Es muy posible que sólo en Chile los poetas (no todos ni todas)
se vean a sí mismos como los iniciadores de una revolución
creativa con repercusiones más allá de las fronteras
del país. Por ejemplo hubo en los 80 , pero en la narrativa,
“la nueva narrativa chilena” cuando, cosa curiosa, en América
Latina ningún país hablaba de “nueva narrativa argentina
o boliviana o cubana, o argentina etc, etc”. Con el paso del tiempo
se aclaró que semejante “nueva narrativa chilena ”, primero,
no fue más que un proyecto editorial que se adecuaba inteligentemente
al mercado para vender literatura en el mejor estilo como nos ha enseñado
hasta ahora el mercado global. Y segundo, lo más positivo,
es que produjo algunos narradores y narradoras interesantes pero de
ningún modo “revolucionaron” la literatura chilena ni latinoamericana.
Claro, dentro de esa “nueva narrativa” nunca estuvo Roberto Bolaño,
que en mi opinión de lector es uno de los escritores, entre
otros de semejantes temáticas en América Latina , al
que leo con placer porque es un buen narrador de historias. Además
la perspectiva de las historias de Bolaño jamás las
vi en la “nueva narrativa chilena”.
Es que al fin de cuentas todo gusto por una novela o poema(s) está
afectado por el interés personal e individual de “buscar” algo
que responda a las propias necesidades del lector ( claro, la publicidad
también ayuda a vender). Muchas de las veces es incomprensible
la popularidad de un libro. Por ejemplo Isabel Allende ha vendido
más de 70 millones de copias de sus libros. Paulo Cohello otra
millonada tan grande como la de Allende. De ambos se han dicho cosas
terribles desde que son malos narradores hasta impostores literarios.
Y para rematar : aquello que escriben no es “literatura”.
En este 2004 comenzó – sólo en Chile ocurren estas
propuestas- una nueva y polémica discordia sobre una “nueva
poesía emergente en Chile”. La obra se llama “Cantares.
Nuevas voces de la poesía chilena” y fue antologada por
el poeta Rául Zurita.
Pero la polémica (desde el diario El Mercurio un columnista
dijo que el 90% de los antologados eran malos, etc) la inició
el mismo poeta antologador quizás sin pensar en la ola de respuestas
polémicas iría a suscitar dicha antología. Y
el poeta la comenzó con estas “definitorias” palabras en su
introducción a la mencionada “nuevas voces de la poesía
chilena” o selección de poetas “niños” como él
mismo antologador los llamó. Escribió: “Cada uno de
ellos representa una escritura urgente y única y, al mismo
tiempo, hay en el conjunto - en la cantidad de poetas nuevos, en la
contundencia de sus lenguajes, en la irrupción definitiva de
grandes poetas mujeres- un efecto total, algo así como si colectivamente
se estuviesen escribiendo otra vez los Cantares de Ezra Pound o una
impensable Commedia”
Pero el poeta Zurita va más allá de eso. Estos poetas
chilenos son los nuevos videntes o profetas (como la propia poesía
mesiánica de su antologador). “ Por otra parte, la amplitud
de experiencias que abarcan es igualmente asombrosa, como si por segunda
vez en un arco no mayor de quince años, hubiese surgido de
golpe un mundo no antes escrito y que continúa expandiéndose
en una generación de poetas más jóvenes aún,
todavía adolescente…”.
Se podrían citar más frases del antologador que van
a la misma idea y que se puede sintetizar así en mi propia
redacción. “Se acaba de producir en Chile una generación
de poetas más o menos videntes, casi profetas, cuyo nuevo discurso
(no visto en el resto de América Latina o el planeta) desconstruyen
el mundo terrible y global en que vivimos.”.
La mayoría de los poetas allí antologados son de la
capital Santiago de Chile. Poetas urbanos. Por ejemplo la amplia poesía
de el sur chileno está ausente. Sin duda enojados estarán
muchos por la continua marginalidad con que se los trata a nivel poético
nacional. O sea, la poesía nueva chilena, la profética,
según Raúl Zurita, comienza y termina en Santiago. Más
allá todo es penumbra, vacío creativo, nada.
Ahora, por otro lado, es curioso que no exista en otras partes de
América Latina un arrebato de tal magnitud. Es decir, vasta
recorrer los diarios del continente, sus revistas culturales y literarias,
para constatar que no existe ni en poesía, ni en narrativa,
ni en el arte ni en la música, ni en nada aquel deseo de profetizar
en cuanto al arte y la literatura. Lo que sí existe es una
variedad de propuestas de acuerdo a como el artista latinoamericano
se inserta distintamente en este mundo globalizado.
La actitud profética del poeta Zurita está conectada
a su propia obra sin duda. Obra de la que ya se ha dicho (en trabajos
académicos, reseñas de periódicos, etc) donde
es dominante esa huella del poeta mesiánico quien nos señala
(y con mucha influencia cristiana) de dónde venimos y para
dónde debemos caminar o torcer en una esquina, etc. Cada cual
con su propia perspectiva en cuanto al arte que produce un artista.
Eso no se discute.
Lo que sí resulta dudoso para cualquier académico o
no académico es tomar a un grupo de poetas y adaptarlos a su
propia perspectiva profética y así construir un armado
estético. Eso ocurría en los tiempos cuando el artista
era parte influyente de la “ciudad letrada” pero no ahora cuando el
artista es un marginado en otra ciudad: “la ciudad cibernética”.
Eso no quiere decir que la función del artista desapareció
de la faz del planeta (se seguirán escribiendo poemas, pintando
cuadros, soñando, hasta el fin del ser humano), pero es que
ahora existen otras cuestiones a nivel masivo más interesantes
para nuestros hijos y nietos que nos (y los) bombardea constantemente,
sin distinción alguna, la globalizada cultural de la imagen.
¿Es posible que en estas nuevas circunstancias se pueda hablar
de artistas videntes? ¿Profetas de qué?
*Javier Campos es escritor
y académico chileno. Reside en EE.UU.