Los
adolescentes poetas muertos
Javier
Campos *
Que sería de mis queridos y antiquísimos poetas jóvenes
los que se olvidaron de mí;
aquellos que se quedaron en la misma ciudad de siempre
en aquel pueblo al que nunca más regresé
Que sería de mis libros enterrados, bajo la tierra,
esos volúmenes prohibidos que mucho siglos atrás
leímos como candente fuego y ardientes profecías
Qué ocurrió con sus miradas, junto a la mía,
hacia el universo
buscando entonces la Estrella Polar
siguiéndola con los viejos zapatos de Rimbaud,
o en nuestros hombros la mochila con olor a trigal de verano
del poeta Essenin,
y un tubo con agujeros para inventar un música nueva
como nos enseñó el poeta ruso Vladimir Mayakovski en
1914
Y qué fueron de las miles de caminatas por aquellas calles
bajo un balcón inalcanzable donde alguien nos hacia señas
para que subiéramos por su sonrisa y sus cantos de sirena,
aquella beldad lejana, imaginada por nuestras bellas cabezas
de pelo revuelto y mejillas rojas
La que cantaba para mí, o para mi viejos compañeros,
nosotros, los bellos adolescentes bajo ese balcón de Julieta
Capuleto
escribíamos poemas y cartas de amor,
hoy arrumbadas en podridos baúles;
nada más que hojas amarillentas
arrugadas por el tiempo y que nadie nunca más leyó
¿Qué fue de aquellos poetas muertos y dónde
quedó
todo lo que escribimos hasta altas horas de cada estación del
año,
bebiendo ajenjo amargo como los poetas malditos
o pensando en suicidarnos como Alfonsina Storni?
Si embargo nadie se murió de amor, ni nadie se suicidó,
algunos sí desaparecimos entre la vida
y viajamos a estrellas lejanas
otros murieron en el mismo pueblo:
olvidados adolescentes poetas muertos.
Javier Campos, poeta y académico
chileno residente en EE.UU . Este poema pertenece al libro inédito,
ganador en el prestigioso
31 st Premio Chicano/Latino de Literatura,
California, EE.UU, octubre de 2005.