía occidental. No escribimos poemas, la poesía escribe poemas a través de nosotros, valiéndose de nuestro invento llamado lenguaje, por lo tanto puede llegar a ser el mismo lenguaje la herramienta para captar su esencia. Por eso Jorge nos dice que todo poema es metafísico, yo sería más específico y diría que todo poema es ontológico, busca el ser. Es decir, escribimos poesía en lugar de filosofía porque dudamos de la capacidad que tenga el lenguaje racional para decir el ser. Sin embargo, hacer un análisis crítico de “El vaciadero poesía” tampoco le haría justicia al autor, pues él piensa que ninguna crítica puede decir más que lo que dice el texto mismo. Con esto concluimos que ni el autor dice lo que quiere decir, ni el lector o crítico puede traducir de una forma más precisa el mensaje. El texto, la obra piensa por sí sola y hay tantas lecturas como lectores, esto dependerá de los aparatos conceptuales de cada quien, con esto se enfrenta a ciertos clichés instalados en varias concepciones poéticas ¿Hay ciertos poemas que son escritos para académicos, mientras hay otros que son escritos para la gente a pie? ¿Por qué Álvarez ha decidido vender su complejo trabajo en lugares donde es más probable encontrarse a esta gente a pie a la que constantemente aluden los autores de la prolesía? Personalmente leo el gesto antes mencionado, el poema piensa solo, no tiene que ver ni con el autor en tanto codificador, ni con el lector en tanto decodificador, no es que existan poemas entendibles y poemas que no, existen distintas dimensiones paralelas a donde será enviado el pensamiento, como lectores posibles y esto tiene que ver con las cargas sociales, políticas, estéticas, históricas que va adquiriendo el poema mismo. La verdadera comprensión nos abrasa con una simultaneidad espacio-temporal que nada deja de ese YO que alguien cree ver cruzando la calle.” (El vaciadero poesía, pág 12).
3.- Nada de anecdotario, nada de crítico. Pura colisión violenta de los poemas contra la particularidad del lector, esa es mi posibilidad frente a cada libro que compone “El vaciadero poesía” de los cuales me aventuro a dar mis impresiones, y puesto que no existe lenguaje racional que permita su mejor comprensión, me arrojo a realizarlo poéticamente.
a) Q-X:codificar/decodificar datos, como en el lenguaje formal, como en la máquina. Poemas que se construyen en el encuentro y roce de sus títulos, Q-X-Q-X-Q-X-Q-X, programación de la virtualidad de vivir hilando fonemas para perpetuar los velos. Por eso la duda ante el lenguaje, ante la honesta comprensión del significado y la mordaza esencial de las palabras buscando rearticularse en el poema. Lo visto y lo mirado no es lo mismo, una señal obstruye y otro simulacro actúa como verdadero” ¿hay cuerpo? ¿hay roce? No somos más que palabras que unos pronuncian y otros dejarán de pronunciar.
b) Textos para el Tom Lupo Show: Estoy sentado en este lugar ¿y el amor? ¿qué pasa con el amor? la imagen, la memoria, la reproducción ¿hay algo de verdad en todo esto? Traducir es matar, ver es esconder. Certeza que no cesa de quedar en mera descripción, ese es el miedo ante las palabras. Ante el lenguaje, sin tregua ni destino estoy sentado en este lugar y viajo entre la posibilidad del nombre, estar acá, asombrado frente el universo que guarda el vino o la servilleta, borracho frente al universo que guarda el vino o la servilleta, eso es la poesía misma, pero no basta, ni los conceptos científicos, ni los conceptos filosóficos que acompañan este vagaje bastan ¿y el amor? ¿qué pasa con el amor? La impotencia de no poder traducir la certeza. Describo, salto, caigo. Describo, salto, caigo. Describo, salto, caigo. La percepción no es precisa, no estás en mis ojos. La memoria es frágil ¿qué sería de mí si no fuera por las fotografías de infancia que atesoró la madre? ¿Y la reproducción? qué cosa más imprecisa que el poema. Quizás el deseo, quizás el deseo, el paso necesario hacia lo místico.
c) Conflicto deja libro inédito: Más vale el ejercicio que el poema, más vale la traducción a sabiendas de que la nada acecha, es el amor que nos tocó vivir. Todo es signo y acumulación de significados, nunca podremos saber si la memoria recuerda el significado preciso del signo en aquel acontecimiento, por eso siempre será un espectáculo, por eso siempre será un simulacro. Mejor decir con el cuerpo, mejor decir con el silencio, que es acercarse un poquito más a comprender el misterio.
d) Otros poemas: todo lo que pasó por el lenguaje es artificio. Hay que callar, pero antes dar cuenta del por qué callar. Me reconozco en tu mirada y no hay más que ese gesto previo a cualquier palabra. Me bajo de éstos zapatos, al fin de cuentas siempre alguien tomará mi lugar.
e) El poema inédito: automática es la escritura que puede huir a todo esto, no programática, presentar desnuda la poesía, sin adivinanza posible. Nada se concluye con el lento paso del lenguaje. Vivir, vivir en el silencio y aceptando el caos, será el único gesto honesto.
Performance
Mi presentación no será tan breve
Comenzará con muerte
Terminará con suicidio simulado
La primer parte consiste en resaltar
Algunos rasgos propios del autor
La segunda será reiterar la ausencia
Señalando cierta presencia
La tercera será la participación del autor
Donde:
a) en una especie de irreverencia programada
el supuesto se bajará de los zapatos
b) el autor se permitirá disparar tres veces
con arma simulada
tres tiros simulados en su sien derecha
c) el público presente no aplaudirá
como un acto de simple negación cómplice
d) no habrá más palabras
acto cuntinuo
otro escritor menos muerto
tomará el lugar del desaparecido
Sobre el autor: *Jorge Álvarez T. Valparaíso, 1960. Poeta, Editor. El año 1984 viaja a Buenos Aires Argentina, estudia teatro, participa de la Comunidad teatral TAIET, y se incorpora al under bonaerense como poeta y performance. Desde su regreso al país en el año 1992 es un reconocido Activista Cultural. Trabaja en Valparaíso organizando Lecturas, Dirigiendo distintas Revistas Culturales, Agendas; Dirige, realiza Performance en bares, discotecas, centros culturales. El año 2002 cambia residencia y va a vivir al Valle de Elqui, Cordillera de Los Andes, en donde aprende y practica distintas técnicas de Meditación, ligado a la comunidad Agni Hotra en Cochihuaz. El año 2005 comienza sus viajes a Santiago para promocionar su poesía, desde el año 2013 mantiene residencia en Santiago y la zona rural de Quilpué, V región. Ha publicado QX, Revista Libertad 250; Textos Para el Tom Lupo Show, Serie el Vaciadero Poesía, Conflicto deja libro Inédito y Otros Poemas, Serie el Vaciadero Poesía; Poemas Metafísicos, Colección Cuadernos de Poesía; El Objeto y La Invención de la Hoja en Blanco. Serie El Vaciadero Poesía; Escribe Críticas para revistas digitales, conocido en circuitos de Valparaíso y Santiago por su venta personalizada de libros de poesía.
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[1] en el prólogo de “El vaciadero Poesía”, realizado por Víctor Rojas Farías y en el incisivo trabajo crítico de Carlos Henrickson “El razonado desarreglo”.