Cuando Apollinaire era un joven poeta
Hay un verso de Apollinaire que no podré olvidar:
“Bajo el puente de Mirabeau corre el Sena y nuestro amor”
Apollinaire lo escribió entre 1898 y 1912
o sea entre los 18 y 33 años y de eso hace casi un siglo
Dicen que Apollinaire era feo y gordo
y que ninguna mujer se volvió loca de amor por él
la casualidad sin embargo, el azar, o quien sabe qué
en que por eso él escribió la mejor poesía
y dio con el surrealismo sin darse cuenta
La historia cuenta que enloquecido de amor
y por su propia voluntad se enroló en el ejército
para pelear en la primera guerra mundial
Fue por el despecho de una mujer indiferente:
ella era la aristocrática y bella Louise de Coligny-Chatillon
En ese tiempo no había televisión ni menos la radio
era masiva
recién comenzaba el cine en Paris y el primer film francés,
“Viaje a la luna” de 1902 (donde se parodiaba a los intelectuales)
fue el más famoso
y quizás el joven Apollinaire se dejara fascinar un momento
por la imagen visual
Pero aun así los que iban a la guerra lo hacían por
convicciones
patrióticas o por obligación
Dicen que Apollinaire pudo salvarse del reclutamiento
porque no era realmente francés
y porque aún tenía la nacionalidad italiana
Pero Apollinaire partió a la guerra por amor
y no por convicciones políticas ni patrióticas
ni menos influenciado por los recientes y arcaicos medios masivos;
por eso no le importó el ruido de los fusiles o cañones
ni caer despedazado su cuerpo por las balas enemigas
Quien sabe si cuando recibió un balazo en la cabeza miraba
la luna,
o las estrellas
o recordaba nostálgico las aguas de el Sena
bajo el puente Mirabeau
Se dice que gran parte de la bala quedó pegada en su casco
militar
y se salvó por milagro de la muerte
hay una foto famosa de Apollinaire con su cabeza vendada de blanco
como un poeta embalsamado aún por el dolor que le causaba
la bella e indiferente Louise de Coligny-Chatillon
Pero la historia también cuenta que sorprendido Apollinaire,
cuando ya estaba encuartelado, y antes de recibir aquel balazo
en el casco militar,
Louise vió en ese gesto del poeta
un profundo acto de amor que ella no imaginó nunca de
un poeta
gordo y feo
Y partió la bella joven en un carruaje a buscarlo al cuartel
donde Apollinaire se había enlistado y ya marchaba a la guerra
quizás quería morir peleando
o que una bala le atravesara el corazón
puesto que nada había atravesado el corazón
de la hermosa y aristocrática Louise de Coligny-Chatillon
Es decir, ella nunca fue tocaba por ningún avance amoroso
del poeta
ni menos por los versos que le escribió en vida
mirando las aguas de el Sena desde el puente Mirabeau
También dicen que cuando Louise partió casi enloquecida
de amor
buscando a Apollinaire,
-pero la verdad sea dicha es que nunca estuvo loca de amor por él-
ella fue su amante sólo por ocho días
y que ella misma arrendó un cuarto de hotel en la ciudad de
Nimes
donde estaba el batallón de reclutas preparándose para
partir a la guerra
Pero al noveno día Louise lo dejó solo en el cuarto
del hotel de Nimes
más abandonado de amor que antes
La pasión de Louise de Coligny-Chatillon se había enfriado
y era falsa
y Apollinaire quedó desconsolado
y escribió más poemas que mucha gente joven y hermosa
aún lee – y seguirá leyendo- para ser amado con pasión
y para siempre
Pero aquella pasión, o sea Louise de Coligny-Chatillon,
que originó la más bella poesía francesa de comienzos
del siglo XX,
jamás fue verdadera ni jamás amó realmente al
poeta en vida
Más aún -y esto quedará como un misterio en
la vida de Apollinaire-
la bala que luego iba a recibir en la cabeza durante la guerra
sería el más cruel desprecio después de darle
un poquito de dicha
al poeta
Sin embargo la ironía es que 20 años después
cuando la aristocrática Louise de Coligny-Chatillon
era vieja y fea
-y el poeta había muerto joven
pero sin ser amado por ninguna mujer en su vida-
Louise autorizaba publicar por primera vez
todos los poemas de amor que fueron inspirados por ella
Por eso hay unos versos de Apollinaire que nunca volveré
a olvidar:
“Bajo el puente de Mirabeau corre el Sena
Y nuestro amor
Es preciso que lo recuerde
La alegría llegaba siempre tras la pena.
Enlazadas las manos estamos cara a cara
Y mientras tanto
Bajo el puente de nuestros brazos
Pasa la onda mansa de inmortales miradas”
(Paris 2004)
Javier Campos. Este
poema pertenece a libro inédito que saldra en 2005.