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El arte como monumento de un mundo en desaparición.
Reseña de Apu Kalypso / palabras de la bruma, de José Antonio Mazzotti*
Giancarla Di Laura
Prairie View A & M University
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Esta nueva entrega de José Antonio Mazzotti (Lima, 1961), destacado poeta peruano surgido en los años 80 del siglo pasado, combina elementos andinos y de la mitología griega para rendir homenaje a los orígenes vitales de nuestras civilizaciones. Mezclando palabras quechuas como “Apu”, que evoca los espíritus vivientes de montañas sagradas en el mundo andino, con términos provenientes de la mitología griega, como Calipso, la seductora ninfa hija de Atlas que detuvo a Odiseo por siete años en la isla de Ogigia, Mazzotti recurre a la fusión de diversas culturas para meditar con profundidad sobre nuestros orígenes y sobre la importancia de la relación con la naturaleza para la supervivencia de la especie humana. Por eso, la conjunción de ambas entidades míticas puede llevar al Apocalipsis si no se atiende a su especificidad y si se borran sus premisas básicas como culturas primordiales en proceso de globalización depredatoria, como la que vive el mundo en la actualidad.
Trece textos componen Apu Kalypso, los cuales ofrecen una visión diversa y a la vez un homenaje coherente a numerosos elementos naturales sobre la Tierra, cuestionando los postulados de la modernidad occidental, que tiende a separar naturaleza y cultura, privilegiando así una supuesta racionalidad absoluta sobre una supuesta materia “otra”, sin capacidad de agencia ni subjetividad. Configurado por versos largos y aliterados donde la musicalidad se beneficia a través de un impresionante virtuosismo verbal, el libro destaca la presencia de lo andino-amazónico como representante de una visión no occidental y de lo griego como paradigma pre-moderno, manifestando de este modo una visión del mundo compleja y a la vez alternativa.
El poema que abre la colección, “Muerte por fuego”, se basa en la historia de Odiseo atrapado por Calipso en la mencionada isla de Ogigia. Sin embargo, con un guiño perspicaz, la voz poética alude a las situaciones de violencia ecológica y falta de espiritualidad vividas en el mundo actual, convirtiendo el poema, hacia el final, en una plegaria de tono altamente irónico. Calipso ya no es la ninfa enamorada y seductora, sino una fuerza voraz que puede acabar con el planeta si es abandonada y si se enfada, es decir, si se pasa del mito a la historia humana, como ocurre en el clásico poema homérico. En este sentido, la trama de la Odisea se ve alterada con un giro postmoderno de duda, desencanto y falta de una resolución positiva al viaje de la humanidad hacia su quehacer político y pragmático.
El segundo texto, “Amazonas”, es un himno al padre poderoso que creó y habita la naturaleza; pero este padre, a diferencia del ruego católico, desaparece y deja a su creación completamente sola. Siguiendo con la línea de César Vallejo, quien afirma en sus poemas que Dios abandonó a la humanidad, la voz poética en el texto de Mazzotti menciona a un “Padre todopoderoso que te esfumas en el horizonte” (11), es decir en lugar de la imagen tradicional que evoca la oración católica en la cual el Padre está en los cielos, en este poema, la imagen y presencia del Padre se desvanece y deja a la humanidad en completo desamparo. Asimismo, en este texto se hace mención de diversos seres míticos como: “Padre Sachamama”, “Padre Yanapuma”, “Padre Mapinguari”, “Padre Chicua” “Padre Yurupary” y “Padre Tanrilla”, que plantean configuraciones distintas sobre seres de la Amazonía, a manera de espíritus tutelares, pero que conllevan también el peligro de su ausencia dentro de la cosmovisión de los distintos grupos étnicos de la región. Todos estos “Padres” tienen características tanto positivas como negativas en cuanto a su relación con los habitantes de la inmensa selva. Al final del poema se intensifica aun más el abandono cuando la voz poética menciona: “Ayaymama, Huischuhuarca: Nuestra madre ha muerto/ Y nos abandonaron” (13), en alusión al mito del pájaro ayaymama, que canta su lamento por las noches y encarnaría a dos huérfanos (la humanidad) condenados hasta el fin de los tiempos.
Los poemas siguientes se pueden dividir en dos grandes grupos. Por un lado, los pertenecientes a la Naturaleza: “Glaciares”, “Agitación bipolar”, “La-Mer”, “Volcanes”, “Coníferas”, “Sabanas”, “En-agua/ una isla en el Pacífico” y “Cochas”. Por otro lado, una segunda categoría en la que se destaca un recinto específico o un sentimiento noble como “La Catedral (Paracas)” o elementos personificados, como en los poemas “Niños” y “Mama Kuyay”.
En el primer grupo encontramos una continua alabanza a las imágenes que emergen de los glaciares, en el entorno que caracteriza la cosmovisión de una cultura, la importancia del agua manifestada a través de los distintos recursos vitales como lagos, ríos, arroyos, y demás términos que se refieren al mundo acuático bebible. En esta invocación, las características de la naturaleza expresada en términos del género femenino manifiesta un erotismo esencial y fusionador a través de una seducción mutua entre sujeto poético y objeto de deseo que a la vez interactúa como sujeto autónomo y animado. Este erotismo se encuentra presente ya desde las primeras obras del autor, como en los textos eróticos del primer poemario de Mazzotti (Poemas no recogidos en libro, 1981), pasando por el Libro de las auroras boreales (1994), el enigmático Señora de la noche (1998), el deslumbrante Sakra boccata (2006) y, finalmente, los poemas irónicamente necrofílicos de la tercera parte de Las flores del Mall (2009), libros todos en que el amor erótico y la identidad del poeta se conjugan en una visión abarcadora y hasta religiosa de la poesía como fusión carnal y espiritual (“amado en la amada transformado”, como decían los neoplatónicos para definir el amor pleno, y que Mazzotti, gran conocedor de la tradición renacentista, como especialista reconocido que es en el campo colonial, sigue con fidelidad).
En Apu Kalypso, las imágenes de los volcanes (como en el poema del mismo nombre), del mar (“La-mer”), de los bosques y praderas (“Coníferas” y “Sabanas”), al igual que la presencia del agua en sí y los peligros de su contaminación, en poemas como “Agitación bipolar” (referido a los Polos Norte y Sur y su continuo deshielo), “En-agua / una isla en el Pacífico” (sobre las masas de basura plástica que flotan en el océano) y “Cochas” (sobre las lagunas contaminadas), nos revelan específicamente la preocupación del poeta por el ecosistema no sólo como medio ambiente, sino como entidad viva y habitada por una espiritualidad incomprendida y des-erotizada por los humanos modernos. Asimismo, las imágenes del agua en general como elemento fundamental de la vida desarrollan una vertiente que ya se había hecho notable en la obra de Mazzotti, particularmente en Sakra Boccata. En el texto que cierra Apu Kalypso, titulado “Cochas”, se encuentra una referencia compleja al agua, específicamente a un tipo de laguna, la que forman los ríos amazónicos al cambiar de curso. En esta laguna lo real y lo inexistente cohabitan en un plano mítico y por medio de un lenguaje aliterado lleno de imágenes que evocan continuamente el acto sexual. A través de este, la voz poética encarna la procreación y se enfrenta al nacimiento y a la continuación de la vida. Sin embargo, en tono trágico, al final afirma: “Así desapareces en la bruma encendiendo cien ojos/ El cielo toca por primera vez la hondura infinita/ Goza la gloria tu ligera turbulencia que sólo dice/ Las letras del vacío cuando ya eres un recuerdo” (40). Es decir, todo culmina y el tiempo efímero de la existencia humana, por su propia ineptitud, pasa desapercibido en el universo.
En el segundo grupo de poemas se da la presencia de tipos específicos de seres humanos para celebrar o aludir algún acontecimiento. Asimismo, percibimos la preocupación o el respeto y homenaje que la voz lírica les ofrece bajo un lenguaje cargado de una fusión entre lo coloquial y lo alturado, lo popular y lo académico, lo real y lo inexistente. En este sector del libro se encuentra el poema “La Catedral (Paracas)”, dedicado a las iniciales “JDC, y muchos más”(17), que indicarían que el poema está dirigido al político y poeta Javier Diez Canseco, quien fue líder de la izquierda peruana y un gran luchador por los derechos humanos, fallecido el 2013. En este poema se expresa la solidaridad de la voz poética con el pueblo sureño de Pisco, cerca de Paracas, por el terrible movimiento telúrico que sufrió el 2007. Las descripciones del poema evocan el antes y el después del acontecimiento, que determinó la desaparición de una formación geológica llamada precisamente “la Catedral” en la costa de Paracas, que estaba constituida por un arco de piedra y arena sobre el mar, distinguible desde larga distancia. Mediante la alegoría de una infanta que deambula por el desierto y no puede encontrar paz ni sosiego, la Catedral encierra esa circularidad y ambivalencia que da inicio y fin a este poema, aludiendo con su derrumbe, y de manera clara, a los muertos y desaparecidos de la guerra interna que asoló al Perú en los años 80 y 90:
La Infanta lloró ante sus hermanos caídos los duros
Y los blandos los mortales y los inmortales hermosos
De piel hendida a tajos de púrpura heterónima
Les dieron por la espalda con una espada de granito
Los besaron con un soplete de uranio en el corazón
Cortaron sus pies con un hacha roedora y peluda
No pudo resistir el formol de las enfermerías y se fue
Errando por el desierto hasta perder el rostro hasta
Evaporarse en el polvo vidrioso de los deseos rotos
Y plantó una semilla bajo los trapos de la costra de barro
Dejó brotar sus vellos desde los choros adheridos
Apagó su canción de cráter milenario y calló para siempre (18).
En el poema “Niños”, la voz lírica evoca la infancia como etapa poética de la vida por excelencia, pues es la etapa del asombro y del aprendizaje del lenguaje. Este tiempo primordial, sin embargo, queda coactado por las normas sociales y morales de la vida adulta, que obliga a seguir un camino trazado, pero no necesariamente óptimo y menos poético. Este proceso de aprendizaje y socialización continua constituye para la voz poética un movimiento de caída, de pérdida y deterioro, un inexorable descenso hacia la muerte, a menos que cada persona rescate el candor y el maravillamiento iniciales y su capacidad de relacionarse con el mundo de una manera inocente. Hay aquí una referencia velada a la caída del Altazor huidobriano, en juego característico de la poética de Mazzotti, que no tiene reparos en utilizar un riquísimo bagaje de lecturas como parte de su propio estilo, prolongando así una práctica escrituraria postmoderna de apelar a diversos referentes culturales, sean de una tradición canónica o no, en un ejercicio del “pastiche” entendido en sus mejores términos. Así, en contraposición a la caída y la pérdida del lenguaje, como ocurre en Altazor, las imágenes del poema de Mazzotti proponen un tiempo cíclico, un eterno retorno a los orígenes que determinan a toda persona y en los que descansa la fuente de la poesía como experiencia vital.
El poema “Mama Kuyay” (amor de madre, en quechua) es un canto a la Madre Naturaleza por medio de alusiones al campo, a los árboles, a las montañas, al mar, y luego al cielo, a la luna y las estrellas. En todos ellos la voz poética celebra sus recintos llenos de un esplendor insustituible. Majestuosamente, la imagen femenina de la naturaleza permea un “amarillo” y “dorado”, colores que se notan en imágenes como “pelo del durazno” y “polvo dorado”, mediante las cuales se consagra la figura de un ser creador femenino que nos entrega enseñanzas y genera una toma de conciencia en un mundo que está perdiendo lo fundamental de su existencia: la tierra y el agua. A la vez, el poema alude a la madre humana, formando parte de una larga tradición de poemas a la madre dentro de la poesía peruana, entre la que destacan Carlos Oquendo de Amat, César Vallejo, Domingo de Ramos y Eduardo Chirinos.
Como hemos visto, Apu Kalypso nos otorga una visión panorámica y a la vez específica de antiguas civilizaciones paradigmáticas y de la vida moderna en sí, sobre todo en su interacción devastadora con el llamado mundo natural, que en el caso de Mazzotti se nutre de una vocación religiosa animista y hasta shintoísta por su antropomorfización de los cuerpos celestes y sus efectos beneficiosos sobre la Tierra. La sabiduría que conlleva cada tradición y su cosmovisión frente a una modernidad hostil e ignorante que condena su propia existencia al destruir el planeta, hace que un lector atento pueda pensar y concientizarse de la situación y de la amenazante condición que se vive en la actualidad. Desde un punto de vista latinoamericano, el libro se alínea, además, con las luchas de reivindicación de epistemes indígenas que buscan enfrentarse y revertir el proceso de depredación extendida que ha venido asolando a nuestros países en las últimas décadas.
Como en el epígrafe perteneciente al poema “Coloquio de los Centauros” de Prosas profanas de Rubén Darío, que da inicio a este brillante y fundamental libro, la importancia de la dualidad indisoluble de materia y forma, o cuerpo y espíritu, dentro de la vida en sí, y la figura del poeta como portavoz chamánico de seres aparentemente inanimados, hacen que este poemario sea de enorme importancia en el desarrollo de la nueva poesía latinoamericana, dedicada no sólo a nuevas exploraciones verbales (neobarrocas, transbarrocas y hasta postbarrocas), sino, sobre todo, y en sus casos más señeros (pensemos en Zurita, en Zaid, en Kozer), a la universalidad de ciertos temas que afectan de manera directa y vital nuestro futuro sobre el planeta. Como señala la prestigiosa investigadora de la literatura Doris Sommer en la contratapa del libro, “este es el momento de erigir monumentos y organizar archivos sobre el mundo tal como lo conocemos, antes de que la frágil memoria humana borre siglos de tradición tejida alrededor de una naturaleza recurrente y perdurable. El libro de José Antonio Mazzotti es tal monumento. Nos hace amar nuevamente el mundo, lo cual es, finalmente, el efecto y el propósito de todo verdadero arte”.
Houston, 5 de noviembre del 2015.
*Apu Kalypso / palabras de la bruma, de José Antonio Mazzotti, Lima, Hipocampo Editores, 2015, 42 pp.