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Omnis
novum sub sole (El agua del paraíso), de Cristián
Vila R.
Retorno
a la nada
Por
Juan Cameron
Todo es nuevo para quien regresa,
propone el poeta Vila en Omnis novum sub sole (El agua del paraíso),
(Lom Ediciones, 2005), su más reciente poemario. El quiebre
del lenguaje superpone dos idiomas y dos grupos de hablantes, al tiempo
de esconder una fractura definitiva, pues toda lengua es un territorio
irreductible.
Quien dice venir de vuelta de todo sostiene que nada
lo sorprende, pues ha experimentado todo y cualquier interlocutor
sería muy ingenuo al suponer algún trazo de ignorancia
o cuando, ingenuamente, quisiera sorprenderlo con un nuevo truco o
recurso. Quien retorna, se supone, ha perdido la capacidad de maravillarse
y carece de perplejidad. Para él, como en el Eclesiastés,
nada nuevo hay bajo el sol.
Pero esta afirmación es sino un mero lugar común, sostiene
el poeta Cristián Vila Riquelme en Omnis
novum sub sole (El agua del paraíso). Según el autor,
se regresa a un lugar distinto al dejado. Algo, de lo que el protagonista
no ha participado, cambió las cosas ("desde que volví
al joven continente/ que no dejan de crecerme las canas (…) TODO ES
NUEVO BAJO EL SOL") pues la única patria es la palabra
y la palabra es otra. Un nuevo nombre tienen las cosas, un lenguaje
distinto se parla entre murmullos y ni siquiera el maestro Wittgenstein
podrá solucionar este vacío: "Caminando, entonces,
por el borde de toda memoria, ambos vemos -el filósofo del
lenguaje y su discípulo descalzo- que todo se abre como un
cofre largamente olvidado". Un territorio de eufemismos reemplaza
el territorio; la palabra quebrada, traumatizada en el sentido psicótico
del término, designa de manera inhumana, insensible, sin emoción.
Quienes vienen de regreso comprenden bien este fenómeno.
La observación de este mundo otro se registra por el autor
a través de la acumulación, ya sea por medio de los
sonidos: el mágico aunque triste llamado de algún
heladero/ el ruido de un bus alejándose en la calle,/ ecos
de ladridos, canturreos de grillos, etc, o por la descripción
de los objetos del entorno y que, al ser nombrados, recobran vida
y sentido. Así observa en el canto xxiv: "Hay momentos
en que la escritura se presenta como un lugar de nadie. Un enorme
terreno eriazo. Un galpón. Un desierto en el cual no hay nadie,
sólo huellas resecas, huellas de neumáticos, estrías
lunares, voces perdidas".
Es decir, a cada paso hay un redescubrimiento de "lo nuevo",
oxímoron necesario para comprender el absurdo de la situación,
absurdo que por lo demás compromete al protagonista del texto,
ahora sino "la sombra de lo que sólo se pudo ser alguna
vez en la casa varada en la casa varada en la casa varada en la casa".
Esta visión nace desde el mismo país. La coexistencia
de lenguajes diversos, con valores distintos y códigos de áreas
al servicio de grupos disímiles es más que obvia. Se
trata de lenguajes distintos porque la palabra es un código
interpares; porque la palabra estatuye; porque la palabra es la raíz
de un concepto cuyo ejercicio mutuo le permitirá convertirse
después en otro, es decir, le dará acceso a la tradición.
En la práctica, hablamos entre extranjeros.
Quien retorna, entonces, busca a los miembros de su tribu y no a otros,
pues éstos conservan el símbolo de lo eterno (das
ewig) representado en la Utopía, ya que este cielo, nos
dice el autor, es otro desierto. Aquellos personajes, los náufragos
de Horcón, los pescadores, los poetas populares, persisten
"como viejos guerreros subiendo al otro cielo". Ese
territorio tras el espejo es cohabitado también otros quienes
precedieron al autor en la reconstrucción de su texto: Jorge
Luis Borges, Federico Nietzsche, Cheb Called, Baruch de Spinoza, Salvatore
Quasimodo, Ezra Pound, Jorge Teillier y todos los que comparten el
puente en el Bergantín del Irredento, como bautiza Vila a su
casa frente al mar. También tienen cabida allí quienes
existen tras las sombras: los utópatas de greenpeace, los hermanos
del consejo de todas las tierras, los amigos del club de rock y John
Lennon, por supuesto, el mismísimo Lennon. La anáfora
registra y convoca "por el consejo de todos los mares y por
el de todos los cielos y el de todas las nubes -por el consejo de
todas las lunas -las de ayer y las de mañana-" la
enorme de cantidad de seres iluminados que pueblas este país
secreto; muchos de aquellos los encontrarán ustedes en el hermoso
canto xxv.
Aquestos ciudadanos justifican existencia frente a los tripulantes
de la nave maldita (la otra) "la stultifera navis, repleta
de locos y borrachos, sabios y doctores haciéndome señas,
gestos obscenos en medio de sus risas grotescas". Y justifican
el regreso del autor frente al lenguaje ajeno ese de las palabras
sin sentido, que parecen nombrar y solazarse en el malentendido, en
el balbuceo de lo incomunicable: "las palabras han perdido
su sentido/ ya no llevan en sí al mundo/ ni designan lo irreconciliable/
ya no se parecen a nada ni a nadie ni develan lo invisible".
Visto así, y a juzgar por las fechas de escritura, Omnis
novum sub sole puede considerarse la natural continuación
de Tratado del (des)exilio, trabajo en el cual la actitud de
integración parecía un tanto más ingenua y menos
desencantada. Desencanto que por lo demás el autor asume como
algo natural, con un aguzado humor al alcance de los más entendidos
en estas materias.
Cristián Vila Riquelme nació en Villa Alemana, en 1955. Es profesor de Filosofía,
doctorado en la Universidad de la Sorbonne y reside en Caleta Horcón.
Entre sus publicaciones figuran Procreaciones (relatos, 1979),
Dueto (poemas, 1980), Al mar (poemas, 1981), Finis
poética (Roma, 1987), Revelación y cuerpo del
ocaso (Antología de Georg Trakl., México, 1989), Ideología de la Conquista en América Latina, Entre
el Axolotl y el Ornitorrinco (ensayo, España 2001),
Tratado del (Des)exilio (poemas, 1994), Crónica del
niño lobo (novela, 1999), Materias salvajes, (códigos,
desplazamientos, reverberaciones) (Ensayo, 2001) y La Vera
Historia (poesía, 2000). Entre sus distinciones figuran
el Premio Oscar Castro de Poesía, 1993, el citado Premio del
Consejo Nacional del Libro y la Lectura y el Premio del Círculo
de la Crítica de Valparaíso, el año 2000.