Al negar o matar amigablemente
a sus padres (o abuelos) del realismo mágico e imponer su
nuevo mcondismo global, que sólo ellos parecen haber descubierto
en América Latina, no conciben más que su nueva propuesta.
O como dicen muy sueltos de cuerpo en el artículo: la “nueva
estética”.
El reciente artículo-entrevista (o especie de
manifiesto) sobre Alberto Fuguet en la edición internacional
del 6 de mayo de 2002 de la revista Newsweek Internacional
(cuyos artículos no se reproducen en la edición norteamericana)
repite lo que esa publicación dijo en 1996, en su prólogo
a la
antología de cuentos McOndo. Es decir, el texto no es
nada revolucionario. Lo nuevo es que los mcondistas (Alberto
Fuguet, Edmundo Paz Soldán y Sergio Gómez, principalmente)
insistan en vender un producto como si fuera la única propuesta
alternativamente novedosa de la narrativa latinoamericana a partir
de los ’90.
Esta recurrencia suya en repetirse o reciclarse no es más,
a nuestro parecer, que publicidad para el mercado internacional.
También ayuda a confundir a inexpertos o ingenuos lectores
de otros países, quienes desconocen otra amplia y rica producción
latinoamericana realizada a partir de los ’90, la cual el artículo-entrevista-manifiesto
de Newsweek no menciona para nada. La única alusión
que consigna es la del joven narrador mexicano Jorge Volpi (1968).
Está claro que con la globalización, Latinoamérica
entra en la imparable internacionalización de la cultura norteamericana.
Nunca como antes había penetrado tanto el consumo masivo. El
acceso a los productos electrónico-digitales no es el privilegio
de ciertos sectores sociales. Aparecen como callampas las cadenas
de comida rápida por cualquier lugar de las grandes ciudades,
provincias y pueblitos de América Latina. El sistema de TV
por cable acerca al instante los más remotos lugares del planeta.
La masiva emigración rural a las urbes trae también
un complejo cultural a las ciudades donde se producirán complicados
reciclajes, diversidad e inéditas manifestaciones artísticas.
El nuevo contexto de nuestro continente se ha convertido en una variedad
tan grande de propuestas porque multidiversa es la misma globalización
y su imparable hibridismo. Por
eso, asumir en estos momentos una única estética no
tiene mucho sentido.
Sobre Fuguet y compañía, sin embargo, hay en el artículo
de la revista estadounidense algo que los contradice totalmente. Al
negar o matar amigablemente a sus padres (o abuelos) del realismo
mágico e imponer su nuevo mcondismo global que sólo
ellos parecen haber descubierto en América Latina, no conciben
más que su nueva propuesta. O como dicen muy sueltos de cuerpo
en el artículo: la “nueva estética”.
Si bien aceptan que la globalización provoca una multiplicidad
de proposiciones (lo que produciría una variedad de alternativas
artísticas), no reconocen, contradictoriamente, que ellos mismos
son parte de otras múltiples propuestas, quizá mejor
estructuradas estética y narrativamente que la “estética”
mcondista. Es decir, son incapaces de reconocer la diversidad
del bosque global, y en ninguna parte mencionan que hay propuestas
distintas funcionando dentro de la narrativa actual latinoamericana.
Es ahí donde el artículo-manifiesto falla: en la incapacidad
de reconocer o mencionar otras voces. Tal declaración resulta
ortodoxa además de contradictoria, pues reconocen, por otro
lado, que el mundo latinoamericano es global y diverso.
Por ejemplo, no hay ningún reconocimiento, mención
ni análisis de las narrativas que surgen a mediados de los
’90 en América Latina. No mencionan para nada a Roberto
Bolaño, cuya obra propone un escenario histórico
renovado y revelador. ¿Es porque Bolaño, al no aludir
a las tarjetas Visa Gold o las cadenas de comida rápida,
los computadoras Macintosh o la música rap, no
entraría en la “nueva estética” de la narrativa latinoamericaana
que proponen Fuguet y Cía?
Y la lista sigue: Daniel Sada, Hector Abad Faciolince, Carlos Franz,
Rodrigo Fresán, Alejandra Costamagna, Ronaldo Menéndez,
Mario Bellatin, Eduardo Antonio Parra, Pedro Juan Gutiérrez,
Rodrigo Rey Rosa, Juan Villorrio, Cesar Aira, entre otros.
El artículo en cuestión sugiere, para mostrar que la
propuesta estética mcondista es cierta, que sus obras
están conectadas a dos recientes películas mexicanas
que –dicen- poseen los mismos temas que tratan en su narrativa. Se
trata de Amores perros (2000), de Alejandro González
Iñartu, y Tu mamá también (2001), de Alfonso
Cuarón.
Así lo dice Paz Soldán en el artículo-manifiesto:
“La sensibilidad McOndista también ha invadido la música
pop, o el rap mexicano... o en películas como
Amores perros y Tu mamá también. Eso es
muy McOndo”.
Hay aquí lo que se llama una acomodamiento para que su estética
coincida con otras que han logrado una popularidad dentro del mercado
cultural global. En realidad, la única coincidencia con esos
filmes es la ubicación urbana. Pero ambos también poseen,
por ejemplo, una diversidad de personajes que revelan distintos aspectos
de la sociedad mexicana (y latinoamericana). No son para nada una
celebración de la comida rápida, ni de las papas fritas,
ni de la TV cable, o de los malls, ni menos la exaltación
de la belleza publicitaria que sugiere el manifiesto mcondista.
En Y tú mamá también, por ejemplo, hay
un interesante aprendizaje sexual –y aquí el director rompe
con la pura cosificación de lo sexual- en que una mujer madura
cambiará en cierta medida la mentalidad de un joven rico y
la de otro de clase media baja mexicana.
Si bien las películas mencionadas hablan del actual contexto
global latinoamericano, su estética nada tiene que ver con
lo expresado por Fuguet y Paz Soldán en su propuesta en Newsweek.
Es difícil ver en la literatura de los mcondistas (hay
excepciones, por cierto) la diversidad de nuestro actual mundo latinoamericano
que ensamblan tan bien los dos directores mexicanos.
Más coincidencia con esos filmes tienen las novelas La
Villa (2001), del argentino Cesar Aira, y por supuesto, Amuleto
(1999) o Los detectives salvajes (premios Herralde de novela
1998, y Rómulo Gallegos en el 2000), o ese hermoso cuento de
Bolaño de su colección Putas asesinas (2001),
que transcurre en Acapulco y se llama Los últimos atardeceres
en la tierra. Son obras y autores que sencillamente no existen
para el manifiesto mcondista.
* Javier
Campos es académico y escritor chileno que reside en EEUU.
Nota. Este artículo fue publicado en 2002. Bolaño muere
un año después. El artíulo tiene vigencia aún
porque la linea mcondista no reconocía ni mecionaba
para nada el mundo de la narrativa de Bolaño en ese entonces.
También la propuesta mcondista representa de alguna
manera una venta de lo nuevo exotico que ocurre ahora, con la globalización,
en Chile y América Latina.