Proyecto
Patrimonio - 2007 | index | Julio
Carrasco | Autores |
Cuatro
jinetes que vienen volando
Por
Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio,
Domingo 5 de Noviembre de 2006
"Despedidas
Antárticas" es uno de los pocos volúmenes recientes que se
beneficia tanto del minimalismo contemporáneo como de modelos arcaicos
Julio
Carrasco es uno de los poetas chilenos jóvenes que han emergido como
parte del exiguo movimiento que podría ser una reacción en contra
del atrincheramiento en el verso libre, la actual ortodoxia en los gustos críticos
y populares. Es difícil predecir el destino de esta corriente, la cual
se niega, o más bien huye de la anarquía expresiva en la escritura
a la moda, redescubriendo, una vez más,
un tono tradicional y un modo retórico en lo narrativo. Pero si a primera
vista las estructuras que abraza Carrasco son "clásicas", su
contenido no tiene nada de olímpico. Las principales características
en Despedidas Antárticas, su tercer poemario, son el rechazo de
la ironía gratuita, el abandono de las alusiones literatosas, el repudio
de la dicción abstrusa y la sintaxis rebuscada, a favor de un habla cristalina,
límpida, cotidiana, todo ello en pos de una sabia estabilidad de la composición,
renunciando a los excesos emocionales, dando paso al goce de las figuras literarias,
sobre todo metáforas e imágenes: "No temas nada, gato tendido
a un costado de la calle/ La postal que somos se disipará en unos segundos/
Hoy martes en la mañana la niebla desciende sobre nosotros/ pero no deshace
mi reflejo en tus ojos de vidrio:/ soy la última cosa que verás".
Despedidas...
es producto de una lucha constante con los vocablos y si estos poemas poseen,
a veces, demasiadas buenas maneras, también anuncian a un creador con un
admirable don para explicitar sentimientos difíciles. Así, las secciones
"Sofía en el parque" y "El encantador de serpientes"
navegan entre las exaltaciones profundas y un recio control verbal. En casi todas
estas piezas llaman la atención los finales y no es difícil darse
cuenta por qué: Carrasco sabe cerrar sus breves historias, reuniendo los
elementos dispares de ellas en conclusiones de resonante poder, donde el uso de
las repeticiones llega a ser deslumbrante, aunque jamás caprichosamente
llamativo: "Temprano, tarde, cerca, lejos/ El uso constante tuerce el sentido
de las palabras/ y éstas tuercen el sentido de la existencia" (de
"Ejercicios de estilo"). O bien: "Quién sabe (mintió
ella entrecerrando sus ojos verde/ claro a través de los cuales puede verse
el infierno" (de "Juegos de artificio").
Es ineludible que
Despedidas... presente algunos tropiezos, momentáneas torpezas,
equivocaciones subsanables en un autor dotado de una imaginación tan vívida,
que a veces se asemeja más a la imaginación de un novelista de aventuras
que a las representaciones habitualmente asociadas con la poesía.
A
medida que avanzamos en la lectura de Despedidas..., Carrasco deviene más
preocupado por el tiempo. En el notable soneto "Pérfidas damas de
aspecto sensible" (combinación métrica a la que retorna en
el excelente "Argelia"), un obsesivo sentido de cómo el transcurso
de los días se burla de las aspiraciones humanas domina los últimos
tercetos; los sucesos biográficos, los personajes, los mitos son los vehículos
para meditaciones en torno a esta materia privilegiada por la lírica de
todas las épocas y lugares: "leídas seréis cual hojas
endebles/ (en vuestro cuerpo un capítulo noble)/ antes que el tiempo la
razón nos nuble" y "Llegaste a Sumatra Argelia buscando/ y una
luz triste que van a traerte/ cuatro jinetes que vienen volando".
Los
especialistas que han juzgado esta obra de Carrasco como un viaje a lo exótico,
al Oriente, hacia la zona del título, quizá lo han medido por estándares
que ya ha superado. Porque Despedidas..., con todas sus referencias cultas
(Celan, Schopenhauer, Sun Tzu) o populares (el grupo de rock (AC/DC), es la manifestación
de una crisis que indica más búsqueda que satisfecha redención.
Y es uno de los pocos volúmenes recientes con formas que se benefician
tanto del minimalismo contemporáneo como de modelos arcaicos sin parangón
en cuanto a la concentración, la tersura, la elegante economía de
exposición. En verdad, todo montaje de estrofas que desee superar la simple
técnica versificadora refleja un trance crítico: saber cuándo
la experiencia vivida debe dejarse de lado y el genuino arte poético comenzar.
La inquietante lucha entre esos dos momentos es la clave central de este valioso
libro.
Julio
Carrasco: Nació en 1969 y es ingeniero civil mecánico. Como
músico forma parte del grupo Los Muebles y además es integrante
de Casagrande, colectivo que ha realizado diversas acciones de arte, como los
bombardeos de poemas a La Moneda, Dubrovnik y Guernica. Libros anteriores: El
libro de los tiburones (1995) y Sumatra (2005).