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El poeta joven en Cuba


*por Javier Campos


Señores imperialistas,
no les tenemos absolutamente ningún miedo


(Graffiti cerca de el malecón en Habana,
y a poco metros del edificio de la Sección
de Intereses Norteamericanos en Cuba)

Nosotros, los sobrevivientes,
¿A quiénes debemos la sobrevida?
¡Quién se murió por mí en la ergástula,
quién recibió la bala mía,
la para mí, en su corazón?
¿Sobre qué muerto estoy yo vivo?


Roberto Fernández Retamar

 

 

Yo nunca visité aquella isla
y por siglos traté de entrar pero mi nuevo país
(es decir EEUU) nunca me dio permiso,
aun cuando fuera un indefenso poeta joven
y lleno de ideales

cuando ya iba dejando de ser un joven poeta
(todo poeta sabe el comienzo de esa etapa)
tampoco el departamento del tesoro norteamericano
me dio permiso
entonces como consolación
yo miraba Cuba desde un mapa en Internet,
leía sus revistas, seguía por la televisión en RealPlayer
sus programas para el pueblo,
sus estadísticas sobre un país sano y educado,

la gente allí en esa isla sabía más sobre los problemas de los países
del tercer mundo,
de la guerra en Afganistán, de la destrucción del Planeta
por los países ricos,
que toda la gente más común de los mismos Países Ricos
y Países Pobres juntos,
es que allí la información no se ocultaba y se compartía

leía que los cubanos (un grupito minoritario)
en el exilio de Miami
obsesivamente soñaban con hacer polvo
(lo cual era cierto)
aquella bella revolución donde la medicina y la educación
eran gratis
que ni siquiera lo eran en los Países Ricos
y menos en los Países Pobres,

cuando yo sentía que no era más un poeta joven
seguía intentando entrar a Cuba,
pero de nuevo mi país de adopción, o sea EE.UU,
otra vez no me dio permiso,
había pasado siglos pidiendo visa,
autorizaciones camufladas a través de Universidades,
falsos viajes de intercambio escolar que no fueron permitidos,
miles de maneras de ir a la bella Isla de Cuba,
incluso Fernández Retamar me estimaba mucho
(él tampoco parecía envejecer nunca)

yo me moría por conversar con su gente,
la más libre del planeta,
eso decían los cubanos mismos
hasta en su página oficial de Internet,
y por supuesto los Intelectuales
de izquierda que aun quedaban o en El Primer Mundo
o en el Tercero
pero de eso hace siglos

y nunca me dejaban entrar a Cuba,
ni siquiera como poeta maduro (hace mucho
que había dejado de ser el poeta joven
pero seguían transcurriendo los siglos),

tampoco yo quería que la sociedad de escritores y artistas
de Cuba
me invitara a mí en forma especial
(había muchos poetas más famosos que yo
como Raúl Zurita o como el escritor homosexual
Pedro Lemebel,
que eran constantemente invitados allí
y siempre hablaban en Chile
maravillas de Cuba)

Yo envidiaba al poeta Zurita y a Lemebel pero sin rencor
aun cuando el primero fuera muy anciano y el segundo
también

tampoco me importaba (y continuaba pasando el tiempo)
por qué
muchos querían dejar la isla
(bueno, se sabía que era por culpa de la maldita
ley norteamericana llamada
"Ley del Ajuste Cubano"),

pero yo seguía pensando, "si el poeta Zurita y Pedro Lemebel
no se cuestionaban eso de huir en balsas de la Isla
a pesar de los tiburones y las tormentas tropicales
y también muchos otros que eran invitados
continuamente a la Isla tampoco se lo cuestionaban
¿por qué iba a cuestionarme lo mismo?"

o sea, todo era por la presión de EE.UU. y los de Miami,
y yo decía que sí también:
"era la presión capitalista y globalizada del país
más rico del Universo junto a la diabólica
amenaza de la mafia de Miami." Eso repetía yo

cuando me convertí lentamente en un poeta anciano
yo aún seguía con el deseo de ir a Cuba
pero tampoco se pudo,
me seguía conformando con el viaje virtual
por Internet (ya me costaba fijar los ojos
en la pantalla)

a esas alturas la globalización tecnológica
había avanzado tanto que la Isla
era mucho más real que la realidad misma,

es decir, la realidad virtual era casi mejor
que la propia realidad
según yo leía en cámara lenta en el Granma cada día en Internet
o en cualquier publicación desde Cuba en Internet
o sea era la misma (incluso mejor) información:
mi perfecta mi bella mi utópica isla
era eterna
en Internet

yo seguía pensando, incluso ahora
que soy un poeta muy pero muy anciano,
que si no se permitían obras literarias
de los cubanos de afuera
o sea dentro de ese lugar maravilloso
cercado por EEUU

(por ejemplo no se permitieron
las obras de Reinando Arenas
por muchos siglos
y otras obras de tantos más)

es que iban a contaminar la bella isla
con un virus fulminante,
hacer estallar aquella perfecta realidad que se contaba
desde dentro (bueno, desde la mesa del ancianísimo
y querido Fidel que aún seguía vivo)

¿pero por qué la revolución le teme tanto
a un par de novelas y a un puñado de poemas?
(esa es la pregunta que los poetas ancianos
nos hacíamos continuamente, a lo mejor con inocencia
y mucha ternura porque la edad nos cambia mucho)

ya estoy a punto de morir, han pasado más siglos,
(incluso Fidel es mucho más viejo que yo pero sigue
como si viniera bajando de la Sierra Maestra cuando
lo de 1959)

pero aún mantengo la esperanza, la alegría,
de conocer el paraíso del Hombre Nuevo
y de la Mujer Nueva
aquel que soñé
desde que fui en un tiempo muy remoto
el bello poeta joven, tierno e ingenuo;

pero también veo que hasta el final de mis días,
después de siglos y siglos de espera,
deberé conformarme únicamente
con la realidad virtual
(de la que ahora sólo veo luces de colores
en la pantalla, igual a los cometas que pasan veloces
y dejan únicamente
una luz muy brillante en nuestros ojos)

sin embargo,
esa realidad realmente para mí
es mucho más hermosa y perfecta
que la real isla
llamada
Cuba

a la que por milenios soñé visitar
y nadie nunca me invitó
ni tampoco jamás me dejaron entrar.

 

Poema inédito de libro inédito ultimo de Javier Campos. Derechos reservados. 2006

 

 

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El poeta joven en Cuba.
Por Javier Campos.