La tentación del poder de los poetas
Javier Campos
Poeta
Leí el apropiado articulo aquí de Andrés Florit sobre otros dos artículos respecto a la poesía chilena ultima y de quienes serían – según Felipe Ruiz y Juan Pablo Pereira - los que descubren, y sobrepasan a grupos previos o generaciones anteriores, en el mundo poético chileno del cual es tan basto (cada semana podría decirse que alguien allí publica o se autopublica un libro de versos).
Yo luego de leer esos dos artículos me puse a pensar de que la idea de ellos (Ruiz y Pereira) era establecer un canon fundacional, poniendo fronteras rígidas de que la “reciente” poesía chilena empieza desde ellos, o de unos tres o cuatro nombres. Como si para atrás no hubiera existido nada ni a nadie le importa. En vez de hablar en dónde reside “lo nuevo” en relación al reprocesamiento de lo “viejo”. Veo que a los poetas ahora les toca teorizar, pero en forma arbitraria y citando a sus “amigos poetas” que mas conocen. No se ve a críticos ni a académicos parece, en Chile, preocuparse en lo mas mínimo (a lo mejor me equivoco) sobre el establecimiento de “novísimos”, “súper novísimos”, etc.
Cuando Ruiz pone una estrofa, luego analiza un sólo verso, de ese poeta HH que el admira, y allí se determina una corriente nueva que iluminaría como rayo creador del futuro la poesía chilena quien sabe hasta cuando, y que antes probablemente nadie llegó a ese estado poético profético (se deduce del análisis de Ruiz), es para preocuparse mucho. O para no preocuparse porque al fin la poesía siempre es del quien la lea y la goce. O del critico o de un simple y anónimo lector o auditor.
Cuan humildad hay en poetas como Borges u Octavio Paz, y tantos más, quienes sí escribieron más de una línea o poema excelente. Ambos creían sin embargo en lo siguiente “si unos versos míos alguien los recuerda alguna vez y ni siquiera sabe quien los dijo o escribió, ya eso para mi es lo más importante”. Y esto no lo dijeron a los 30 años, sino casi al final de sus vidas.
Al final de cuentas, la historiográfica, las escuelas poéticas son necesarias, pero que las hagan los críticos. Para mi lo que ahora importa es si algún poema es capaz de traspasar una universalidad y que llegue hasta un lector anónimo de la China, Guatemala o la India, etc. Los poemas que han permanecido siempre “nuevos” no están atados a escuelas ni a “neo-escuelas”, y eso se ha demostrado con el tiempo. Hoy puedo leer un hermoso poema de Ledo Ivo sin siquiera preocuparme a qué generación pertenece o si es novísimo o de la época de las cavernas. Lo importante es la belleza que emana y que perdurará por mucho tiempo aun cuando nos invada en el futuro toda una inmensa cultura de la imagen y aún más renovada la revolución digital.