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Entrevista al poeta chileno Javier Campos


Por Gabriel Cartaya
Publicado en el diario La Gaceta, Tampa, Florida, febrero de 2023



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—¿Qué motivos impulsaron al escritor, profesor y ensayista chileno Javier Campos a mudarse a un pequeño poblado floridano llamado Spring Hill?
Fue el jubilarme de la universidad en Connecticut donde enseñaba. Podría haber seguido enseñando más tiempo, pero la pandemia motivó querer cambiar de vida. Enseñar vía online fue también motivo del cambio. Además, quería un clima cálido y más sol cada día.

—Confieso que aprendí sobre la historia del tango gracias a tu libro El tango en el Río de La Plata, publicado en Buenos Aires en 2019. ¿Cómo llegó el chileno a una historia profundamente argentina?
Es una historia que, en cierta manera, y ficticiamente, está narrada en mi novela El bailador de tango (Casasola, Washington, 2018). Hace mucho tiempo deseaba aprender a bailar tango (yo ya bailaba música caribeña antes) pero el tango es otra cosa. Debes tomar clases para poder bailarlo porque el tango es un cuerpo con cuatro piernas. Es un baile caminado de dos personas abrazadas al compás de una música generalmente nostálgica. Por allí empecé a entrar en su historia, en el mundo de baile de bailarines, cantores y orquestas de tango. Además, ser académico me estimuló el deseo de saber más y querer investigar esa manifestación cultural popular que solo nace en El Río da la Plata, especialmente en Buenos Aires, Rosario y Montevideo. Los orígenes están bien explicados en ese libro que mencionas El tango en el Río de la Plata. Conversaciones con Osvaldo Natucci.  Estando en Buenos Aires, tomando clases de tango, conocí a un erudito autodidacta que tenía una información impresionante sobre el tango. Fue Osvaldo Natucci. Le propuse que todo eso que él sabía lo hiciéramos un libro. Él estuvo de acuerdo porque antes le había ofrecido una periodista hacer aquello, pero no se pudo. Entonces tuvimos una conversación que grabamos por 12 horas durante varios días en su casa de Buenos Aires. Todo eso lo transcribí, pero tuve que pasar dos veranos investigando para justificar todo eso que decía Osvaldo. Fue un trabajo doble: transcribir y a su vez hacer una investigación académica en bibliotecas, también en librerías de libros usados en Buenos Aires. Finalmente tuve la suerte que el manuscrito fuera aceptado por una de las conocidas editoriales de BA, Corregidor, que también se ha especializado en publicaciones sobre el tango. Esto es en forma muy sintética respondiendo tu pregunta. Y es cierto, soy el primer chileno que escribió una historia del tango y publicado el libro en el mismísimo Buenos Aires.

—¿Cómo viviste en tu país, siendo ya un joven con inquietudes literarias, el tránsito entre el gobierno izquierdista de Salvador Allende y la dictadura militar de Augusto Pinochet?
Es una respuesta que llevaría horas conversarla como te pasaría a ti mismo si tuvieras que explicar tu viaje desde tu Cuba a vivir en este país. Pero aquí va en forma muy sintética mi experiencia. Para empezar, mi vida como de miles de jóvenes de América Latina nos tocó vivir la década de los 60, 70, 80 que fueron décadas muy conflictivas en el plano histórico, político, social. Los que creímos que la revolución cubana sería la respuesta a las desigualdades en el continente. Vivimos gobiernos de derecha, supimos que la presencia norteamericana en las economías latinoamericanas, las propuestas populistas, la llegada de dictaduras militares en el Cono Sur, las guerrillas centroamericanas, la caída de casi todo el socialismo real, la llegada de la globalización y con ella el mundo digital. Todo eso lo viví como miles de jóvenes desde los 15 años más o menos. Todos esos cambios fueron en cierta medida experiencias que están de alguna manera en el escritor/a de nuestro continente. O sea, yo sigo pensando que fui un pasajero que cruzó todas esas experiencias. Y lo mío no es único, yo represento a miles de artistas que vivieron lo mismo. Pasar de un gobierno de tres años que quería hacer una revolución a la “chilena”, decía Allende, a una dictadura militar represiva que quería aplastar el comunismo. Era “una guerra fría” que estaba vigente, asunto que muchos de nosotros, jóvenes idealistas en ese entonces, no entendíamos muy bien. Existió mucho el voluntarismo juvenil, y yo me incluyo, de que los países de América Latina en ese entonces debían seguir el ejemplo de una sociedad ideal o utópica que se estaba construyendo en Cuba. Pero la historia dijo otra cosa.

—¿Te sientes parte de la diáspora intelectual chilena que no regresó al país después de restablecerse la democracia?
Creo que si porque fui parte de escritores y escritoras que vivíamos fuera y estábamos en contra de la dictadura militar. Pero no me considero un exiliado sino uno que como miles salió de su país porque no había posibilidades de crecer profesionalmente, especialmente los que nos dedicamos a las humanidades, a escribir por ejemplo. No fui un perseguido político en mi país ni estuve preso ni fui torturado como miles que sí pasaron por situaciones horribles sólo por ser dirigentes políticos o acusados de querer llevar el país “al comunismo” decía Pinochet. No regresé a Chile luego de la restauración de la democracia porque ya me había doctorado aquí en EE. UU. y conseguido trabajo de profesor en Universidades de este país y porque no había cupo inmediato en universidades chilenas para los que enseñábamos literatura.

—¿Qué ha significado Estados Unidos para tu vida profesional?
Debo decir y lo he dicho públicamente que este país me dio la oportunidad de estudiar en una universidad (la universidad de Minnesota) y lograr un título de doctor que habría sido imposible en mi país bajo la dictadura. Este país fue generoso conmigo. Me ofreció becas, me dio la oportunidad a través de sus universidades poder investigar, viajar a conferencias en distintos países, me ofreció computadoras para escribir mis poemas y trabajos académicos, papel para imprimir esos trabajos. Ayuda para publicar algún libro. Llegué   a este país con 40 dólares en el bolsillo y una maleta de plástico barata con pocas cosas y algunos libros. La universidad de Minnesota me envió los boletos de avión a Chile porque no tenía dinero y luego yo pagué esos pasajes de a poco, mes a mes. Se puede decir mucho de EE. UU., pero que las oportunidades te las da este país sí son reales. Además, la libertad de opinión y escribir lo que quieras, y puedes criticar a este gobierno también. Eso lo experimenté en mis trabajos en la universidad, en los cursos que ofrecí. Jamás ninguna universidad me censuró ni lo que publicaba ni menos los contenidos y libros y ensayos que debían leer mis estudiantes en mis cursos. Hay académicos y escritores/as, artistas latinoamericanos que jamás han reconocido de cuánto este país les ayudó a ser lo que son académica o artísticamente.

—Aunque has publicado novelas como Los saltimbanquis, El bailador de tango y La isla del fin del mundo, libros de cuentos y varios ensayos, la mayor parte de tus volúmenes atesoran poemas, género en que has merecido diversos premios, como el prestigioso Juan Rulfo. ¿Cómo te salva la poesía?
Eso pensaba hace unos días. Y concluía que escribir poesía me ayuda a vivir sin estrés ni hacerme la vida complicada. Creo que la poesía me mantiene en un estado por lo general de paz interna. Pero debo aclarar qué entiendo por poesía. Para mí es ver la “otra realidad” qué hay detrás de las cosas y situaciones humanas. Es estar siempre en ese estado contemplativo porque lo que observo me lleva a otras cosas a través de conexiones que hace mi imaginación. Una vez dijo Picasso que el pasaría buen tiempo mirando volar a unas moscas. Yo hago mía esa frase de Picasso. Para alguien que vea a una persona pasarse el tiempo mirando a unos gatos dormir panza arriba puede ser una pérdida de tiempo realmente o que uno puede ser medio tonto. Ese estado de contemplación es la materia prima de lo que he escrito en poesía. Y también en narrativa, yo creo. Una vez dijo Neruda que a él le gustaba “pajarear”. Otra manera de expresar lo mismo que dijo Picasso. El artista en general es contemplativo y de allí se desarrolla su imaginario y saldrá algo que se llama poesía, novela, cuento, cuadro, escultura, por ejemplo. Pero como dijo Octavio Paz, no todo producto artístico es necesariamente una obra de arte.

—Su traducción de la obra de Yevgueni Yevtushenko, fue una gran contribución al conocimiento de la obra del poeta, cineasta y profesor ruso en diversos países. Además de la amistad, que es el mayor beneficio, ¿qué te aportó trabajar con su obra?
Yo a los 16 años leí a Yevtushenko en un diario del partido comunista chileno, “El Siglo”. Publicaron varios poemas. Justo una vez llegó Neruda con un joven poeta ruso a mi pueblo en el sur de Chile. Y ese poeta era el gran Yevgeny Yevtushenko. Y desde entonces lo leía donde pudiera encontrarlo. 40 años después en un encuentro internacional de poesía en Guatemala me dicen que está invitado el poeta Yevtushenko. No podía creerlo. Y allí nos hicimos amigos en cosa de unas horas. Era porque yo era chileno y él había sido gran amigo de Neruda y Salvador Allende. Ese mismo día me dijo: Javier, ¿te atreves a traducir al español un poema que tengo en inglés que se publicó en un libro y que quiero leer aquí en este festival en Guatemala? Yo dije inmediatamente, puedo intentarlo. Y él dijo, vamos inmediatamente a trabajar la traducción en mi hotel. Allí partimos y luego de 2 horas quedó traducido el poema que se llama en español “Libros robados”. Un poema para mi muy hermoso que forma parte de las 6 ediciones en diferentes países que luego hicimos juntos de cerca de 48 poemas traducidos por mi desde el inglés al español. Traducción que hicimos juntos pues él leía muy bien español. Fuimos amigos por 10 años hasta su muerte en 2017. Creo que fue una de las grandes amistades que tuve, y nada menos que con ese inmenso poeta querido por toda Rusia. Conversamos mucho en 10 años, aprendí mucho de la ex URSS, estuve en su casa en Rusia, me atendió allí como a un hermano. Viajamos junto a Chile, España, Cuba, Colombia, Rusia, Nicaragua.  Es algo único trabajar traduciendo la obra de un gran poeta junto al mismo poeta. Creo se puede captar más el imaginario del poeta. Porque cuando estábamos trabajando de repente me comenzada a relatar una historia conectada al poema, de allí pasaba a hablarme de su madre que tocaba el piano. O a contar unos chistes que le contaba su tío sobre Stalin. Debo decir que conservaba una memoria impresionante para su edad. Sentí mucho su muerte como si fuera un padre que nunca tuve.

—En tu último libro Las sombras del amor (2022) los poemas Vieja fotografía, Nosotros los de entonces, En medio del viaje de nuestra vida y otros, ¿la nostalgia oprime al poeta, o el poeta doma la nostalgia?
Yo creo y eso está en muchos artistas, escritores/as, pintores, etc. que, a cierta edad, cuando ya sabemos que nos queda poca llama de vida, el tema del paso del tiempo viene a ser un tema en muchas obras. Así que en eso sigo esa nostalgia milenaria porque es parte de nuestra condición humana. Quizás esa situación se dé más en el artista hombre que en la artista mujer. En el poema “Nosotros los de entonces” quizá el tema no sea original, pero creo el tratamiento puede ser diferente. Es el sueño de una generación que quiso la vida utópica pero no fue posible. Y que nuevas generaciones seguirán quizás insistiendo en buscar esa vida utópica. Es una condición humana que arranca desde los comienzos de la humanidad yo creo. Los versos finales dejan abierta la posibilidad que sigamos buscando la vida sin problemas. Me acuerdo y releo ese gran poema de “Coplas por la muerte de su padre” de Jorge Manrique. Y también la bella película “El artista y la modelo” del director español Fernando Trueba. El paso implacable del tiempo.

—¿Con qué mundo sueña el poeta y profesor en los atardeceres de Spring Hill?
Solo te digo que después de vivir con tanta nieve en los inviernos de Minnesota, Ohio, West Virginia, Connecticut, Nueva York, los cielos azules por casi 12 meses del año, y mucha luz y sol, este Noroeste de la Florida es estar en un paraíso que nunca pensé iba a vivir. Y al lado del inmenso Golfo de México, que tanta historia tiene del Nuevo Mundo y del Mundo precolombino, no puedo pedir más. Un lugar hermoso para leer y seguir imaginando. Es cierto que al final de nuestras vidas, muchos buscan algún lugar de la naturaleza para contemplar ese misterio que por ejemplo es el mar, los ríos, los bosques, las montañas. 

 



 

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Nota. El fundador de la editorial La Gaceta, Victoriano Manteiga, llegó a EE. UU. procedente de Cuba en 1913 para aceptar un puesto de lector en la fábrica de puros Morgan.  Manteiga leía novelas, notas sociales y noticias locales y mundiales a los trabajadores de la fábrica mientras liaban los puros que hicieron famosa a Tampa.Fue natural que Manteiga ampliara su audiencia fundando La Gaceta como diario vespertino en español en 1922. Desde 1950 se publica también en inglés y se añadió el italiano para ayudar a preservar la cultura y la lengua de la numerosa comunidad italiana.La Gaceta, ahora es un semanario trilingüe. La Gaceta cumplió ahora en 2023 101 años, lo que lo convierte en el periódico de propiedad familiar, propiedad de minorías y dirigido a un público específico más antiguo de Estados Unidos.


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Javier Campos
. Es narrador, poeta, ensayista, profesor emérito por la Universidad jesuita de Fairfield, Connecticut. Vive en Spring Hill, Florida. Recientes libros publicados: El bailador de tango (novela, Casasola editor, Washington, 2018), El tango en el Río de La Plata (ensayo, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 2019), La isla del fin del mundo(novela, Mago editores, Chile, 2020), Los gatos no viven en el tejado y otros poemas de amor (poesía, Mago editores, Chile, 2020). Fui dueño de tu encanto, cuentos, Editorial MAGO, Chile, junio 2022. Fue traductor de la poesía del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko (ediciones de Nicaragua, Colombia, Chile, Perú, Cuba, Rusia, España).  La revista Review Literature and Arts of the Americas, 104, julio de 2022, Manhattan, New York, dedicó una sección a la poesía de Javier Campos en traducción al inglés (Irene Hodgson, Nick Hill y Jessica Treat traductores). Reciente cuento publicado en revista Caratula de su libro Fui dueño de tu encanto, que dirige el escritor nicaragüense, Sergio Ramírez. http://www.caratula.net/ficcion-domingo-de-milonga/  Su último libro de poesía Las sombras del amor, 2022, Valparaíso ediciones, España. Selección de algunos poemas del libro en http://letras.mysite.com/jcam281222.html


 

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