A través del historiador chilote Renato Cárdenas conocimos
el libro de poesía “Perro de circo” (1979) del poeta
Juan Cameron (Valparaíso, 1947) a comienzos de los ochenta
en la ciudad de Castro, Chiloé.
El texto, una obra singular, de gran arquitectura y oficio era y es
parte de un proyecto mayor cuyos resultados se expresan veinte y tres
años más tarde en un libro antológico titulado
“Jugar con la palabra” (Ediciones Lom, Santiago, 2003).
Esta obra, dotada de la belleza y magia que producen los grandes
artistas es una compilación de casi toda su producción
poética que comienza con “Las manos enlazadas” (1971),
hasta sus textos escritos en Suecia y otros países nórdicos
donde residió durante una década.
Cameron maneja un tipo de ironía difícil de encontrar
en los poetas chilenos actuales. Desacraliza la realidad, juega con
los mitos urbanos, con el tiempo que está detenido en sus lugares
personales y que al mirarlo a través de sus ventanas cobra
vida independientemente del texto. Es decir, el tiempo recorre la
fisonomía del lenguaje de sus versos, ya sean telúricos,
de amor, urbanos, marítimos, con un hondo pesimismo por los
días que corren. La mirada del autor es escéptica, no
confía en los mitos instalados en la sociedad actual y hace
crecer una vertiente llena de paradojas a lo largo y ancho de sus
poemas.
La relación entre escritura y vida adquiere en este libro
un doble significado. Por una parte, el poeta dialoga con los espejos
de la humanidad; esos sitios donde se configuran los proyectos de
vida; y, por otro lado, la cosmovisión de su poesía
instalada en el escenario cultural chileno: sus guiños a Jorge
Teillier, Rolando Cárdenas, Enrique Lihn; la búsqueda
de una identidad y el sello que lo identifica como un escritor comprometido
con su tiempo histórico. El desenfado, sus críticas
a las obsesiones de un Chile en decadencia, que debe reinventarse
a si mismo si no quiere naufragar.
“Jugar con la palabra” es una casa de la memoria. Por su paredes,
ventanas, puertas, rincones, se respira una aire gogoliano; sus imágenes
llenas de obsesiones nos hacen pensar en lluvias, truenos, nunca en
días de sol o bonhomía. Los trazos de sus adverbios
o adjetivos comprueban lo que decía Huidobro: la vida en el
poema es fundamental para buscar lugares donde el ensueño,
el encantamiento, formen parte de un corpus donde sea posible inventar
un mundo nuevo o, al menos, morir en ese intento.
Conocimos al autor en la Sociedad de Escritores de Chile a fines
de los años 70, en Santiago; en las recordadas tertulias literarias
de la Editorial Nascimento presididas por Oreste Plath. Frecuentamos
bares, tugurios, bibliotecas, asistimos a recitales y nos tocó
entrevistarlo para el primer número de la revista de poesía
“La Pata de Liebre”, el año 1986.
Nos reencontramos en su “puerto principal”, el mismo Valparaíso
cuya atmósfera se respira en su libro “Cámara Oscura”
en el verano de este año 2004. Estaba preocupado de editar
obras de autores jóvenes de esa ciudad. La difusión
cultural es una de sus pasiones. En un mundo mezquino, las personas
como él ennoblecen el espíritu y crean corrientes positivas
para el desarrollo de nuevas expresiones, no sólo literarias.
Esta muestra antológica debiera ser material de estudio en
los colegios de enseñanza media del país, en los departamentos
de literatura chilena de nuestras universidades. Un autor con voz
propia como Juan Cameron corrobora lo que decía Juan de Luigi,
el recordado crítico chileno: “que la poesía redescubre
los sonidos, nos ayuda a mirar la interioridad con ojos de niño;
que es posible atrapar el tiempo, jugar con la eternidad, esa díscola
muchacha”.
Juan
Cameron
Poesía
TRILCE
Por la noche el Bar Roma se llena de luciérnagas
La sombra de Oyarzún surge de las mesas
como un sol en su palabra
Estamos en el 72 que ya no estamos
Las últimas cisuras sedimentan a Niebla
& el Bar Roma ilumina los ojos
a quienes puedan ver
Pequeño astro suspendido
Dulce e Triste oficio de persistir aún.
CACHORRO
Perdonad el pelaje descastado
este brillo es de tanto restregarme
de la baba ... la rabia ...
la patada
Perdonad el mordisco por la espalda
es mi ternura agreste solapada
pero ternura al fin ...... (la
única mía)
En verdad salí cachorro
.......................................
en la calle me hice perro
JURELES
Traigo tres jureles para adornar tu mesa
jureles como escamas de amor desperdigado
jureles con sus ojos tan tristes al canasto
con sus ojos de ausente o vendedor de dulces
a diez pesos jureles para adornar tu mesa.
Traigo tres jureles para tu cuchillo
para que salga toda tu sonrisa a la cara
& se haga la crema en tus manos de carne
& se prendan las velas & se amen tus piernas
& se quede el aceite muy negro en su guardia.
Traigo tres jureles para adornar tu mesa
En tu lengua condúcelos al cielo de los peces.